jueves, 5 de noviembre de 2020

 

“POLITICA DE LA IMPOSTURA”

Por qué el presidente francés Emanuel Macron no busca solucionar el racismo y la islamofobia que anida en su sociedad. Simplemente, la continuidad y resabios del Chauvinismo.

 

Por Charles H. Slim

A las puertas de la tercera década del nuevo milenio ya se pueden ver los frutos de varias situaciones que en la mayoría de los casos han venido desarrollándose desde finales del siglo XX. Nos referimos a lo ocurrido en Francia en la última semana de octubre pasado con los crímenes cometidos en París y Niza que el gobierno de Macron, atendiendo al origen y credo de los ejecutantes  torpemente ha catalogado como “atentados terroristas  islamistas”. Decimos torpemente ya que, caso contrario, habría una manifiesta intensión por desatar una nueva ola islamofoba contra los musulmanes franceses.

Esta no es algo que sorprenda. Francia ha sido uno de los países europeos donde más ha progresado el odio a los musulmanes y al Islam que se identifica como “islamofobia” y que autores como Alain Quellien han justificado por considerarles como “un enemigo irreconciliable del cristiano y de Europa”. Por supuesto, estas definiciones no aclaran las causas de esta enemistad y los históricos daños causados en países árabes-islamicos por el colonialismo francés.

Las protestas y los reclamos organizados por asociaciones musulmanas nunca bastan y en la mayoría de los casos son desoídas por las autoridades e invisivilizadas por los medios informativos. Este trato claramente discriminaorio no puede obviarse y solo promueve la impotencia sobre toda una comunidad. Una vez más Francia se ve sacudida por la ira de algunos sectores musulmanes que hartos del continuos insultos y  agresiones contra  sus creencias han llevado adelante estos crímenes horribles que han sido aprovechados por el gobierno francés y en particular por el impopular Nicolás Macron para victimizarse una vez más y usar al Islam como el origen de todo lo malo.

No hace falta tener que aclarar que en Francia existe un profundo racismo y prejuicio contra los inmigrantes originado en una larga historia colonial creadora a su vez de una eminente desigualdad que se ha ido acrecentado a lo largo de las décadas  producto de la continua llegada de miles de inmigrantes turcos, árabes y de otros países islámicos que lejos de absorber las costumbres occidentales, no han renunciado a sus creencias y convicciones de origen exacerbando a los sectores chauvinistas locales.

La reacción ante esas continuas agresiones y humillaciones a la creencia islámica y a sus seguidores ha devenido en lo que en el mismo Jaques Chirac advirtió allá en 2006. Pero así como existieron y existen franceses que tratan de frenar ese racismo recalcitrante, hay otros con nexos exteriores que buscan profundizarlo para crear la imagen sucia y conveniente contra el Islam. Así el “demócrata de centro derecha” Francoise Sarcosi y luego el “socialista” Francoise Hollande –pese a la supuesta antípoda ideológica- cooperaron con gran interés con los sectores sionistas franceses para justificar la aventura neocolonial que los medios franceses y occidentales llamaron “Primavera árabe”.

El antecedente del extraño atentado de “Charlie-Hebdo” en 2015 (rodeado de varias incongruencias y extraños elementos) parece ser el disparador de estos crímenes. No era la primera oportunidad que el semanario satírico se metía contra los musulmanes a quienes continuamente provocaba en sus publicaciones. En aquel momento los caricaturistas habían estado satirizando de forma maliciosa e incluso insultado la figura del profeta Mahoma del Islam, algo que se sumaba  a las preexistentes y cruentas acciones islamofobas que ya se venían cometiendo contra ciudadanos musulmanes, producto de una intolernacia que anida en el seno de la sociedad francesa y que tiene como aliados a sionistas recalcitrantes que operan como embajadores paralelos de Tel Aviv.

Desde hace años que se vienen cometiendo crímenes y atentados contra la comunidad islámica en Francia, sin que los medios hallan hecho incapie por tomarlo con la misma enjundia y preocupación con la que atendieron lo sucedido en el caso de los caricaturistas parisinos. Incluso y bajo esta excusa muchos azusaron a que se incrementaran las agresiones. Se nota una clara tendencia arabofaba e islamofoba. Tal como lo ha señalado el investigador y sociólogo Michel Wieviorka el odio y el racismo es una pauta que no es ajena a la sociedad francesa y crecen todas partes. Y pese a que hace un profundo estudio sobre el origen del crecimiento de la comunidad islámica en Francia y cómo se ha integrado en una sociedad aferrada al laicismo no toca el principal eje de este fenómeno que no cabe lugar a dudas se centra en el pasado colonial repotenciado por las aventuras neo-colonialistas emprendidas con sus colegas británicos en 2010 en todo el norte de África y que llevo a se produjera un masivo éxodo de habitantes árabes magrebíes y del Medio Oriente.

