sábado, 20 de mayo de 2023

 

ELECCIONES PRESIDENCIALES y…?

A pocos meses de las elecciones presidenciales la incertidumbre y la falta de respuestas a problemas crónicos como la deuda con el FMI y la inflación hace de la Argentina un lugar nada predecible

 

Por Charles H. Slim

Este año es crucial para la Argentina, quizá más que nunca el país se halla en una encrucijada existencial que obliga más que nunca a sus habitantes a tomar consciencia de si son sus verdaderos ciudadanos o solo los inquilinos de un territorio administrado por gerentes que sirven a otros intereses foráneos.

¿Por qué no es una exageración esta sentencia? Más allá que los charlatanes de los medios capitalinos y sus empleados viven hablando de superar la “grieta” y de auto consagrarse como los adalides de la democracia cuando ellos son parte de aquella fractura y obran en consecuencia, se deja lado una mirada marco que revela una pugna global entre el moribundo hegemonismo angloestadounidense y el multilateralismo propugnado desde Eurasia que impacta sobre todas las áreas de la vida nacional. 

La Argentina es algo más que un país descalabrado por la gestión de otra deformación del peronismo (como el Kirchnerismo), la ineptitud de una oposición heterogénea y la corrupción estructural. Podemos decir que la señora Cristina Fernández y Mauricio Macri, la antítesis (fogoneada por los medios) de una misma estafa política son historia, pero ello no resuelve los problemas. Detrás del caos sistémico que hoy la sacude hay un país rico y con muchos recursos para explotar y es allí donde se plantea el gran dilema ¿Cuál es la fuerza política y su liderazgo que podría llevar adelante esa empresa? Y si existiese dicha fuerza ¿Tendrían el valor para encararla? Al día presente, no hay respuesta a estas preguntas y solo con hacer un repaso al panorama político local se explica el por qué de ello.

Si comenzamos por la “izquierda” veremos que la oferta es tan multicolor como dispersa en sus propuestas políticas. A pesar de que existe un incipiente renacimiento de esta corriente en Europa, por una ciudadanía sacudida por la crisis socio-político-económica creada por una batería de sanciones antirusas por la guerra en Ucrania sin dudas, los izquierdistas argentinos no están en esa sintonía. Los europeos se ven sometidos por la sujeción de sus gobiernos a las directrices geopolíticas de Washington y es allí donde la izquierda ha retomado las calles para reclamar el fin de esta subalternidad. Los izquierdistas argentinos son ajenos a esto, carentes de realismo político, solo aspiran a un plato de comida sin importarles quien se los dé. En resumen de cuentas, la izquierda no tiene la misma mística y fuerza que tuvo en el siglo XX.

Hay otros argumentos para resaltar la opaca esperanza en esta corriente ideológica. No solo por haber fracasado en su pulseada contra el capitalismo angloestadounidense sino más bien, por el contubernio escandaloso que demostró ese “Eurocomunismo” y el socialismo con los más cáusticos intereses de la derecha de ese capitalismo guarnecido por la OTAN. Así muchos políticos de izquierda europeos como Javier Solana, Josep Borrell del PSOE y el mismo Felipe Gonzáles terminaron siendo descarados funcionarios y partidarios atlantistas con lo que ello implicaba y que hoy persisten bajo la máscara del “progresismo” y “la centroizquierda”.

Acá en la Argentina esto se replica de forma más encubierta, pero sucede. La izquierda con representación de Miriam Bregman y otros parece muy combativa y contestataria contra fantasmas del pasado pero totalmente renuente y sin dudas estéril para enfrentar las nuevas y verdaderas amenazas provenientes del Globalismo y sus adláteres locales. Su única propuesta sigue siendo la queja sobre las consecuencias de los problemas sin formulas prácticas ni planes para resolver las problemáticas sociales y ello en parte, por no tener vocación real por fabricar poder. Para esta “izquierda Champagne” típica de los porteños universitarios, asumir los sacrificios de una revolución al estilo cubano, del ruso, chino y ni hablemos de la de Corea del norte es algo que no entra en su imaginación.

En el otro extremo de la mesa vemos a un rosario de variantes de la denominada “derecha” que tal como la izquierda, se halla dispersa en algunos exponentes de los partidos tradicionales (Peronismo y Radicalismo). Como aquellos, también se pierde en discursos contingentes, inútiles y vacíos que centrados en la administración económica eficiente del estado y la necesidad de abrirse indiscriminadamente al mundo angloestadounidense (con alineamientos automáticos), tratan de explicar que ello sería la solución a todos los problemas existenciales del país. Esta corriente, con la cual los medios de comunicación capitalinos (empresas de negocios) se alinean gustosamente, siempre ha estado a la sombra del poder de turno y en la actualidad muestra sin tapujos su alineamiento con los discursos angloestadounidenses, que bajo el gastado ropaje de la “democracia”, están notoriamente signados por las políticas del Establishment global.

Pero igual que los Bregman y los Del caño, representantes como Espert, Milei, o Bullrich solo tocan la periferia de los problemas profundos del estado solo que, estos últimos exponentes cuentan con conexiones político ideológicas y financiera externas que le darían el apoyo político y financiero para subirlos al poder, pero sin garantizarles su permanencia. Un hilo ideológico en común es el sionismo al cual cada uno de estos adhieren en diferentes formas. Un ejemplo patente de esto es la ex Montonera, ex ministra de seguridad de Macri y hoy candidata con ropajes “republicanos” Patricia Bullrich quien a pesar de sus camaleónicos antecedentes, forma parte del sector que simpatiza con las políticas neoconservadoras de Washington y al mismo tiempo clama un ferviente partidismo pro-israelí.

En este último punto, se puede asegurar que toda la clase política de los principales partidos establecidos, concuerdan en grados diferentes (y algunos de forma oculta) su simpatía por el estado de Israel sin importarle las bestialidades que dicho estado y por toda clase de medios, comete a diario contra la población palestina en su ambición colonialista sobre toda la Palestina histórica y sus constantes ataques contra la vecina Siria. Pese a que suelen hablar de sus preocupaciones por los derechos humanos, es este caso nunca se les oye decir nada. Es así que estos militantes sionistas pretenden (como lo hizo Macri) involucrar directamente a los israelíes -y bajo la excusa de los atentados- en los asuntos de seguridad y defensa como receta mágica para parchar la ineptitud y el desgobierno de cuatro décadas.

Otro punto en común que tiene todo este universo de oportunistas es su reconocimiento a la “era menemista” de los noventas, un ejemplo a la medianía, la venalidad y el arribismo que caracteriza al llamado peronismo (de hoy dudosa existencia) y a toda la clase política de donde -entre otros- salieron el actual presidente y su ministro de economía.

Queda claro que esto es el muestrario de un país que notoriamente no es una nación. Sus representantes políticos y sus ambiciones personales son una clara prueba de ello y es por eso, que no se puede saber a ciencia cierta a dónde irá el estado dependiendo quien gobierne a esta clase de “ciudadanos” que, lejos de involucrarse en esta nueva realidad, siguen esperando que las soluciones se las proporcione un sistema infectado de corrupción.

 

 

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