EN DEBATE
“SIN NOVEDAD EN EL FRENTE…DE
BUENOS AIRES”
Cómo se cae a pedazos la versión mediática de los atentados en la embajada de Israel y la AMIA en Buenos Aires y el hombre que más sabe, no aparece
No cabe
ninguna duda de que Argentina no esperaba y menos aún imaginaba los sucesos de
1992 y de 1994 referidos a los ataques contra la embajada de Israel y la sede
de la mutual judía de la AMIA respectivamente, pudieran ser reales. El país
entraba en una nueva era, una de terror y de un realismo político que nadie
estaba preparado para manejar. Detrás de estos crímenes masivos, se escondían
intereses que nada tenían que ver con “nazis”, “fascistas” o “el terrorismo
islámico” como los medios adictos a sectores bien identificados con el sionismo
militante, han tratado de instalar desde que aquellos dos hechos han ocurrido.
Las investigaciones judiciales
además de no haber llegado a nada –por evidentes interferencias-, han
puesto de manifiesto, no solo la corrupción que corroe nuestras instituciones,
sino las vergonzosas injerencias de
agencias de inteligencia externas en los asuntos internos del país,
particularmente la CIA y el Mossad israelí, tratando de direccionar las
pesquisas hacia una pista “musulmana” que más tarde se centraran sobre la
“pista iraní”. Fue allí donde comenzaron
los estrechos contactos entre estas agencias y la SIDE, que le proporcionaron
las pruebas a medida para que todo acusara al uso de una “Trafic” cargada con
explosivos preparada por “terroristas iraníes”. Comenzaba la charada para
endilgarle el hecho a la república Islámica de Irán.
El caso de la embajada fue un
caso críptico. No hubo posibilidad de acusar a nadie en particular y los
intentos de acusar a los árabes de origen sirio –musulmanes en general-,
quedo como algo meramente especulativo que tenía más fuerza en la difusión
propagandística mediática, que pruebas objetivas. Un dato a tener en cuenta
era, que en la década de los ochentas Argentina e Irán tenían magnificas
relaciones diplomáticas con Irán de las
cuales –entre otras- hubieron trabajos conjuntos para el desarrollo
nuclear, algo que Tel Aviv venía siguiendo de cerca y para nada con buenos
ojos. Según algunas fuentes, las presiones para que esas relaciones se
terminaran, fueron discretamente propuestas al gobierno de Menem quien habría
hecho oídos sordos para un tiempo después, Buenos Aires se sacudiera con aquel
ataque sobre la embajada de Israel en 1992.
Contemporáneamente, la derecha
israelí que gobernaba en Tel Aviv, trataba de frenar por todos los medios no el
acuerdo, sino conversaciones con los palestinos a quienes desde siempre han
considerado poco menos que humanos. Cuando se produce el ataque de 1992, se
forjó la excusa para relegar cualquier tipo de acercamiento con la OLP y esa
directriz la irradiaban también desde sus embajadas en el exterior.
Al mismo tiempo en Argentina, las
presiones de los sectores judíos internos agudizaron su empuje en sintonía con
las retoricas de Tel Aviv para acusar a un actor islámico por el ataque, pero
Menem no hizo caso; un tiempo después en 1994 estalla la AMIA sin que los doce
testigos casuales que estaban en las inmediaciones en momentos que se produjo
la explosión, hayan visto la tan renombrada camioneta “Trafic blanca” que fue impuesta por las versiones de los agentes
del “Shin Bet” que estaban a cargo de la seguridad del edificio y que Tel Aviv
presiono por imponer en la causa. Para
los militares israelíes que vinieron a remover los escombros, había sido un
auto blanco del cual encontraron un motor, pedazos del chasis y la seguridad de
que había sido dirigido por un “kamikaze”. Pero las pruebas sobre el terreno y
las pericias de los expertos argentinos, refutaba las versiones de los
militares y asesores de inteligencia israelíes.
Incluso le dieron nombre y
apellido al supuesto “kamikaze”; pero además, le dieron la afiliación conveniente
para la versión a gusto de Tel Aviv.
Como Irán no bastaba, se involucró al Movimiento de la resistencia
libanés Hesbolla (El Partido de Dios),
un odiado enemigo de Tel Aviv, que pese a la insistencia de Israel en acusarlo
por los canales diplomáticos y por medio de los medios masivos de comunicación,
judicialmente nunca se probo que aquel supuesto conductor suicida hubiera
siquiera estado en Argentina.
Cuando las pericias nacionales
demostraron que no hubo coche bomba y menos aún el “Kamikaze”, las autoridades
políticas de la comunidad judía en sintonía con la embajada de Israel en Buenos
Aires, advirtieron que la historia se les venía abajo. Se vieron acorralados y elucubraron una
maniobra para respaldar la idea de que aquel vehículo imaginario, había
existido en realidad y para ello, nada mejor que la confesión de uno de los
principales detenidos como era Carlos Alberto Telleldín. Para ello, Tel Aviv
envío a un agente que impostando ser un funcionario judicial israelí, que
alegando llamarse Eldad Gafner solicito tres entrevistas extraoficiales con
Telledin. El embuste fue descubierto por un periodista israelí quien logro
identificar al supuesto fiscal como un ciudadano argentino-israelí,
corresponsal de “Clarín” en Tel Aviv y colaborador del periódico “Nueva Sion”
que se edita en Argentina (v. http://periodicotribuna.com.ar/1724-sospechoso-terrorismo.html
) . Pero, ¿en qué programa de televisión abierta se ha ventilado estos
entretelones?
