domingo, 4 de julio de 2021

 

“EL ENGENDRO DE BAGDAD”

¿Qué papel juega actualmente el régimen de Bagdad en un país desmembrado y un estado fallido por el accionar de los estadounidenses?

Por Ali Al Najafi

Nadie en Iraq olvida y mucho menos los bagdadíes lo que ocurrió desde 2003 y sigue ocurriendo hasta el presente. Hace unos días murió el ex Secretario de Defensa Donald Rumsfeld uno de los instigadores y planificadores de toda esta tragedia humana sin que la justicia le reclamara por esto. Aún así, muchos están al tanto de sus responsabilidades en la ejecución de este crimen de lesa humanidad que no fue casual y lejos estuvo de “instaurar la democracia”; por el contrario construyó más bien una “necrodemocracia”. Más de un millón y medio de iraquíes asesinados por este complot no es una anécdota que pasará de largo en la historia.

Pero Iraq poco o nada ha cambiado desde aquello. Saddam Hussein y su gente hace tiempo que se han ido, pero ello no mejoró la vida de los iraquíes como lo aseguraban en occidente. El país árabe que supo ser el modelo de un estado árabe laico y de progreso en la región hoy es un estado desgarrado, sin futuro y sumido en la miseria. Quienes aseveran lo contrario suelen estar bajo el sueldo del gobierno sirviendo en alguna dependencia de la estructura político administrativa, o de la infraestructura represiva establecida por la ocupación angloestadounidense que aún opera desde la embajada fortificada de la Zona Verde. 

Los años de la “guerra sucia” desplegada en Bagdad por la inteligencia militar, la CIA y sus socios británicos e israelíes (estos muy activos asesinando a refugiados palestinos) han dejado una cicatriz imborrable en el colectivo de los bagdadíes siendo las mazmorras del complejo “Abu Graib” un recordatorio doloroso de aquellas sangrientas jornadas. Muchos aún recuerdan a esos grupos de enmascarados -tratando de hacerse pasar por la resistencia- que aparecieron de la noche a la mañana en las calles de la capital para sembrar el terror y la discordia entre los vecinos. “Nos dimos cuenta que no eran de la moqawama (resistencia) apenas los vimos en la primera mañana” nos relata Ibrahim S. un comerciante del barrio “Al Rasheed”, quien tras ser testigo del allanamiento de la casa y secuestro de una familia vecina, debió huir de Bagdad dejando atrás todas sus pertenencias para luego salir del país y radicarse en los países nórdicos.

La aparición y despliegue de estas “Brigadas pro-iranies” de enmascarados surgieron de una negociación secreta entre Washington y Teherán como una forma de instaurar una polarización chiita a fines de contener el incipiente alzamiento de la resistencia iraquí de bases suintas en medio del caos en el que se sumía Bagdad. Pronto, las bases chiitas iraquíes lideradas por el Movimiento “Al Sadr” denunciaría esto para inmediatamente pasar a la acción contra la ocupación y sufrir las consecuencias de esto. Aquello ocurrió apenas se instauró el gobierno provisional de Paul Bremer y continuaría sin pausa hasta no hace mucho.

Lo peor todo aquello era que detrás de esa nueva maquinaria de picar carne estaban muchos iraquíes que (dirigidos y manipulados por agencias de inteligencia estadounidenses, británicas e israelíes) estaban dispuestos a vender su país y oprimir a sus propios conciudadanos por unas migajas que les arrojarían los invasores. Oprimir psicológicamente a los bagdadíes infundiendo el terror (mediante secuestros, violaciones y asesinatos) fue una de las tácticas para establecer un control sobre la capital. El dinero también –aprovechando las necesidades existentes- fue otro de los elementos utilizados para diseccionar la confianza y la lealtad social. Fue así como muchos vecinos (por unos cientos de dólares, movidos por rencores personales pasados o simple envidia) entregaron a sus propios conciudadanos a manos de las fuerzas de ocupación y de las “Brigadas especiales” (compuestas por elementos pro-iraníes) acusándoles de simpatizar o incluso apoyar a la resistencia. De este modo el circulo de la venganza se hizo cíclico e interminable ayudando a que los medios angloestadounidenses fabricaran el argumento de la llamada “guerra civil” o “guerra sectaria” que convenientemente justificaba la estancia de las tropas invasoras.

Como estado nación, Iraq fue descuartizado apelando a la manipulación confesional y los supuestos esfuerzos para su reconstrucción fueron solo una excusa para desfalcar millones de dólares que terminaron en los bolsillos de funcionarios corruptos internacionales como iraquíes. Como si se tratase de un cuerpo humano, los invasores le decapitaron (derrumbando su gobierno político en Bagdad), cortaron los brazos (disolvieron sus instituciones civiles, militares y de inteligencia) y sus piernas (y le privaron de explotar sus riquezas petroleras para desarrollar una economía propia) pero aún así, lo mantuvieron vivo. Lo que queda de este cuerpo es un torso monstruoso sustentado artificialmente que nadie reconoce y que jamás podrá recuperar sus extremidades. 

El pueblo iraquí sin distinciones confesionales (entre chiitas, sunitas y cristianos), se halla inmerso en una penumbra en la que no se vislumbra un futuro. La corrupción política y financiera no tiene límites. Las mafias compuestas por elementos tribales, políticos y de grupos políticos, que controlan el tráfico de armas, personas y drogas (antes inexistente con Saddam Hussein) tienen estrechos lazos con el régimen y son la plaga que amenaza a una juventud con pocas opciones laborales en el horizonte, son presa fácil de estas organizaciones criminales.

El avance del narcotrafico en el país es sin dudas una de las gentilezas del Status Quo imperante y que cabe no olvidar, se le debe a la pasada ocupación que -eliminación de los altos cuadros oficiales- disolvió las fuerzas policiales y la administración de justicia reemplazándolas con partidarios de la oposición chiita pro-iraní. Asimismo, es sabido que la CIA y otras agencias se hallan involucradas en estas estructuras mafiosas permitiéndoles controlar el flujo y destino de lo que se trafica.

Los jóvenes de hoy son quienes nacieron en medio de aquella violencia occidental que luego perpetuaron con el embuste del “Estado Islámico” -una elaboración de la inteligencia militar estadounidense y la CIA- y hoy viven en medio de un estado de opresión brutal, silenciado por medios controlados (financiera y editorialmente) y con un gobierno archi corrupto liderado por un agente de la CIA que no tiene el menor escrúpulo en maquillar la tétrica realidad con discursos de la patina democrática y de respeto de los derechos que responde a la propaganda estadounidense. En este contexto se puede asegurar que poco queda de Iraq.

A pesar de que Washington alega que el país árabe se maneja de forma autónoma lo cierto es que su influencia e injerencia se ve de forma continua. Tratando de controlar que Bagdad no caiga en manos de partidos políticos que les rechazan desde que invadieron el país y con el fin de proteger sus intereses, los estadounidenses han financiado y apoyado con todos los recursos a su alcance a la secta chiita pro-iraní “Dawa” y aliados, para que sigan manteniendo el control de las fuerzas militares y de inteligencia que (manejadas por jefes leales al Pentágono y la CIA) componen el actual ejército iraquí.

