jueves, 20 de febrero de 2025

 

EL FINAL DE LA OTAN

¿Qué consecuencias traería si Donald Trump tirara a la OTAN al cesto de la basura?

 

Por Charles H. Slim

Como se van desarrollando los acontecimientos, en algunas cuestiones Trump parece decidido a cumplir con lo prometido y una de ellas es, reducir los gastos que aportaba EEUU en la OTAN, con lo cual y de ser real esto, la operatividad de la organización se vería seriamente afectada.

El expansionismo atlantista que servía a la hegemonía de EEUU en Europa y con la finalidad de contener a la Federación de Rusia se verá seriamente afectado aunque hay que señalar, que el intento de destruir la potencialidad rusa con la guerra hibrida instigada y apoyada por la anterior administración demócrata en Ucrania ya era el presagio de este lastimero fin.

En razón de verdad, la OTAN como tal desde la caída de la URSS en 1991 y de su homónimo militar el PAC-VAR[1] ya no tenía propósito. Las amenazas a la seguridad europea que blandía Washington como excusa para sostener con abultados presupuestos toda la infraestructura de bases de misiles, bases aéreas para bombarderos estratégicos con capacidad nuclear y una doctrina de miedo anti ruso constante (promovida en lo diplomático y mediático) ya no tenían propósito. Su continuidad reveló lo que los estadounidenses tenían escondido como verdadero interés: Extender su influencia geopolítica y tomar el control de “Hearthland”[2]. 

La posguerra y la subsiguiente guerra fría contra el bloque soviético (URSS) durante la segunda mitad del siglo pasado, fueron las excusas políticas para que Washington tomando a Europa como un territorio bajo su tutela, impulsara, construyera y sustentara la estructura de la OTAN volviendo a los gobernantes europeos y a sus habitantes como, súbditos, meros convidados de piedra en su propia casa. Cuando la amenaza soviética se había evaporado (curiosamente) Washington pone en su lista prioritaria de enemigos al “integrismo islámico” como la excusa para sostener la estructura atlantista que se justificaba con los bulos de “Al Qaeda” y las subsiguientes ramificaciones que llegaran a nuestros días.

Tras la caída de la URSS y durante toda la década de los noventas, los grupos independentistas del Cáucaso de base islamista fueron alimentados, fortalecidos y apoyados por las agencias de inteligencia anglosajonas (CIA y MI6), de sus colaboradores turcos (MIT) y de las petromonarquías del golfo Pérsico ¿Cuál era la finalidad? Fomentar la idea del renacimiento de un Califato y sembrar con ello la inseguridad y el caos dentro de los dominios de la joven Federación de Rusia.   

La seguridad nacional estadounidense fue traspolada a Europa y mediante esta doctrina se tomó el control de las decisiones soberanas en cuestiones de defensa y seguridad del viejo continente. El único autorizado a garantizar la seguridad europea sería la OTAN bajo la supremacía de EEUU. De esta manera, cualquier intento de que Rusia se integrase a la vida política, económica y defensiva del bloque fue obstaculizado con la continua difusión de sospechas y de hipotéticos escenarios en los que los rusos buscaban lanzar una conquista sobre Europa, mientras Washington rompiendo sus compromisos con la paz, avanzaba como un Pac-man engullendo estados de la Europa del este para adherirlos a la OTAN.

Para todas las administraciones estadounidenses, la OTAN era la única organización para garantizar la seguridad regional desdeñando las preocupaciones de Rusia por su seguridad, como así también la creación en 1994 y en el marco del Tratado de Helsinki la operatividad de la OSCE[3]. Con esta inteligencia los estadounidenses además de tratar a Rusia como una “potencia de tercera categoría” y humillarla demostraban que lo último que tenían en miras era la seguridad y la paz.

Esto fue advertido internamente ya en 1997 dentro de los círculos políticos en Washington como un error estratégico histórico que EEUU pagaría en un futuro.

En esta forma de entender el objetivo y funcionalidad de la OTAN se plegaron como buenos ayudantes todas las administraciones británicas, quienes conscientes de haber perdido la influencia y los brillos del imperio que ya no eran (y hoy no son), trataron de recuperar algo de aquellas glorias. Mucha agua ha pasado bajo el puente y sin dudas la OTAN fue una gran ventaja geoestratégica para Londres, sino recordemos la guerra de las islas Malvinas en 1982, que pudo ser remontada gracias a la ayuda proporcionada por Washington y Bruselas. Otro ejemplo muy oscuro y que ha marcado la historia contemporánea son las estructuras invasivas destinadas al espionaje global como “FIVE-EYES”, los programas secretos de mercenarios y ejércitos irregulares como “GLADIO”[4] y los ejércitos islamistas (compuestos con la ayuda de Arabia Saudita y Turquía) utilizados para desplegarlos en función de los objetivos geopolíticos de EEUU en el Oriente Medio y Asia (Afganistán).

Hoy, ante estas nuevas circunstancias, los británicos buscan aprovechar la volada y tomar el liderazgo para reemplazar el hueco que dejará la supuesta salida de EEUU de la organización atlántica y reorganizar cuestiones como es la ya nada secreta participación en la guerra de poderes contra Rusia.

Igualmente y como dice el dicho, a Londres “el saco le queda grande” y en cierto sentido el gobierno del PM Starmer están conscientes de que solos no pueden asumir los gastos y la administración de todas las áreas que representa la organización atlantista.

Una de las áreas más críticas que una organización pan europea de defensa debería cubrir es la estratégica-nuclear algo para lo cual Gran Bretaña por sí sola no tiene la capacidad de asumir. Por estas horas se habla de una posible asociación con Francia quien es el segundo estado de la UE con un arsenal de armas nucleares de importancia. Así, uniendo las capacidades de ambos podrían juntar un grado de poder que igualmente no equipara ni por asomo el que le proporcionaba la membrecía estadounidense. Igualmente, habría que ver si París aceptaría ser el segundón de Londres máxime cuando les han jugado sucio en algunos negocios de armas.

Tampoco debemos tomar muy enserio esta aparente decisión de salida en seco de EEUU de la organización atlantista. Debemos tener en cuenta los anteriores engaños y trampas no solo de Donald Trump sino del Establecimiento estadounidense.   

 

 

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