sábado, 17 de septiembre de 2016

EN DEBATE




“EL 11S Y LA VISIÓN ARGENTINA”

Cómo ha sido la mirada de aquel episodio y cuáles son los obstáculos para conocer la verdad




Por Charles H. Slim
Sin entrar a polemizar sobre las verdaderas causas y reales autores que llevaron adelante la comisión de los atentados del 11 de septiembre en EEUU, a perspectiva de los quince años que han pasado, se hace muy interesante ver como se vio ese episodio desde el Cono sur y especialmente como reaccionaron los estamentos políticos, mediáticos y sociales de la Argentina en particular.  Sin dudas que fue un acontecimiento bisagra en la historia contemporánea y que a pesar de las notorias intensiones de utilizarlo como el “caballito de batalla” para victimizar a EEUU y despertar el apoyo unánime de lo que luego vendría, ha dejado entrever muchas cosas que pese al paso del tiempo, aún no se explican.

En aquellos momentos Argentina se encontraba transitando un severa crisis económica producto del llamado “corralito” y se oían rumores incluso de que la Patagonia sería objeto de una negociación a puertas cerradas con “inversores privados” que a cambio de obtener beneficios territoriales sobre dicha región,  sacarían al país de aquel default. Como siempre, los medios nacionales seguían las informaciones que bajaban de los centros informativos estadounidenses y europeos, una costumbre que se iría moderando con el paso de los años y la masificación del internet como vía para el nacimiento de fuentes de  información alternativa.

En esas circunstancias los medios gráficos, radiales y televisivos no hicieron más que discursar sobre lo que EEUU trasmitía y nada más. Las imágenes que se ventilaban desde la CNN, FOXNEWS, la NBC y los primeros “análisis” que publicaban  en “Breaking news” los diarios como “The New York Times”  o el reverenciado “The Washington post” ,  tenían preconcebidos a los supuestos autores de éste “ataque inesperado” que no podían ser otros, que musulmanes radicalizados.  Supuestamente, unos árabes locos habían tomado aviones comerciales para estrellarlos contra las Torres Gemelas en New York, otro con rumbo al Capitolio (que la versión oficial niega haberlo derribado) y otro que supuestamente se lanzó contra el Pentágono, en Washington.  

De este modo lo repetían los medios argentinos que, si usar criterios propios y adornando con comentarios trágicos, aprovechaban para volcar sus propias deducciones que no eran más que una copia de los “análisis” que provenían de los medios estadounidenses.

Las imágenes eran elocuentes y convincentes a primera vista de que al menos –lo que mostraron las cadenas en vivo- dos aviones de pasajeros con unos minutos de diferencia, embestían a ambas torres poniendo en jaque a la seguridad de la primera potencia mundial. Pero, a pesar del shock de los mismos norteamericanos que se vieron involucrados en ese infierno en aquella mañana soleada,  inmediatamente a lo ocurrido, varios comenzarían a realizarse ciertos cuestionamientos que no encajaban con lo que su gobierno trataba de meterles a fuerza de un patriotismo exacerbado  y comenzaron a revisar cuadro por cuadro las secuencias de esos “supuestos aviones”, a rever concienzudamente cada momento que vivieron en esos instantes para tratar de entender, por qué habían pasado ciertas cosas que su gobierno negaba verlas  (v. http://richardbruzz.blogspot.com.ar/2015/07/11s-nunca-hubo-aviones.html ).

A ese momento de impacto emocional entremezclado con rabia e impotencia, fue aprovechado por la administración Bush que dio inicio a la caza de brujas o mejor dicho, de musulmanes y el comienzo de una continua campaña de intervenciones bélicas que el tiempo revelarían como  planificada con mucha antelación y justificada bajo argumentos falsos.