Aquellas intervenciones en el marco de un supuesto interés humanitario respaldado por la OTAN y sus diversas alianzas con las petromonarquias del Golfo Pérsico, digitadas discretamente desde Washington por la administración de Obama que había prometido (en su visita a Egipto en 2009) cambios en las relaciones con el mundo árabe-islámico, sumaron mayor crisis a una región que venía sacudida por una endémica situación socio-económica desatendida por gobiernos ineficaces y corruptos. Fue así que tras destruir las infraestructuras de países como Libia y Mali desato una ola inmigratoria que inundo Europa y en particular a Francia con lo cual, desconocer estos hechos como causa de lo que hoy se ha vuelto un problema endémico es querer tapar el sol con un dedo.

De Francia se conoce la parte superficial, incluso en lo que políticamente se refiere y en ello los medios juegan un papel preponderante para esconder la basura bajo la alfombra. Pareciera que los amantes de la Francia no quieren ver el lado oscuro que se agazapa detrás del slogan “Liberté, Fraternité y egalité” y que esconde décadas de crímenes y violaciones a los derechos humanos que curiosamente han afectado a miles de musulmanes especialmente a los magrebíes y del cercano oriente; ¿En algún momento escucho usted a Chirak, Sarcosi, Hollande o a Monsieur le Président Macron condecenderse con algunos de aquellos seres humanos?

La historia de Francia es la de un estado colonialista que a lo largo de su desarrollo se ha cobrado con la vida de miles habitantes de regiones donde puso su pie Chauvinista. Su última plaza colonial en Argelia dejo bien en claro la naturaleza despiadada de su política exterior y su particular ensañamiento contra los árabes magrebíes, una página de la historia que muchos franceses quisieran borrar.

Pero más cerca en el tiempo, no se deben olvidar sus conspiraciones para sabotear y agredir la soberanía de estados con el mismo derecho a ser respetados que la Francia misma. Y si no, como olvidar su participación –bajo la dirección de la Secretario de Estado norteameriocano Hillary Clinton- en los cruentos intentos por derrocar al gobierno sirio y su clara complicidad con el embuste de los “rebeldes moderados” que terminarían siendo parte de ese plan siniestro de permitir y alimentar la instauración de un “Estado Islámico” en suelo iraquí al amparo de Washington y sus colegas regionales.

Con el paso del tiempo este particular desprecio por sus ex colonizados se fue ampliando a sus patrones culturales y creencias religiosas vinculadas con el Islam. Lo vemos con la intensión de prohibir el uso del “yihab” de las mujeres musulmanas haciendo interpretaciones odiosas y completamente artificiosas de lo que es una costumbre y estilo de vida islámica.

Durante años los árabes y musulmanes han tenido que soportar actitudes de discriminación, desprecio y hasta crímenes que se veían de algún modo, socialmente justificados por las actitudes del gobierno claramente amplificadas por los medios informativos. Fue así que bajo el rótulo del “integrismo islamista” que estuvo muy en voga por los especialistas en terrorismo y la clase política de finales de los ochentas y toda la década de los noventas, pusieron un manto de sospechas sobre todos los musulmanes radicados en el país.

Macron vuelva a reabrir esa odiosa visión haciendo alegaciones que nada ayuda a la concordia intercultural y por el contrario, aumentan el odio y la desconfianza hacia los musulmanes. Otra demostración del relativismo, la hipocresía  y la debilidad en la mentada democracia que prejuzga y no respeta a quienes son diferentes.

 

viernes, 30 de octubre de 2020

 

“STALINISM ARRIVING”

Why did the seed of totalitarianism germinate in America?

 

By Charles H. Slim

The result of the presidential elections in the US, will give as the winner a former vice president like Joe Biden or ratify the mandate of the "Outsider" Donald Trump but either of them is the next occupant of the White House, it will not change the agenda of the Establishment that Enter the real power in the state of the Union.

In view of the last thirty years to the present and taking into account the acts of the Trump government, to speak of "Stalinism" in the political reality of the United States, seems a provocation that offends the most conspicuous para-Americans who continue to speak of the “Lands of freedom and democracy”, but the facts are overwhelming in revealing the opposite.

Why Stalinism? The term stems from the stark personalism that characterized the Soviet Premier Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, better known in history as Joseph Stalin, who, in the shadow of the Bolshevik Revolution, built one of the most repressive states of the 20th century. His cunning and cruelty led him to erect a gigantic repressive apparatus so extensive and ruthless that the limits between the state and the people could not be elucidated. That characterized “Stalinism”.

But this qualifier is not only attributable to the reality of Russia in the early twentieth century or even to periods after the death of Stalin. It is a way of proceeding within the framework of a personality of a particular ruler characterized by his lack of scruples and ruthless exercise of power. This certainly applies to the inescapable (if quirky) personalism of Donald Trump. There is a long contemporary history of American politics that reveals the breakdown of its presumably democratic system that has become one that monitors, catalogs, and files its citizens into hateful classifications in the name of an entelechy called "National Security."

