lunes, 10 de octubre de 2016

EN LA MIRA



“LA GUERRA SIN TERMINO”

Cómo fue el inicio, evolución y posible desenlace de la guerra en el Medio Oriente




Por Charles H. Slim
La mayoría del público que se informa sobre lo que actualmente ocurre en torno a la llamada “guerra contra el terrorismo” tiene una parcializada visión de cuál es el origen de todo esto, reduciendo las causas de éste calvario –especialmente para el mundo islámico- sin fin a partir del 11 de septiembre del 2001 tras los ataques en New York y Washington. Pero esto no es así. Tal como lo vienen señalando varios investigadores y periodistas independientes, el lanzamiento de esta campaña bélica ya había sido planificada desde mediados de la década de los setentas cuando el gigante soviético comenzaba a mostrar señales de que le quedaban pocos años de existencia.

Por supuesto que el contexto geopolítico en el que se trazaron aquellos planes para incursionar en el Medio Oriente y tomar por asalto en centro de Asia, justo en el patio trasero de la China Popular y de la entonces URSS, hoy ya no existe y esos planes se han visto claramente modificados pero en lo que hace a los “colaboradores” en concretarlos materialmente, no parecen haber variado. Durante aquellos años, la política exterior norteamericana se vio ilustrada por los cerebros maquiabelicos más productivos para La Casa Blanca y el Pentágono, abriéndoles las puertas al intervencionismo mediante la creación de nuevos enemigos y la fabricación de falsos casus bellis.

De este modo el entonces consejero de seguridad del gobierno norteamericano Zbigniew Brezinski y el “master mind” de las políticas intervencionistas en América Latina, el ex Secretario de Estado y Consejero de seguridad Henry Kissinger, pusieron sus ineludibles talentos para perfeccionar lo que se iría urdiendo con el paso de la década de los ochentas hasta la llegada de la llamada “crisis del Golfo” en 1990, cuando de la noche a la mañana, el aliado de Washington en Bagdad, decidió en apariencias y sin justificaciones agredir al pequeño emirato de Kuwait.  Fue a partir de aquella crisis, que Washington pulso el reloj del cronómetro para tomar el tiempo y ver cuánto le tomaría adueñarse de los recursos petrolíferos de la región y llegar a establecer bases militares para cimentar los primeros pasos para rodear a una Unión Soviética que se venía abajo y a una China que permanecía callada pero expectante.

En el caso de Brezinski, en momentos que cumplía funciones en la administración demócrata de James Carter, fue el responsable de impulsar y coordinar que la CIA y agencias de inteligencia aliadas como la saudita y el ISI Pakistaní, formaran y pusieran en marcha un programa de mercenarios árabes y no árabes que con financiamiento de petrodólares y asistencia técnica-militar de Washington, conformarían lo que los archivos de la inteligencia norteamericana llamó “The Base” en árabe “Al Qaeda”.  El objetivo de aquellos era socavar a los gobiernos izquierdistas dentro del mundo islámico, especialmente al de Afganistán que tenía una fuerte relación con la entonces URSS.

De esa manera la política exterior norteamericana y en especial, la que involucraba a las operaciones de la CIA en Afganistán para derribar al gobierno pro-comunista  de la URSS, propicio la creación y multiplicación de centros de adoctrinamiento islamista en Pakistán que hoy se conocen como Madrazas, algo  de lo cual, el mismo Brezinski no negó e incluso justifico al comprar al Talibán con la Unión soviética como amenazas entre las que había que elegir(v http://www.globalresearch.ca/al-qaeda-and-the-war-on-terrorism/7718 ).

Según se ha podido ver, el desarrollo de estas “Brigadas islámicas” contra el poder ateo comunista fue previo a la invasión soviética a Afganistán en 1979, con lo cual se puede intuir que si Moscú no realizaba esta movida en ese país musulmán, los equipos de la CIA con el apoyo de estos grupos mercenarios, habrían intervenido igual y horadado mediante sabotajes, atentados y asesinatos al gobierno comunista de Kabul.  Así podemos ver como estas agrupaciones como “Al Qaeda” creadas clandestinamente por EEUU pasaron de ser grupos operativos para sus intereses exteriores en épocas de la “guerra fría”  en Medio Oriente y Asia, a ser parte de llamada “Doctrina de Seguridad Nacional” pero que desde hace quince años, pasaron a ser el objetivo de dicha doctrina. 

