EN LA MIRA
“EL CUENTO DE PATCHER”
A tres años de la muerte de Nisman ¿Cómo puede llamarse la versión del agente israelí que se fugo alegremente del país?
Por Charles H. Slim
A tres años de
haberse producido la sospechosa muerte
del fiscal especial Natalio Alberto Nisman, todo tipo de versiones se han
dejado entrever sin que ninguna, haya sido lo suficientemente convincente como
para cerrar las especulaciones mediáticas sobre las reales causas de ello.
Haciendo un poco de retrospectiva no hay que olvidar cuales fueron las
circunstancias puntuales que rodearon el hallazgo sin vida del funcionario
federal argentino y mucho menos, cuáles fueron las primeras suspicacias en
torno a la motivación que llevo a que fuera víctima de una bala en su cabeza.
En aquel momento cuando se filtro la noticia, los medios locales y
los periodistas que juegan a ser imparciales y buscadores de la verdad, se
ajustaban a lo que señalaban las primeras pesquisas policiales dirigidas por la
fiscal Dra. Fein. Aunque para algunos la muerte resultaba ciertamente muy
sospechosa, no se atrevían a conjeturar que aquello había sido una ejecución
por encargo, pero la pregunta era ¿Encargo de quién? Adelanto que, la pregunta
sigue siendo muy molesta y dificultosa de responder para ciertos sectores del
poder y curiosamente, de la “grey” del fiscal.
En este enredo aparece la figura de un joven y oscuro periodista llamado
Damián Patcher que trabajando para el periódico “Buenos Aires Herald” (entre
muchos otros) twitearía unos minutos después de la hora en que fue ejecutado
Nisman, que algo había pasado en la casa del Nisman. Más precisamente ese Twit
decía “Me acaban de informar sobre un incidente en la casa del fiscal Alberto
Nisman”. Aparentemente éste periodista tenía muy buenas fuentes, muy buenas
para ser un simple freelance a sueldo. Incluso dos días antes de “huir”, fue protagonista
de una entrevista en un programa capitalino donde Patcher se vio seriamente
expuesto por algunas preguntas de los panelistas que, hay que decirlo, pusieron
en un apriete al camaleónico conductor.
Allí pudo verse que Damián Patcher era algo más que un afortunado
mensajero de primicias. En aquel programa aseguró que se había tratado de un
asesinato y que seguramente estaba el gobierno de Cristina Fernández detrás del
asunto. También y como era de esperar, relaciono indirectamente el memorándum
con Irán como el supuesto motivo del asesinato. Un tiempo después muy
distendido y acompañado de “camaradas” se dirigió al Aeropuerto de Ezéiza y
abandono el país rumbo a Israel porque según él, “lo estaba siguiendo” lo cual
sugería que su vida corría peligro y acusaba a los servicios argentinos de esas
tareas.
Esta última aseveración resulta ciertamente inverosímil no solo por
la situación institucional de la entonces SIDE controlada por un pivote de la
CIA como Jaime Stiusso sino más bien, por la condición real de Patcher, un
agente de una de las agencias que junto a la CIA, en realidad desde hace
décadas, controlan virtualmente el espectro de la “inteligencia” en el país.
Tal como lo han señalado otras fuentes, las amenazas a su integridad personal
que denunció Patcher son tan inmateriales como cualquier película de
suspenso.
Pero aquel muchacho que despertó mucha curiosidad ante semejante
comentario y que jamás fue convocado por las autoridades que investigaban el
hecho, no era un simple corresponsal con doble nacionalidad. Según salió a la
luz inmediatamente a su huida, se supo que había revestido en las temibles FDI
israelíes y más precisamente en el “Tshal” perteneciente al área de
inteligencia militar. Como era de suponer, jamás dejó la estructura de la
comunidad de inteligencia israelí y actualmente revestiría como un agente del
Mossad[1]
usando la cubierta de periodista como forma de ingresar a los países.
Con estos antecedentes se hace muy improbable que el “periodista”
se haya visto espantado por un par de llamadas o la visión de un hombre que –supuestamente
y según él- lo seguía con una campera gruesa cuando hacía mucho calor
(detalle que advirtió para señalarlo como sospechoso).
Pero según él, a “Nisman lo mataron” y nunca –y menos aún le
preguntaron los sagaces periodistas argentinos-
quién le había dicho o explico cómo lo supo. Como aquel comentario
fue imposible de eludir de las preguntas que muchos se siguen haciendo sobre
qué era lo que estaba haciendo Patcher realmente en torno a la vida de Nisman y
más precisamente en el lugar de los hechos, ante la ineludible y harto
sospechosa situación del “periodista”, el fiscal Taiana viajo a Tel Aviv para
tomarle declaración testimonial en la cual aseveró públicamente que en la
muerte del Nisman había estado involucrado el gobierno anterior; igualmente se
abstuvo de revelar su fuente haciendo valer la reserva constitucional. Nada
nuevo bajo el sol, de los que tratan de ligar esto a una cuestión geopolítica
para intereses ajenos al país. Pero ¿Qué quiere decir ligarlo a una cuestión
geopolítica? Han pasado dos décadas y media de los atentados en Buenos Aires y
siempre (amplificado por los medios locales) se estuvo señalando como autores a
supuestos “radicales islámicos” identificados en primera instancia a grupos noenazis
locales, de los palestinos, luego a los sirios y desde comienzos del 2000
cuando éstos no era útiles, a los iraníes.
