“EL INICIO DE UNA NUEVA ERA”
¿Qué significara para el mundo lo resuelto entre EEUUy
Rusia en la cumbre de Ginebra?
Por Charles H. Slim
El desarrollo de la última Cumbre entre Vladimir Putin y Joe Biden en
Ginebra ha dejado entrever que muchas cosas han cambiado y otras van en vías de
hacerlo en el actual escenario internacional. No solo las palabras de los mandatarios
revelan en donde se encuentra cada uno de sus países sino más bien, sus gestos
y las posturas que cada uno de ellos tuvieron al momento de entrevistarse.
También quedo en claro, que la prensa occidental en particular la
angloestadounidense no logró sembrar las dudas y las suspicacias contra Rusia y
China tal como se lo dejaría entrever el mismo mandatario ruso en una
entrevista concedida antes de la cumbre a la cadena estadounidense NBC News.
Biden venía de reunirse con sus colegas de la OTAN
en Bruselas y particularmente con los británicos en la cumbre del G-7, con lo
cual quedaba claro que era el portador de una visión colectiva que trataría de
imponer a su interlocutor ruso.
Pese a que la cumbre transcurrió en un ámbito de
cordialidad, no hay que olvidar que la relación bilateral se ve trabada desde
que Washington aumento las sanciones comerciales, agravadas por los insultos de
Joe Biden contra Vladimir Putin que culminó con el retiro mutuo de sus
embajadores. Pese a ello, primó la cordialidad, aunque eso no obstó a que se
mantuvieran las discrepancias y hasta en algunos temas puntuales, cierto aire
de advertencias rayando en amenazas cruzadas. Antes tenemos que ponderar donde
esta parado cada uno para ver como puede evolucionar esta relación.
Entre el final del siglo XX y comienzos del actual
se fue montando y ejecutando un extenso plan geopolítico y estratégico diseñado
en Washington con la expectativa de consolidar el Nuevo orden fundado por el
entonces presidente George H. Bush en 1990 por la vía de la hegemonía global
instaurando el caos y la inestabilidad en la periferia de sus adversarios. Sin
un rival como la URSS no había límites posibles para las aspiraciones de
Washington y fue así como sus Think Tanks bajo la influencia de sionistas como Paul
Wolfowitz (quien en 1993 trazó la idea en un paper), Richard Perle, Donald
Rumsfeld entre otros comenzaron a trazar los lineamientos de un ambicioso plan global
denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (The project for the New
American Century -PNAC-).
Con ello, los neoconservadores y sus aliados
sionistas (pro-Israel) establecerían cien años de prosperidad (controlando y
usufructuando rutas comerciales y los recursos energéticos de los países en la
mira) para la economía norteamericana que obviamente, solo los beneficaría a
ellos. Pero ese plan no funcinaría sin una crisis político militar de alcance
global. Fue por ello que los ataques del 11/S en 2001 fueron tan inexplicablemente
convenientes para justificar a posteriori la creación de decenas de agencias de
inteligencia, equipos especiales para operar en el exterior, grupos de poder
(como el NEPDG National Energy Policy Development Group, de Dick Cheney) y
beneficiar a emporios particulares (como Halliburton, EXXON, Hunt, Hillwood, Texaco
y muchas otras) con las intervenciones bélicas en Asia central y el Medio
Oriente y de las cuales -impulsados a posterior por la administración
demócrata de Obama y Biden- se fueron escindiendo otras secuelas como
fueron la intervención y destrucción de Libia, la agresión contra Siria y la
aparición del bulo “Estado Islámico” en Iraq para consolidar los planes de ese
“Medio Oriente Ampliado” pergeniado por el Pentágono y la secta neocon.
En ese interludio temporal, EEUU creía que no tenía
oposición para imponerse. De hecho, quedó claro que no la había y como se vió,
a la vista impertérrita de Naciones Unidas aplastó sin misericordia tanto a
Afganistán en 2001 como a Iraq en 2003 para paso continuado tratar de crear
circunstancias similares (con la instigación de Israel) para intervenir militarmente
en Irán. Igualmente, no obtuvo los resultados esperados y ello lo arrastro a las
actuales consecuencias como es el rotundo fracaso por destruir a Siria (que
significa el fracaso de Arabia Saudita) y con ello la perdida de su hegemonía
en la región.
Hay hoy día una nueva constelación de actores
internacionales, de potencias podemos decir, son las que se disputan el dominio
global. El Reino Unido por ejemplo ha comenzado a dar los primeros pasos para
recuperar su potencialidad sin depender de los EEUU y eso es algo que en
Washington ya acusaron recibo. Esta es la foto que se vió en la cumbre del G-7 y
en la cual EEUU no es más que otro de estos actores. Incluso pareciera una
curiosa similitud la personalidad y las gesticulaciones del presidente Biden y
el estado actual de los EEUU. Pero el 16 de junio en Ginebra el mandatario
norteamericano estaría solo y tendría de alguna manera, que intimidar a su par
ruso, algo que no se vio en la entrevista que ambos tuvieron.