Pero el ascenso y protagonismo político de grupos de la resistencia como “Kataib Hesbola” que desplazaron a la elite mafiosa colaboracionista y a un débil ejército que fue diezmado por la aparición del “ISIS” en junio de 2014, hizo que Washington buscara nuevos administradores de la situación que garantizarán la incolumidad de sus intereses. La descomposición política producto de la ineptitud y corrupción del régimen del cual se vale EEUU para estar aún en Iraq hizo que se buscaran soluciones urgentes comenzando por desplazar a quienes se hallaban al frente de la administración en Bagdad y colocar a alguien que respondiera a las necesidades estadounidenses.

Para ello esta Mustafa Al Khadami un periodista iraquí reclutado por la Agencia Central de Inteligencia quien como otros traidores mientras el país se sumía en la miseria por el cruento embargo de trece años (1991-2003) por el que EEUU y sus aliados ahorcó a la población, desde el exilio colaboró con los estadounidenses para facilitar la invasión de 2003 y quien actualmente comanda al país siguiendo los lineamientos de Washington tal como quedó en evidencia con la cooperación prestada a la CIA y el Mossad para ejecutar el asesinato del general iraní Qasem Soleiman y al jefe de las milicias populares iraquíes Abu Mahdi Al Muhandis en enero de 2020 y la persecución que lleva a cabo contra los principales jefes de los grupos de la resistencia islámica como “Kataib Hesbolá” y otras ramas históricas que además de haber derrotado al “Daesh” combatieron a los ingleses y estadounidenses durante la larga ocupación.

Khadimi es la continuación de la mafia sectaria del Partido Dawa y por ende, del Status Quo colaboracionista impuesto desde Washington en 2003. Como tal ha estado muy ocupado en que la Mukhabarat -inteligencia- reestructurada y controlada en parte por la CIA y con inocultables filtraciones iraníes, se ocupe de precisamente tratar de cortar los nexos que aún siguen existiendo con el vecino Irán y que preocupan al Departamento de Estado norteamericano. En ese plan, el actual mandatario no ha escatimado en recursos para tratar de amedrentar a los sectores anti estadounidenses que siguen desafiando su presencia mediante reclamos de su salida incondicional del país o, devolviéndole golpe por golpe con ataques a las tropas estadounidenses. Estos ya no son los nacionalistas del partido Baas, exterminado por la ocupación y sus colaboracionistas del Dawa sino sectores del chiismo local que nunca compartieron el alineamiento con los invasores y mucho menos los procederes implementados por aquella secta.

La limpieza ideológica (sádica y sangrienta, por cierto) planificada y fomentada por los invasores angloestadounidense y ejecutada por sus esbirros de las sectas chiitas Badr y Dawa (entusiastamente apoyados por Irán), tuvo su centro sobre los barrios sunitas de la capital de donde muchas familias sufrieron todo tipo de atropellos y de crímenes que no han podido ser procesados ante la justicia por el simple hecho de que la administración de ella en este estado de cosas es una extensión del gobierno colaboracionista. Mucho menos éxito llevarlo ante la instancia de la Corte Penal Internacional bajo constante presión y amenazas radiadas desde Washington.

También fueron y siguen siendo motivo de persecución y de operaciones negras los partidarios del principal referente del chiismo local como lo es el clerigo Muqtadar Al Sadr, reconocido por todos los sectores, incluidos sunitas, como un ícono de la resistencia contra la ocupación y un rival permanente a los manejos titiritescos a los que se prestan las administraciones colaboracionistas como la actual de Mustafa Al Khadimi. Sadr fue quien encabezó las multitudinarias manifestaciones que lograron sortear los murallones de la Zona Verde causando el estupor y el pánico de los miembros de la embajada estadounidense quienes creyeron que sería su último día en la tierra.

Desde hace tiempo que la población bagdadí viene movilizándose para reclamar transparencia en los manejos de la cosa pública, el final de la arbitrariedad y la brutalidad que desde la llegada de los invasores llevan adelante los cuerpos de seguridad estatal que siguen causando todo tipo de atropellos y violaciones a los derechos humanos. Pero lo que más molesta al Departamento de Estado en Washington y en particular al títere Al Khadimi es la presión popular que reclama la salida inmediata de todos los efectivos estadounidenses de su territorio, clamor que se ha avivado en los últimos días tras otro ataque de la aviación norteamericana contra las unidades iraquíes del “Kataib Hesbolá” y del “Hashed Al Shaabi” que combaten a los remanentes del “ISIS” y otras bandas armadas que se esconden en Siria.

Esto último ha puesto a Khadimi y su régimen contra la espada y la pared ya que estas nuevas agresiones estadounidenses aumentan la ira de la población -y en especial la chiita- que como el mismo sabe, no lo respalda. De este modo, Khadimi (asesorado por el Departamento de Estado) ha estado tejiendo alianzas con gobiernos árabes que se hallan en la misma sintonía con Washington como una forma de no sucumbir a la influencia iraní. Incluso el mismo 28 de junio, Khadimi se hallaba reunido en Bagdad con sus colegas de Egipto y Jordania para delinear entre otras cuestiones, una cooperación en seguridad e inteligencia. Es por ello que sus funcionarios han salido a dar algunas declaraciones meramente efectistas y que son para consumo de la opinión pública que en realidad no dicen nada y mucho menos condicionan a los estadounidenses por lo que, el ataque realizado el 28 de junio pasado en el cual murieron un niño y otros tres civiles, quedará en la nada.

Según se supo, la orden del presidente Biden para realizar este ataque no se apoyó en las piezas legales AUMF 2001 o la AUMF 2002 cuya sigla significa “Authorization for Use of Military Force of 2001” y “Authorization ‎for Use of Military Force Against Iraq Resolution of 2002” respectivamente, que desde el 11 de Septiembre del 2001 autorizaban el uso de la fuerza -sin el control del Congreso- dentro del marco de la doctrina “Rumsfeld-Cebrowski” que justificaba la “guerra perpetua”, pudiendo revelar una posible derogación o abrogación.

Sobre las razones de este ataque, informes de inteligencia alegan que el mismo ayudo a que fracciones del “ISIS” que estaban perdiendo terreno ante el accionar de los grupos iraquíes, tomaran un respiro y se replegaran para reorganizarse. No es la primera vez que EEUU y los británicos realizan acciones similares que ayudan al “ISIS” entonces. Entonces ¿Cuál es la lucha contra el terrorismo de la que se habla desde Washington?

 

 

 

 

domingo, 27 de junio de 2021

“RETIRADA ESTRATEGICA”

¿Qué es lo que realmente oculta la anunciada retirada de los EEUU de Afganistán? ¿Es el fin de la ocupación o el inicio de otra guerra sucia?

