PERSPECTIVAS PARA UNA NUEVA ADMINISTRACIÓN DE TRUMP
Con la evidencia de la inocultable incapacidad de Joe Biden de incluso
poder terminar su mandato y la asombrosa exoneración al candidato Trump por
parte de la Corte Suprema todo indica que será este último el próximo inquilino
de La Casa Blanca ¿Qué podemos esperar de este regreso?
Por
Charles H. Slim
Es un hecho que los demócratas la embarraron en grande durante los cuatro años que estuvieron en el poder y Joe Biden en particular ayudo mucho en ello. Desde sus distópicas y demagógicas políticas domésticas hasta las imperdonables torpezas en política exterior (Afganistán, Ucrania e Israel), especialmente en los últimos dos casos que han puesto al mundo al borde de la tercera guerra, han llevado a los EEUU por un camino de incertidumbre dejando muy claro que ha perdido el rumbo que alguna vez fijaron sus fundadores.
Si recordamos
que George Washington dijo y quedo plasmado en su discurso de despedida, que los
principales intereses de la Unión con respecto a otras naciones extranjeras
eran ampliar las relaciones comerciales sin mezclarlas con las relaciones
políticas o hacerlo de la menor manera posible, intuimos que algo no calza con
la realidad contemporánea. Esta breve referencia informa sobre como las
administraciones posteriores -incluido en cierta medida a Trump- hasta
llegar al presente han deformado el espíritu político original que tenía EEUU,
llevándola a un enredo geopolítico actual imposible de deshacer.
En resumen,
los padres fundadores diferenciándose de sus colonizadores británicos, habían
sentado las bases de una política exterior no intervencionista.
La OTAN es
el epítome de esta situación. Creada en 1949 para contra restar la temida
influencia política de la URSS que seis años después y por razón de aquella creo
su contrapartida PAC VAR, hace tiempo que dejó de tener ese propósito ¿Por qué?
Porque hace ya 33 años que dicha amenaza desapareció. Entonces ¿Por qué sigue
en pie?
La
respuesta más general y a grandes rasgos que se puede dar es que, es un negocio
muy lucrativo para cerrarlo.
Como este
es un hecho imposible de negar, los imaginativos cerebros del partido de la
guerra compuesto por neoconservadores (demócratas y republicanos) y socios
interesados como son los Lobbies pro-Israel y todo el arco de sionistas que les
sirven (judíos y no judíos) han superpuesto a aquellos intereses mencionados por
Washington y Jefferson la idea de una “obligación moral” de que EEUU vaya por
el mundo esparciendo la democracia y la libertad, que en realidad son excusas
para concretar objetivos políticos-negociales ligados a sus propios intereses.
Esto ha
conformado la base de grandes calamidades contemporáneas detrás de las cuales
se hallan grandes negociados y fraudes de estos sectores para beneficio propio a
costa de la Unión y que han llevado a verse involucrado en cuanta guerra le
convenga a esos intereses. Biden ha hecho una gran contribución en esta
corruptela y Ucrania será una herencia pesada para quien lo suceda.
El cambio
de polaridad es notorio. Del no intervencionismo de los padres fundadores que
respeta la autonomía política de las otras naciones al feroz y descarnado
intervencionismo que ha llegado a niveles extremadamente obscenos ¿Retomaría
Trump estos principios fundacionales?
Cuando
Donald Trump entro a La Casa Blanca en 2016, lo hizo de la mano de una imagen
contraria a esta situación denunciando a la corrupta elite política y
financiera como los beneficiarios de esto. Es cierto y en concordancia con ello
ataco a la adhesión de EEUU a la OTAN involucrando a los “fellows americans” en
guerra ajenas haciendo centro en la desigualdad en los aportes que prestan cada
uno de los miembros. Los estadounidenses llevan la mayor parte de la carga para
el sostenimiento de esta organización y ello hace a costa de los
contribuyentes. Esa es la visión de Trump sobre la injerencia en política
exterior que solo pasa por lo estrictamente económico, pero ¿Qué sucedería si
esas cargas económicas se equipararan?, ¿Trump seguiría siendo un opositor a mantener
al país en la OTAN?
Adelanto
que ello no cambiaría su posición. Trump no es el aislacionista que muchos
hablan y mucho menos, que surja de los fundamentos de los padres fundadores.
Como buen empresario y hombre de negocios, el interés hace a la medida de sus
acciones y si la gratificación es interesante que no queden dudas que hará lo
mismo que sus predecesores.
Pero más
allá de esta peculiaridad personal, Trump demostró durante su administración
que su aislacionismo no lo era tanto. Durante su administración suministró
misiles “Javelin” y otros equipos a los neonazis de Kiev que fueron usados
contra los pobladores del Donbás. Su reprobable
reconocimiento de Jerusalen como capital del estado de Israel, dio prueba de
que podía ir tan lejos como cualquiera de los serviles del “estado profundo”
que él criticaba. Otra fue, su enconada oposición a negociar en buenos términos
con China y su fracaso de llegar a un entendimiento con Corea del Norte, marcando
de forma indirecta el acatamiento a la agenda de los neoconservadores del
Partido de la guerra. La única diferencia con agenda de estos último es su
respeto y cierta admiración hacia el mandatario ruso algo que parte de aquellos
no le toleran.
Pero
también, hubo otras señales controvertidas y más cruentas que echan por tierra ese
supuesto aislacionismo. Recordemos como su autorización para que la CIA (con la
implicancia israelí) asesinara en enero del 2020 al comandante iraní Qassem
Soleimani en momentos que salía del aeropuerto de Bagdad, (además de las
inmediatas consecuencias) marco otra señal de apoyo a la geopolítica de Israel
que veía con temor el despliegue iraní en Quneitra, Siria.
En
conclusión, podemos ver que Donald Trump no es el outsider que los
medios establecidos habían vendido y que como cualquier político de la elite en
Washington es tan pragmático como su conveniencia se lo indique, haciendo todo
lo que el estado profundo le ordene. Incluso si llegase a tratar de esquivar esos
intereses impulsado por su impredecible personalidad, correrá serio riesgo de
ser removido de La Casa Blanca.
Es por eso
que olvídense que hará algo por detener la guerra en Ucrania -salvo que tome
enserio los aprestos de la Federación Rusa- y mucho menos en ponerle
límites al pequeño y sanguinario estado de Israel.