El caso de los testigos que estuvieron en el mismo lugar de los hechos donde indicaron haber escuchado explosiones subterráneas en el sótano  de las torres inmediatamente antes de que los “supuestos aviones”  las colisionaran, causó un dolor de cabeza a los relatores de la versión oficial en Washington. Kenny Johannemann quien trabajó esa mañana como conserje de tiempo parcial en el World Trade Center, cuando esperaba el ascensor en la Torre norte, fue testigo de una explosión que hizo elevar una bola de fuego desde las profundidades del hecho del ascensor. El otro caso es el de William Rodríguez quien también hallándose en la misma torre, pudo escuchar varias explosiones subterráneas antes de que aquellos “aviones” golpearan a las torres.
No hubo avión como muestra esta toma del Pentágono

Otro caso es el de Barry Jennings, un funcionario de la ciudad de New York quien en esos momentos se hallaba ingresando a la famosa Torre 7 que colapsaría varias horas después sin ninguna causa aparente, comentó que cuando ingresaron a las oficinas en el piso 23 donde tenían su centro de mando, quedaron azorados al ver que no había nada; no había mobiliario, ni maquinas de café ni archiveros ni las PC, ya que alguien se había tomado su tiempo para sacar todo lo que allí había. Al comenzar a escuchar los llamados de evacuación, Jennings y un compañero llamado Michael Hess bajaron tan rápido como pudieron y en el trayecto pudieron escuchar varias explosiones que provenían de debajo de la Torre 7.  Al venirse abajo este complejo, aquel estado de cosas que relataron fue imposible de corroborar pero se asemeja bastante a lo que denunciaron varios testigos  sobre el vaciamiento de varias oficinas de empresas que habían en las torres gemelas y que por una extraña coincidencia, sus gerentes habían decidido vaciarlas con unos días de antelación. Estos testimonios llamaron la atención a otros investigadores que descubrirían otras incongruencias en lo que aseguraba el gobierno y eso llevo a que con el pasar de los años, más pistas salieran a la luz que ponen más que en duda la autoría externa de esos ataques (v. https://trinityeyes.wordpress.com/2011/09/16/2-testigos-del-autoatentado-de-las-torres-gemelas-asesinados/   ) .

Consecuencia de esos testimonios, aquellos testigos fallecerían de forma sorpresiva y muy convenientemente, como un intento de acallar las continuas preguntas que estaban arrinconando al gobierno y poniendo en riesgo sus planes de implantar aquel estado de emergencia permanente que bajo la legislación Patriotic Act posibilitaba el control total y absoluto sobre la población civil.   

Nada de esto fue tocado por periodista o medio argentino. Es que además de la ignorancia con la que manejan varios temas, se halla esa repugnante obsecuencia con la que se han vinculado históricamente con los intereses del norte y Europa. Amparándose en el calificativo de “serios” justifican no ahondar en otras hipótesis que no sean las que provee el gobierno, sus organismos  o asociaciones no gubernamentales de origen estadounidenses o europeas.

Otro caso que roza de cerca a la Argentina es el del documentalista estadounidense, Kurt Sonnenfeld quien en momentos que se produjo este evento, trabajaba como camarógrafo para el organismo público federal destinado a documentar situaciones de catástrofe denominado FEMA,  encargado de filmar todo el escenario donde se había producido el siniestro.  Sonnenfeld fue testigo de varias incongruencias en el centro mismo de donde supuestamente habían chocado esos dos aviones que las imágenes generadas desde los informativos, difundieron por todo el mundo. Cuando puso en evidencia esas incongruencias el gobierno cayó brutalmente sobre él y le demostró que clase de democracia era la que existía. Tras ello fue detenido y confinado en una cárcel estadounidense donde fue sometido a horribles torturas psíquicas y físicas. Sin lugar a dudas, Sonnenfeld experimentaría lo que un tiempo después se practicaría en centros como Guantánamo, Abu-Graib, Bucca, Bagram y la lista sigue.