Fue con el apoyo de Washington que el Talibán pudo crecer hasta convertirse en la máquina de combate insurgente más formidable de lo que iba del siglo XX, logrando nada menos que expulsar a un ejército duro como el soviético y tomar para 1996 el poder en Kabul. “Al Qaeda” por otra parte, jugaría su papel del “tercero en las sombras” para ejecutar operaciones de confusión.

¿Qué quiere significar todo esto?  Ello significa que el problema “Al Qaeda” no solo no salió de la nada sino que peor aún,  fue creado y ha venido siendo sustentado por EEUU  desde hace mucho tiempo variando tan solo en la cantidad y origen de los miembros que la operan. Sobre la apariencia de “enemigo” que desde los ataques en Kenia en 1998 viene teniendo este grupo, solo es eso, una apariencia.  A partir de allí el nombre de Osama Bin Ladem pasaría a ser la clave para darle entidad mediática al grupo y catapultarlo al estrellato de los “malos de la película”.  Desde ese entonces las operaciones de “Al Qaeda” pasaron a ser –en apariencias- “independientes” y comenzaron a recibir el apoyo clandestino no solo de la CIA sino del Mossad israelí.

Pero volviendo unos años para atrás, recordemos lo que ocurrió en agosto de 1990, cuando las FFAA iraquíes lanzaron “sorpresivamente” una  invasión sobre el vecino emirato de Kuwait, porque según la CNN y el resto de los medios estadounidenses  “Saddam Hussein estaba loco”. Ni una cosa ni la otra. Aquel movimiento de Bagdad fue una celada que fue pacientemente urdida por Washington y puso como cebo, al rico emirato kuwaití que dicho sea de paso, robaba crudo a los campos petrolíferos iraquíes del sur ¿Pero como el pequeño emirato se atrevería a robarle a la potencia árabe regional de aquel momento? Aunque cueste creerlo, fue una maniobra orquestada por el Departamento de Estado y llevada a cabo por la CIA que mediante falsos trascendidos e informes dibujados que hicieron creer a los kuwaitíes que ellos eran víctima de malas intensiones de “Saddam” mientras que al mismo tiempo en Bagdad, azuzaban por los mismos medios engañosos al gobierno del partido Baath de que los desagradecidos kuwaitíes le estaba robando crudo con perforaciones inclinadas en los campos de Rumailah.
matones iraquies de la CIA preparados para degollar a
sus propios hermanos

Iraq era la puerta para ir metiéndose en la región y por ello se creó esta situación que culmino en el comienzo de la guerra del Golfo la cual aún perdura. Para concretar esta campaña no se debe olvidar el fuerte Lobby israelí dentro del Congreso estadounidense, que por todos los medios –especialmente con generosas contribuciones- argumentaron con ponencias, informes y tesis académicas las bondades de atacar a Iraq y desbancarle de su podio de potencia regional; obviamente para allanar el camino a Israel que –pese a la cooperación clandestina que recibía de Riad- veía limitada su operatividad con la amenaza iraquí.  Para ello, estos sectores sionistas junto a los neocon, proporcionaron el impulso a los intereses del partido Likud que mejor que nade, buscaron la desgracia contra Iraq. Con la creación de este conflicto y su permanencia con un brutal bloqueo de trece años, se fueron creando las condiciones socio-político-estratégicas, ideales para que la agitación y el caos regional fuera más allá del conflicto con Iraq.

Al mismo tiempo por 1992 en adelante el MI-6 británico y sus colegas, cooperaban con los grupos de mercenarios musulmanes que llegaban a los Balcanes con asesores sauditas, dándoles armas y entrenamiento  para más tarde trasladarlos a operar en Chechenia contra las tropas rusas. Para ese entonces, la red de estos grupos clandestinos que operaban a la sombra de las decisiones políticas en Londres, Washington e incluso Tel Aviv se interconectaba entre el norte de África, Afganistán y zonas caucásicas como Chechenia, Daguestán e Ingushetia.  Obviamente, el movimiento de esta red y sus operaciones –financiadas en parte con delitos como el narcotráfico y el tráfico de armas- contaban con la anuencia de la inteligencia estadounidense que tenía para ese entonces la capacidad de monitorear las comunicaciones, espiar los campos de entrenamiento y controlar el tráfico de armas que abastecían a estos grupos.

