domingo, 23 de noviembre de 2025

 

¿QUE DICE ARGENTINA SOBRE GAZA?

¿Saben realmente los argentinos de a pie que sucede en Palestina y con quiénes estaría tratando su gobierno?

 

Por Pepe Beru 

Un país en que su clase política supo alardear sobre la lucha de los derechos humanos y un supuesto liderazgo regional sobre el tema, debería tener una posición clara y comprometida sobre lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en la Palestina ocupada y en especial en toda la franja de Gaza. Pese a ello, el silencio en sus medios como en las organizaciones de derecho humanos es notable pero esperado ya que, es un país en el cual sus habitantes y especialmente sus líderes (salvo pocas excepciones) se mueven al son de quien detenta el dinero y el poder.

Tarde pero seguro, la izquierda es la única fuerza política que ha tomado una posición comprometida sobre el tema y obviamente, contraria a la que pretende imponerse desde el poder global. Por su frontalidad y claridad en sus denuncias deben soportar las operaciones de los medios, de algunos sectores de la justicia y de los veleidosos servicios actualmente bajo la indudable influencia de agencias como el Mossad y la CIA.

No es necesario recordar que actualmente hay un gobierno anglófilo y neosionista en Buenos Aires que comparte lo que Israel esta haciendo con los palestinos. Pese a que el país reconoció al estado de Palestina, hoy va contra esa postura. La intoxicación informativa es constante para sostener el relato de Tel Aviv. A ello se suma la gran apatía del común por lo que sucede. Ciertamente la izquierda y una parte de la comunidad árabe-islámica (demasiado argentinizada) ha tomado por fin la iniciativa y marcha por las calles para denunciar esta situación mientras los medios les ignoran por completo.

Anteriormente la situación internacional y la geopolítica eran temas de poco abordaje por los medios y solo había algún que otro programa dedicado a su análisis. Pero en un mundo globalizado y en donde las distancias ya no existen, estar informado en tiempo real ya no es un imposible. Fue por ello que los mentores de los Milei (y de la derecha sionista) han invertido en crear plataformas, Streaming y programas de noticias para formatear y editorializar a conveniencia temas como el de la franja de Gaza.

El periodismo por estos lares tiene dueños y ellos están con el poder de turno. Hasta el llamado “periodismo narrativo” en algunos casos, le debe lealtad al Departamento de Estado norteamericano. Aún si, la obsecuencia llega a tal punto que incluso callan ante atentados directos a su propia identidad.  En este sentido, en un país que supuestamente tiene una mayoría católica el gobierno prefiere abrirle las puertas a los grupos evangelistas neosionistas quienes (y no por casualidad) profesan una teología mezclada con la ideología sionista. Ni siquiera los bombardeos israelíes contra la única iglesia católica en Gaza y que esta a cargo de un párroco argentino, han sido motivo de conmoción y mucho menos de airada condena contra Israel.

Siguiendo con ello, queda claro que ni el genocidio, ni las torturas, los abusos y violaciones que están registrados en campos de concentración improvisados israelíes como las infames prisiones como Tseiman o las cárceles para niños palestinos en Etzion y Megido apropiados por las FDI en sus incursiones a Gaza y Cizjordania, van a ser parte de las editoriales de dichos medios.

Continuando con el tema y como era d esperar, la sanción por mayoría la resolución 2803 del Consejo de Seguridad de la ONU pasó desapercibido en Argentina. Esta bochornosa resolución no es otra cosa que un plan de recolonización planteado por Trump y su círculo de sionistas en su administración a favor de Israel. Quienes se abstuvieron en esta votación fueron Rusia y China lo que pone algo de esperanza para un pueblo devastado que sigue bajo un infame proceso de genocidio.

¿Qué ha dicho la cancillería argentina sobre el particular? Digamos que no forma parte del Consejo de Seguridad, pero como miembro del foro debería tener un punto de vista. El gobierno de los Milei es un incondicional del estado israelí y en esa definición indirectamente involucra su apoyo a la limpieza étnica que se comete. A la par y con la obligada alineación con la administración Trump, el gobierno de los hermanos Milei se resume en ser la sombra de lo que hagan en Washington y fue por ello que (entre otras cuestiones) se abstuvo de firmar el documento final del G-20 reunido en Sudáfrica, por no ajustarse a los lineamientos de Washington en cuanto al Medio Oriente (Israel en la Franja de Gaza) alegando parcialidad en el foro, dejando explicita su política pro-norteamericana.

Al mismo tiempo y sin que lo sepa el público, este gobierno está profundizando la injerencia israelí en los sensibles estamentos políticos, militares y de inteligencia que (a las prácticas y métodos) conlleva un adoctrinamiento ideológico basado en la geopolítica del estado de Israel.

Pero esta no es una posición del oficialismo solamente; hay una opacidad general en la oposición (y en el peronismo en especial) que comparte silenciosamente esta posición. ¿Y cuáles serían las motivaciones para este alineamiento de toda la elite política argenta? La comodidad y no querer contraponerse con los poderosos intereses que manejan al país.

Los argentinos debieran considerar la situación en la que los Milei están metiendo a su país. Aquí hablamos de estados que tienen sobre sí, millones de personas asesinadas, desplazadas y lesionadas, que comparten políticas siniestras como el intervencionismo, la agresión, los asesinatos preventivos, las torturas y los abusos sistematizados en centros de detención (incluso contra mujeres y niños) entre algunas de sus aberraciones contra los derechos humanos más destacadas. Si en realidad están preocupados por los destinos de su país, debieran mirar con atención y prevenir que la militancia sionista local construya una estructura como el AIPAC estadounidense quien, junto a otra decena de organismo similares, mediante su influencia en el congreso y áreas del poder ejecutivo, controlan y digitan a conveniencia la política exterior de los EEUU con las consecuencias que hoy separan a los propios ciudadanos estadounidenses.

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