Some claim that President Trump has been the most transparent of all the presidents who have preceded him, but I think there is an error of approach on this conclusion. Although, as we know, the blond president does not mince words to express points of view (massing it on Twitter), without prejudice to plant a journalist in the middle of a live interview and even to assert his most irreverent whims even at the cost From expert advice, it is true that it does not give and much less recognize the same freedom to its citizens. But that does not make him the insane that many believe.

Without a doubt, he can throw a stone and hide his hand very well, and the proof of this is the diffusion of an experimental virus that, long before it was reported in Wuhan, had escaped from the laboratories of Fort Detrick. A low blow against China that went wrong? If it had something to do with it, we are dealing with a little less than insane subject.

Freedom in “America” ​​has long been chained to a policy of secrecy and surveillance in which everyone -except the ruling class- is suspect (especially immigrants) and much more those who criticize or do not agree with the government's actions. That encyclical of the cowboy Bush that says “Either you are with us or with the terrorists”, opened this era of persecutory collective psychosis that undoubtedly extinguished the flame of freedom and transparency.

This is precisely where the discussion about where the US is heading with a renewed Trump mandate comes in. The Bush-Cheney era imposed the era of fear and obscurantism over which it established an omnipresent and suffocating state on personal and civil liberties, psychologically conditioning many to hide their ideological and religious preferences. Being a Muslim could be the excuse to visit Guantánamo or be transferred to any of the CIA “black sites” that it maintains around the world.

It was the beginning of policies such as the legalization of kidnapping and torture under the argument of “lesser evils” in the face of imperative threats such as terrorism. A monstrosity endorsed by almost the majority of the local political class and the western hemisphere.

When Obama came to the White House, many Americans hoped for greater transparency in government actions and the end of the policies that violated civil and inhuman rights that had been promoted with so much blatant since 2001. As could be seen, it was a great disappointment since in what it did to international security, his administration was the one that propelled the revolts in the Arab world and authorized, within the plan to sectarianly sectionalize the Middle East, the implementation of the “Islamic State” program.

Certainly, and despite the fact that at that time the inconsistencies and contradictions that were observed around that “Caliphate” and its imposed combat were denounced, it was Donald Trump who publicly denounced such a taboo. Even Obama did more to cover up the human rights violations carried out by the military and the CIA during the Bush administration, than to investigate the length of the chain of complicity and responsibility in all that.

And if that was not enough, I had the support in foreign affairs of a true “black monk” Hillary Clinton, who as Secretary of State unleashed her talents of cynicism and lack of scruples to accommodate North American interests in North Africa and of course, in the Middle East. Their role in the plot to try to overthrow the Syrian government was central and at the same time, thousands of lives were lost due to these efforts (weapons, training and financial support for the “rebels”). His entire role in those days is still in a blur and in addition to the thousands of Libyans killed, disappeared and tortured by the armed gangs that cooperated with the CIA, it was never clear what happened to the ambassador in Benghazi who died in suspects circumstances.

It is true, Trump exposed him to public opinion and denounced the corruption of the political class that according to him had plunged the United States into endless foreign wars, not caring about the casualties among his troops and much less the massacres of civilians in the United States, intervened countries, but the expense that the Federal Reserve coffers had involved in sustaining those campaigns that were only a business for certain transnationals. In view of this, the Establishment hated him and began looking for ways to sabotage and get rid of his management. But something happened along the way. What the hell happened?

Simply, many fell for the deception. Trump, despite being an outsider with no background in party politics, a scandalous upstart who only became known for a pathetic TV show, proved that he has as many faces as a “Rubik's” cube. As we saw his criticisms of the costly wars waged abroad and his preaching of “America first” was not a demonstration of the long-awaited transparency. Nor does the guarantee of a restraint in caustic policies against the civil rights of its own citizens and foreigners. Denials of access to certain public information that are unprecedented reinforce this.

In foreign policy, without a doubt, he has crossed all the lines even though nobody wants to admit it. He ordered without hesitation to attack Syria in 2017 and 2018; while announcing the end of cooperation with Turkey on the “ISIS” issue, it allowed special forces to persist in the north and at the “Al Tanf” base in south-eastern Syria; without a doubt he let go and the CIA looked the other way in the disgusting crime carried out by his colleagues from the Saudi Muthabarat against the opposition journalist Jamal Kashoggi; the order to carry out the assassination of Iranian General Qassen Soleimani and his bombastic pro-Israeli policy to support his usurpations of Palestinian territories and of the city of Jerusalem itself make it clear that he did not improve on his predecessors.

Domestically, its policies of economic reactivation for the benefit of US citizens by implementing restrictive and abusive policies against immigration to extreme degrees, labeling them terrorists (separating children from their parents), brought to light an underground force that supports these policies despite being so disgraceful to the decrepit image of the United States.