 

Por Charles H. Slim

Veinte años es demasiado tiempo para sostener una guerra, incluso para los EEUU y sus aliados de la OTAN. Eso fue lo que reflexionó Joe Biden y su actual gabinete sobre la situación en Afganistán mucho antes de asumir la presidencia. Era imposible ignorar la realidad. En Afganistán las tropas estaban retrocediendo cada vez más y sus colaboracionistas no podían sostener las posiciones en el interior del extenso territorio del país. En los últimos meses el Talibán ha ido capturando provincias y localidades muchas veces sin luchar, una situación que ya no escapa al conocimiento público, tal como lo dejan ver  algunas fuentes en las redes (https://www.facebook.com/Wofnon47/videos/4425429457476827). Sumado a ello, la región se está reconfigurando con un nuevo gobierno en Irán y las declaraciones públicas del premier pakistaní Imran Khan diciendo que no se volverán la base de EEUU para agredir o intervenir en Afganistán ponen a consideración el margen de maniobra de La Casa Blanca. También se agrega la impopularidad de una guerra (repleta de arbitrariedades, masacres y violaciones a los derechos humanos), nacida de aquel embuste fabricado por el sector neocon y sus aliados sionistas el 11 de septiembre de 2001, ha hecho que a la luz de las mentiras e inconsistencias que rodearon dicho evento y las acciones que (como la invasión a Afganistán) se justificaron a la sombra de aquello, era una cuestión de tiempo para que todo se viniera abajo.

Tanto republicanos como demócratas, incluso el actual presidente en su anterior gestión como vice de Barak Obama, han sido autores y partícipes de esta aventura belicista con trasfondos geopolíticos y financieros. A diferencia de Iraq, las corporaciones y las empresas que buscaban desplegar sus emprendimientos sobre los recursos gasíferos y carboníferos del país asiático (valiéndose del régimen títere que se los permitía) han visto muy complicada sus tareas por la persistente resistencia a su presencia. Aquí la guerra dejó de ser una ventaja (inversión financiera) para convertirse en una pesadilla, incluso para sus empresas de seguridad privada (mercenarios). Recordemos que Obama, pese a sus promesas de campaña (supuesto humanista y anti belicista) no hizo nada por detenerla, incluso la profundizó con la ampliación y crecimiento de número de ataques de la CIA mediante sus Drones ¿Cuáles fueron los motivos para ello? Además de que Obama no era lo que decía ser, era -como todos los mandatarios- un adorno, un fusible en La Casa Blanca. El estado norteamericano y sus basamentos detrás del poder que conocemos como el “estado profundo”, es desde donde se dictan los lineamientos de la Unión y no de lo que diga un mandatario pasajero.

Biden ha tomado una decisión que ya le esta causando fuertes cuestionamientos y presiones internas para que lo reconsidere. El “síndrome de Saigon” flota en Washington y eso es algo que los estadounidenses conocen y resienten como un síntoma y recordatorio de una guerra perdida. Pero más bien habría que hablar del “Síndrome de Bagdad” ya que, si bien no salieron huyendo en desbandada por una coordinada y sostenida presión de la resistencia iraquí, las consecuencias humanas (que tratan de ser investigadas ante la Corte Penal Internacional) y los costos materiales de esa ocupación hoy siguen siendo un tema que en Washington nadie quiere tocar.

Pero, aunque Joe Biden haya decidido que el 11 de septiembre próximo sea la fecha en que deben salir todas sus tropas del país asiático, hay sospechas de que ello solo es una estratagema (que implica un plan sucio) que ha sido planificado con mucha antelación, tal vez cinco años antes, por el Pentágono y la CIA. Entonces, si tomamos esta hipótesis como factible, toda la controversia pública que rodea a esta medida del presidente Biden solo es una cortina de humo que oculta una ofensiva sigilosa y encubierta y al mismo tiempo, pretende engañar a la ciudadanía estadounidense, a la opinión pública global y por supuesto, a los talibanes.

Según informes la situación en el terreno es como se ve en este mapa en donde todo lo verde representa las posiciones territoriales ganadas hasta el presente por el Talibán siendo las rojas, naranjas y amarillas las que aún responden al gobierno de Kabul.

En este sentido, el engaño podría consistir en que misteriosos ataques contra sitios públicos e incluso contra puestos militares se multipliquen de forma alarmante en momentos previos a la fecha de salida o bien, que una vez que las tropas salgan del territorio al poco tiempo comiencen a operar nuevos actores que rivalicen con el Talibán.

Estas especulaciones tienen fuertes fundamentos y creemos que los mismos talibanes como las agencias de inteligencia de la región (en especial de Irán y Rusia) sospechan de la veracidad estos anuncios. No hay que perder de vista que la denominada “lucha contra el terrorismo” en realidad enmascara una compleja planificación establecida sobre las bases de la llamada doctrina “Rumsfeld/Cebrowski” -puesta a rodar desde 2001- y que ha sido el eje central e invisible de la política exterior de intervención estadounidense. Mediante ella y manipulando los conflictos políticos, étnicos y religiosos se busca establecer el caos en ciertas regiones del globo para instaurar gobiernos débiles, con funcionarios manejables y dependientes de la ayuda de Washington. Iraq es el ejemplo de ello argumentando como eje central de su permanencia, una falsa “guerra sectaria”.

Y es precisamente la experiencia de Iraq la que hace nacer estas sospechas. Cuando Obama anunció el retiro de las tropas en agosto de 2011 se produjeron las mismas controversias internas y discusiones en el seno del Pentágono que, mostrada por los medios como compulsas de la vida democrática, en realidad solo maquillaba una incontrolable situación en el terreno imposible de manejar y la necesidad de aplicar una nueva estrategia valiéndose de nuevos elementos tácticos que harían lo que las tropas regulares no pudieron lograr. Fue así que sorpresivamente hizo su aparición el “Estado Islámico” (ISIS). No solo la resistencia era un problema que no podía ser erradicado sino incluso, la brutalidad y corrupción de sus títeres en Bagdad era tan evidente que estaba justificando las rebeliones populares en en centro norte del país que cada día ganaban más apoyo de los iraquíes. Para febrero de 2011 la situación era insostenible y en ese marco es que se producen los masivos levantamientos como una extensión de lo que estaba sucediendo en el norte de África y que los iraquíes denominaron como “La Revolución Iraquí”.

Para finales del 2011 precisamente tras la salida de los estadounidenses las poblaciones de la provincia de “Al Anbar” aumentaron sus manifestaciones reclamando el fin de la brutal opresión que ejercía el régimen colaboracionista de Nouri Al Maliki. Aquello se conoció como la “Primavera Iraquí” (“Iraqi Spring”) que fue acallada en los medios angloestadounidenses teniendo como única vía de difusión las redes sociales de Youtube y Facebook las cuales (son funcionales a la CIA y la NSA) curiosamente, permitieron por un tiempo su actividad política hasta que ello dejo de ser conveniente para el Departamento de Estado y del Pentágono. Señalamos esta curiosidad ya que durante la ocupación angloestadounidense (2003-2011), dichas plataformas (controladas desde Silicon Valley por las agencias de inteligencia) censuraban y borraban todos los videos que la resistencia iraquí subía a la red.

