miércoles, 28 de octubre de 2015

INTERNACIONAL


“LA REINA DE LA CIA EN LA MIRA”

Con el paso de los años, se ha ido develando el embuste que se denominó como “Guerra contra el terror” y con ello, levantando las mascaras que escondían a varios de los implicados directamente en las operaciones de la CIA


Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, el gobierno de los EEUU comenzó una larga saga de situaciones inexplicables entre los cuales se encuentran aquellos ataques en su propio suelo. Fue la oportuna y muy conveniente llave para comenzar a desandar el largo y sangriento camino del intervencionismo internacional, esta vez, enmarcado en un nuevo rótulo: “La guerra contra el terrorismo islámico”.  Y bien cabe recordarlo, dado que con el paso de los años y ante las continuas evidencias de elementos que nada tenían con el Islam, estaban involucrados en aquellos siniestros hechos.

Recordemos que no habían pasado unas horas y los medios ya tenían a sus sospechosos estelares que más tarde serían los culpables oficiales.  El principal de ellos, el saudita Osama Bin Ladem quien tras ser convertido en el “icono” del enemigo islámico, una vez que su figura no sirvió más, el 1 de mayo de 2011 fue “eliminado” del espectro informativo con una cinematográfica –y claramente ficticia- operación secreta en Pakistán, en la cual se oficializó la desaparición de este villano de cartón. Hoy día dentro de los mismos EEUU, nadie se cree esa historia.

Sin dudas que uno de los factores para dilucidar la gran farsa que rodeaba aquel rótulo fue la torpeza y las mentiras descardas de varios funcionarios de la administración Bush, especialmente las proferidas de la boca del propio George W. Bush y sin dudas, de las acciones y consecuencias de sus militares y agencias de inteligencia en el mundo árabe-islámico. Claramente, no era poca cosa.

A primera vista, se pudo individualizar a los grandes responsables de estas orquestaciones maquiabelicas, viabilizadas con una política legislativa del “terror”, de la persecución, estigmatización y por supuesto, de las brutales invasiones que habían sido fabricadas en rededor de aquel 11 de septiembre que tantos hechos incongruentes que aun no han encontrado una respuesta coherente.

Paso una década de embustes y de un verdadero ambiente de terror pero, no del que los gobernantes y los medios conservadores estadounidenses trataron de hacer creer –acusando a terroristas invisibles que acechaban en la oscuridad-, sino el del instalado por y desde el estado. De ese modo, desde el presidente hasta el último jefe de sección de la CIA, fue responsable por una lista interminable de crímenes que no ha discriminado en condiciones de sexo, credo o edades. En esta larga cadena de la maquinaria creada para la persecución de los musulmanes  y de quienes no comulgue con el “you are with us or with the terrorist”, fueron eliminados miles.

Tras la comprobación cabal de las brutalidades que cometían las tropas en Iraq y Afganistán, los campos de concentración como Guantánamo, las torturas, asesinatos y desapariciones,  definitivamente causó el colapso de la administración de Bush-Cheney y el comienzo de las masivas críticas de la opinión pública estadounidense y también mundial.  Con ello, comenzaron los cuestionamientos firmes y constantes contra funcionarios intermedios hasta llegar a los más bajos en la estructura militar e inteligencia.  

 Uno de esos personeros, encargados de la ejecución de este tipo de tareas, fue una mujer que obviamente reunía las condiciones de idoneidad para ordenar tareas tan sucias.  Tras años de operar en la oscuridad y tras el fiasco de la “Operación Gerónimo”, se pudo individualizar a esa agente responsable de varios hechos, en especial por el caso de Jaled Al Masri. Al fin la llamada “reina de la tortura”, fue identificada y  denunciada por un grupo alemán de defensa de los Derechos humanos (2) por haber sido uno de los funcionarios involucrados en las tareas de la CIA para el secuestro, traslado, tortura y muerte de varios ciudadanos musulmanes de todo el mundo.
CIA file unclass/2014

Alfreda Frances Bikowsky, agente de la CIA (1) y denominada la “reina de la tortura” quedaba expuesta al conocimiento público y requerida por la justicia alemana por el caso de Al Masri, lo que podría abrir la caja de pandora y revelar cientos de casos similares que fueron ventilados –parcialmente- en el informe del senado norteamericano.

A pesar de los esfuerzos y las presiones para que el informe sobre las actividades de la agencia fuese publicado en forma completa,  el senado y el comité encargado de los asuntos de inteligencia, no pudo –obviamente no quiso- evitar la censura de una amplia parte de ese voluminoso dossier que, dado a conocer a finales del 2014, verdaderamente fue  escrito con sangre de millones de árabes-musulmanes (3)

Entre las actividades de los grupos de la CIA, estaba el aplicar todo tipo de torturas que, por asesoramiento de costosos abogados al servicio del Departamento de Estado, se le cambiaron las denominaciones para quitarles  impacto ante la opinión pública y se las denominó “técnicas mejoradas de interrogación” (4) que llegaron a indignar en tal medida al público norteamericano, que la presión imperante obligo a que Obama llamara a impulsar investigaciones sobre las torturas llevadas a cabo por la CIA (5)

Ha pasado  mucha agua bajo el puente y las pruebas de la brutalidad sistematizada de la política exterior estadounidense no han podido ser ocultada bajo la alfombra.  Y  aunque dedicaron sangrientos esfuerzos por acallar a los que habían sufrido o fueron testigos de torturas, de vejaciones o crímenes como los que se cometieron sin cortapisas en Iraq y Afganistán, los informes más gráficos y contundentes fueron aportados por militares arrepentidos y conscientes de que, no habían sido entrenados para invadir a un país y cometer las aberraciones que estaban viendo.

Todas esas experiencias, aquellos urticantes y muy molestas filtraciones de Abu graib en 2004, los abusos y las torturas en Guantánamo, las salas de golpizas y vejaciones en la base estadounidense de Bagram en Afganistán, todo ello sumado a las actividades paralelas de la CIA, secuestrando y trasladando a sus “sospechados” a cárceles secretas en países  tan disimiles como Polonia o Libia –existentes en épocas de Mohammar Al Ghadafy-.

A pesar de que los medios anglosajones no han podido esquivar este bulto pesado, no perdieron la oportunidad para tratar de banalizarlo, intentando quitarle esa carga negativa que evidencia lo que Washington y sus aliados, llamaron “guerra contra el terror”, llegando a calificar al informe de más de 500 páginas con miles de citas al pie como “Bestseller” (6)

3-      El senador Wyden a CIA por censurar informe sobre tortura; http://93.190.24.12/detail/2014/10/23/294005/senador-wyden-critica-cia-por-censurar-informe-tortura

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