The situation created by the Coronavirus has been another reason to question the transparency of the Trump administration. A closed campaign of secrecy and misinformation about what is happening in the United States regarding the effect of the pandemic forms the framework for the suppression of the truth about how the issue was handled. The media has been as oppressive and stealthy as its predecessors, including the silencing of the Special Inspector General against the Pandemic, the deployment of undercover agents and the mounting of counterintelligence operations against civilian protesters and, of course, the refusal of a complete declassification of the Mueller report.

If Trump is re-elected or Joe Biden triumphs, there will be no apparent differences in the procedure, but without a doubt these secret delaying and suppressive measures will be aggravated, leaving aside (on behalf of National Security) the resolution on the requests for transparency in the acts of the public administration. America to come is very different from the one its founding fathers built.

 

martes, 27 de octubre de 2020

 

“EL FIN DEL CAPITALISMO”

Es una cuestión de tiempo para que el sistema financiero inmoral y corrupto colapse ¿Significara el final del capitalismo financiero?

 

Por Charles H. Slim

Actualmente, todo el globo se ve sacudido por una Pandemia (de un  virus nada natural) que por los cambios obligados en los hábitos y relaciones interpersonales  ha destruido el sistema productivo y sin dudas la forma de gobierno occidental. Los centros de poder en particular Washington y Londres están sometidos a este temblor que desde comienzos del año sacude sus estructuras que de no adaptarse a los cambios podrían colapsar en cualquier momento.

En esta dinámica entra los EEUU (desde 2001 con derechos civiles restringidos por un estado con poderes especiales) que de cara a las próximas elecciones y con proyecciones de un posible regreso de los demócratas a la Casa Blanca, muchos auguran que pese a los cambios prometidos, nada cambiara. En lo que hace a la economía, la situación lejos de remontar empeora y ello está arrastrando a la mermada popularidad de Donald Trump quien si dudas ha sido la expresión más visible de un capitalismo financiero.

Igualmente señalemos que la crisis también afecta a las potencias orientales como Rusia donde puertas adentro, ha comenzado a fracturarse aún más las ya tensas relaciones entre los sectores “liberales” (de la opulencia financiera) y los “patriotas” (quienes conforman el común de la población y los estamentos medios del estado) poniendo en duda el liderazgo de Putin.

Las idas y venidas en lo que fue el periodo de la globalización neoliberal (que finalizó por 2016), EEUU y sus socios trataron de reconvertir sus economías tomando iniciativas “pragmáticas” que terminaron afectando de forma crítica a las poblaciones de algunos países, para extenderse luego a ciertos bloques regionales y hoy por hoy al resto del mundo.

La pugna comercial por control de los mercados existente con la China Popular, ha llevado –pese a sus secretas sociedades y acuerdos- a que se genere una polaridad que sin dudas puede catalogarse de un estado de guerra virtual que podría evolucionar en un enfrentamiento bélico por el dominio del indo-pacifico.

La dominación militar que intento EEUU (al amparo de su anunciado Nuevo Orden Mundial) fracasó y su rechazó llevó a que las personas de todas partes del mundo se avocaran a bregar por cortar con la silenciosa dominación económica. De ese modo, los gobiernos que se habían venido ciñendo a las directivas que provenían de Washington y que afectaban a sus economías, comenzaron a verse en jaque por las masivas protestas de sus ciudadanos quienes conscientes de la extorsión existente,  hartos de las desigualdades a favor de las empresas y de los intereses estadounidenses que sus gobiernos toleraban, marcarían el comienzo de una nueva era.

En este sentido, la instauración de este confinamiento eterno además del descontento y el hastío generalizado, profundizó la crisis de gobernabilidad y ahondo la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política que convertida en gobierno, terminan haciendo todo lo contrario a lo que en el periodo preelectoral se comprometieron hacer.

En Argentina esto es una historia repetida y actualmente, el país se halla en la cornisa del abismo en manos de un presidente tan incoherente como carente de objetivos estratégicos para el desarrollo de su país. Tratando de contentar a los sectores financieramente poderosos –muchos de ellos con raíces en el exterior- y al mismo tiempo contener a la base popular (en la que se cuenta la clase media que le confío su voto) que se hunde ante la incertidumbre económica y financiera, lo muestra como un esquizofrénico a punto de colapsar.  En realidad lo que Alberto Fernández no quiere revelar es que su país (endeudado y condicionado) no puede desarrollarse con potenciales propios y solo debe aceptar el papel impuesto de ser un mero reservorio o zona franca de los intereses financieros globales. Sumado a ello y con mucho disimulo debe soportar las presiones de su vice presidente CFK que por todos los medios (incluyendo los ilegales e inconstitucionales) trata de escapar a los procesamientos judiciales en su contra.

