sábado, 19 de enero de 2019



EN LA MIRA




“SIGNOS DE PODER”

La crisis de representación, los dobles raseros y las reiteradas políticas descarnadas que hoy muestran sus consecuencias están pariendo nuevas formas de hacer política que molesta al sistema del Establishment anglosajón ¿Son las señales de un cambio de poder?



Por Charles H. Slim
El tan vendido refrán del politólogo y estadounidense de ascendencia japonesa FrancisFukuyama ref-erente al “fin de las ideologías” no solo fue un rotundo desacierto en lo que respecta a su predicción sobre el futuro en las relaciones políticas  entre las naciones y del hombre mismo con su prójimo, sino también fue una mera ilusión producto del fervor embriagante de la sorpresiva caída del Muro de Berlín en 1989 y el inexorable colapso de la URSS tan solo dos años después. Ni el mundo “libre” liderado por EEUU tuvo algo que ver con eso ni ello significaría el final de las contiendas a nivel global.

Hemos visto con bastante continuidad como occidente aprovecho la hegemonía surgida de aquella debacle, para extender sus fronteras tratando de absorber a gran parte de Europa del este, Asia y claro, el Medio Oriente; todo claro, muy democráticamente. De ello nos hemos extendido antes y lo seguiremos haciendo en otros artículos, pero lo que nos importa ahora es ver, como ha evolucionado aquel conflicto ideológico y en se ha transformado ese mismo, que ayer lo fue entre dos doctrinas filosófico económico y políticas creadas por europeos (Marxismo y Capitalismo) y que hoy están completamente desacreditadas.

En realidad actualmente no existen las derechas y las izquierdas, solo son maniqueísmos elaborados por doctrinarios de otras épocas que realmente desde hace varias décadas carecen de aplicación y solo son artículos de museo pero nada más. La labor intelectual del hombre evoluciona con cada paso que da y actualmente ya podemos decir con seguridad, que hace bastante que esas ideologías engañosas y su aplicabilidad quedaron relegadas en la noche de los tiempos.

Para quienes vivieron de estas ideologías, es una pésima noticia, pero así son las cosas y la historia enseña que más allá de esas coloridas banderas partidarias y de sus encendidos discursos, solo hay hombres que decían muchas cosas pero que en realidad pensaban y hacían otras muy diferentes. Visto a la distancia podemos decir a quién le importa personajes como Javier Solana, José Luis Zapatero, Romano Prodi y todo el arco socialista europeo que vociferaban contra las injusticias del imperialismo en manifestaciones y reuniones de sus partidos radicales en las décadas de los setentas, para luego pasar a ocupar cargos políticos y estructuras globalistas que secundaban aquellas injusticias que tanto condenaban.

De politiquillos de partidos de izquierda pasaron a ser parte de organizaciones supranacionales y de organizaciones multiculturalistas –que encubren un Marxismo cultural- que son financiadas por fondos de origen confuso, con el objetivo de disgregar los valores de las sociedades de naciones enteras. Con ello, vienen importantísimos negocios financieros y comerciales que no benefician a las poblaciones sino, a los emporios que se encargan de manufacturar para satisfacer las necesidades creadas por ellos mismos. Así nació la UE, como un supuesto de colaboración transnacional  que hoy se encuentra en una severa crisis por los intentos de Gran Bretaña por salirse con el Brexit.

Como vemos el nuevo mileno trajo consigo revelaciones paradigmáticas y con ellas, nuevos aires para abordar las relaciones políticas y sus reales fines. Si los políticos continuaban con los mismos formulismos encasillados a esas vetustas estructuras partidarias que ya nadie respeta, el próximo paso era su extinción como profesionales de la política. La crisis de representatividad ha llegado y solo los más capaces sobrevivirán.  Las ideologías serán reemplazadas por hombres de carácter y sus gestos serán la doctrina con la cual se irán construyendo nuevas bases partidarias desgajadas de doctrinas anquilosadas que ya pasaron a la historia.