En 1998 “Al Qaeda” hace su aparición estelar realizando dos espectaculares ataques contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania  que sirvieron para poner en los medios a la franquicia, dando la impresión de que aquello se asimilaba una provocación. Solo dos años después, en el 2000 un extraño ataque ocurrió en Yemen contra el buque estadounidense “USS Cole” que –pese a no haber sido reivindicado- fue inmediatamente endilgado a “Osama Bin Ladem” y que curiosamente Israel uso para advertir al mundo del “peligro del terrorismo islámico”. Como si eso no hubiese bastado para convencer sobre ese argumento, un año después se produciría lo que hoy conocemos como el 11/S.

Lo curioso de todo esto fue, que pese al estrecho control que ejercía el sistema de vigilancia electrónica que se enlazaba con los satélites espías que barrían la región, no fueron capaces de antelar lo que podía ocurrir ¿pudieron haber confundido los movimientos de sus “insurgentes” con los verdaderos elementos de la resistencia islámica?

Recordemos que EEUU y sus socios de la OTAN dejaban fluir libremente las rutas que eran útiles a estos programas de insurgencia que más tarde se insertarían tras la invasión a  Iraq en 2003 como una forma de estrategia contra-insurgente para contrarestar a la resistencia iraquí. A partir de ese momento, la ocupación de Iraq se volvió una pesadilla inimaginable que supero en “suciedad y brutalidad” a los pasados programas de la CIA y el Pentágono ejecutados en lugares tan distantes como Vietnam y América Latina. La aparición de una supuesta subsidiaria de “Al Qaeda-Iraq” en 2004 que se presentaba con videos donde cortaban la cabeza a rehenes extranjeros, volaba mezquitas chiitas y que se rumoreaba que estaba liderada por un misterioso  jordano llamado “Abu Musab Al Zarqawi”,  trajo el intento de cooptar a la resistencia nacional iraquí que supo ver desde el inicio, que ese grupo era nada menos que un artilugio de EEUU.

Incluso la inserción de ese virus “pseudo-yihadista” –que raras veces ataco a los estadounidenses- tuvo reacciones contraproducentes causando entre otras, el nacimiento y crecimiento de una rama de la resistencia iraquí de origen chiita con inspiración en el Hesbollah libanés que golpeo y muy duramente a los norteamericanos y británicos en el centro sur del país.

Sin dudas, Iraq representó el campo de ensayo más fructífero para aceitar el uso de estas agrupaciones “terroristas” que impostando fanatismo sunita, operaban la agenda de la inteligencia militar ocupante y de las agencias como la CIA y el Mossad que las usaron para cubrir la finalidad real de sus propias operaciones.  

Incluso se supo, como varios de estos grupos que merodeaban impunemente por Bagdad, eran  nada menos “fuerzas especiales” norteamericanos y británicos que enmascarados como árabes, causaron indistintamente masacres contra chiitas como contra sunitas. 

A mediados del 2009 una intensa actividad estadounidense en el norte de África pasaría inadvertida a los medios y para el 2010 veríamos como de la nada,  la región era inundada con mercenarios llegados de todas partes que respaldados por la OTAN, se deshicieron del molesto gobierno árabe-socialista de Libia.

Desde el 2012 vemos con pavor como una ola de estos mismos grupos, salidos de la misma ingeniería occidental (OTAN) tratan impunemente y usando todo tipo de tácticas  destruir a Siria. También desde junio del 2014, venimos viendo con escandaloso asombro, como aquella pequeña célula del “Islamic State of Iraq” (ISI) aparecida tras el asesinato de Zarqawi en 2006 y que tras una intensa persecución del régimen de Bagdad, sobrevivió oculta merodeando el desierto de Al Anbar durante casi los siete años que siguieron, se convirtió de la noche a la mañana en un ejército organizado muy bien armado y entrenado.


Actualmente, se han caído las máscaras y el misterio que rodeaba a esos grupos ya han quedado develados. 

En realidad nunca hubo misterio sino, encubrimiento. Esos grupos no son parte de la resistencia árabe-islámica y la prueba de ello, está en quienes le financian y quienes les arman. Un ejemplo de sus juegos sucios, fue la masacre de “Al Goutha” que se comprobó fue de autoría de una “tercera fuerza”. Tal como lo estamos viendo hoy, con los éxitos de la intervención rusa, los norteamericanos han cometido un error tras otro y han dejado sus huellas en cada una de sus acciones que curiosamente, no están orientadas a combatir a los “terroristas”.  Esto ha desatado una psicosis en Washington que amenaza con una posible confrontación con Rusia y China Popular.

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