Al mismo tiempo su gobierno se ve involucrado en las usurpaciones de terrenos públicos y privados que pretendería reformular el sentido de la propiedad privada. Ello ha causado indignación en una amplia franja de argentinos que desencadenó un fenómeno pocas veces visto, salvo para causas nacionales como “Malvinas”, como ha sido la de generar manifestaciones populares masivas que tras ganar las calles y sin identificación partidaria, reclama a su gobierno nacional que respete los derechos consagrados en la Constitución.

Dentro de EEUU vimos el estallido de indignación popular ante el brutal asesinato del ciudadano negro George Floyd (convertido en un símbolo del habitual abuso policial estadounidense) que dio nacimiento a un movimiento político espontaneo denominado “Black Matter” que al mismo tiempo, reimpulsó y sacó a la luz a los movimientos racistas y fascistas locales que curiosamente simpatizan con las políticas de Trump. Ello visualizó la hipocresía de la administración federal (que usa las palabras libertad y democracia pero no las ejercita) y la fractura interna existente en la sociedad norteamericana que sin exageraciones (y a la luz de los antecedentes), se halla al borde de una guerra civil. Las próximas elecciones en noviembre que engañosamente se presentan como una alternancia entre el proteccionismo de Trump o la supuesta apertura de Biden no resolverán esto ya que se trata de situaciones (el racismo y la violencia) estructurales del “estado profundo” de la Unión.

En Europa las prolongadas y desiguales relaciones con Washington han cosechado un creciente activismo político apartidario que ha venido reclamando a sus gobiernos (que dicen una cosa pero hacen otra) cortar con aquella situación inequitativa y que con la actual administración en la Casa Blanca ha empeorado con el proteccionismo económico impuesto por Trump.

La aparición de los “Chalecos Amarillos” en Francia fue un ejemplo de todo ello. Y a pesar de que comenzó por la unión de los trabajadores (al margen de los sindicatos) aglutinados a base de consignas patrióticas, con el paso del tiempo fue siendo infiltrada y terminó siendo controlada por sectores del troskismo y anarquistas que le quito el fuerte componente de legitimidad con el que nació. Igualmente Macron sigue siendo duramente escrutado por los franceses quienes se mantienen en un estado pre revolucionario.

El desarrollo productivo de los EEUU nunca pensó en mejorar las condiciones de vida de sus propios habitantes, tampoco la de otros países y mucho menos, perder capital en sus emprendimientos para instaurar un “siglo estadounidense”. Actualmente el desmoronamiento de su economía se revela en la creciente desocupación que va a la par, de la descarada especulación financiera que opera desde “Wall Street”.

A nivel macro la globalización neoliberal de finales de los ochentas sirvió para que muchas empresas y trasnacionales norteamericanas cerraran sus fábricas en EEUU y se radicaran en regiones con mayores expectativas de ganancias netas sin tener que afrontar los costos de mano de obra  y hasta las molestias sindicales como sucedía en casa.

Así encontraron en China esa mano de obra barata y disponible las 24 horas dándole a las empresas ganancias colosales que con el paso del tiempo pasaron de ser capitales productivos a capitales financieros. Aquello dio paso a la especulación dejando como una de las pocas consecuencias positivas, la penetración de sus productos en el mercado Euroasiatico compitiendo rudamente con los japoneses.

Lo cierto fue que, todo tiene un fin y aquella estrategia de diversificar la industria en lugares que eran factibles para abaratar costos tuvo su final. Para comienzos del milenio en EEUU la especulación y el fraude financiero escalaban hasta el cielo con los escándalos de la llamada “burbuja financiera” que además de engañar a los consumidores, llenaron de dinero a especuladores y banqueros de la más diversa estofa. Recuerden sino aquel escandalo de “ENRON”, una importante empresa de energía eléctrica que por los manejos fraudulentos de sus CEO y sus ejecutivos termino en 2001 en la bancarota. A esto se le sumaría la propuesta de George W. Bush de financiamiento privado para el acceso a la vivienda que tras fabricarse una gran “burbuja inmobiliaria”,  terminó estallando en septiembre de 2008 causando una crisis financiera similar a la de 1929.  

La Reserva Federal, los bancos y los principales usureros de “Wall Street” (que se benefician con el dinero de aquel) son parte de toda esta estafa cuya principal contribución es la de “crear montos” virtuales de dinero que, si bien aparecen en la pantalla de una cuenta informatizada, no están físicamente disponibles. En resumen de cuentas, el sistema capitalista estadounidense ha devenido en una verdadera e institucionalizada (y muy sofisticada) estafa Ponzi.

Las seguridades que el sistema capitalista construía y ofrecía a sus ciudadanos y que con tanto esfuerzo los medios masivos se encargan de recordar como parte de una política de interés general, ya no convencen. La seguridad social, la sanitaria y la jurídica como se ha visto, no están al alcance de todos y las diferencias de clases agravadas por la discriminación racial, es una realidad muy molesta para los intelectuales internacionalistas pro-estadounidenses. El “sueño americano”  hace tiempo que dejo de existir y  en las ctuales circunstancias solo se trata de un discurso falaz y ajeno a la realidad sobre el cual se sostenía el sistema.