Pero la brutal represión del régimen colaboracionista (Dawa) no se detuvo e incluso, la profundizó causando más encono y resentimiento entre los iraquíes suníes quienes dispuestos a ponerle fin a ese estado de cosas, se organizaron en una resistencia política y militar que para 2013 ya se extendía a todo Iraq.

Esto estaba incomodando a Washington pero no por razones humanitarias o de respeto a la legalidad internacional. Al Maliki y sus acólitos acostumbrados a la impunidad que los mismos estadounidenses le habían garantizado durante la ocupación, creyeron que podían aplastar a la disidencia sin ayuda, aún a costa de los planes estadounidenses. Aquello fue un error de juicio que los estadounidenses explotarían. Para La Casa Blanca Al Maliki y su régimen se había convertido en un inconveniente que estorbaba los planes que se estaban implementando en Siria y fue allí donde surgió la pregunta ¿Qué hacemos con Al Maliki y toda su estructura política? Y la respuesta se vió con lo sucedido a posterior.

En ese contexto y aprovechando el caos imperante, la CIA con la cooperación de sus socios saudíes y jordanos -que ya venían trabajando con las bandas de mercenarios proxies en Siria- apoyó este movimiento revolucionario contra Al Maliki y su régimen (además de proveer armamento y equipo) permitiendo que poco a poco se fueran estableciendo contactos entre los lideres de esta revolución (algunos de ellos miembros de la inteligencia del Partido Baas) y los organizadores del “ISIS” que aún estaban en fase de entrenamiento en la frontera sirio-iraqui del desierto del “Sham”. Todo esto obviamente se venía gestando clandestinamente y a espaldas no solo de Al Maliki y su gobierno sino del pueblo estadounidense. Fue así como Washington mientras por un lado mostraba el grueso de sus tropas regulares salir hacia Kuwait, continuaría sus planes por perpetuar la ocupación sin usar a sus militares.

Creemos que la misma táctica se intentará recrear en Afganistán, la cual tiene precedentes cercanos en el tiempo. Uno de ellos precisamente fue el fracasado intento de instaurar una subsidiaria del ISIS con elementos traídos de Iraq y Siria que bajo la denominación “Jorasán” (sacado de la escatología islámica), operarían como supuestos “muyahedines” bajo la dirección de militares estadounidenses e israelíes con el fin de rivalizar y sembrar las divisiones entre las filas del Taliban.  Pese a ello, los intentos por lograr esos resultados han fallado e incluso muchos de estos mercenarios árabes y extranjeros cayeron prisioneros del Talibán descubriéndose una parte sensible de toda esta maniobra.

Al poco tiempo el jefe de operaciones de la CIA en la región Michael D´ Andrea era eliminado por el Talibán al derribar el avión en el que viajaba. D´Andrea era uno de los responsables de varias masacres de civiles afganos y pakistaníes y con participación en sesiones de torturas y ejecuciones sumarias contra prisioneros. Su muerte fue un poco de justicia por tantas aberraciones pero más bien significó un mensaje político claro para Washington. Pese a la deliberada superficialidad en el tratamiento mediático de este evento, en el Departamento de Estado y la Agencia de inteligencia cundió la consternación ante semejante golpe y muchos creyeron en ese momento que “alguien” ayudo a los talibanes para ubicar con precisión la ruta del avión de la CIA centrando sus sospechas en la inteligencia iraní e incluso el GRU ruso.

Pero la realidad es que los estadounidenses creyeron que no caerían en la desgracia que sus predecesores soviéticos y se equivocaron. Cuando las ISOF comenzaron a sufrir bajas sin solución de continuidad, a perder el control de la situación en el terreno y tratando de recrear las experiencias en Iraq, la CIA y otras agencias aliadas (entre ellas el Mossad israelí) comenzaron a montar engaños como el ISIS solo que adaptados a la idiosincrasia afgana. Pese a ello, los talibanes siempre demostraron estar un paso delante de estos embustes, desarmándolos en varias ocasiones.

Ante esta realidad, el anuncio de Biden parece conteste y creíble, máxime si tenemos en cuenta la cumbre que tuvo con Vladimir Putin donde entre otros temas se trató la situación de Afganistán. Pero si tenemos en cuenta los antecedentes intervencionistas y en base a lo que devino en Iraq tras aquel supuesto retiro de tropas del 2011, nadie puede dejar de sospechar que Washington dejará preparada alguna sorpresa oculta para que genere esa estrategia que tanto se ha empeñado en desplegar durante todos estos veinte años y que no es otra que la del caos y la destrucción. Si bien todavía no se han retirado todas las tropas y la cobertura aérea sigue operativa, aún así el Talibán avanza desde todas las direcciones sin que nada lo detenga. Las predicciones de los informes de inteligencia no son de lo más prometedores y auguran que el régimen títere de Asharaf Ghani colapsaría en menos de seis meses de que los estadounidenses se hubieran retirado. Por si las dudas, el helipuerto de la embajada en Kabul ya esta siendo acondicionado para contener una posible marea humana de afganos colaboracionistas quienes aterrados por su suerte querrán huir del país.

  

domingo, 20 de junio de 2021

 

“EL INICIO DE UNA NUEVA ERA”

¿Qué significara para el mundo lo resuelto entre EEUUy Rusia en la cumbre de Ginebra?


Por Charles H. Slim

El desarrollo de la última Cumbre entre Vladimir Putin y Joe Biden en Ginebra ha dejado entrever que muchas cosas han cambiado y otras van en vías de hacerlo en el actual escenario internacional. No solo las palabras de los mandatarios revelan en donde se encuentra cada uno de sus países sino más bien, sus gestos y las posturas que cada uno de ellos tuvieron al momento de entrevistarse. También quedo en claro, que la prensa occidental en particular la angloestadounidense no logró sembrar las dudas y las suspicacias contra Rusia y China tal como se lo dejaría entrever el mismo mandatario ruso en una entrevista concedida antes de la cumbre a la cadena estadounidense NBC News.

Biden venía de reunirse con sus colegas de la OTAN en Bruselas y particularmente con los británicos en la cumbre del G-7, con lo cual quedaba claro que era el portador de una visión colectiva que trataría de imponer a su interlocutor ruso.

Pese a que la cumbre transcurrió en un ámbito de cordialidad, no hay que olvidar que la relación bilateral se ve trabada desde que Washington aumento las sanciones comerciales, agravadas por los insultos de Joe Biden contra Vladimir Putin que culminó con el retiro mutuo de sus embajadores. Pese a ello, primó la cordialidad, aunque eso no obstó a que se mantuvieran las discrepancias y hasta en algunos temas puntuales, cierto aire de advertencias rayando en amenazas cruzadas. Antes tenemos que ponderar donde esta parado cada uno para ver como puede evolucionar esta relación.

