HACIA UN SISTEMA DE SEGURIDAD MULTIPOLAR
¿Cuáles son las motivaciones y también los beneficios para la
estabilidad global de una iniciativa de defensa multilateral como la que
plantea el presidente ruso Vladimir Putin?
Por
Charles H. Slim
Sin dudas que quienes inspiraron a Joe Biden para continuar con las
ambiciones de extender la menguante hegemonía estadounidense mediante la
estructura de la OTAN, vieron tras la invasión rusa de febrero del 2022 la
oportunidad de oro para acelerar en ese plan. El problema fue y eso ya quedo
bien claro, es que la organización atlántica no es tan organizada y mucho menos
coherente en sus objetivos.
A estas
alturas de las circunstancias la intentona de hacerse de Ucrania mediante el
régimen títere de Zelensky ha fracasado y salvo que Washington siga con sus
jugarretas sucias, solo le queda el camino de las negociaciones. La reciente
visita del mandatario húngaro Viktor Orban a Kiev y su cordial recibimiento es
una prueba muy gráfica de ello.
Igualmente,
el daño ya fue causado y la desconfianza que la injerencia estadounidense ha
creado a ambos lados y en particular entre Eurasia y la UE no se remediara en
mucho tiempo. Además, EEUU (valiéndose de sus vasallos europeos) se encargará
mediante sus juegos sucios (como el chantaje financiero, la subversión y el
terrorismo) de que esa desconfianza se perpetúe en el tiempo.
Moscú no va
caer en la misma trampa dos veces con lo cual, si Kiev quiere negociar, el
gobierno ruso deberá cerciorarse de que no lo haga para ganar tiempo -con la
complicidad de Alemania, EEUU y Francia- y rearmarse como ya lo hizo
aprovechando los acuerdos de Minsk. Es posible que Putin y su gabinete hayan
llegado a preguntarse ¿Qué podremos hacer para evitar eso?
La
Federación de Rusia saben muy bien de esto y es por ello que más allá de las
apariencias, hay que construir un sistema de seguridad moderno que vaya más
allá de lo militar (incluyendo la alimentaria, sanitaria y psicológica),
estratégicamente inteligente y acorde al formato del multilateralismo que poco
a poco va tomando cuerpo con el crecimiento de los BRICS+.
En la
actualidad, el concepto de seguridad estratégica no alcanza con tanques,
aviones y flotas poderosas, se hace imprescindible establecer un control
soberano sobre el ciberespacio con desarrollos informáticos propios y novedosos
ya que es un área de movilidad de recursos e información incalculables. Sin
dudas Rusia está varios pasos adelante en esto con la ventaja extra de la
experiencia inigualable adquirida en los campos de Ucrania.
Las
conversaciones entre Vladimir Putin y el Xi Jinping avanzan a estrechar la
cooperación en este tema. Tras el encuentro que ambos mandatarios tuvieron en
Kazajstán en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai
(OCS), esas conversaciones reforzaron los objetivos comunes. Los crecientes
movimientos de la OTAN en el Asia-Pacífico y en especial sobre el Mar
Meridional hace que China tome muy enserio el interés de conformar un nuevo
sistema de seguridad que seguramente tendrá como otros pilares estratégicos a
Corea del Norte en la península coreana, a Irán en la zona del Golfo Pérsico, a
Sudáfrica al sur del continente africano y a países latinoamericanos como
Brasil, Venezuela, Cuba, Nicaragua y cualquier otro estado regional que busque
salirse del circulo vicioso de Washington.
La
proyección de este sistema apuntara sin dudas a ser superador del OTSC y por supuesto
del formato de la OTAN. Obviamente que su funcionalidad inmediata tendrá por
asegurar y fortalecer el espacio geográfico Euroasiático, con la posibilidad de
extenderse hasta cubrir al resto de países -sin importar su posición
geográfica- adherentes al pensamiento de un desarrollo multilateral que
quieran estar al margen de los compromisos y políticas que conlleva la
hegemonía angloestadounidense.
De este
modo los estados con esta orientación tendrán garantizada la libertad de
comerciar y de ser de su interés, relacionarse en paridad con el occidente
colectivo evitando de ese modo ser cooptados para seguir sus lineamientos
político-económico y comerciales y mucho menos, los geopolíticos.
Nunca como
desde el comienzo de este siglo, la seguridad ha sido tan necesaria como vital
para garantizar la soberanía de las naciones. La descarada y agresiva política
exterior de ciertos estados justifica que parte de los presupuestos estaduales
se dirijan a incrementar y modernizar sus defensas. Es cierto que la seguridad
no se limita solamente al área militar pero en lo referente a custodiar los
intereses estratégicos (recursos naturales, energéticos, rutas comerciales),
esta materia sigue siendo la punta de lanza para concretarla.
El
presidente ruso Vladimir Putin lo entendió apenas fue designado por Boris
Yeltsin para sucederle y tras su abandono del gobierno, aquel pudo poner en
práctica de forma paciente y paso a paso una política de reestructuración y
modernización del gigantesco ejército soviético que además de inoperante estaba
infestado de corrupción.
El tiempo y
las circunstancias le han dado con creces la razón a Putin. De no haber
procedido así otra sería la realidad. La actual situación de Ucrania ratifica
esto y una victoria definitiva rubricara políticamente su decisión. Mientras en
países como Argentina que tiene mucho por proteger, una política semejante
habría sido blanco de obstrucciones políticas y protestas de ciertos sectores
sociales (que esconden negociados), Putin puso por encima de los intereses
sectoriales y de los oligarcas (aún los más ruidosos) a Rusia. A la conocida
frialdad de Putin, el tiempo ha demostrado que también era consecuente, hábil y
persistente en la concreción de sus planes con lo cual, si la Federación de Rusia
no se ha desintegrado tras la crisis económico-social de pos-era soviética, las
guerras independentistas alimentadas por las agencias de inteligencia
atlantistas y menos aún con las sanciones unilaterales del occidente colectivo,
ha sido gracias al plan desarrollado por Putin.
Sin dudas
que el actual proyecto de un sistema de defensa multilateral ha surgido de su
mente y se halla basado sobre las capacidades tecnológicas de la industria rusa.
Al mismo tiempo y con la cooperación de su socio estratégico chino, este
sistema podrá ser impulsado para que se ponga en marcha en lo inmediato.