Como fue la farsa de la lucha contra el terror que llevo a desastrosas guerras, el sistema financiero solo ha dado el dinero a los bancos para que estos lo terminen entregando a dos o tres corporaciones que financiaran sus propios negocios.  De esta manera, tanto la guerra (como un gran emprendimiento y generador de capital)  como las inversiones financieras han sido parte de la charada americana disfrazada de progreso. El trasfondo ha sido la obtención de ganancias astronómicas mediante el zaqueo y el apoderamiento de recursos como el petróleo. A pesar de ello, el excedente de estos saqueos no financian a las clases trabajadoras y más desposeídas ni incentivan a las micro empresas norteamericanas, entonces ¿Puede seguir existiendo éste capitalismo parasitario?

 

 

jueves, 22 de octubre de 2020

 

“THE DECEPTION BEHIND THE DECEPTION”

Why do some experts say that there could not have been a cunning attack on Beirut?

 

By Dany Smith

When last August a portentous explosion exploded in Beirut, so brutal that it could be heard on the island of Cyprus, many came out to speculate the possible causes and a few others - very few - to point out strange circumstances surrounding the event. As soon as that tragedy transcended through images captured by ordinary citizens from various angles of the city and even from the high seas, the questions began to be asked almost immediately: Were they accidental explosions or was it the product of an attack with an artifact nuclear? And if this last hypothesis had been true, who could it be?

The truth and beyond the real cause of this - in addition to the human catastrophe - caused an economic one that ended up demolishing the country to institutional precariousness that leaves it at the mercy of the highest bidder.

Beyond the occasional expression of joy from an extremist deputy in the Israeli Knesset or the gratitude of ultra-Zionist rabbis at the “Wailing Wall”, everything shows a well-planned and deliberate implication.

The circumstances to carry out a similar action were propitious to mask its purposes and its authors. The social and economic upheaval had been shaking Lebanon to such an extent that as in Argentina the population demanded "that everyone leave" their rulers accused of "corrupt and lazy", it made it very easy to be taken by surprise. The coup also helped to deepen the economic and financial crisis in the population that places the small state in serious trouble. His situation is critical and therefore easy to condition.

Other elements that aroused the attention of the curious and more observers led them to pose questions that would haunt such issues as the mushroom shape of the explosion (and the thermal rings warned), the extensive expansive wave that it demonstrated and the crater that it left in the site where it had its epicenter.

An important strip of Lebanese (without distinguishing between Muslims and Christians) did not hesitate to look at their neighbor Israel as responsible for this and without a doubt, there was no reason not to think about it. The past actions of the Mossad and its military intelligence against the small country of cedars with its intention to create controversy and aversion against “Hesbollah”, added to its continuous instigation and participation in what happens in Syria (launching bombings and supporting mercenaries), leave a more than justifiable sense of collective suspicion of Israeli authorship.

The antecedent to the spectacular and never solved murder of Rafiq Hariri in 2005 is another trace of the use of a sophisticated device that could not be explained with any conventional explosive.

Hariri convoy blow up

Before Tel Aviv said a single word, its employees around the globe and activists in the service of the Western media were quick to come out to disengage Israel from this. In fact, they did not believe it themselves but they are not in that task to discern the truth but to misinform and charge for it.

Despite efforts to distract global public opinion by arguing the accidental explosion of an agrochemical deposit (in a country without agriculture) based on Ammonium Nitrate badly collected or even triggered by a spark from fireworks, several photographs began to circulate on the network and as soon as they signaled a deliberate action behind that event, Tel Aviv through its desert-based cyberwar army (which it shares with the US), with which it illegally monitors and intercepts the internet networks of all the world, the sources began to poison. In reality, the tasks to confuse and misinform had begun before this happened with the obvious purpose of ridiculing the hypotheses that are presented today.

But the terrorist act existed and the Pentagon generals and President Donald Trump himself confirmed that Beirut had been attacked. So, if the agrochemical warehouse "foisted on Hesbolla" to manufacture their attacks - as some argued - how did they do it? It is clear that this chemical element does not react with a spark or even a flare as shown in the movies. Someone tried to present the case under this guise but the charade was exposed.

Several photographs began to circulate internally showing how an apparent missile of particular characteristics, which-supposedly-had been captured in several frames, something very good to be true. But apparently these magnificent shots were tricky elaborations and were only part of the hoax. Some of them were montages of images that precisely sought that effect, to create the doubt, Is it false or is it real? If they dared to intoxicate the information by rolling these photos, what did they try to cover up?

Accompanying this media campaign to deflect suspicions, the Gulf Arab media excelled (once again) in the task. For years now, the Saudi and Emirati media have revealed their scandalously pro-Israel biased view that has exposed secret relations between them.

