ELECCIONES PRESIDENCIALES y…?
A pocos meses de las elecciones presidenciales la incertidumbre y la
falta de respuestas a problemas crónicos como la deuda con el FMI y la
inflación hace de la Argentina un lugar nada predecible
Por
Charles H. Slim
Este año es crucial para la Argentina, quizá más que nunca el país se
halla en una encrucijada existencial que obliga más que nunca a sus habitantes
a tomar consciencia de si son sus verdaderos ciudadanos o solo los inquilinos
de un territorio administrado por gerentes que sirven a otros intereses foráneos.
¿Por qué no
es una exageración esta sentencia? Más allá que los charlatanes de los medios
capitalinos y sus empleados viven hablando de superar la “grieta” y de auto consagrarse
como los adalides de la democracia cuando ellos son parte de aquella fractura y
obran en consecuencia, se deja lado una mirada marco que revela una pugna
global entre el moribundo hegemonismo angloestadounidense y el multilateralismo
propugnado desde Eurasia que impacta sobre todas las áreas de la vida nacional.
La
Argentina es algo más que un país descalabrado por la gestión de otra
deformación del peronismo (como el Kirchnerismo), la ineptitud de una oposición
heterogénea y la corrupción estructural. Podemos decir que la señora Cristina
Fernández y Mauricio Macri, la antítesis (fogoneada por los medios) de una
misma estafa política son historia, pero ello no resuelve los problemas. Detrás
del caos sistémico que hoy la sacude hay un país rico y con muchos recursos
para explotar y es allí donde se plantea el gran dilema ¿Cuál es la fuerza
política y su liderazgo que podría llevar adelante esa empresa? Y si existiese
dicha fuerza ¿Tendrían el valor para encararla? Al día presente, no hay
respuesta a estas preguntas y solo con hacer un repaso al panorama político
local se explica el por qué de ello.
Si
comenzamos por la “izquierda” veremos que la oferta es tan multicolor como
dispersa en sus propuestas políticas. A pesar de que existe un incipiente renacimiento
de esta corriente en Europa, por una ciudadanía sacudida por la crisis
socio-político-económica creada por una batería de sanciones antirusas por la
guerra en Ucrania sin dudas, los izquierdistas argentinos no están en esa
sintonía. Los europeos se ven sometidos por la sujeción de sus gobiernos a las
directrices geopolíticas de Washington y es allí donde la izquierda ha retomado
las calles para reclamar el fin de esta subalternidad. Los izquierdistas
argentinos son ajenos a esto, carentes de realismo político, solo aspiran a un
plato de comida sin importarles quien se los dé. En resumen de cuentas, la
izquierda no tiene la misma mística y fuerza que tuvo en el siglo XX.
Hay otros
argumentos para resaltar la opaca esperanza en esta corriente ideológica. No
solo por haber fracasado en su pulseada contra el capitalismo
angloestadounidense sino más bien, por el contubernio escandaloso que demostró
ese “Eurocomunismo” y el socialismo con los más cáusticos intereses de la derecha
de ese capitalismo guarnecido por la OTAN. Así muchos políticos de izquierda
europeos como Javier Solana, Josep Borrell del PSOE y el mismo Felipe Gonzáles terminaron
siendo descarados funcionarios y partidarios atlantistas con lo que ello
implicaba y que hoy persisten bajo la máscara del “progresismo” y “la
centroizquierda”.
Acá en la
Argentina esto se replica de forma más encubierta, pero sucede. La izquierda
con representación de Miriam Bregman y otros parece muy combativa y contestataria
contra fantasmas del pasado pero totalmente renuente y sin dudas estéril para
enfrentar las nuevas y verdaderas amenazas provenientes del Globalismo y sus
adláteres locales. Su única propuesta sigue siendo la queja sobre las
consecuencias de los problemas sin formulas prácticas ni planes para resolver
las problemáticas sociales y ello en parte, por no tener vocación real por fabricar
poder. Para esta “izquierda Champagne” típica de los porteños universitarios, asumir
los sacrificios de una revolución al estilo cubano, del ruso, chino y ni hablemos
de la de Corea del norte es algo que no entra en su imaginación.
En el otro
extremo de la mesa vemos a un rosario de variantes de la denominada “derecha”
que tal como la izquierda, se halla dispersa en algunos exponentes de los
partidos tradicionales (Peronismo y Radicalismo). Como aquellos, también se
pierde en discursos contingentes, inútiles y vacíos que centrados en la administración
económica eficiente del estado y la necesidad de abrirse indiscriminadamente al
mundo angloestadounidense (con alineamientos automáticos), tratan de explicar que
ello sería la solución a todos los problemas existenciales del país. Esta
corriente, con la cual los medios de comunicación capitalinos (empresas de
negocios) se alinean gustosamente, siempre ha estado a la sombra del poder de
turno y en la actualidad muestra sin tapujos su alineamiento con los discursos
angloestadounidenses, que bajo el gastado ropaje de la “democracia”, están
notoriamente signados por las políticas del Establishment global.
Pero igual
que los Bregman y los Del caño, representantes como Espert, Milei, o Bullrich
solo tocan la periferia de los problemas profundos del estado solo que, estos últimos
exponentes cuentan con conexiones político ideológicas y financiera externas
que le darían el apoyo político y financiero para subirlos al poder, pero sin
garantizarles su permanencia. Un hilo ideológico en común es el sionismo al
cual cada uno de estos adhieren en diferentes formas. Un ejemplo patente de
esto es la ex Montonera, ex ministra de seguridad de Macri y hoy candidata con
ropajes “republicanos” Patricia Bullrich quien a pesar de sus camaleónicos antecedentes,
forma parte del sector que simpatiza con las políticas neoconservadoras de
Washington y al mismo tiempo clama un ferviente partidismo pro-israelí.
En este
último punto, se puede asegurar que toda la clase política de los principales
partidos establecidos, concuerdan en grados diferentes (y algunos de forma
oculta) su simpatía por el estado de Israel sin importarle las bestialidades que
dicho estado y por toda clase de medios, comete a diario contra la población
palestina en su ambición colonialista sobre toda la Palestina histórica y sus
constantes ataques contra la vecina Siria. Pese a que suelen hablar de sus
preocupaciones por los derechos humanos, es este caso nunca se les oye decir
nada. Es así que estos militantes sionistas pretenden (como lo hizo Macri) involucrar
directamente a los israelíes -y bajo la excusa de los atentados- en los
asuntos de seguridad y defensa como receta mágica para parchar la ineptitud y
el desgobierno de cuatro décadas.
Otro punto
en común que tiene todo este universo de oportunistas es su reconocimiento a la
“era menemista” de los noventas, un ejemplo a la medianía, la venalidad y el
arribismo que caracteriza al llamado peronismo (de hoy dudosa existencia) y a
toda la clase política de donde -entre otros- salieron el actual
presidente y su ministro de economía.
Queda claro
que esto es el muestrario de un país que notoriamente no es una nación. Sus representantes
políticos y sus ambiciones personales son una clara prueba de ello y es por
eso, que no se puede saber a ciencia cierta a dónde irá el estado dependiendo quien
gobierne a esta clase de “ciudadanos” que, lejos de involucrarse en esta nueva realidad, siguen esperando
que las soluciones se las proporcione un sistema infectado de corrupción.