Tal como lo señala en su libro “El Perseguido”, debió huir de EEUU simplemente porque sabía que o era detenido nuevamente para ser torturado hasta la muerte o simplemente lo harían desaparecer.  Y es que el problema que representaba Sonnenfeld para su gobierno era que se atrevió a pensar con criterio y no se comió lo que públicamente comenzó a oír casi en forma inmediata a los hechos.  Cuando sus superiores advirtieron eso, simplemente debió huir de su país y encontró refugio en la Argentina donde pese a ser “un país soberano”,  sigue siendo vigilado y asechado por las agencias estadounidenses.
Therry Meyssan

Nadie en Argentina se atrevió a realizarle una entrevista, simplemente porque la historia de Sonnenfeld causa terror; y nos referimos a los periodistas y medios del Establishment quienes son solventados por los dineros del sistema que es manejado por los poderosos intereses sionistas quienes a su vez, son los que tienen importante influencia en la agenda exterior de la política estadounidense.

Esto reveló que en realidad el gobierno estadounidense tenía algo que ocultar y busco atar cabos por todos lados usando los métodos más retorcidos que supuestamente utilizan los “regímenes no democráticos”. 

Recordemos que a lo vivido por Sonnenfeld y a lo sucedido a varios testigos de aquella ocasión, sería el comienzo de una era de oscuridad en la que bajo la dirección de la abominable administración de George W. Bush y Dock Cheney,  impulsaron una larga lista de crímenes contra propios y extraños usando como fundamento principal, la supuesta autoría de “árabes-islámicos” en los sucesos del 11/S tal como gustan argumentar de continuo intelectuales como Marcos Aguinis y otros tantos pensadores del sionismo local.

Tal como lo señalan actualmente varios analistas, este episodio nefasto de la historia contemporánea ha sido un gran engaño tanto en lo que hace a las causas como las consecuencias de lo que conocemos como el “11/S”. Así lo ha concluido el periodista canadiense Michel Chossudovsky al señalar meridianamente que acusando a “Al Qaeda” y a “Arabia Saudita”  alcanza para explicar lo que realmente ocurrió en aquella mañana (v. http://www.globalresearch.ca/video-911-and-the-global-war-on-terrorism-michel-chossudovsky-on-grtv/5544931 )

Desde Argentina obviamente estos testimonios y cualquier voz discordante con la versión oficial que se imponía por los medios masivos anglosajones, era ignorada. Incluso para cuando George W. Bush anuncia a bombo y platillo que tenía la certeza de que los autores eran árabes y su responsable intelectual se llamaba Osama Bin Ladem, algunos periodistas precoces que se tildan investigadores, además de “pontificar” las aseveraciones de Bush, no tardaron en escribir un libro que no revelaba más que lo que el Departamento de estado, La Casa Blanca y el Pentágono estaban haciendo publicar por los medios occidentales.

Casi inmediatamente a estos ataques, se pudo ver como la administración republicana, sus aliados del Lobby judío-americano en el Congreso y sus colegas del Neocon, quienes aportan importantísimos recursos dinerarios al conglomerado mediático, además de instigar la invasión inmediata de Afganistán, instigaron sin descanso y a base de puras mentiras, la necesidad de que EEUU debía ser pro-activo en atacar preventivamente a los países árabes.  ¿Y de dónde creen que salió esa doctrina criminal de los “asesinaos preventivos?  Pues, esa es una práctica que Israel venía implementando muy seguidamente contra los militantes palestinos y sus jefes políticos y militares. En este marco, sectores oscuros dentro del poder político estadounidense con nexos en Tel Aviv, habrían estado implicados en lo que para muchos fue un “auto atentado”, versión que muchos estadounidenses aceptan y que con el paso de los años parece instalarse en una amplia porción de la opinión pública internacional  (v. http://www.voltairenet.org/article180189.html ).


Plantear un revisionismo a cargo de algún sector del periodismo del  Establishment argentino es muy poco probable dado que, se hallan muy comprometidos y en gran parte sostenidos por recursos financieros que se cruzan con los intereses sionistas que no dudarían un segundo, en hacer desaparecer del aire, a cualquier periodista o intelectual “rebelde” a la versión oficial que se difunde con dificultoso éxito desde los centros de poder. 

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