martes, 27 de octubre de 2020

 

“EL FIN DEL CAPITALISMO”

Es una cuestión de tiempo para que el sistema financiero inmoral y corrupto colapse ¿Significara el final del capitalismo financiero?

 

Por Charles H. Slim

Actualmente, todo el globo se ve sacudido por una Pandemia (de un  virus nada natural) que por los cambios obligados en los hábitos y relaciones interpersonales  ha destruido el sistema productivo y sin dudas la forma de gobierno occidental. Los centros de poder en particular Washington y Londres están sometidos a este temblor que desde comienzos del año sacude sus estructuras que de no adaptarse a los cambios podrían colapsar en cualquier momento.

En esta dinámica entra los EEUU (desde 2001 con derechos civiles restringidos por un estado con poderes especiales) que de cara a las próximas elecciones y con proyecciones de un posible regreso de los demócratas a la Casa Blanca, muchos auguran que pese a los cambios prometidos, nada cambiara. En lo que hace a la economía, la situación lejos de remontar empeora y ello está arrastrando a la mermada popularidad de Donald Trump quien si dudas ha sido la expresión más visible de un capitalismo financiero.

Igualmente señalemos que la crisis también afecta a las potencias orientales como Rusia donde puertas adentro, ha comenzado a fracturarse aún más las ya tensas relaciones entre los sectores “liberales” (de la opulencia financiera) y los “patriotas” (quienes conforman el común de la población y los estamentos medios del estado) poniendo en duda el liderazgo de Putin.

Las idas y venidas en lo que fue el periodo de la globalización neoliberal (que finalizó por 2016), EEUU y sus socios trataron de reconvertir sus economías tomando iniciativas “pragmáticas” que terminaron afectando de forma crítica a las poblaciones de algunos países, para extenderse luego a ciertos bloques regionales y hoy por hoy al resto del mundo.

La pugna comercial por control de los mercados existente con la China Popular, ha llevado –pese a sus secretas sociedades y acuerdos- a que se genere una polaridad que sin dudas puede catalogarse de un estado de guerra virtual que podría evolucionar en un enfrentamiento bélico por el dominio del indo-pacifico.

La dominación militar que intento EEUU (al amparo de su anunciado Nuevo Orden Mundial) fracasó y su rechazó llevó a que las personas de todas partes del mundo se avocaran a bregar por cortar con la silenciosa dominación económica. De ese modo, los gobiernos que se habían venido ciñendo a las directivas que provenían de Washington y que afectaban a sus economías, comenzaron a verse en jaque por las masivas protestas de sus ciudadanos quienes conscientes de la extorsión existente,  hartos de las desigualdades a favor de las empresas y de los intereses estadounidenses que sus gobiernos toleraban, marcarían el comienzo de una nueva era.

En este sentido, la instauración de este confinamiento eterno además del descontento y el hastío generalizado, profundizó la crisis de gobernabilidad y ahondo la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política que convertida en gobierno, terminan haciendo todo lo contrario a lo que en el periodo preelectoral se comprometieron hacer.

En Argentina esto es una historia repetida y actualmente, el país se halla en la cornisa del abismo en manos de un presidente tan incoherente como carente de objetivos estratégicos para el desarrollo de su país. Tratando de contentar a los sectores financieramente poderosos –muchos de ellos con raíces en el exterior- y al mismo tiempo contener a la base popular (en la que se cuenta la clase media que le confío su voto) que se hunde ante la incertidumbre económica y financiera, lo muestra como un esquizofrénico a punto de colapsar.  En realidad lo que Alberto Fernández no quiere revelar es que su país (endeudado y condicionado) no puede desarrollarse con potenciales propios y solo debe aceptar el papel impuesto de ser un mero reservorio o zona franca de los intereses financieros globales. Sumado a ello y con mucho disimulo debe soportar las presiones de su vice presidente CFK que por todos los medios (incluyendo los ilegales e inconstitucionales) trata de escapar a los procesamientos judiciales en su contra.

Al mismo tiempo su gobierno se ve involucrado en las usurpaciones de terrenos públicos y privados que pretendería reformular el sentido de la propiedad privada. Ello ha causado indignación en una amplia franja de argentinos que desencadenó un fenómeno pocas veces visto, salvo para causas nacionales como “Malvinas”, como ha sido la de generar manifestaciones populares masivas que tras ganar las calles y sin identificación partidaria, reclama a su gobierno nacional que respete los derechos consagrados en la Constitución.

Dentro de EEUU vimos el estallido de indignación popular ante el brutal asesinato del ciudadano negro George Floyd (convertido en un símbolo del habitual abuso policial estadounidense) que dio nacimiento a un movimiento político espontaneo denominado “Black Matter” que al mismo tiempo, reimpulsó y sacó a la luz a los movimientos racistas y fascistas locales que curiosamente simpatizan con las políticas de Trump. Ello visualizó la hipocresía de la administración federal (que usa las palabras libertad y democracia pero no las ejercita) y la fractura interna existente en la sociedad norteamericana que sin exageraciones (y a la luz de los antecedentes), se halla al borde de una guerra civil. Las próximas elecciones en noviembre que engañosamente se presentan como una alternancia entre el proteccionismo de Trump o la supuesta apertura de Biden no resolverán esto ya que se trata de situaciones (el racismo y la violencia) estructurales del “estado profundo” de la Unión.

