“FABRICANTES DE LA PESTE”
Al parecer no era errada la postura de muchos
virólogos sobre la artificialidad del Covid-19. De ser ciertas dichas
conclusiones y tras las consecuencias económicas, políticas y sociales creadas
por la declaración de la pandemia ¿Quiénes se harán cargo?
Por Javier
B. Dal
Tal vez la gran mayoría de las personas se
hallan olvidado de los dos tortuosos años que debimos pasar confinados por la
supuesta aparición de un virus que los “expertos” de la OMS denominaron como
“COVID-19” poniendo a los virólogos e infectologos a cargo de la dirección de
la vida de los habitantes obligando a los gobiernos a adoptar medidas
draconianas y medievales dirigidas a prevenir una aparente y masiva infección
que según sus discursos, era letal.
Muchos fueron quienes
no se tragaron esto e incluso otros expusieron pruebas sobre la falsedad del
mediatizado origen de un “murciélago en un sucio mercado de la ciudad de Wuhan”.
Se conformo un discurso uniforme y para el cual no había lugar a disensos. Incluso
los médicos que se resistieron a creer en la versión oficial fueron silenciados,
ridiculizados, encarcelados y otros corrieron una suerte mucho peor.
Ni mencionemos las
inconsistencias que surgieron desde la administración de Trump que sindicaban cuando
menos, un conocimiento de “que algo se había producido” y sin dejar pasar, que
eran momentos críticos en las relaciones comerciales con China. Inmediatamente
se implanto una censura al estilo militar innegable.
¿Cómo impacto esto en
la Argentina? Como no podía ser de otro modo, tanto el gobierno como los medios
se plegaron a pie juntillas a la versión oficial y en tal sentido fueron fieles
acatadores en sembrar el pánico 24 horas al día y 7 días a la semana con “expertos”
más interesados en sembrar las culpas sobre los ciudadanos que querían respirar
en libertad (sin barbijo) que debatir la realidad de ese “virus”. Sobre los
dobleces aquí mencionados, ni una sola letra. Para ser sinceros ¿Quiénes de
estos empleados de los medios se hubieran atrevido a mencionar la sola
posibilidad de una fuga de un engendro biológico creado por estadounidenses y
chinos?
En un país como
Argentina hablar de estas cosas no despierta interés en los sagaces medios
informativos y mucho menos en sus filósofos baratos avenidos en cruzados de la
democracia, aunque se presenten como la expresión de la libertad y
comprometidos con la verdad, son simples y enanos subalternos del poder de
turno. Incondicionales adscriptos a lo que de continuo dice Washington, no
había por qué dudar de lo que los “expertos” como Anthony Fauci y del Centro
para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) afirmaban sobre esta
pandemia. Tampoco se interesarán en revisar el papel de Fauci en los programas
de Armas Biológicas durante las administraciones de Reagan y Bush; pero tal vez
lo más embarazoso en cuanto a su papel fue el encubrimiento de correos
electrónicos de otro virólogo estadounidense que informaba de la artificialidad
del Covid.
En ningún noticiero ni
de la boca de ningún “formador de opinión” de los que se pavonean en la Tv
abierta, se escucho un ápice de estos antecedentes y menos aún de hechos como
fue la fuga biológica que infectó a todo el personal de “Fort Detrick” meses
antes de que se declarase esta “pandemia” o cuál es la realidad de los EEUU en
cuanto al desarrollo de estas armas prohibidas y pestilentes.
Lo que menos se les
cruzo por la cabeza en aquellas circunstancias fue poner en duda lo que decía
la OMS, El Pentágono y mucho menos a los “expertos” que copaban los paneles
televisivos para sermonear a la población.
