DESPLEGANDO NUEVOS CERCOS EN EURASIA
Antes de que la administración demócrata abandone la Casa Blanca
impulsará todas las acciones que puedan obstruir el comercio y la economía de
la Federación de Rusia ¿Cuáles son algunas de esas acciones y dónde ha
comenzado a instigarlas?
Por
Charles H. Slim
Uno de los objetivos del avance de la OTAN hacia el oriente se centra en intereses económico-comerciales y para ello, controlar las rutas comerciales y los recursos energéticos del continente son vitales para tratar de ahogar a la economía de la Federación de Rusia para luego ir por China.
Esto sin
dudas forma parte del denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense,
formulado en 1997 por aquel núcleo de neoconservadores y sionistas que tras los
convenientes ataques a las Torres Gemelas en septiembre de 2001, buscaba
hacerse con los recursos petrolíferos y gasíferos instigando para ello las
invasiones de Afganistán (gas), Iraq (petróleo) y que pretendía extenderse a
todo el mundo árabe-islámico.
Apropiarse
de los países productores de petróleo, carbón y gas era el plan inicial y de
esa manera, EEUU resolvería sus problemas de abastecimiento para todo el siglo.
Como ya quedo claro, aquellas invasiones además de militarmente calamitosas
fueron un error estratégico que a la larga afecto la credibilidad política y
moral del país.
Desde el
2013, Washington puso en marcha sus planes para meter a Ucrania dentro del mapa
de la OTAN como parte de sus ansiados planes estratégicos de avanzar sobre los
bordes de Rusia. Una base de la OTAN con el control de Crimea y todo el Mar
Negro y el emplazamiento de misiles a solo cinco minutos de Moscú era el sueño
húmedo de los neocon. Tras varios fracasos suaves y decidido a concretar
aquellos planes, Washington bajo la administración de Obama planificó y apoyo
en febrero de 2014 el golpe de estado en Kiev. Desde entonces y ya en 2021 con
Joe Biden en La Casa Blanca reforzó la asistencia a la ultraderecha anti rusa
para que en 2022 y tras ser desbaratado un plan para atacar masivamente en el
mes de marzo al Donbas, ante la intervención rusa tuvo que pasar a la defensiva
para evitar que aplastara a su títere en Kiev.
El fracaso
del establecimiento norteamericano (que no es el pueblo) y de la OTAN ha
quedado más que evidenciado. A pesar de toda la ayuda brindada y los trucos
sucios (sabotajes, terrorismo y sanciones económicas), los rusos se han
impuesto en el campo de batalla. Como contrapartida, Ucrania es un país
destruido, que en dos años ha perdido más de 500 mil combatientes, la mayoría
jóvenes y su régimen ha literalmente empeñado a las próximas generaciones de
ucranianos con los prestamos financieros que ha recibido para sostener esta
“guerra de poderes” no solo de Washington y la UE sino de fondos de inversión
como Black Rock y Vanguard quienes son los comodines privados para financiar la
guerra.
Aquí el
cambio que haya después de noviembre en La Casa Blanca no cambiara nada. Las
supuestas intenciones de paz del bocón Trump son la nada misma y algunas
señales de que Washington se prepara para reiniciar nuevas estrategias para
fastidiar a la Federación de Rusia y en general los BRICS ya están a la vista.
Como en
Washington se han dado cuenta que los ucranianos sacrificables se van acabando
y al mismo tiempo no van enviar a sus tropas regulares para ayudarles, no hay
otra que apretar aún más la soga en el cuello de Rusia y para ello hay que
fastidiar su comercio de energía. Como vemos, la democracia estadounidense al
desnudo que puede traducirse en “libertad para robar, mentir y asesinar”.
Extender al Cáucaso las restricciones para el comercio del gas ruso parece ser parte de esta estrategia. Eso es lo que dejo entrever la visita de la directora de la USAID Samantha Power a Armenia. En ese encuentro la jefe de la fachada de la CIA que opera inspirando la subversión alrededor del globo, más allá de las promesas y sonrisas, lejos de los micrófonos le sugirió al pusilánime primer ministro armenio Nikol Pashinián que deje de comprar el gas ruso y se abastezca con el gas de…Azerbaiyán. Se trata de una “oferta que no puede rechazar”.
Apenas se
han sanado las heridas de la guerra y menos aún de la expulsión de los armenios
de Nagorno Karabaj sin que Pashinián haya movido un dedo por sus paisanos. Casualmente,
la agresión e inmediata ocupación azerí sobre el enclave estuvo políticamente
permitida por la Unión Europea que no olvidemos, es solo un vasallo de las
decisiones y conveniencias de Washington.
Aquella
acción estuvo fundada en el interés de que Azerbaiyán tomase el control de los
gasoductos que pasan por el enclave y venderlo a la UE como alternativa al
corte del suministro del gas ruso llevada a cabo con los sabotajes de la OTAN a
los gasoductos Nord Stream I y II.
Ahora y
ante las necesidades geopolíticas de Washington y que se enmarcan en su guerra
de poderes contra Rusia, Pashinián es “invitado” por Power a dejar de lado el
gas barato ruso para que le compre el gas que su vecino le robo previamente.
Ese es el capitalismo de tinte angloestadounidense.
Ciertamente
que no se puede esperar que un país tan débil como Armenia y con semejante
primer ministro, pueda oponerse a las mandas de un imperio al cual no se le
puede decir no, sin esperar consecuencias a la vuelta de la esquina. Así es
como se comporta la diplomacia estadounidense y que la ex vice secretaria de
Estado Nuland representaba tan bien y que Samantha Power no dista mucho de ese
estilo. Pero Pashinián podría cuando
menos aparentar que tiene algo de dignidad y antes de cualquier movimiento que
termine afectando a la economía de sus conciudadanos llamar a todos los
sectores del país para que lo respalde.