Entre el final del siglo XX y comienzos del actual se fue montando y ejecutando un extenso plan geopolítico y estratégico diseñado en Washington con la expectativa de consolidar el Nuevo orden fundado por el entonces presidente George H. Bush en 1990 por la vía de la hegemonía global instaurando el caos y la inestabilidad en la periferia de sus adversarios. Sin un rival como la URSS no había límites posibles para las aspiraciones de Washington y fue así como sus Think Tanks bajo la influencia de sionistas como Paul Wolfowitz (quien en 1993 trazó la idea en un paper), Richard Perle, Donald Rumsfeld entre otros comenzaron a trazar los lineamientos de un ambicioso plan global denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (The project for the New American Century -PNAC-).

Con ello, los neoconservadores y sus aliados sionistas (pro-Israel) establecerían cien años de prosperidad (controlando y usufructuando rutas comerciales y los recursos energéticos de los países en la mira) para la economía norteamericana que obviamente, solo los beneficaría a ellos. Pero ese plan no funcinaría sin una crisis político militar de alcance global. Fue por ello que los ataques del 11/S en 2001 fueron tan inexplicablemente convenientes para justificar a posteriori la creación de decenas de agencias de inteligencia, equipos especiales para operar en el exterior, grupos de poder (como el NEPDG National Energy Policy Development Group, de Dick Cheney) y beneficiar a emporios particulares (como Halliburton, EXXON, Hunt, Hillwood, Texaco y muchas otras) con las intervenciones bélicas en Asia central y el Medio Oriente y de las cuales -impulsados a posterior por la administración demócrata de Obama y Biden- se fueron escindiendo otras secuelas como fueron la intervención y destrucción de Libia, la agresión contra Siria y la aparición del bulo “Estado Islámico” en Iraq para consolidar los planes de ese “Medio Oriente Ampliado” pergeniado por el Pentágono y la secta neocon.

En ese interludio temporal, EEUU creía que no tenía oposición para imponerse. De hecho, quedó claro que no la había y como se vió, a la vista impertérrita de Naciones Unidas aplastó sin misericordia tanto a Afganistán en 2001 como a Iraq en 2003 para paso continuado tratar de crear circunstancias similares (con la instigación de Israel) para intervenir militarmente en Irán. Igualmente, no obtuvo los resultados esperados y ello lo arrastro a las actuales consecuencias como es el rotundo fracaso por destruir a Siria (que significa el fracaso de Arabia Saudita) y con ello la perdida de su hegemonía en la región.

Hay hoy día una nueva constelación de actores internacionales, de potencias podemos decir, son las que se disputan el dominio global. El Reino Unido por ejemplo ha comenzado a dar los primeros pasos para recuperar su potencialidad sin depender de los EEUU y eso es algo que en Washington ya acusaron recibo. Esta es la foto que se vió en la cumbre del G-7 y en la cual EEUU no es más que otro de estos actores. Incluso pareciera una curiosa similitud la personalidad y las gesticulaciones del presidente Biden y el estado actual de los EEUU. Pero el 16 de junio en Ginebra el mandatario norteamericano estaría solo y tendría de alguna manera, que intimidar a su par ruso, algo que no se vio en la entrevista que ambos tuvieron.

Pero las expectativas de Biden ya habían sido reveladas anteriormente. Fue el 3 de mayo, antes de que se reuniera la cumbre del G-7, los cancilleres Anthony Blinken del Departamento de Estado norteamericano y su colega británico Dominic Raab aseveraron en rueda de prensa que la cumbre tendría como uno de los objetivos, ponerle límites a Rusia y a China, aunque como lo han comentado algunos especialistas eso no se vio en la cumbre del grupo. Pero más allá esta declaración conjunta y de las bravuconadas previas de Biden contra su par ruso, en Ginebra se lo vió nervioso y poco preparado para encararlo frente a frente, algo muy diferente en el gélido Vladimir Putin quien como lo había anticipado y pese a esas imposturas personales, dejó en evidencia que no dejará de bregar por el buen entendimiento y las buenas relaciones en el marco del respeto al derecho internacional. En este sentido, Putin también dejo en claro su responsabilidad de mantener una estabilidad estratégica con EEUU haciendo especial incapie en lo referente a la medición de fuerzas nucleares y recalcando que son los EEUU quienes en agosto de 2019 abandonaron el Tratado de Misiles de Medio Alcance (INF), quienes mantienen una continua política agresiva, los que movilizan tropas en territorios extranjeros próximos a Rusia y no a la inversa.

También dejo en claro que las acusaciones sobre ciberataques supuestamente ejecutados desde Rusia (que los medios angloestadounidenses acusan de forma continua) contra la infraestructura de servicios, son un infundio aclarando que Washington (el gobierno federal) tiene la información clara y puntual de que la mayoría de estos actos se realizan desde el mismo territorio estadounidense, canadiense e incluso desde la Unión Europea. Estas acusaciones mediáticas tuvieron su inicio con la novelada y ficcionada intervención de la inteligencia rusa que -según los partidarios de Hillary Clinton y una parte del arco mediático- habría hackeado el conteo de votos propiciando el triunfo de Donald Trump, un hecho que nunca pudo ser comprobado al día de hoy.    

Putin no se ahorró palabras en contestar a Biden sobre sus puntos de vista sobre considerar a Rusia como “un enemigo” y las contradictorias intensiones de Washington de seguir “apoyando a los sectores internos que buscan la democracia en Rusia” señalándole con incisiva firmeza esa incoherencia ya que, si Rusia es considerada un enemigo ¿A quiénes apoyará entonces EEUU dentro de un país que considera enemigo? Dejando en evidencia, además de la inconsecuencia discursiva, que Moscu esta al tanto de las actividades subversivas y de desestabilización que se despliegan en su país.  Esto dejo mal parado a Biden y sus colegas que intentaban simular las molestias que ello le ocacionaba.

En todo momento Putin se refirió de Biden como “socio” y ello no era una actuación políticamente correcta o cosa semejante. Vladimir Putin sabe muy bien que Washington necesita de Rusia para tratar de controlar las expectativas de una ampliación de la influencia política y comercial china sobre todo Asia y en especial sobre Eurasia. En este sentido, Washington estaría dispuesto a deponer sus intromisiones sobre el asunto de Taiwan a cambio de que China deje de expandirse algo que creemos es ilusorio. Agregado a esto no hay que olvidar el asunto del SARS-COVID que a estas alturas nadie duda de su origen artificial (tesis antes ridiculizada), es motivo de controversias y acusaciones cruzadas aunque, para dilucidar el asunto cabría determinar quienes han sido los autores o el lugar preciso donde se ingenierizó este virus. Joe Biden concurrió a la cita porque necesita establecer o más bien, negociar nuevas reglas con una Rusia potente y con expectativas de seguir creciendo en su influencia geopolítica tanto regional como global.