El tiempo ha pasado y,
la luz está revelando lo que muchos acusaban en soledad por aquellas horas: “El
Covid es una fabricación artificial”. Lo más interesante es que son médicos
estadounidenses y alemanes los que se han unido a las voces de estas
conclusiones. Sin dudas que las actuales circunstancias de guerra en Ucrania
han servido para generar estas revelaciones. Y es que, el descubrimiento de una
veintena de laboratorios secretos controlados por EEUU desperdigados en el este
de ese país euroasiático (con implicancia de laboratorios como Pfizer) en los
que se hallaron pruebas de fabricación y experimentos con SarS-CoV2 y otras
variantes bacteriológicas como el SARS 2003 y el MERS-CoV pusieron en una
embarazosa situación a los EEUU.
A pesar de que
Washington negó en todo momento esto, los silencios de los más altos responsables
del área como el Dr. Fauci en referencia a los hallazgos rusos pone a los
norteamericanos en un predicamento y si así no fuera ¿Por qué EEUU y sus socios
de la OTAN se han opuesto a las investigaciones que solicito Rusia ante el
Consejo de Seguridad?
Estas últimas
implicancias quedaron reforzadas con el comprobado uso de armas químicas contra
las tropas rusas en Zaporiye y un informe de expertos rusos quienes también
determinaron el origen artificial tanto del SarS-Cov 2 como su antecesor SARS
2003 (patentado por el Pentágono) ¿Y quiénes les proporcionaron estos agentes
biológicos? La moralidad de occidente hace agua por los cuatro costados.
Los recientes anuncios
de investigaciones de expertos estadounidenses y alemanes se unen a los
valientes virólogos indios quienes en las primeras horas de todo ese montaje,
denunciaban que dicho “virus” (que no era tal) tenía componentes biológicos ensamblados
como el HIV. También reivindica al distinguido y hoy fallecido virólogo francés
Luc Montagnier quien tras poner reparos científicamente argumentados a todo el
circo armado y un firme opositor a las vacunas “ARm”, fue atacado, vilipendiado
y ridiculizado por sus colegas del Status Quo más preocupados por las ganancias
y lo que decían los demás que por la verdad. En este último caso deberíamos clamar
¿Quién de todos estos irá a su tumba a pedir disculpas por tales agravios?
Así en una publicación científica
cuyos autores son Valentin Bruttel de la Universidad de Wuerzburg de Alemania,
Alex Washburne del centro de investigación Selva Analytics con sede en EE.UU. y
Antonius VanDongen de la Universidad de Duke también estadounidense concluyeron
tras sus estudios que el denominado “Covid-19” era en 99,9% una copia
artificial del virus natural y que además presentaba señales de haber sido
“cosido”, es decir manipulado en un ambiente controlado como lo es un
laboratorio.
Obviamente hubo una
reacción de otros virólogos del sistema que trataron de contra restar estas
conclusiones calificándolas como “tonterías” aunque y más allá de lo que estos especialistas
puedan ver en sus microscopios, las evidencias circunstanciales que se
presentaron inmediatamente a la declaración de la pandemia más las halladas
durante los últimos meses vuelcan la credibilidad a favor de la tesis de la
artificialidad. La reacción es entendible y no es para menos. Ello pone sobre
la mesa la existencia de una promiscua actividad de laboratorios de guerra
bacteriológica de la “democracia” occidental y sus “enemigos” chinos y al mismo
tiempo genera una pregunta muy incómoda como es ¿Fue dispersado o fumigado en
el aire mediante?
La cacería de brujas
también (y como iba a ser de otra manera) cundió en Argentina pero, los
críticos fueron rápidamente aplacados. El lameculismo y la obsecuencia es por
acá una actitud que muchos consideran una virtud. Si en el norte a estas
cuestiones las llaman “teorías conspiranoicas”, para los obsecuentes de por
aquí es suficiente para no ahondar en el tema. Sin dudas que este tipo de
información tampoco está en el interés para los médicos, virólogos y sus
colegas farmacéuticos llegue al conocimiento general y es que, como dice el
refrán “no hay que no hay que morder la mano que les da de comer”.