EN DEBATE
“LAS DOS POTENCIAS”
Los últimos cinco años han cambiado bastante las cosas dentro de la geopolítica internacional y en especial la del Medio Oriente. Mientras China y Rusia consolidan posiciones en Asia y el Medio Oriente, EEUU ha perdido el sitial de preferencia y hoy se ve altamente cuestionado por su más que oscura injerencia de la región.
Por
Charles H. Slim
Como lo señala
un principio de la física, a toda acción deviene una reacción y esto siempre
podemos verlo en la vida política de los países. No importa cuán cruenta sea la
misma siempre tendrá una respuesta, es por ello y muy equivocadamente que en
todas las épocas, de todos imperios que han existido en la historia del hombre
sin distinciones de colores o etnias, el intento de erradicar a otro pueblo o a
sus ideas fracasa tarde o temprano. Esto se puede ver más crudamente en las
pasadas guerras, cuando el más poderoso en la contienda trata de borrar a su enemigo con todo su
poder de fuego y pese a ello, el mismo brota nuevamente de entre medio de las
cenizas.
Esto
es lo que actualmente podemos ver con EEUU y sus aliados europeos, quienes desde
hace veinticinco años hasta esta parte han venido tratando de controlar el
mundo mediante una política de agresión, engaños y cinismo político que solo ha
traído la multiplicación de sus problemas que prácticamente les lleva a ver
que, tras un balance entre ganancias y pérdidas (tanto políticas como
militares), solo han sido acreedores a éstas últimas sin que pareciera haber un
final para esta situación.
Durante
todo este tiempo se vio a EEUU obrar como un “Pac Man” devorando a países
enteros, convirtiéndolos en campos de batalla
y sumiéndolos en el caos, buscando como siniestro propósito de dominar
políticamente a las poblaciones bajo la argucia de la libertad y la democracia,
algo que ha quedado muy claro para iraquíes, afganos y libios que ello fue un
siniestro embuste. Y aunque Washington haya mejorado su estrategia “tercerizando”
las labores sucias para eliminar a los opositores y sectores que resistían a
sus acciones y entorpecían la difusión de esa propaganda oficial, siempre fue y
será el responsable de todo lo causado.
Queda
claro que no es el pueblo estadounidense el responsable de todos estos crímenes
y aberraciones que sus gobiernos han venido cometiendo a lo largo de éstas
últimas tres décadas, pero no podemos dejar de mencionar que aunque ello sea
así, no dejan de ser en cierta medida responsables por respaldar y mirar para
otra parte cuando aceptan esos hechos como algo natural.
Pero
detrás de todo ese plan expoliativo elaborado por el sector de la elite
político-financiera de tinte neoconservador y sionista estadounidense, además
de expoliar los recursos petrolíferos y gasíferos de los países árabes
islámicos que garantizaría ese “siglo dorado”, perduran aún hoy objetivos mucho
más ambiciosos y definitorios para el control de los mercados internacionales
del comercio entre oriente y occidente; y ese es nada menos, que la llamada
“ruta de la seda” que curiosamente pasa por la Mesopotamia del creciente fértil
donde el “Daesh” en 2014 proclamo su Califato.
Como
recordatorio no hay que olvidar que tras la ocupación de Iraq y la destrucción
de sus instituciones nacionales, los estadounidenses dejaron intacta la región
conocida como “Al Sham” donde tras convertirse en el santuario para los
remanentes de la resistencia armada y todo tipo de bandas de traficantes, se
volvió un lugar impenetrable para las fuerzas del gobierno colaboracionista y donde
la ley solo era la del más fuerte. Pasar por ese lugar era tan inseguro como lo
sería hoy en medio de los combates solo que en esos momentos, todo se
hallaba oculto.
Justamente
y como un elemento muy conveniente, el “Daesh” y toda esa confederación de
grupos armados que buscaron destruir a Siria, han dado la excusa perfecta a
EEUU para tener presencia masiva en la región y de ese modo, mantener en forma
permanente un estado caótico en donde solo pueda prevalecer el más fuerte y quién
a su vez controle el paso del comercio terrestre y aéreo desde Asia a Europa,
en especial desde China y Rusia.
Tras
la intervención rusa en 2015 los planes para derrocar a Siria fueron fracasando
paulatinamente y ante el retroceso del llamado “Califato” los estadounidenses y
sus aliados comenzaron a masificar su ayuda material y financiera a los kurdos
sirios a quienes han ilusionado con una patria propia a costa del territorio
del norte de Siria (Rojava) que se convertiría en el nuevo “estado tapón” para
esta ruta comercial. Y aunque los medios anglosajones realizan ampulosas
campañas mediáticas para promover una “mística” en la causa kurda y mediante la
cual se trato de legitimar el referéndum separatista de Erbil, en la realidad
hay un plan más amplio y peligroso que tiene como principal beneficiado a
Israel, algo que ya ha generado los impensados
acercamientos entre Ankara, Teherán y Bagdad.
Pero
a diferencia de lo ocurrido en las décadas pasadas, Rusia y China abandonaron
su pasividad y pasaron a ser proactivos dentro de la política internacional
algo que ha contrabalanceado notablemente la situación poniendo un límite claro
a la unilateralidad y el intervencionismo estadounidense. Por un lado, China ha
instalado su primera base militar fuera de sus fronteras en nada menos que en
Yibuti, un punto estratégico vital para controlar el tráfico aéreo y marítimo
en el Golfo de Adén. Al mismo tiempo Pekín ha comenzado a invertir en la
reconstrucción de Siria aportando más de 2000 millones de dólares y gestionando
el ingreso de más de 130 empresas para el desarrollo de varios sectores
tecnológicos.
Rusia
por su parte ha incrementado su presencia naval en el Mediterráneo con la
ampliación de las instalaciones en el puerto sirio de Tartus y está llevando
adelante tratativas con Egipto para volver a usar las instalaciones portuarias
de Sidi Barrani que en épocas de la guerra fría fueron una parte estratégica de
la flota soviética. Del mismo modo que China, Moscú también está colaborando
con la reconstrucción del país árabe mientras teje nuevas relaciones
comerciales con uno de los enemigos de Damasco, Arabia Saudita.
Por
supuesto que detrás de este impulso ruso-chino existen fuertes intereses
económico-comerciales potenciados por la ruina que las políticas occidentales
estaban causando y hoy se han consolidado en toda la región. En ese sentido,
han interferido molestamente con la dinámica financiera que las corporaciones y
los sectores financieros alineados a Washington y Tel Aviv, suelen mover los
negocios mundiales, que de consuno llevan adelante con aquel dicho que reza
“arruínalos y cómpralos por unos centavos”.
Más allá del interés meramente político y que también se trasluce en la industria armamentística para el comercio de abastecimiento de los ejércitos en la región, hay un sincero interés en una mayor diversificación de los vínculos económicos que obviamente, los más importantes radican en la explotación, transporte y venta de recursos energéticos como es el gas y el petróleo, que tras la destrucción sufrida en las infraestructuras de Siria e Iraq auguran muy buenos contratos para las empresas chinas y rusas
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