“ANTES
DEL COLAPSO”
De
separatistas Mapuches al G-20, el cambio climático y un final abierto
En
un idílico paraje de bosques y montañas en la Patagonia argentina, donde
cualquiera diría que es su lugar de tranquilidad y recogimiento en un mundo
agitado, se ha instalado la violencia y el terror creando esa sensación de que
nada volverá a ser como antes. La provincia de Río Negro y una parte de la de
Chubut se ha convertido en el centro de operaciones de un supuesto grupo de
Mapuches que bajo el pretexto de reclamaciones ancestrales, llevan adelante
acciones criminales contra los bienes y los pobladores de las zonas más
atractivas de la provincia.
Así en El Bolsón y la Laguna Mascardi los incendios
premeditados contra viviendas y vehículos han ido creciendo sin que las
autoridades provinciales ni menos aún las federales sepan cómo controlarlo.
Para peor la situación general tras el aislamiento ha empeorado las condiciones
socio-económicas de todos los argentinos que, sumado a la inoperancia del
gobierno federal y de sus aún más que inoperantes ministros de seguridad y del
interior, irrita y desespera a gran parte de una población que ya no confía en
nadie.
Es una combinación altamente volátil que puede generar
otra cosa mucho peor si el gobierno de Alberto Fernández no toma el asunto
enserio.
Y es que tras el atentado del 22 de octubre pasado
contra el Club Andino Piltriquitrón en El Bolsón, la respuesta del gobierno
federal por este hecho y tras el pedido de auxilio de la gobernadora Arabela
Carreras fue cuando menos escandalosamente hilarante. Los argentinos ya pueden
ir intuyendo que pueden esperar de un gobierno que antepone tecnicismos
burocráticos y pseudo constitucionales para darles seguridad. La RAM es una
organización que se dirige desde una oficina en Bristol, Gran Bretaña ¿Acaso
hay alguna duda de quiénes podrían estar respaldando estas acciones? No
olvidemos que el gobierno anglófilo de Mauricio Macri poco pudo aportar a una
solución sobre el tema y creemos francamente que ello radico (y sigue
radicando) en este delicado factor británico involucrado. Como dice un colega
que justamente vive en Londres “todos tienen el culo comprado”.
Este asunto es un síntoma de la debilidad y la
ineficacia de un estado que se halla desgobernado y sin dirección. Cuando
alguien no ocupa su lugar, otros lo harán. En el mundo actual, nada esta
desconectado y esta violencia separatista de tintes indigenistas con las
reveladas injerencias externas no asombra a quienes ya hemos visto estos mismos
actores (Foreign Office y el Departamento de Estado) quienes manipulando y
agitando los conflictos interétnicos y religiosos en otras latitudes,
terminaron por desmembrar países.
Esta más que claro que el ejercicio de la soberanía
política del estado argentino se advierte muy condicionado o incluso más,
inexistente. Los comportamientos de los gobernantes de turno así lo demuestran.
La situación de inseguridad en la Patagonia que es rehuida de atender por el
propio gobierno nacional se enmarca en un contexto altamente complejo que los
mismos políticos argentinos (incluyendo a la oposición anglófila y pro-sionista)
no pueden resolver. De este modo cualquier argentino puede pensar que si la
Nación le negó asistencia a una gobernadora para combatir estas agresiones ¿Qué
puede esperarnos a nosotros?
En resumen de cuentas hay un gobierno que no gobierna.
Y ello ha quedado muy claro desde hace tiempo. Este gobierno evita por
cualquier medio hacer frente a situaciones en las que deba imponer decisiones
en pro del interés general y mucho menos hacer valer el monopolio de la fuerza
estatal. El bochorno del funeral de Maradona en la Rosada aún esta fresco en la
memoria de muchos.
Los argentinos y en particular sus políticos aún mantienen viva la tara de confundir la autoridad con la represión de los setentas (una trampa psicológica de la que ahora son prisioneros), una excusa que servido en parte para desmembrar las instituciones del país pero sin construir otras nuevas. Con el viejo truco de “derechos para todos” los políticos que llegan a la función del estado se olvidan de sus responsabilidades mediante un razonamiento mudo y tácito que sería algo así como “deberes para nadie”.
