EN LA MIRA
“SEMBRANDO EL ODIO”
LA DECLARACION DE TRUMP DE RECONOCER A JERUSALÉN COMO LA CAPITAL DE ISRAEL SOLO BUSCA ENCENDER UN CONFLICTO QUE NO SE SABE A DONDE TERMINARA
Por Charles H. Slim
Ha pasado un
siglo pareciera, de aquellas jornadas en las cuales y tras los acuerdos de Oslo
que negociaron con la intermediación de EEUU en forma secreta y pacientemente
los representantes israelíes y palestinos llegaron al principio de la esperanza
por una paz con justicia. Fue allá en 1993 en medio de un mundo que cambiaba en
forma brutal, el entonces primer ministro israelí Yitzak Rabin y el líder
palestino Yasser Arafat se daban la mano en los jardines de la Casa Blanca ante
la sonriente mirada de un Bill Clinton que sería felicitado por los sectores
moderados de ambas partes y por los verdaderos demócratas de su partido.
Pero ello no significaba que los chacales y las serpientes que se
retorcieron desde las sombras ante ese acto que podía cambiar el rumbo de la
región y que afectaba los intereses del ideario sionista, se quedaran pasivamente
esperando que esos planes de paz cuajaran con el tiempo. Algo había que hacer y
lo hicieron. Los atentados y los
asesinatos cundieron a ambos lados y cuando ello no basto, se pudo ver como
sorpresivamente como estallaba por los aires la sede mutual AMIA en pleno
Buenos Aires, lo que había concitado varias especulaciones de los sectores
ligados al estado de Israel especialmente direccionadas por aquel entonces a
tratar de enculpar a la OLP y cuando no era creíble dicha tesis apuntaron
contra la Jihad Islámica y cuando aquello se comprobó como imposible y la
ocasión lo meritó, se lo quisieron cargar a los sirios y cuando esto fue
imposible de encajarlo, buscaron convenientemente pegárselo al rival
geopolítico del momento, Irán. Actualmente en el país, las fuerzas de seguridad
están siendo dirigidas por los servicios de inteligencia israelíes con lo cual,
no asombra. No es de extrañar que hoy por hoy los medios argentinos estén
hablando con tanta seguridad (y sin pruebas verificables) de la autoría de Irán
en dichos atentados lo que a todas luces además de irresponsable es muy
sospechoso.
Pero volviendo puntualmente a lo que ocurre hoy en Palestina, la
decisión de Donald Trump de declarar a Jerusalén como la capital de Israel no
solo apunta a consagrar el despojo que ha venido sufriendo la población
palestina a manos del gobierno de Tel Aviv sino también, es un aval a las
constantes presiones y a las poderosas influencias de los lobbies pro-israelíes
que históricamente se encaraman en el Congreso estadounidense y en el
conglomerado de medios sustentado por la banca de Wall Street y obviamente la
que opera desde Londres.
Casualmente –una nueva casualidad que nada tiene de casual- en
Buenos Aires son detenidos varios ex funcionarios del gobierno de Cristina
Fernández bajo los cargos de traición a la patria y encubrimiento de los
atentados a la embajada de Israel y a la AMIA en 1992 y 1994 respectivamente,
cargos que surgieron de aquella denuncia realizada por el asesinado fiscal Alberto
Nisman y que los actuales investigadores consideran como innegables. El
despliegue policial y judicial, además de servir para tapar la aberración de
Trump que escandaliza al mundo entero,
ha caído con mucho agrado al sector de la comunidad judía argentina que
constantemente ha sido acusada por otro sector de la misma, de servir a los
intereses del estado de Israel que, por intermedio de su embajada en Buenos
Aires poner a rodar en la región.
Se trata sin dudas de una provocación deliberada y que está
orientada a desatar nuevas matanzas en la región y Donald Trump es el personaje
perfecto para llevar adelante esta nueva estrategia del caos que sin dudas ha
sido urdida con paciencia y mucha inversión económica por parte de la elite
sionista que controla al gobierno estadounidense. Y no es solo por la
personalidad estridente y hasta delirante del presidente norteamericano que
cabe perfecto para estos planes sino también, porque se dan las
circunstancias perfectas para que Tel Aviv utilice esto como una cortina de
humo para cubrir el despliegue masivo de sus fuerzas con intensiones de ampliar
su mapa territorial a costa de Siria.
Es un momento importante para la unidad palestina, que desde hace
un mes viene celebrando acercamientos entre Hamas y Fatah, acercamientos que
han molestado a Tel Aviv para lo cual, sus agencias de inteligencia y sus
brutales fuerzas militares vienen intentando crear situaciones que lleve a un
enfrentamiento generalizado entre ambas partes.
Desde hace décadas que Israel y en particular sus extremos sionistas
tratan de apoderarse de la ciudad para, entre otras cosas, remover la Mezquita
de Al Aqsa y –según ellos- reconstruir el Templo de Salomón. Todo tipo
de argucias y fraudes orquestados por los colonos como son la confección de
escrituras falsas han puesto a rodar para arrebatar las casas de los pobladores
palestinos de la ciudad de Jerusalén sin dejar nunca claro, el uso de la
violencia y el crimen como herramienta más acostumbrada. Es por ello que la última medida de Trump es
otra afrenta contra la soberanía palestina y contra la fe de musulmanes y
cristianos.
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