Será por medio del juez Galeano
que, tras recibir una fabulosa suma de dinero de la SIDE –previas
instrucciones de sus colegas externos- y con instrucciones de que Telleldin
se hiciera cargo de la venta de esa Trafic y a su vez acusara falsamente al comisario
Rivelli, fue grabado en un video VHS donde queda probada la maniobra que de no
haber salido a la luz, los israelíes y Washington hubieran tenido la vía libre
para orquestar una campaña militar sobre Irán. Pese a que el video fue
escondido en caja de seguridad, fue mediante un espectacular asalto que no fue
muy difundido por los medios, fue robado y recién unos años después fue
reproducido en la televisión abierta por el periodista Jorge Lanata (v. http://edant.clarin.com/diario/1997/04/07/t-00801d.htm ). Con
ello, las acusaciones falsas sobre el comisario Rivelli se cayeron y salió
libre de culpa y cargo.
Detrás de toda esa montaña de
mentiras y de basura volcada artificiosamente en los voluminosos expedientes
judiciales que conforma la causa de la AMIA, se escondía una trama que
involucraba negocios negros en los cuales las agencias de inteligencia,
obtienen cantidades de dinero que son inimaginables para los simples mortales
que se levantan todas las mañanas para ir a trabajar. Ante este lenguaje brutal
por medio del cual, las partes en estos negocios trataban de intimarse
mutuamente sobre sus deudas, se pondrían
de acuerdo en que, había que desviar las investigaciones.
Para cuando arribo Kirchner al
gobierno en 2003, comenzó una nueva
era poniendo al frente de una Fiscalía
especial para el caso AMIA al Dr. Alberto Nisman, quien con la colaboración del
mejor agente que podía proporcionar la SIDE, debería esclarecer el ataque
contra la mutual. Aquel era el entonces anónimo agente Antonio Stiusso, quien
cooperaría con el fiscal para pesquisar o más bien, para remodelar las investigaciones a gusto de la versión prefabricada
de la CIA y del Mossad.
Si el hoy desaparecido agente
Stiusso estaba al tanto de estos “arreglos”, sin dudas de que habían muchas
chances de que el fiscal Nisman estuviera al tanto de estas maniobras.
Precisamente, una de las formas de imponer aquella versión, había que
desacreditar las investigaciones nacionales e incluso sus pericias.
Pese a que las pericias
desarrolladas por los expertos argentinos que contradecían las ya contradictorias versiones de la embajada
israelí y difundida por la DAIA, pesó –al
menos temporalmente- la oscura influencia política que propicio el libre
actuar de las agencias extranjeras sobre y a costa de la soberanía política y
jurídica de la nación, que causó no solo el bochorno y la vergüenza entre los argentinos en general sino incluso,
entre los de origen judío que no estaban dispuestos a ser usados para fines que
no respondían a los intereses del país.
Embarcados en esta política
islamofoba y desinformativa, se han visto los más variados y pintorescos
políticos argentinos, compradores de las incongruencias vertidas en un informe
artificioso elaborado por la CIA y el Mossad, buscando lastimeramente congraciarse
con Tel Aviv ruedan por los medios repitiendo los argumentos que buscaban ser
usados para incriminar a terceros –especialmente a musulmanes- con
finalidades que solo benefician a intereses políticos de Israel y de EEUU.
Ejemplo nefasto de esta maniobra sucia, fueron los informes de la CIA en 2002
que acusaban a Iraq de poseer “Plutonio” y armas de destrucción masiva.
A pesar de que se entorpecieron deliberadamente
las investigaciones y la prohibición se seguir la pista israelí se impuso, se
difamo asquerosamente a la comunidad islámica argentina y se busco extender un
miedo a todo lo relacionado con el Islam y el mundo árabe, los testimonios que
desarman todo ese malicioso montaje son tan variados, extensos y claros
(v. http://www.voltairenet.org/article189003.html ), que han sido relegados del conocimiento masivo,
especialmente de los medios audiovisuales que tienen especial interés en no
perder sus negocios con influyentes empresarios ligados al sionismo.
Quienes se han informado y han
investigado paralelamente lo que pudo realmente suceder, no existen divisiones
de ninguna índole. En ellos no hay
diferenciaciones entre judíos, musulmanes o cristianos, dejando en claro que la
tapadera de todo esto ya no tapa nada aunque todavía existan vergonzosas
excepciones que en posiciones del periodismo, más que desinformar, tratan de
mantener aquella versión salida de un dibujado informe proveído por la CIA y el
Mossad en épocas de una SIDE bajo la dirección de un impresentable funcionario
menemista.
Tras la conveniente muerte del
fiscal Nisman a comienzos de año, marca el fin de un capitulo en este drama que
como una verdadera película de espías, revela ingredientes tales como el dinero
negro, cuentas cifradas, prostitutas VIP, dobles agentes y muertes misteriosas.
Hoy el hombre que más sabe de lo que realmente pudo haberle ocurrido al fiscal
argentino, se halla desaparecido, presuntamente “protegido” en EEUU; pero la
pregunta es ¿de quién? Claramente ha
sido el punto de quiebre para viejas tretas siniestras como son los planes de
usar los atentados, sirven de excusa para agredir a otras naciones
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