miércoles, 20 de enero de 2016

EN DEBATE


“¿UNA NUEVA `CABEZA´PARA EL PERONISMO?”

Cómo la crisis de partidos en Argentina lleva a que viejos dinosaurios pretendan volver al ruedo político



Por  Pepe Beru

Antes de responder esta cuestión, habría que preguntarse ¿existe aún el Peronismo? Para la Argentina este movimiento político fue una de las insignias dentro de los sectores más pobres y el impulsor  ideológico de una república con aspiraciones realmente nacionales, distantes de las  cordialidades diplomáticas que terminaron siendo más que nada, señales entreguistas y espoliativas para el país.  

Pero como se puede ver en todas las áreas de la vida contemporánea, las “puridades” ya no existen y todo, incluidas las ideologías políticas, hoy día están rebajadas con agua. Según algunos sociólogos, esto se debe al avance y complejidad de los modos de pensar, enmarcado en un nuevo escenario pos-modernista y cosmogónico que trata a los sujetos más bien como cosas que como personas.

Más allá de las imaginativas explicaciones de charlatanes diplomados, lo cierto es que en lo que hace a movimientos nacidos de la idea de un hombre como fue Juan Domingo Perón,  de auténtica raíz nacional, la puridad que nutria a ese partido se perdió cuando su mentor desapareció físicamente en 1974. Y aunque muchos de sus más cercanos seguidores inmediatamente trataron de arrogarse la legitimidad para encabezar su continuidad, lo cierto es que el espíritu que le daba vida y el sentido de esa idea política, había muerto con su fundador. El traje de conducción les quedaba muy grande para los presuntos herederos de esa misión. La historia postrera mostro en forma cabal esto último.

Si desandamos un poco la historia, veremos cómo sus propios cuadros, fueron desnaturalizando el ideario que conformaba al movimiento y solo dejaron al Peronismo, como un gran cartel de cartón.

Un ícono de las contradicciones para el ideario peronista fue sin dudas la era “Menemista” en la cual, sus reformuladores, argumentaron que se trataba de una “nueva visión del peronismo” y que para nada, contradecía a la doctrina peronista. Por supuesto que ese tipo de argumentos no se los creía ni siquiera éstos reformuladores que solo estaban al servicio de quien pague mejor.

Sin dudas de que fue una etapa curiosa y lamentable para el peronismo. Menem llego diciendo ser peronista y tras unirse a los sectores concentrados de la economía forjó una estrecha alianza con los sectores liberales de donde salieron algunos rejuntes como un tal Jorgito Mazza, un pibe liberal que ha sabido adaptarse a los cambios de clima político y hoy lo hayamos avenido en un “PERONISTA DE LA PRIMERA HORA”.

Seguramente el mismo Perón se retorcía en su tumba, viendo como Menem y sus incodicionales, además de sus ampulosidades, fiestas y negociados con los liberales pro-europeos, llegaba al sumun de las traiciones al colaborar lastimosamente con los EEUU prácticamente diciendo “para lo que guste, mandar”.  No hay que olvidar que no solo Menem estuvo en esa etapa lastimera del país. Otro de los grandes conductores que lo secundaba el Eduardo Duhalde, quien fue nada ni nada menos que su vice y gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Duhalde junto a Collin Powell en Davos

Pero si bien la era “menemista” acabo tan pronto como el mismo Menem abandono el gobierno algunos de sus estrechos colaboradores, por su propia cuenta siguieron en la misma línea adecuándose a las nuevas circunstancias y amoldándose a nuevos paradigmas políticos.  Quien no recuerda al entusiasta Duhalde en una cumbre de Davos en 2003, dialogando amigablemente con uno de los criminales de guerra más importantes de la historia reciente. Claro que estas postales de la historia tienen una explicación pero, que si las contextualizamos con ojos de peronistas verdaderos, serían inexplicables.

Para cuando nació el “Kirchnerismo”, los anteriores “menemistas” se convirtieron automáticamente en esto, que a ciencia cierta no tenían idea en que desembocaría. Volvía  a primar el interés –dinerario y político- por sobre la “lealtad” que dicho sea de paso, solo se tenía con un líder que ya no estaba entre nosotros. 

Como si se hubiera corrido un grueso telón, los “menemistas” empachados de tanta “pizza con Champagne” y de las coloridas fiestas en la embajada de EEUU, se alineaban por la derecha con la nueva “mutación” del “peronismo” esta vez, dirigido por  un desconocido gobernador de Santa Cruz, que luego conoceríamos como el camaleón Néstor Kirchner y Sra.

Bajo estos nuevos lineamientos, el peronismo paso a ser “el Kirchnerismo” sin poderse distinguir qué parte de la doctrina del “general”, estaba impresa en este ideario del pasajero ocupante de la Casa Rosada. Duhalde fue parte de esta nueva interpretación y no hizo nada por contradecirla; por el contrario, como lo hace un político viejo, supo guardarse en las sombras hasta que pase el chaparrón.

Hoy éste mismo y reciclado político de museo, representante de una Argentina que no debiera volver, se pone a la cabeza de una propuesta por darle identidad al peronismo.  Parece un sin sentido. Alguien que paso del neoliberalismo más abyecto al silencio en la era de lo que pretendían vender como “Nacional y Popular”, se presenta como una alternativa ante el notable vacío en los cuadros de un “Peronismo” esquizofrénico y sin rumbo.

Si como dice el dicho “más vale malo conocido que bueno por conocer”, Duhalde tendría chances por colarse en los pedacitos que quedan de la estructura partidaria, pero ello no representaría ningún avance para el futuro del país.



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