ESTRATEGIA DEL DIA DESPÙES
¿Cómo y Por qué el gabinete de Netanyahu pretendería dar un golpe de
efecto para tratar de revertir la pésima situación de su campaña bélica en la
Franja de Gaza y el deterioro del frente norte?
Por
Charles H. Slim
La presión sobre la administración supremacista
de Netanyahu se ha vuelto insoportable y eso la vuelve mucho más peligrosa al
momento de tomar decisiones. La guerra de exterminio en Gaza no va nada bien y
lo único que las FDI saben ejecutar son indiscriminadas masacres contra la
población. Ello a su vez ha retroalimentado a la resistencia árabe-islámica que
desde el día uno, intensificó sus operaciones desde el sur del Líbano pero
también sumándose la que “Ansar Allah” y las fuerzas regulares yemeníes ejecutan
sobre el Mar Rojo.
Cuando algunos miembros del gabinete de supremacistas judíos sugirieron
usar armas nucleares para exterminar a toda la población palestina de la Franja
de Gaza, a “Bibi” Netanyahu y compañía la idea no les molesto por lo cruenta y
bestial de la propuesta sino, porque se había filtrado al conocimiento público.
Incluso, esta idea es entusiastamente compartida por rabinos y evangelistas
neosionistas estadounidenses, comprometidos con esa teología mesiánica que
justifica masacrar a los gentiles ya que no tiene castigo.
Hoy ante la crítica situación y el desafío que representa Hezbolá en el
frente norte, los funcionarios más extremistas del gabinete de Netanyahu parecen
estar considerando como cartas bajo la manga el uso de ojivas nucleares
tácticas, dispositivos que seguramente cuentan en una buena cantidad los
secretos arsenales israelíes y que han podido desarrollarse por un programa
nuclear que ya tiene más de seis décadas propiciado por la colaboración
francesa y estadounidense y (por supuesto) nunca inspeccionado por la AIEA.
Aunque muchos analistas en occidente -particularmente los
pro-israelies- van a tratar de ridiculizar esta posibilidad, lo cierto es
que las FDI hace años que entrena en el desierto del Negev donde cuenta con un
polígono dedicado a esta materia. Las fuerzas israelíes cuentan con su propio
protocolo Químico, Biológico y Nuclear “QBN” y sus hombres (además de sus
vehículos acorazados) están equipados para operar bajo una contingencia como
sería un campo de batalla radiado. El uso de dispositivos nucleares tácticos
hace tiempo que dejaron de ser una teoría. Durante la invasión de Arabia
Saudita al Yemen en 2015, la aviación saudí lanzo de forma indiscriminada y en
varias oportunidades, bombas con esta clase de ojivas sin que Naciones Unidas y
su agencia de control de armas prohibidas hubiera realizado una investigación profunda
y comprometida sobre el proceder de esos artefactos.
Recordemos que en esos momentos se encontraba Barack Obama en La Casa
Blanca y más allá de las supuestas desinteligencias con Tel Aviv y los lobbies
pro-israelies estadounidenses como AIPAC, habría permitido que de forma secreta
y bajo supervisión del Pentágono, los israelíes le facilitaran estos
dispositivos tácticos para montarlos en los aviones F-15 de la Real Fuerza
Aérea Saudí. Para ello fue necesario que asesores israelíes y estadounidenses
viajaran a Riad para trabajar secretamente en los detalles técnicos de su
montaje y obviamente en impartir instrucción a los pilotos que iban a realizar
los ataques.
Pero más allá de esta experiencia de la cual Tel Aviv utilizó para
comprobar el funcionamiento de estos dispositivos en un campo de batalla real,
la situación en lo que respecta al sur del Líbano y en particular a las fuerzas
de la resistencia árabe-islámica liderada por Hezbolá no son la misma. Por
supuesto que estas armas asegurarían una destrucción devastadora y hasta en
cierto sentido una ventaja táctica superlativa, pero las consecuencias para los
propios israelíes serían impredecibles.
Incluso, los mismos generales israelíes saben que ello no sería
suficiente para quebrar la operatividad de Hezbolá y muy posiblemente pueda
ocasionar un escenario mucho peor para la supervivencia del propio estado.
Incluso el efecto disuasorio que algunos buscan, tampoco se podría garantizar,
si tomamos en cuenta la misteriosa explosión en el puerto de Beirut en agosto
del 2020. Con eso en consideración algún comandante de las FDI se estaría
preguntando ¿Cuánto tiempo podríamos mantener a nuestros hombres en el terreno?
Y una vez respondida esa cuestión ¿Bastarían nuestras tropas para una operación
semejante? Sin dudas que en esta última cuestión, entraría la posible intervención
estadounidense con lo cual, implicaría para Washington saltar a una nueva
guerra por Israel.
Eso en lo militar. En lo que hace a lo político, la intensión de un
estado de utilizar esta clase de armamento estaría rompiendo (no cruzando)
todas las líneas rojas que el derecho internacional y el sentido común pueden
tolerar. A diferencia de años anteriores en los cuales Israel escondía sus
juegos sucios bajo la alfombra y maquillaba esas situaciones ante la opinión
pública con la complicidad de los medios angloestadounidenses, la reiteración
de nuevas masacres contra poblaciones civiles y el ya comprobado uso de armas
químicas sobre centros urbanos como Gaza y localidades de Cizjordania, pondría
al estado de Israel en una posición insostenible.
Tampoco hay que fiarse de las supuestas gestiones de buena voluntad del
enviado de Washington al Líbano ya que, al igual que el Secretario de Estado
norteamericano Anthony Blinken y del ala de neoconservadores que han estado
detrás de Biden, es un sionista incondicional y por ello responde al único
interés de los planes de Netanyahu y cía.
No olvidemos que tras los ataques iraníes del 13 y 14 de abril pasado,
Tel Aviv habría intentado vengarse mediante la incursión furtiva de un F-35
armado con un artefacto nuclear para detonarlo en la estratosfera iraní
buscando causar un apagón total. Ello no habría ocurrido gracias a que ese
avión fue derribado sobre los cielos jordanos sin precisarse quien fue el que
lo derribo.
Sabemos que Netanyahu y sus funcionarios en especial su ministro de
defensa Yoav Gallant pronto saldrían a esgrimir el “derecho a la defensa” que
solo es receptado por un público adepto y todo un rosario de excusas que a
estas alturas nadie por fuera del sionismo se traga. Incluso, si Tel Aviv
lanzara esta clase de armas sobre el Líbano, Naciones Unidas y en especial su
Consejo de Seguridad deberían intervenir de forma ineludible ya que ello podría
propiciar a que cualquier país con capacidad nuclear se vea tácitamente
justificado a usar estas armas.
Y por último, un factor ineludible y que ni el mismo Netanyahu puede
obviar es, las elecciones estadounidenses en noviembre. Sabe que un mal cálculo
podría costarle su ya derruida carrera.
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