Pero al mismo tiempo a Rusia le conviene esta proposición ya que, la estabilidad es un factor importantísimo para el desarrollo y crecimiento sostenido de la Federación aunque no hay que caer en la creencia simplista de que Moscu vaya a obstaculizar las aspiraciones chinas para favorecer a EEUU; claro que no, todo tiene un precio y ello lo sabe muy bien Biden y su gente. Además, queda claro que Putin no es un mandatario de una republiqueta al cual puedan presionarlo para usarlo como mejor les venga en gana.

Vladimir Putin pudo plantarse en paridad con su homologo estadounidense ya que tiene bases suficientes para ello. En los escenarios bélicos convencionales como el creado en Siria, Rusia ha demostrado su indiscutible peso político y militar para erradicar las bandas “yihadistas” reclutadas por el Pentágono y la CIA, algo que los sirios ya saben y en consecuencia reaccionan contra la presencia de las tropas estadounidenses que aún pululan por el norte. También lo ha demostrado en la última crisis palestina poniendo límite a las bestialidades del régimen sionista obligándolo a detener sus acciones contra la población civil de Gaza algo que le costo el poder a Netanyahu.

En lo que hace a las capacidades militares no convencionales la Federación está por encima de las capacidades de los EEUU y ello quedó comprobado con la presentación en marzo de 2019 de nuevos sistemas anti misiles y misiles balísticos de alcance global que horrorizaron a los jerarcas del Pentágono y del Departamento de Defensa ¿Y el por qué de ese horror? Porque saben que funcionan y no tienen defensas contra ellos con lo cual Rusia adquirió con ello una capacidad de negociación que no puede ser ignorada por Washington.

Es por ello que la cumbre de Ginebra es sin dudas el inicio de una nueva era en las relaciones geopoliticas entre EEUU y la Federación rusa que no estarán exentas de tironeos y los intentos de la OTAN por extender sus dominios al este, pero no podrán hacerlo de forma voraz brutal como lo han llevado a cabo en otras latitudes.  

 

 

 

 

miércoles, 16 de junio de 2021

 

“AN INVIABLE GOVERNMENT”

The consequences of the last arm wrestling between Tel Aviv and the Palestinian resistance was undoubtedly the cause of Netanyahu's departure from power in Tel Aviv, but will it be for the better or for the worse?


By Yossi Tevi

It was the last order that sealed his political fate. Certain that he would continue to count on the customary impunity to exercise power without measures over the Palestinian population, Prime Minister Benjamin “Bibi” Netanyahu with the advice of the head of the “Shin Bet” and his war cabinet ordered the bombing of the news offices that were located in the towers of "Al Jawhara" and "Al Shuruk" and the preparation for a land invasion to definitively end "Hamas" and consecrate a total and definitive occupation. No one objected to the first, but with regard to the invasion not everyone agreed since such an operation would imply a cost in human lives (especially their own) unpresentable for public opinion.

Likewise, "Bibi" as a good autocrat -a term used Manicheanly by Biden's obsequious- was confident and determined to win over the extreme right-wing sectors of the Jewish population, who trusted that he would do whatever was necessary to comply as he often commented with some of its officials "with the wishes of our fathers who founded the state of Israel." Another objective was to distance himself from his old colleague Naftali Bennett, another far-right and practicing Jew who, turned into a contender with his “New Right” group, had been positioning himself very well before the first incidents broke out in Sheikh Jarrah.

This is how Netanyahu decided to risk everything for everything, using as an excuse that the arrival of his adversaries to power would endanger the stability and very existence of the state. Bennett, a wealthy die-hard religious Zionist who not long ago claimed that killing Arabs was of no consequence and that he aspires to take over the West Bank makes many wonder how he is different from Netanyahu? Apparently the differences, regardless of whether or not one is a "devotees", pass through the view that each one has on their political role to contribute to the Zionist cause and the means with which they will support the state of Israel. But without a doubt that the leadership at the head of a messianic like Naftali Bennett does not give rise to tranquility and, on the contrary, brings very bad omens (many more than those they endured with Netanyahu) for the Palestinians.

Likewise, the fighting within Zionist political circles is fierce to such an extent that rumors circulate that occult rituals of Pulse Denura (death curse) are resorted to, which is nothing other than Jewish black magic. We must not lose sight of the fact that this is a power struggle between the most extreme sectors of the Israeli right -secular and religious- and this is not good news for those who expect some sign of pacification. That is why Netanyahu knew where to touch to raise the stakes and for this he had the resources provided by the state and from his supremacist discourse, he promised to make them available to the greatness of the Jewish people. Once again, "Bibi" appealed to the discourse with messianic content that extremist Zionists both in Israel and in the US are so pleased to hear, but undoubtedly with greater interest in dazzling the latter who are the ones who contribute with their pressures and contributions to the state funding.

When Hamas leader Islamil Janiyeh denounced on television the fraud and arbitrariness that was being perpetrated in Sheikh Jarrah and called on the Palestinians to revolt, he undoubtedly struck a chord with the Tel Aviv bully who as usual and to give a lesson. , ordered to cut the transmissions by bombing the facilities of "Al Aqsa TV" that were in the complex of "Al Jawhara" and "Al Shuruk" in central Gaza. This action not only cost the life of a journalist but also that of several children from a family that lived in the sector. At that moment "Bibi" must have thought "my supporters are watching me and expect an iron determination from me" without being interested in the least in the criminality that attacking journalists represented, much less killing innocent civilians. Of course, these fanatical Zionist sectors and with an increasingly important penetration in the Knesset, celebrated this determination of this "prophet" of the Great Eretz and welcomed and blessed the carnage they were about to cause.

The decision of the Israeli court ordering the eviction of Sheikh Jarrah's Arab families to hand them over to the Jewish settlers was the spark that set off everything. This type of arbitrary decisions that Israel has imposed de facto on its occupants for years, have been the daily bread and the demonstration of an international legal anomie that has not been (or has not wanted to be) advocated by the United Nations. This is another facet of the colonialist and expansionist plans of a state that exercises the occupation of foreign territories without being understood by the general laws. On this it is worth asking: Why do the Palestinians not have the right to their own administration of justice? Do courts of an occupying force have jurisdiction and competence over their occupied? Is the exercise of these jurisdictional powers legitimate and legal under these conditions?

But Bibi did not count on the unison and general uprising of the Arab-Israelis from all the populations that live in the interior towns. Although the uprisings in the West Bank were massive and bloody, to counteract them the Israelis had the help of the Palestinian police forces of the PNA, causing the deaths of 11 Palestinians and costing old Mahmmoud Abbas the little respect he enjoys outside there. It was the beginning of the end for Bibi.

Netanyahu and his supporters realized that they had screwed up by trying to belittle the loyalty of Arab-Israelis to their roots, which are a significant portion of the population. To try to stay in power, Bibi needed to reach an agreement with Arab parties, despite the abhorrence that this causes to the extremist sectors that supported him. In Tel Aviv, the most pragmatic Zionists know that ending all the Palestinians would not only be militarily and politically impossible, but also economically intolerable since Israelis benefit from the workforce of their occupied through the proportion of jobs that wealthy citizens do not want. perform. Simply a lousy business.