For some experts in nuclear weapons, it was a question of the use of a last generation tactical weapon which –because of its size- can be mounted on a simple camera, that is to say a little bigger than a hand. Given this, the possibilities that the vehicle for this device may have been a missile become another possibility to investigate. And who are the states that have this sophisticated technology? It has long ceased to be a secret that Israel is the only state with a nuclear arsenal that threatens regional stability. Nor is it a secret that your scientists have long been improving the use of nuclear material for military use with astonishing Machiavellian achievements.

According to some experts who visited the port of Beirut with their radiation counters, they lightly concluded that it could not have been an attack with a missile or a tactical nuclear weapon since there were no signs of abnormal levels of radiation. Well. They were sure that with these explanations and a few photos for public relations, the case would be closed and the annoying questions that annoyed Netanyahu and his people would end, but that would not be the case.

Some even dared to compare the devastation of what happened in Oklahoma in 1995 to explain that the cause of the explosion was Ammonium Nitrate.

A crater almost 165 feet deep is a very difficult detail to hide. If we consider real the version of the explosion caused by a very convenient combination of certain elements and circumstances, how could that deposit of almost 3000 tons of agrochemicals be uniformly and compactly detonated? It does not look like a fireworks accident as some experts have concluded. For this question there is no clear answer.

 

sábado, 17 de octubre de 2020

 

“PAPEL ESTRATEGICO”

Cuál puede ser papel estratégico de un país como Argentina con más de treinta años de una degradación socio-económico política y completamente indefenso

 

Por Charly H. Slim

Cuando se vino abajo el Muro de Berlín en 1989, no solo marco el comienzo del fin para la Unión Soviética sino también, la crisis existencial para EEUU como el autodenominado “líder del mundo libre” y su brazo armado trasnacional como es la OTAN. En ese momento comenzaron a fabricarse tesis e hipótesis conflictivas que justificaran la existencia y operatividad de esas voraces infraestructuras militares que en apariencias habían quedado sin rivales.

Allí comenzó una nueva era caracterizada por la interconexión comercial y cultural que se conocería como la “Globalización neoliberal” y por medio de la cual (y en teoría), se beneficiarían los países subdesarrollados al amparo de los centros financieros mundiales ¿Qué papel jugó Argentina y cómo ha evolucionado desde aquel entonces hasta el presente?

La respuesta es tan descorazonadora que sería mejor no decirla. Aquella ola neoliberal que vino propulsada por la imposición brutal –con intervenciones militares y embargos económicos- del “Nuevo Orden Mundial” declamado en 1991 por el presidente George H. Bush, para Argentina solo fue una época pasajera que lejos de crear un estado pequeño y eficiente solo lo corrompió más. Pero en aquel entonces el país terminaba la década de los ochenta con una hiperinflación tras un ineficiente gobierno radical que obligo al presidente Raúl Alfonsin a adelantar las elecciones. Sumado a eso, la conflictividad política tras años de disputas para desmantelar las Fuerzas Armadas como parte de una política de revancha y “desmalvinización” (mediante la vituperación de sus veteranos) impulsada por los sectores de la izquierda del partido radical –representada por la Coordinadora- (muy satisfactoria para Londres) y que fue continuamente fogoneado desde los medios capitalinos, terminaron por debilitar aún más a un país que había salido de una traumática guerra con la OTAN.

El trauma colectivo vino muy bien a la clase política, en especial a los miembros de los dos partidos mayoritarios (Radicales y Justicialistas) quienes aprovecharon la convulsión existente para estratificar su propio sector a los fines de conquistar el poder dejando de lado los objetivos estratégicos del estado, ignorando la realidad y evolución internacional imperante y entregando los destinos del país a la deriva.

Bajo la excusa de la democracia se consolido un sistema ineficiente y corrupto que no hizo más que, horizontalizar –si así podemos decirlo- los negociados y las prebendas que tradicionalmente se hacían dentro del estado.  Los controles estatales desaparecieron y la libertad se confundió con libertinaje. Fue sin dudas, el comienzo del fin para ese pretendido desarrollo bajo ese liberalismo anglosajón importado de la Gran Bretaña de Thatcher y los EEUU de Ronald Reagan que proponía al mercado como el artífice de las economías exitosas.

Así los argentinos para comienzos de 1989 entregaron sus esperanzas en un gobierno “peronista-neoliberal” (una mutación políticamente extraña) liderado por Carlos Menem, un caudillo norteño que bajo el argumento de llevar al país al “primer mundo” (alejando al país del Tercermundismo) y demostrando un gran amateurismo, arrastro al país a los peligrosos juegos geopolíticos que los estadounidenses y sus socios (entre ellos Israel) juegan desde hace mucho tiempo. Y sino lo cree así ¿Acaso se analizó las causas de la crisis entre Iraq y Kuwait que culminó en la guerra de 1991?

