EN DEBATE
“¿CUÁLES SERÍAN LOS PLANES DE EEUU PARA LA ARGENTINA?”
Con el regreso de créditos externos de la banca internacional, el gobierno cree equivocadamente que Washington no pedirá nada
Por Dany Smith
Durante casi diecisiete años, Washington estuvo ausente de la vida
política y económica –al menos de la macro- de la Argentina sin que ello
significara cortar con todos los nexos. Con una administración republicana
encabezada por la desastrosa gestión de George W. Bush y Dick Cheney que
empantano al país en dos guerras interminables, estaba claro que, lo que pasaba
en Latinoamérica y más precisamente en Argentina era de poco o ningún interés. Y es que viene bien recordar cómo fue, que el
festival neoliberal impulsado por Bush
padre e instalado por Carlos Menem durante gran parte de los noventas, terminó
como suelen terminar todos lo que erróneamente creyeron ser “incondicionales e
indispensables” para el país del norte.
En
las postrimerías del segundo gobierno de Menem, el país había quedado hecho
pedazos y los asesores norteamericanos que habían entretenido al gobierno con
las más diversas promesas de desarrollo –político, económico, tecnológico y
militar-, para 1998 se iban del país con las alforjas llenas de dinero y
con los proyectos aeroespaciales más ambiciosos y adelantados de la región. Por
estos actos, la Argentina como estado no solo no recibió ningún tipo de
contraprestación o ventaja, sino que por el contrario terminó endeudándose
mucho más. No hay que olvidar que una de las panaceas que argumentó el
menemismo era, la “inversión extranjera” que supuestamente modernizaría al país
y que, por medio de esos “créditos blandos” la economía nacional recuperaría su
vigor “rebalsando de beneficios” hacia los sectores más carentes.
Como
seguramente intuirá el lector, nada de eso ocurrió. Es más, el país o mejor
dicho su población terminó cayendo en
cuentas de que, simplemente lo habían estafado. Privatización de las empresas
del estado, desmonte de las industrias navales, aeronáutica y militar, fueron
el precio de esta gran estafa. Por el
contrario, principales agradecidos de esta situación fueron los británicos que
respiraron aliviados cuando tuvieron la seguridad de que las industrias
militares FMA y el desarrollo del “Proyecto Cóndor” habían sido desactivadas. Para cualquier argentino consciente de estos
hechos y más allá de la afectación al bolsillo que supuso aquel espejismo del
“uno a uno”, genialidad del ministro Domingo Felipe Cavallo –quien tiene refugio
en New York-, aquel mandatario y
todos sus funcionarios debieran haber sido procesados por traición a la patria,
delito que tipifica nuestra Carta Magna en el artículo 29.
Pero
como dice el dicho que campea por estos
lares “entre bueyes no hay cornada” y si a eso le agregamos que existe de
costumbre una administración de justicia ajustada al poder de turno, la
pretensión de que dichos señores pagaran por aquel alto delito es ciertamente
una ilusión.
Sin
dudas que para Washington, los doce años del gobierno “K”, parecen haber sido muy funcionales para borrar las
aberraciones del menemismo. Si lo viéramos desde un punto de vista conspiranoico,
podría decirse que el matrimonio Kirchner jugo este juego bajo los lineamientos
del norte. Pero no es necesaria semejante teoría; los norteamericanos solo
dejaron hacer y nada más, lo demás se produciría por añadidura.
Ellos sabían
bien que estos ladrones que impostaban de revolucionarios setentistas
cometerían tantos atropellos, que los mismos argentinos pedirían a gritos que
apareciera “otro Menem”. Y en cierto sentido, fue lo que termino sucediendo con
Mauricio Macri, que de empresario paso a ser el reorganizador exitoso de un Club como el Boca Juniors –que
estaba casi en la quiebra- a ser jefe de gobierno de la ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Con un estilo propio y una
confesada simpatía por las políticas de EEUU y de Israel, sin dudas se
convirtió en la esperanza para que fuera el sucesor de aquel riojano que
popularizó la banalidad de la política mediante la frase “pizza con champagne”.
Hoy
es una realidad y las condiciones para que EEUU vuelva a bombo y platillo a la
región, son tan inmejorables como –o aun más- lo fue con el menemismo. La situación no podría ser mejor ya que, en el
actual gobierno nacional existen en las áreas más sensibles, elementos
claramente funcionales a los intereses de Washington y de Israel. Casos como la actual ministra de seguridad
Bullrich y Laura Alonso a cargo del área de anticorrupción, son ejemplos insignes
de cómo hacer buena letra con las embajadas, dan frutos y muy lucrativos.
Pero
más allá de esto, lo cierto es que las circunstancias actuales en que el
gobierno argentino busca retomar las “relaciones carnales” con Washington, no
son las mejores; e incluso podríamos decir son muy peligrosas.
Y es que, EEUU
como país, ha venido en las últimas dos décadas y media siendo el protagonista de la lamentable situación de guerras
interminables en Medio oriente y de intervencionismos desestabilizadores en la
Europa oriental. Cuando todos hablan de bregar por y en pro de la “ley
internacional”, son pocos los que señalan al principal violador de la misma. Si
la Argentina busca retomar ese viejo y humillante papel del “colgado del carro
del triunfador”, hoy eso es una total estupidez; y esto por dos poderosas
razones:
Primero que, EEUU no está triunfando en nada de lo que ha iniciado y
segundo, que EEUU puede pedir como cuota de contribución para “una revolcada en
los yuyos”, algo que la Argentina no está en condiciones de entregar.