Pero ¿Qué fue lo que paso para que se fueran cambiando en forma tan
arbitraria los supuestos culpables de esos ataques? Sin más rodeos, la
explicación hay que buscarla en el complejo mundo de los intereses geopolíticos
irradiados desde las embajadas de Israel y EEUU en Buenos Aires. La motivación
central surge de la constante pugna entre Teherán y Tel Aviv no solo por
cuestiones ideológicas sino más bien, por los temores de Israel de verse
desbancado como potencia nuclear regional. En ese sentido los desarrollos
iraníes de su programa nuclear ha sido blanco de ataques tanto diplomáticos
como terroristas originados desde Tel Aviv sin que haya habido por parte de
Naciones Unidas, la debida reciprocidad en el trato por indagar cuales son las
capacidades nucleares almacenadas en los silos nucleares de Dimona y sus
instalaciones submarinas frente a la costa de Haifa.
Con estos cambios arbitrarios en las hipótesis para culpar por esos
ataques, dejan en evidencia que ninguno de ellos tuvo nada que ver y sin dudas
que los más interesados en encubrir son quienes tratan de desviar las
investigaciones con estos infundios.
El momento en que se produjo el asesinato de Nisman, era muy
particular. Unos meses antes de que ello sucediera, Washington y Teherán en
julio de 2014 llegaron a un acuerdo casualmente mediante un “memorándum de
entendimiento” sobre la cuestión nuclear que desbarranco con los planes de Tel
Aviv por buscar los argumentos para lanzar un ataque contra Irán. Netanyahu
enfureció de tal modo, que hizo una visita al Congreso estadounidense donde
entre otros argumentos para buscar el apoyo para un ataque contra Irán afirmó
que “Irán había atacado en Buenos Aires”, entre otras acusaciones. Pese a éste
desagradable contratiempo puesto a rodar por Barak Obama, el gabinete de
Benjamín Netanyahu no se cruzo de brazos para seguir en la búsqueda de
incidentes que justifiquen su intervención.
Volviendo a la situación de éste agente israelí en el lugar y
enterándose de lo sucedido casi inmediatamente del hecho, con esto a la vista
surge muy sospechosa su historia. Nadie a estas alturas puede negar la
operatividad de ambos actores (la CIA y el Mossad) dentro de la política
interna del país y en especial en lo sucedido en sendos atentados. Tal como lo
señala desde hace una década el periodista Juan Salinas[2],
Nisman se metió en callejón sin salida al pasar a ser el rostro de un acuerdo oscuro
tramado en los 90`s entre Argentina, Israel y EEUU orientado a que nunca se
supiera quiénes fueron realmente los perpetradores de dichos atentados. El
memorándum firmado entre Buenos Aires y Teherán fue un golpe demoledor para ese
acuerdo y para Nisman, quien ya venía siendo cuestionado por el escándalo del
insustancial pedido de extradición del ex embajador iraní en Buenos Aires Hadi
Soleimanpour, quien además de ser liberado por Londres, se condeno a la
Argentina a pagar las costas por el infundado pedido[3].
A la par de esto, tanto los gobiernos como la misma justicia
argentina se han visto muy renuentes a buscar pistas e indagar en torno a las
actividades de las agencias de inteligencia israelíes en el país y mucho menos,
los nexos que vinculaban al fiscal Alberto Nisman con aquellos como también,
con organismos como la DAIA y organizaciones militantes sionistas (incluidos a
los fondos buitres) muy ligadas a las actividades del Mossad en la región.
La libertad con la que pudo salir Patcher del país, no se condice
con su presunto temor a los servicios argentinos, simplemente por su
inexistencia. Hoy desde la lejanía con una cansina respuesta, pretende
redireccionar las sospechas de una conjura compuesta por un “eje del mal”
compuesto por el Kirchnerismo, Teherán y Caracas. Una respuesta coherente ante
una actuación tan sospechosa e increíble sería PATCHER, NO WAY!
[1] ARGENTINA TODAY.ORG. “Damián Patcher, el
periodista del Mossad vuelve a acusar a Cristina de la muerte de Nisman”. Publicado el 13 de
agosto de 2016. http://argentinatoday.org/2016/08/13/damian-patcher-el-periodista-del-mossad-vuelve-a-acusar-a-cristina-de-la-muerte-de-nisman/
[2]
PAJAROROJO. “AMIA-NISMAN. La espantada del vocero Patcher, el papel de Levinas
y la zarpa peluda de la CIA y el Mossad”. Por Juan Salinas. Publicado el 26 de
enero de 2015. http://pajarorojo.com.ar/?p=12693
[3] L
NACION. “Gran Bretaña al x embajador iraní”. Publicado el 13 de septiembre de
2003. https://www.lanacion.com.ar/527191-gran-bretana-libero-al-ex-embajador-irani