Bibi's unpopularity had been on the rise for months. His prosecutions along with his wife as customary con artists were embarrassing a part of the Jewish community while others care little if their political leader is a white-collar thief or a simple con man as long as he maintains the security and prosperity of their economies. It was for this reason that the settlers of the illegal settlements and in particular those that border the Gaza Strip, blindly gave a vote of confidence to such an ethically reprehensible prime minister. But on the outcome of your Apartheid policies, was there any moral itch among Israelis for your government's actions against the Palestinian population? Until what happened in Sheikh Jarrah and the brutal bombings on Gaza, except for left-wing activists and independent humanitarian NGOs, few were the ordinary Israelis who protested for this reason, but it became part of the massive popular discontent that soon developed. in street demonstrations with thousands of Israelis brandishing Palestinian flags not only in Tel Aviv, Haifa or Jerusalem but also in London and New York and in other EU countries calling for an end to the occupation.

To make matters worse, as has been leaked from within Netanyahu's own cabinet, the effectiveness of the anti-missile system "Iron Dome" has been much debated and the conclusions about the bombings against Hamas military infrastructure yielded an unjustifiable failure.

Netanyahu and his cabinet ended up collapsing and today a new coalition arrived in their place, undoubtedly much more dangerous and damaging to the integrity and rights of the Palestinian population; in short, for regional peace. Given this, how viable is a government of religious extremists for the subsistence of the state of Israel?

 

viernes, 11 de junio de 2021

 

“LA ACCION ESTRATEGICA POR SOBRE LA PROPAGANDA”

Cómo la acción política de la administración Putin ayudo a Rusia y a su gobierno a sobreponerse a la insidiosa propaganda occidental

 

Por Charles H. Slim

Durante toda la segunda mitad del siglo XX hasta una década antes de finalizar el siglo XX, el denominado bloque del “mundo libre” (EEUU y la UE) basó sus políticas de contol hegemonico hemisferico en una gran propaganda política anti-comunista que con el paso de los años prosiguió convirtiéndose en una de carácter arabofoba y anti islámica que para comienzos de la segunda década de lo que va del siglo XXI, retomo aquella aversión esquizoide hacia el oriente eslavo nada más que esta vez para ser abiertamente anti-rusa.

Pese a que la elite político-financiera de Washington se llenaban la boca discursando sobre la democracia y la libertad, su proceder en política exterior siempre estuvo teñido de prejuicios oscurantistas y estigmatizaciones direccionados a conquistar sus objetivos geopolíticos, entre ellos Eurasia.

Esto ya se advierte desde que el gobierno de Vladimir Putin tras estabilizar la política doméstica de una incipiente Federación empezó establecer relaciones transhemisféricas con América Latina y el Caribe, en especial desde 2006 con Venezuela y a posicionar a Rusia en los grandes temas globales, en esos que Washington no quería que nadie (salvo sus socios) tuvieran incumbencia.  Para ello Putin puso especial interés en reconstruir el músculo del estado, es decir sus Fuerzas Armadas que tras la caída de la URSS y durante la administración de Boris Yeltsin se habían deteriorado a tal punto que estuvieron por desintegrarse. Esta empresa no estuvo exeptuada de trabas y desafíos (asunto del submarino “Kursk” en 2000) que igualmente no detuvieron la planificación trazada. De esa forma se reactivaron las usinas tecnológicas y científicas para el desarrollo de una defensa moderna y acorde a las nuevas amenazas globales que con el devenir de los años, dejó a Putin como un visionario a la vista de los eventos que han ocurrido, demostrado con creces su eficacia militar y política.

De esta manera los frenos puestos a los intentos expansivos de la OTAN sobre el Mar Negro (incidente del USS “Donald Cook” en abril de 2014), sobre Eurasia en 2014 y su entrada en Siria en 2015 para apoyar a la república árabe de Siria para combatir el terrorismo, fueron vitales para cambiar de forma radical el balance estratégico y geopolítico global. A partir de allí Rusia comenzó a ser señalado por la intelectualidad anglosajona y sus obsecuentes repetidores en sudamerica como el villano del nuevo escenario internacional abandonando definitivamente aquella caricatura holliwoodense de aliados que tantas películas pretendían mostrar desde la desintegración de la Unión Soviética.

Los tiempos han cambiado y por suerte para Rusia, también sus gobernantes. Aquel relato simplón y maniqueo de una Rusia pos-soviética que se transformó en una democracia gracias a Washington hace tiempo se acabo. Los orquestadores de está propaganda ya no cuentan con personajes pintorescos (y convenientes) como Gorvachov y Yeltsin que (bajo los auspicios de supuestos beneficios del libre mercado) abrieron las puertas a los especuladores financieros de la banca neoyorkina para que asociados con los grandes oligarcas rusos que se beneficiaban de las reformas aperturistas y el desgobierno de Boris Yeltsin, convirtieran a Rusia en un garito del este europeo.

Pero desde que Vladimir Putin llego en mayo del 2000 al poder administrador del Kremlin comienza una lenta y profunda reforma del estado que llegará a consolidar un estado saneado, con mayor organización y eficiencia a nuestros días. Entre tanto no se debe olvidar que por ese año EEUU daba rienda suelta a sus ambiciosos planes desplegando los primeros pasos del denominado “Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense”, un megalomano emprendimiento ideado en 1997 por el sector de intelectuales del neocon y sus socios sionistas que tenía como objetivo el apoderarse de los recursos petroleros y rutas estratégicas de comercio de Asia Central y el Oriente Medio siendo necesario para ello, destruir un listado de países árabes-islámicos. Fue así como se ingenierizó una estrategia de penetración denominada como “lucha contra el terrorismo” que además de servir de puerta para ingresar a estas regiones y ejecutar estos planes, persigue un fin en si misma como es la de perpetuar la guerra y el caos.

Así es como La Casa Blanca en sus diversos periodos ha venido manejando su política exterior, tratando de liderar los asuntos globales con el mero uso de la intriga, el chantaje y la fuerza militar. Los ejemplos de ello sobran y podemos verlos desde hace setenta años hasta el presente. Esto revela una gran falla en el discurso “democrático” de la intelectualidad que ha sustentado y aún sustentan el liderazgo de los EEUU en el concierto internacional. Incluso más, miles de palabras, libros y artículos que se han dedicado para sustentar esa imagen idílica de potencia moral y política que se cayó a pedazos tan pronto terminó de asentarse el polvo de las Torres Gemelas en 2001 quedando definitivamente sepultada con la sanción de leyes como la “Patriot Act”, las que  incrementaron de forma desproporcionada el presupuesto para financiar nuevos organismos de seguridad e inteligencia con los cuales se implementaron las invasiones y ocupaciones que a su vez se ejecutaron incontables casos de torturas, violaciones y muertes que dicho sea de paso, no son para nada una anécdota histórica y los cuales desde hace un tiempo están en la mira de la Corte Penal Internacional.