Pero
a pesar de que muchos creen que se puede revivir aquella atmosfera menemista,
la realidad de estas actuales circunstancias no prevé dicha posibilidad. Que
los estadounidenses no vean en el gobierno argentino la más mínima posibilidad
de oposición, no significa que dejaran de operar para lograr objetivos
geoestratégicos políticos y militares que solo les conciernen a ellos. Es en
este punto, donde nuevamente el sector neoliberal nacional y sus representantes
alineados en el ideario de CAMBIEMOS y el PRO, creen que pueden ser “socios” de
Washington cuando es una realidad harto comprobada, que para los
estadounidenses eso no sucedería ni en mi años.
Esto
lo habíamos planteado del tragicómico gobierno de la presidente Cristina
Fernández, quien acuciada por los malos números prelectorales y muy tarde,
pretendió jugar a la “gran estadista”, intentando alinearse a los gigantes
asiáticos como son la Federación Rusa y la China Popular. Tal como se puede
diagnosticar del actual gobierno pro-estadounidense, si la señora presidente hubiere retenido el
poder –mediante el títere scioli- y hubiese profundizado las relaciones
geoestratégicas con ambos países tratando de jugar en el gran tablero de la
política internacional, el resultado hubiese sido la fagocitación del país. Y no hubiera sido la culpa de Moscú
o Pekin dicho resultado. Toda la responsabilidad por semejante situación,
radicaría en la inconsciencia y hasta la –podriamos decir- supina
ignorancia de los principales referentes “K” entre ellos, la señora Fernández,
quienes tras haber abandonado la tarea
de estructurar una política de defensa –si se quiere nacional y popular- debilitaron
aún más al país, por lo cual, pretender
equiparar los objetivos a los de aquellos gigantes, simplemente la Argentina hubiera
sucumbido a las poderosas fuerzas de atracción de estas potencias.
Obviamente
que esto no significa validar ni menos aún argumentar, el alineamiento que hoy
Macri busca con el eje “EEUU, Londres y Tel Aviv”. Es más, con la vergonzosa y silenciosa impostura del mandatario argentino ante los condicionamientos
de su par británico David Cameron sobre el tema Malvinas, queda claro que
Argentina va como en una cinta transportadora, derecho al matarife. Y no solo
por ese reprochable silencio que se ataca al presidente sino, por las señales
materiales que demuestran una total subordinación política, que demuestra
que será y solo será, lo que el Foreing
Office desde Londres decida.
Igual
que los Estados Unidos, Gran Bretaña se hallan en serios problemas políticos y
militares en los frentes bélicos que ambos abrieron y hoy a duras penas siguen
secundando. Es descartable por un obvio
razonamiento deductivo, que un gobierno como el de Mauricio Macri compuesto por
una constelación de elementos para-estadounidenses, anglófilos y sionistas, aprovecharía
el momento para orquestar una política propia. Es claro, que un gobierno como
éste no llevaría adelante una política
de estado solida y de construcción de una identidad nacional seria –no como
el Kirchnerismo- que desde el campo ideológico hasta el del desarrollo,
comenzara a fundar nuevas bases para sostener los intereses nacionales sin los
renunciamientos que hoy por hoy sigue viviendo la Argentina. Que esto no se
entienda que las otrora desorganizadas y corruptas bases “K” –especialmente
la Campora- hubieran sido la esperanza para algo semejante. Tuvieron la
oportunidad y el tiempo para demostrarlo pero fracasaron por sus intrigas
internistas.
Por
el contrario, el actual gobierno embelesado por su cercanía con Washington no
parece advertir que los norteamericanos no devuelven gentilezas, al menos no
como muchos esperaban. Los cercanos precedentes muestran como por el engaño o
la violencia directa, buscan cumplir sus objetivos “democráticos”. Es una
lección vista a lo largo de la historia de los EEUU y en especial en la de los
últimos setenta años, los norteamericanos no dan nada sin pedir algo a cambio.
Y ¿qué es lo que la Argentina puede darle al país del norte? Sin dudas y
analizando la complicada actualidad geopolítica internacional actual, la
Argentina representa un objetivo con interés geopolítico tanto para Washington
como para la OTAN.
Algunas
fuentes reservadas han dejado entrever que habría conversaciones bastante
avanzadas entre Washington y Buenos Aires para que el país albergue una base
aérea de “respuesta rápida” que podría
desplegar una fuerza de combate de 300 a 500 hombres en solo 48 horas en cualquier
punto del Cono sur.
La novedad de esta posibilidad es que las instalaciones
podrían tener su base en la Patagonia en donde se estacionaría una escuadra de
helicópteros dependiente de la red global USCYBERCOM. A colación de esto, las fuentes también
señalan que se habrían visto y oído en la zona sureste entre las provincias de
Buenos Aires y Rio Negro, a muchos helicópteros con rumbo norte sur sin mayores
precisiones. Más allá de estos rumores,
lo cierto es que EEUU necesita del control del Cono sur y del Atlántico sur, no
solo por la histórica situación de ventaja geoestratégica que la zona
representa sino que, hoy más que nunca, con el incremento de las hostilidades
diplomáticas con Rusia y China,
Washington y más precisamente el Pentágono necesita presencia efectiva en
el territorio y las aguas insulares. No basta con gobiernos adictos y menos con
FFAA “aliadas”, que en el caso de Argentina son tan débiles que no pueden
garantizar su propia supervivencia.
Volviendo una vez más a las épocas del
menemismo, esto nos recuerda a las promesas de Washington por considerar a la
Argentina como una “Aliado extra-OTAN” ¿habrá llegado el momento de que
Argentina se hinque definitivamente?
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