EN DEBATE
“¿UNA NUEVA `CABEZA´PARA EL PERONISMO?”
Cómo la crisis de partidos en Argentina lleva a que viejos dinosaurios pretendan volver al ruedo político
Por Pepe Beru
Antes de responder esta cuestión, habría que preguntarse ¿existe aún
el Peronismo? Para la Argentina este movimiento político fue una de las
insignias dentro de los sectores más pobres y el impulsor ideológico de una república con aspiraciones
realmente nacionales, distantes de las
cordialidades diplomáticas que terminaron siendo más que nada, señales
entreguistas y espoliativas para el país.
Pero
como se puede ver en todas las áreas de la vida contemporánea, las “puridades”
ya no existen y todo, incluidas las ideologías políticas, hoy día están
rebajadas con agua. Según algunos sociólogos, esto se debe al avance y
complejidad de los modos de pensar, enmarcado en un nuevo escenario pos-modernista
y cosmogónico que trata a los sujetos más bien como cosas que como personas.
Más
allá de las imaginativas explicaciones de charlatanes diplomados, lo cierto es
que en lo que hace a movimientos nacidos de la idea de un hombre como fue Juan
Domingo Perón, de auténtica raíz
nacional, la puridad que nutria a ese partido se perdió cuando su mentor
desapareció físicamente en 1974. Y aunque muchos de sus más cercanos seguidores
inmediatamente trataron de arrogarse la legitimidad para encabezar su
continuidad, lo cierto es que el espíritu que le daba vida y el sentido de esa
idea política, había muerto con su fundador. El traje de conducción les quedaba
muy grande para los presuntos herederos de esa misión. La historia postrera
mostro en forma cabal esto último.
Si
desandamos un poco la historia, veremos cómo sus propios cuadros, fueron
desnaturalizando el ideario que conformaba al movimiento y solo dejaron al Peronismo,
como un gran cartel de cartón.
Un
ícono de las contradicciones para el ideario peronista fue sin dudas la era “Menemista”
en la cual, sus reformuladores, argumentaron que se trataba de una “nueva
visión del peronismo” y que para nada, contradecía a la doctrina peronista. Por
supuesto que ese tipo de argumentos no se los creía ni siquiera éstos
reformuladores que solo estaban al servicio de quien pague mejor.
Sin
dudas de que fue una etapa curiosa y lamentable para el peronismo. Menem llego
diciendo ser peronista y tras unirse a los sectores concentrados de la economía
forjó una estrecha alianza con los sectores liberales de donde salieron algunos
rejuntes como un tal Jorgito Mazza, un pibe liberal que ha sabido adaptarse a
los cambios de clima político y hoy lo hayamos avenido en un “PERONISTA DE LA
PRIMERA HORA”.
Seguramente
el mismo Perón se retorcía en su tumba, viendo como Menem y sus incodicionales,
además de sus ampulosidades, fiestas y negociados con los liberales
pro-europeos, llegaba al sumun de las traiciones al colaborar lastimosamente
con los EEUU prácticamente diciendo “para lo que guste, mandar”. No hay que olvidar que no solo Menem estuvo en
esa etapa lastimera del país. Otro de los grandes conductores que lo secundaba
el Eduardo Duhalde, quien fue nada ni nada menos que su vice y gobernador de la
provincia de Buenos Aires.
Duhalde junto a Collin Powell en Davos |
Pero
si bien la era “menemista” acabo tan pronto como el mismo Menem abandono el
gobierno algunos de sus estrechos colaboradores, por su propia cuenta siguieron
en la misma línea adecuándose a las nuevas circunstancias y amoldándose a
nuevos paradigmas políticos. Quien no
recuerda al entusiasta Duhalde en una cumbre de Davos en 2003, dialogando
amigablemente con uno de los criminales de guerra más importantes de la
historia reciente. Claro que estas postales de la historia tienen una
explicación pero, que si las contextualizamos con ojos de peronistas
verdaderos, serían inexplicables.
Para
cuando nació el “Kirchnerismo”, los anteriores “menemistas” se convirtieron
automáticamente en esto, que a ciencia cierta no tenían idea en que desembocaría.
Volvía a primar el interés –dinerario
y político- por sobre la “lealtad” que dicho sea de paso, solo se tenía con
un líder que ya no estaba entre nosotros.
Como si se hubiera corrido un grueso
telón, los “menemistas” empachados de tanta “pizza con Champagne” y de las
coloridas fiestas en la embajada de EEUU, se alineaban por la derecha con la
nueva “mutación” del “peronismo” esta vez, dirigido por un desconocido gobernador de Santa Cruz, que
luego conoceríamos como el camaleón Néstor Kirchner y Sra.
Bajo
estos nuevos lineamientos, el peronismo paso a ser “el Kirchnerismo” sin
poderse distinguir qué parte de la doctrina del “general”, estaba impresa en
este ideario del pasajero ocupante de la Casa Rosada. Duhalde fue parte de esta
nueva interpretación y no hizo nada por contradecirla; por el contrario, como
lo hace un político viejo, supo guardarse en las sombras hasta que pase el
chaparrón.
Hoy
éste mismo y reciclado político de museo, representante de una Argentina que no
debiera volver, se pone a la cabeza de una propuesta por darle identidad al
peronismo. Parece un sin sentido.
Alguien que paso del neoliberalismo más abyecto al silencio en la era de lo que
pretendían vender como “Nacional y Popular”, se presenta como una alternativa
ante el notable vacío en los cuadros de un “Peronismo” esquizofrénico y sin
rumbo.
Si
como dice el dicho “más vale malo conocido que bueno por conocer”, Duhalde
tendría chances por colarse en los pedacitos que quedan de la estructura
partidaria, pero ello no representaría ningún avance para el futuro del país.
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