Pero las expectativas de Biden ya habían sido
reveladas anteriormente. Fue el 3 de mayo, antes de que se reuniera la cumbre
del G-7, los cancilleres Anthony Blinken del Departamento de Estado
norteamericano y su colega británico Dominic Raab aseveraron en rueda de prensa
que la cumbre tendría como uno de los objetivos, ponerle límites a Rusia y a
China, aunque como lo han comentado algunos especialistas eso no se vio en la
cumbre del grupo. Pero más allá esta declaración conjunta y de las bravuconadas
previas de Biden contra su par ruso, en Ginebra se lo vió nervioso y poco
preparado para encararlo frente a frente, algo muy diferente en el gélido
Vladimir Putin quien como lo había anticipado y pese a esas imposturas
personales, dejó en evidencia que no dejará de bregar por el buen entendimiento
y las buenas relaciones en el marco del respeto al derecho internacional. En
este sentido, Putin también dejo en claro su responsabilidad de mantener una
estabilidad estratégica con EEUU haciendo especial incapie en lo referente a la
medición de fuerzas nucleares y recalcando que son los EEUU quienes en agosto
de 2019 abandonaron el Tratado de Misiles de Medio Alcance (INF), quienes
mantienen una continua política agresiva, los que movilizan tropas en
territorios extranjeros próximos a Rusia y no a la inversa.
También dejo en claro que las acusaciones sobre
ciberataques supuestamente ejecutados desde Rusia (que los medios
angloestadounidenses acusan de forma continua) contra la infraestructura de
servicios, son un infundio aclarando que Washington (el gobierno federal) tiene
la información clara y puntual de que la mayoría de estos actos se realizan
desde el mismo territorio estadounidense, canadiense e incluso desde la Unión
Europea. Estas acusaciones mediáticas tuvieron su inicio con la novelada y
ficcionada intervención de la inteligencia rusa que -según los partidarios
de Hillary Clinton y una parte del arco mediático- habría hackeado el
conteo de votos propiciando el triunfo de Donald Trump, un hecho que nunca pudo
ser comprobado al día de hoy.
Putin no se ahorró palabras en contestar a Biden sobre
sus puntos de vista sobre considerar a Rusia como “un enemigo” y las
contradictorias intensiones de Washington de seguir “apoyando a los sectores
internos que buscan la democracia en Rusia” señalándole con incisiva firmeza
esa incoherencia ya que, si Rusia es considerada un enemigo ¿A quiénes apoyará
entonces EEUU dentro de un país que considera enemigo? Dejando en evidencia,
además de la inconsecuencia discursiva, que Moscu esta al tanto de las
actividades subversivas y de desestabilización que se despliegan en su país. Esto dejo mal parado a Biden y sus colegas
que intentaban simular las molestias que ello le ocacionaba.
En todo momento Putin se refirió de Biden como
“socio” y ello no era una actuación políticamente correcta o cosa semejante.
Vladimir Putin sabe muy bien que Washington necesita de Rusia para tratar de
controlar las expectativas de una ampliación de la influencia política y
comercial china sobre todo Asia y en especial sobre Eurasia. En este sentido,
Washington estaría dispuesto a deponer sus intromisiones sobre el asunto de
Taiwan a cambio de que China deje de expandirse algo que creemos es ilusorio. Agregado
a esto no hay que olvidar el asunto del SARS-COVID que a estas alturas nadie
duda de su origen artificial (tesis antes ridiculizada), es motivo de
controversias y acusaciones cruzadas aunque, para dilucidar el asunto cabría
determinar quienes han sido los autores o el lugar preciso donde se ingenierizó
este virus. Joe Biden concurrió a la cita porque necesita establecer o más
bien, negociar nuevas reglas con una Rusia potente y con expectativas de seguir
creciendo en su influencia geopolítica tanto regional como global.
Pero al mismo tiempo a Rusia le conviene esta proposición
ya que, la estabilidad es un factor importantísimo para el desarrollo y crecimiento
sostenido de la Federación aunque no hay que caer en la creencia simplista de
que Moscu vaya a obstaculizar las aspiraciones chinas para favorecer a EEUU;
claro que no, todo tiene un precio y ello lo sabe muy bien Biden y su gente. Además,
queda claro que Putin no es un mandatario de una republiqueta al cual puedan
presionarlo para usarlo como mejor les venga en gana.
Vladimir Putin pudo plantarse en paridad con su
homologo estadounidense ya que tiene bases suficientes para ello. En los
escenarios bélicos convencionales como el creado en Siria, Rusia ha demostrado
su indiscutible peso político y militar para erradicar las bandas “yihadistas”
reclutadas por el Pentágono y la CIA, algo que los sirios ya saben y en
consecuencia reaccionan contra la presencia de las tropas estadounidenses que
aún pululan por el norte. También lo ha demostrado en la última crisis
palestina poniendo límite a las bestialidades del régimen sionista obligándolo
a detener sus acciones contra la población civil de Gaza algo que le costo el
poder a Netanyahu.
En lo que hace a las capacidades militares no
convencionales la Federación está por encima de las capacidades de los EEUU y
ello quedó comprobado con la presentación en marzo de 2019 de nuevos sistemas
anti misiles y misiles balísticos de alcance global que horrorizaron a los
jerarcas del Pentágono y del Departamento de Defensa ¿Y el por qué de ese horror?
Porque saben que funcionan y no tienen defensas contra ellos con lo cual Rusia adquirió
con ello una capacidad de negociación que no puede ser ignorada por Washington.
Es por ello que la cumbre de Ginebra es sin dudas el
inicio de una nueva era en las relaciones geopoliticas entre EEUU y la
Federación rusa que no estarán exentas de tironeos y los intentos de la OTAN
por extender sus dominios al este, pero no podrán hacerlo de forma voraz brutal
como lo han llevado a cabo en otras latitudes.