En Europa las prolongadas y desiguales relaciones con Washington han cosechado un creciente activismo político apartidario que ha venido reclamando a sus gobiernos (que dicen una cosa pero hacen otra) cortar con aquella situación inequitativa y que con la actual administración en la Casa Blanca ha empeorado con el proteccionismo económico impuesto por Trump.

La aparición de los “Chalecos Amarillos” en Francia fue un ejemplo de todo ello. Y a pesar de que comenzó por la unión de los trabajadores (al margen de los sindicatos) aglutinados a base de consignas patrióticas, con el paso del tiempo fue siendo infiltrada y terminó siendo controlada por sectores del troskismo y anarquistas que le quito el fuerte componente de legitimidad con el que nació. Igualmente Macron sigue siendo duramente escrutado por los franceses quienes se mantienen en un estado pre revolucionario.

El desarrollo productivo de los EEUU nunca pensó en mejorar las condiciones de vida de sus propios habitantes, tampoco la de otros países y mucho menos, perder capital en sus emprendimientos para instaurar un “siglo estadounidense”. Actualmente el desmoronamiento de su economía se revela en la creciente desocupación que va a la par, de la descarada especulación financiera que opera desde “Wall Street”.

A nivel macro la globalización neoliberal de finales de los ochentas sirvió para que muchas empresas y trasnacionales norteamericanas cerraran sus fábricas en EEUU y se radicaran en regiones con mayores expectativas de ganancias netas sin tener que afrontar los costos de mano de obra  y hasta las molestias sindicales como sucedía en casa.

Así encontraron en China esa mano de obra barata y disponible las 24 horas dándole a las empresas ganancias colosales que con el paso del tiempo pasaron de ser capitales productivos a capitales financieros. Aquello dio paso a la especulación dejando como una de las pocas consecuencias positivas, la penetración de sus productos en el mercado Euroasiatico compitiendo rudamente con los japoneses.

Lo cierto fue que, todo tiene un fin y aquella estrategia de diversificar la industria en lugares que eran factibles para abaratar costos tuvo su final. Para comienzos del milenio en EEUU la especulación y el fraude financiero escalaban hasta el cielo con los escándalos de la llamada “burbuja financiera” que además de engañar a los consumidores, llenaron de dinero a especuladores y banqueros de la más diversa estofa. Recuerden sino aquel escandalo de “ENRON”, una importante empresa de energía eléctrica que por los manejos fraudulentos de sus CEO y sus ejecutivos termino en 2001 en la bancarota. A esto se le sumaría la propuesta de George W. Bush de financiamiento privado para el acceso a la vivienda que tras fabricarse una gran “burbuja inmobiliaria”,  terminó estallando en septiembre de 2008 causando una crisis financiera similar a la de 1929.  

La Reserva Federal, los bancos y los principales usureros de “Wall Street” (que se benefician con el dinero de aquel) son parte de toda esta estafa cuya principal contribución es la de “crear montos” virtuales de dinero que, si bien aparecen en la pantalla de una cuenta informatizada, no están físicamente disponibles. En resumen de cuentas, el sistema capitalista estadounidense ha devenido en una verdadera e institucionalizada (y muy sofisticada) estafa Ponzi.

Las seguridades que el sistema capitalista construía y ofrecía a sus ciudadanos y que con tanto esfuerzo los medios masivos se encargan de recordar como parte de una política de interés general, ya no convencen. La seguridad social, la sanitaria y la jurídica como se ha visto, no están al alcance de todos y las diferencias de clases agravadas por la discriminación racial, es una realidad muy molesta para los intelectuales internacionalistas pro-estadounidenses. El “sueño americano”  hace tiempo que dejo de existir y  en las ctuales circunstancias solo se trata de un discurso falaz y ajeno a la realidad sobre el cual se sostenía el sistema.

Como fue la farsa de la lucha contra el terror que llevo a desastrosas guerras, el sistema financiero solo ha dado el dinero a los bancos para que estos lo terminen entregando a dos o tres corporaciones que financiaran sus propios negocios.  De esta manera, tanto la guerra (como un gran emprendimiento y generador de capital)  como las inversiones financieras han sido parte de la charada americana disfrazada de progreso. El trasfondo ha sido la obtención de ganancias astronómicas mediante el zaqueo y el apoderamiento de recursos como el petróleo. A pesar de ello, el excedente de estos saqueos no financian a las clases trabajadoras y más desposeídas ni incentivan a las micro empresas norteamericanas, entonces ¿Puede seguir existiendo éste capitalismo parasitario?

 

 

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