Con el correr de los años se ha generado una espiral
viciosa entre impunidad, juegos sucios y subvenciones que apuntan a mantener
una calma temporal entre el gobierno y los grupos extorsivos como los mapuches
de la RAM y muchas otras organizaciones sociales que además de subsidios cuentan
con apoyatura ideológico partidaria de funcionarios del mismo gobierno que en
teoría debe responder ante y para todos los ciudadanos.
La demagogia ha llegado a tal punto que son las
minorías quienes dictan la agenda pública a un gobierno que para peor, no
gobierna.
La convulsión y la precariedad institucional es un
continuo en la Argentina pero con el actual gobierno en medio de la actual
crisis global, ello le agrega el condimento de una total imprevisibilidad. El
país esta endeudado de tal manera que nadie puede creer que pueda cumplir con
sus obligaciones. Pero esto supera a Fernández y su gente, aunque ello no les
exime de sus contemporáneas responsabilidades. La escandalosa maniobra del ex
presidente Macri para evitar declarar como imputado en la causa de espionaje a
los familiares de la tripulación del submarino “ARA San Juan” es el
recordatorio de que el “sistema” no es confiable. Y eso lo saben muy bien
fronteras afuera y las empresas privadas o incluso gubernamentales que tratan
de invertir se cuestionan con mucha razón cuál es el grado de seguridad
jurídica que puede ofrecer un país semejante.
En lo que respecta a la administración de Fernández
poco o nada ha mejorado esta situación. Son muchos los argentinos que descreen
de la administración de justicia y mucho más cuando esta debe investigar a los
políticos y sus negociados. Las señales de La Casa Rosada al respecto no son
claras y poco ayudan a dar certezas de cambios. El aumento de la violencia
criminal urbana y del narcotráfico dejan en evidencia la falta de una real
política criminal. Para peor, el mismo presidente suele entrar en groseras
contradicciones apenas termina de dar un discurso y eso ya no es posible de
ocultarlo al público. Muchos asesores de otros gobiernos saben que cuando Alberto
Fernández sonríe no está diciendo la verdad y cuando abraza a su interlocutor y
se sonríe más te vale olvídate lo que te haya dicho.
La concurrencia de Fernández a la cumbre del G-20 se
da en medio de estas complejas circunstancias y pese a la precaria posición que
tiene frente al resto de sus colegas presentes, buscando desesperadamente la
bendición del manda más (Joe Biden) del encuentro mediante una breve audiencia
o a lo menos, una fotografía que le dé un aval ante los acreedores
internacionales. Lamentablemente, Argentina como pretenso país emergente poco
ha demostrado alguna vocación por emerger y más bien, como se ven las cosas (con
ejércitos de desocupados y piqueteros subsidiados que poco quieren colaborar
con reestructurar su país) va camino a sumergirse aún más en la anomia y la
desorganización política que sin dudas ayudara a que intereses externos, por un
puñado de dólares tomen el control absoluto de la infraestructura de un
maltrecho y corroído estado nacional.
Hay muchas necesidades no satisfechas para los
argentinos, la mayoría que por el orden público que representan (la seguridad y
la defensa) son competencia del estado nacional que deben ser resueltas o
terminaran siendo abordadas por organizaciones para-estatales con apoyo externo
¿Acaso la seguridad pasará a manos de empresas privadas trasnacionales o quizás
peor, a manos de estructuras de otros estados?
En este contexto, el mandatario de un gobierno supuestamente “peronista” (que no se sabe bien lo que significa hoy día) con incoherencias discursivas constantes y faltas a la verdad en sus discursos más que escandalosas y en vísperas de elecciones legislativas el 14 de noviembre con pronósticos poco favorables, poco o nada puede conducir a una certidumbre sobre cuáles serán sus políticas para sacar al país del atolladero en que está y eso no puede predecir algo positivo.