VOLVER A LA COLONIA ¿OTRA VEZ?
¿Cuál es el precio oculto para reactivar a la Argentina? Y si lo pagan
¿Quiénes controlarán al país?
Por
Charles H. Slim
Tal vez suene repetitivo y hasta cansador, pero la Argentina es un país
con inquilinos, no con habitantes. Para ser justos, así se comportan sus
gobernantes y representantes apoltronados en la ciudad de Buenos Aires y que
son elegidos por ellos mismos. No hay otra forma de describir la idiosincrasia
de quienes una y otra vez vuelven a tropezar con la misma piedra que a lo largo
de la historia, líderes políticos y militares juraron haber arrojado al mar
para no volver a verla.
Las falsas
doctrinas importadas, el alineamiento a las agendas políticas foráneas siguen
siendo las condicionantes de gobernabilidad de un país quebrado por décadas de
corrupción institucionalizada por un sistema político altamente corrupto. Pese
a que han cambiado los tiempos en Argentina nada parece haber cambiado.
La queja es
una institución nacional y a base de ella, la clase política ha hecho escuela
para generar sus negociados. Y mientras esa queja alimenta a los oportunistas de
la política que viven del dinero público, sigilosa y discretamente el país va
pasando a otras manos, obviamente por una política planificada y consensuada
por los Milei y Cía quienes fueron puestos allí con ese propósito. Los ejemplos
sobran sobre esto y solo para nombrar uno, el escándalo entre dos anglófilos de
vidriera como son la canciller Mondino y el inefable ministro de defensa Petri al
quedar en evidencia ante la opinión pública por la nominación de las islas
Malvinas como “Falklands”.
Cualquiera
con dos dedos de frente se pregunta ¿Cómo llegaron al gobierno semejantes
funcionarios? La respuesta se halla ahí afuera, en la mentalidad verbalizada de
su propia población.
“Pero eso
no importa si nos saca de la crisis”, braman muchos de estos ciudadanos argentinos,
en especial esos que viajan a Miami y adoran visitar New York y Londres. Quedar
bajo la tutela de una potencia en decadencia como EEUU y socio de un estado
criminal como Israel no es nada si ello les ayuda a llenar sus bolsillos y
hasta seguramente otros dirán que “siempre ha sido así ¿Qué podemos hacer?”
Hoy el
gobierno de los Milei está recálculando su posicionamiento con Washington DC a la
espera de ver quien surja vencedor el 5 de noviembre próximo demostrando que se
comporta de la misma forma que lo ha hecho la clase política que él llama
“casta” creyendo que la salvación está arrodillándose con el norte
Mientras
continúa cosechando triunfos en macroeconomía y las altas finanzas, la economía
doméstica y el costo de vida para el ciudadano de a pie no muestra los reflejos
de aquellos. La población se ve cada día más sometida a una inflación que pese
a su acusado descenso, no se refleja en amplios sectores de la economía. Lo
mismo con el blanqueo de capitales y el tan festejado descenso del riesgo país
que alentaría a las inversiones externas que en última instancia beneficia a un
puñado de oligarcas locales. Pero para los argentinos de a pie viajar, pagar
impuestos, la comida, los servicios públicos y la atención médica se ha vuelto mucho
más cara y ya se anuncian nuevas subas.
Lo mismo
con la energía. En un país que tiene bajo el suelo extensos y ricos yacimientos
de petróleo, gas y carbón sus habitantes además de que muchos aún no tienen
acceso a alguno de estos, el gobierno los importa como productos refinados. Los
combustibles pese a una ridícula baja del 1% en el mes pasado, ya se prevé
nuevos aumentos lo que encarecerá todo nuevamente, entonces ¿Dónde están las
mejoras en economía de las que se vanagloria Javier Milei? El plan de recortes y
ajuste brutal para bajar el gasto fiscal es la excusa por medio de la cual, se
esta allanando el camino para que las grandes corporaciones foráneas (en
especial de EEUU y Europa), puedan instalarse en el país con la garantía de que
sus capitales no serán dilapidados o retenidos por la inseguridad jurídica
proveniente de una acostumbrada variabilidad en las reglas de juego con cada
cambio de gobierno; allí es donde entra Federico Sturzenegger para dibujar el
mapa ajustado a los intereses foráneos.
Esto que
podría verse razonable y hasta muy conveniente, esconde una entrega total de la
soberanía económica y política de un estado que ya no existía por la corrupción
que lo infectaba. Aquí es donde los ciudadanos que votaron a Milei, hartos de
los negociados de la clase política, el clientelismo que los K
institucionalizaron de forma descarada y la corruptela institucional de simples
empleados en todos los niveles del estado (municipios, provincias, nación), le
dieron crédito para sanear esta situación.
Pero esto
es algo muy peligroso y los argentinos podrían llegar a pagar muy cara esta
aparente correntada de transparencia en la política de estado que Milei
presenta con su eslogan “No hay plata”. Pero ¿realmente no hay plata? Si no la
hubiera ¿De dónde sale el dinero para pagarle los abultados sueldos de sus
funcionarios entre los cuales se halla el de su hermana Karina Milei? O los
fondos para poner en marcha la operatividad de la inteligencia bajo regencia
estadounidense e israelí.
El gobierno
de los Milei y sus tecnócratas estrella están construyendo una estructura para
que una economía enferma y con severos problemas propios como es la
estadounidense, haga su nido en el sur del continente y aunque ella no sirva
para generar beneficios genuinos ni hará desarrollarse al país, servirá para
posicionarse geopolíticamente en la región (especialmente con objetivos
estratégicos en el Atlántico sur) con miras a convertir al país en un “Stand Behind”,
un refugio para proteger sus propios intereses, un punto geográfico de
cobertura para sus operaciones globales mediante la OTAN y de paso, entorpecer
o al menos intentar, fastidiar los emprendimientos y las relaciones de China en
el hemisferio.
Nada de
esto obviamente es gratis y todos sabemos que los desacreditados organismos
internacionales a los que Milei y el arco empresarial-financiero se someten
(como el G-7, el G-20, el FMI etcetc), están laborando en pos e interés de un
solo actor que no es otro que Washington DC. De ese modo, sea con un
republicano como Donald Trump o una demócrata como Kamala Harris en La Casa
Blanca, los Milei y sus partidarios además de pasar desapercibidos, deberán
aceptar a pie juntillas lo que desde allí se mande quedando bien claro que el
trato no es de socios sino, de simples súbditos.
Lamentablemente
no hay nada del otro lado. La oposición política a los Milei además de insulsa
y nada creíble, está poblada de arribistas charlatanes con estridentes proposiciones
que hoy están siendo usados por algunos medios de aire para, sostener el juego
del mismo sistema corrupto que denuncian aborrecer.