La dirigencia rusa y en particular el mismo Vladimir Putin sabían que si permanecían sentados en los escombros de la otrora potencia que habían sido en el pasado, la OTAN se extendería sin ningún limite. Fue así que mediante una mística que mezclaba el orgullo nacional y los laureles miliares de la era soviética se fue conformado un “culto de la victoria” que obra como la ideología en la vida política de la nueva Rusia.

Hoy por hoy, tras la aparición de una pandemia que ya ha quedo claro, no provino de un animalito exótico o de un mercado de comida en Wuhan (y que algunos consideran como un “golpe de estado global”), el mundo luce reconfigurado y los contenedores más importantes (entre ellos Rusia) están a plena marcha y avanzando en sus asuntos estratégicos. En este contexto el gobierno de Putin no flaqueo ante las presiones occidentales que (dirigidas desde Washington) se imprimieron mediante sanciones comerciales tratando de condicionar y retrasar los avances económicos de Rusia. Por el contrario, pese a la adversidad y las operaciones mediáticas para desacreditar a su persona y a su administración (entre las que se cuentan las provocaciones de Ucrania -coordinadas por el Pentágono-, la cuestión Navalni, los intentos de crear una “revolución de color” en Bielorusia y los improperios de Joe Biden) ante los ojos de sus socios europeos (en especial con Alemania), Putin logró mantener a flote su gobierno y lo principal, la confianza de socios con los cuales comparte los proyectos estratégicos más importantes para Rusia como los vinculados a la concreción de emprendimientos de desarrollo energético como es el gasoducto “Nord Stream 2” que muy pronto y tal como lo anunció Putin la semana pasada, se interconectará entre Rusia y Alemania.

También ha sabido manejar con inteligencia y astucia las relaciones con su poderoso vecino de China con quien pese a compartir los mismos enemigos estratégicos occidentales y las amenazas que estos plantan en los limites de sus fronteras, cada uno pugna por extender sus influencias político-comerciales a todo el continente. Igualmente ello no les enceguece y no caen en las instigaciones que desde los medios occidentales se instalan al conocimiento público tratando de minar las buenas y equilibradas relaciones entre ambos.

Incluso durante el impacto creado en todo 2020 por la difuminación del virus SARS-COVID-19 -ya que no ha sido un brote natural-, los asuntos políticos y militares no se detuvieron; por el contrario, algunos de estos grandes actores aprovecharon el confinamiento total para realizar sus movimientos en regiones estratégicas con la esperanza de obtener un éxito relámpago. El sorpresivo inicio de las hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán el 12 de Julio 2020 es un ejemplo de ello. Las reveladas gestiones clandestinas de elementos del MI-6 británico con sede en Turquía para crear este chispazo -generado por un ataque desconocido- dejó bien claro que en Washington (y sus socios de la OTAN) no dormían, pero al poco tiempo les dejo ver que se equivocaron en creer que Rusia no reaccionaría.

Así como hizo que Vladimir Putin tomara una pronta intervención en lo que estaba sucediendo (y que muchos calcularon mal sobre sus reales intensiones), le dio a Rusia un papel protagonico en el abordaje y la distensión del conflicto sacando de la escena a los miembros de la OTAN que impostarían por los medios una preocupación por las consecuencias humanitarias ante una posible escalada regional, algo que en realidad estaban buscando para saltar a la arena. Ese mal cálculo además ayudo involuntariamente a que Azerbaiyán arrollará a las tropas armenias y recuperase el enclave de Nogorno Karabaj y otros territorios que habían sido anexados por los armenios (tal como Israel anexó los territorios ocupados palestinos) algo que actualmente es motivo de una profunda crisis existencial para Armenia como estado.

Durante los años que duró el conflicto entre ambos y mucho más desde finales del siglo XX, occidente y sus usinas de propaganda (incluyendo a Israel) usaron a los armenios y su trágica historia como el estereotipo de los “buenos y perseguidos cristianos” del caúcaso rodeados por naciones islámicas hostiles y una Rusia ortodoxa que seguía manteniendo el espíritu hegemonista de la URSS. Obviamente, una imagen deformada y coloreada para el consumo de los lectores incautos en occidente ya que, los armenios aprovechando las circunstancias del momento se habían apropiado por la fuerza de territorios de sus vecinos azeríes obligándolos a abandonar sus propiedades y desplazarse a campamentos de refugiados. Ni los armenios eran los buenos de la película, ni las intensiones de Occidente fueron sinceras en sus aparentes preocupaciones por las consecuencias humanitarias, la descripción del conflicto y mucho menos en lo que respecta al marco circunstancial en el que se desató.

En este marco Turquía -un rival épico de Rusia- aprovechó para realizar sus movimientos con veladas expectativas de imponer su propia geopolítica “pan islamista turcomana” los cuales por cierto, se vieron limitados por la inmediata reacción e intervención de Rusia que impidió que Erdogan alentara una escalada regional.

Como sea, Rusia terminó por establecer un Status Quo en la región mediante maratónicas gestiones diplomáticas y negociaciones para estructurar el buen entendimiento con Armenia y Azerbaiyán y al mismo tiempo entre ambos. Como primera medida, Moscu pisó el terreno estableciendo refuerzos militares -y sin dudas de inteligencia- que impedirán cualquier nueva aventura futura o misteriosa provocación -mediante alguna operación de Falsa Bandera- destinada a reiniciar las hostilidades. Para Moscu preservar la paz y cortar de gajo cualquier intento desestabilizador tiene una gran importancia en vistas de asegurar no solo la paz en su frontera caucásica sino, cuidar el estratégico y muy lucrativo negocio energético junto a Bakú algo que Ankara pretendía acaparar. Sobre ello la Unión Europea que necesita del abastecimiento del gas ruso y del azerí (por el gasoducto Transadriático), prefiere que sea Rusia quien controle la situación en el terreno antes que la Turquía de Erdogan.

En similar postura se mostro Vladimir Putin con la crisis desatada en Palestina tras los intentos de Tel Aviv por arrebatar las propiedades de familias árabes palestinas del barrio Sheikh Jarrah para entregárselas a los colonos ultraderechistas. Cuando Israel se exedió en su respuesta y trato de silenciar las denuncias del representante de Hamas atacando el edificio donde estaban las oficinas de medios en Gaza, el gobierno ruso fue claro y contundente al emplazar a Tel Aviv a detener los bombardeos sobre Gaza y fue así como Netanyahu no tuvo otra alternativa que suspender sus anunciados planes de invadir la Franja.

¿De dónde proviene ese poder de persuasión de Rusia? Sin dudas que de años de gestionar un crecimiento paciente, perseverante y continuado que ayudó a recuperar las bases del poder real que se perdió con el desmoronamiento de la URSS en 1991 y que Vladimir Putin fue reconstruyendo ayudando a poner la Federación rusa y al este europeo en la mesa -a pesar de Washington y Londres- de las grandes decisiones políticas internacionales.