No creemos que se haya analizado nada. Menem solo trato de colocar al país en una geopolítica de la cual no sabía nada y por ende sin prever las consecuencias. Y de haber existido algún informe de la Secretaría correspondiente, sobre la situación geopolítica del Golfo Pérsico en aquel entonces, solo debe haber estado fundado en fuentes informativas anglosajonas. En conclusión, no hubo una decisión basada en criterios propios y su segumiento en lo que Washington determino como política a seguir, solo se trato de un mero alineamiento automático.  

Similar situación devino tras los atentados terroristas en Buenos Aires entre 1992 y 1994 que con servicios de inteligencia sin dirección ni objetivos estratégicos y una estructura gubernamental filtrada por la corrupción, permitió que sus verdaderos autores aún sigan impunes pese a tratar desde ciertos sectores interesados –de forma infundada y maliciosa- de culpar a sectores árabes islámicos, creando un odioso antecedente de islamofobia en el hemisferio.

Todo ello ha puesto en evidencia la ausencia del estado inteligente y el total desinterés por construir uno, que fue entregado por el gobierno de Menem a esas potencias extranjeras para que piensen por el. Sumado a ello, el paulatino abandono de la exigencia y la degradación de la educación pública y su cooptación partidaria (mediante una pléyade de sindicatos) ha terminado por distorsionar  la preparación de los futuros ciudadanos quienes a su vez, se ven asediados por el veneno de las drogas (un gran negocio especialmente en la provincia de Buenos Aires) que hace tiempo y por la misma corrupción política, penetró en las escuelas primarias ¿Y qué ha hecho el estado sobre esto?

Bajo esas directrices, no podía desarrollarse potencialidad alguna y no solo el pueblo no podrá prosperar por una economía condicionada por las continuas crisis financieras (con prestamos impagables) y un sistema impositivo inviable, sino que sus gobiernos solo serán un mero marco decorativo en la Casa Rosada y simples administradores de los intereses externos que realmente manejan al país ¿Qué futuro podía tener un país bajo esta situación?

La respuesta se puede ver hoy treinta años después y ella es contundente. Un país devastado por la corrupción política y el ingente gasto público, la inflación desmedida (con un Banco Central que actualmente imprime 100 mil pesos por segundo) y comprometido financieramente con el FMI y el Banco Mundial no puede más que ser una lamentable marioneta de las decisiones de otros. Ello a su vez ha tenido una profunda repercusión sobre el desarrollo de una buena parte de la ciudadanía que hoy por hoy, sumida en el sopor de la abulia y el conformismo (modelado por el punterismo político), solo aspira a vivir a costa del subsidio (IFE) pagado por un estado clientelar.

Las protestas callejeras que se han estado viendo en los últimos meses contra el gobierno de “Frente de Todos”, no es el renacimiento de alguna corriente “republicana popular” como algunos señalan (casualmente liberales anglofilos), son más bien una reacción espasmódica,  la demostración de una situación económica asfixiante que ya no parece distinguir entre clases.

En política exterior, Argentina sigue en la contingencia y la ambivalencia diplomática claramente guionada desde Washington y otros estados aliados a su geopolítica. El caso de Venezuela es ilustrativo de ello y su posicionamiento cíclico condicionado por el gobierno que circunstancialmente ocupa la administración general de la nación, demuestra acabadamente la ausencia de una geopolítica propia y consecuente con sus intereses.

Actualmente el gobierno de Alberto Fernández, con muchas ambivalencias y contradicciones, parece  inclinarse por una presumida sociedad geopolítica con China, mediante un alineamiento similar pero matizado al realizado por Menem con EEUU allá por 1990 ¿Será el reequipamiento militar con material chino parte de esto?

Igualmente es importante señalar que –tal como sucedió con EEUU- no hay sociedad posible ya que Argentina (mucho peor que en 1990) no tiene capacidad ni el poder (por la pérdida del monopolio de la fuerza) de proponer sus propios puntos de vista a la potencia asiática que dicho sea de paso, depreda impunemente los mares australes sin la minina queja de la Casa Rosada. Y es que ¿Cómo podría un país débil obligar a las flotas pesqueras chinas para que no pesquen en sus aguas australes?

Al mismo tiempo, la base china de inteligencia electrónica que opera en “Baja del Agrio” en la provincia del Neuquén, sigue siendo una incognita para el estado argentino ya que no tiene la potestad de que se le informe de las tareas que se llevan a cabo dentro de sus instalaciones y si se le informase algo, corroborar la información que se entrega sería algo bastante complejo para el gobierno argentino.

A la sombra de estas circunstancias  si no hay cambios sustanciales en la mentalidad de la clase política argentina, el único papel que puede jugar el país (y tal como lo viene realizando desde 1990)  es la de un mero expectador y un servil de los intereses foráneos que dicho sea de paso y en este caso, el gobierno de Fernández parece confundir “simpatía” con intereses estratégicos al no advertir que los intereses chinos (en lo referente a lo exterior) coinciden en varios aspectos con Gran Bretaña y sin lugar a dudas es con quien negocia su presencia marítima en el Atlántico sur.