Es en este punto que desde los sectores del liberalismo político y económico, especialmente de los medios que se sustentan del pulpo anglosajón (sustentador de los fraudes electorales si los hay), intentan boicotear esta nueva realidad tratando de desacreditar la aparición de estos fenómenos políticos que ponen en jaque a las políticas de relaciones exteriores y de aquellas dudosas inversiones que se entablan desde épocas pasadas con los sectores influyentes de los países del globo. Ellos que hablan por los intereses que –entre otras cosas- sostienen los medios en los que trabajan, hacen cuanto pueden para tratar de desacreditar a quienes demuestran que sus liderazgos sobresalen por sobre las prerrogativas del Establishment globalista que brega por un mundo unipolar.
A pesar de que hay casos en los que se ha intentado salirse de este esquema, hoy puede verse cuál fue la suerte de aquellos. Quién pusiera en duda los pilares de la hegemonía anglosajona implemente perecería.

La fórmula seguía siendo la misma: crear el caos, derrumbarlo todo y luego ofrecer la reconstrucción. Tan simple como cínico. Destruyen los países y atrás de los tanques y las tropas de ocupación vienen los empresarios e inversores para ofrecer a gobiernos títeres elegidos a dedo, sus suculentos préstamos para reconstruirlo todo. Desde la impulsión lobista en el Congreso norteamericano para apoyar guerra de intervención a países soberanos, hasta la inversión en ejércitos privados (mercenarios) armas, transporte y todo lo necesario –incluidas las mujeres y niños para su recreación- para su operatividad, abarca la incumbencias de estos intereses ocultos ras las sombras del poder. La participación del sector privado de inversión (la banca e inversores de Wall Street y La City de Londres) fue y sigue siendo de capital importancia para que se emprendieran operaciones de desestabilización y subversión en los países más débiles de las regiones con interés.   

Hoy la región de Hispanoamérica sufre el embate de estos sectores y se centran en la creación de la crisis migratoria en rededor de Venezuela y Nicaragua que ha dado nacimiento a una serie de tratados bilaterales para tratar de paliar y controlar esta situación. Se sabe que existe detrás de esta tragedia humana, el desarrollo de claras maniobras planificadas y dirigidas por estos sectores que escudados detrás de máscaras de fundaciones, ONGs y supuestos grupos de voluntarios sin fines de lucro, están orientados a alterar la estabilidad política de la región.

Uno de los involucrados que financian estos movimientos seudo humanistas está la Fundación Soros que tras insertarse dentro de un país, tras una tarea de reclutamiento preparan grupos de activistas que montan el caos en los países para luego, comprarse todo a un precio muy bajo. Nada nuevo bajo el sol. Ante la creación de estas crisis, como sucede desde hace años en Haití, el tráfico de niños y niñas para prostitución, armas, drogas y órganos se hallan fomentados y sostenidos por la corrupción de los políticos de los países de la región.

La operatividad de estas agencias es posible por el descalabro de los gobiernos y de sus estructuras estatales producto de la inoperancia de la clase política, abúlica y corrupta que solo brega por acomodarse a  las circunstancias externas y sobrevivir. Es en este sentido, que la aparición de liderazgos carismáticos que denuncian estas complicidades criminales y que ponen en marcha planes para enfrentarles, son inmediatamente atacados desde los subordinados medios de prensa. En casos puntuales, cuando la oposición es inquebrantable no han dudado en asesinar a los líderes que representaran un obstáculo para sus planes. Fue el caso de Saddam Hussein en Iraq en 2006 y de Mohammar Al Gadaffy en Libia en 2011. Para otros casos, era más conveniente la erosión mediática y la propaganda matizada con sanciones comerciales y financieras.

Recordemos sino a Chávez cuando tomo una posición clara en su política exterior, a Evo Morales cuando nacionalizó el petróleo y el gas boliviano o (al odiado por el Establishment anglosajón) Vladimir Vladimirovich Putin quien tras tomar el poder en 1999 desde ese entonces lanzó a la cárcel a miles de funcionarios corruptos y sin dudarlo, desbanco a los oligarcas que eran sostenidos desde occidente. También mencionemos que por su habilidad política, logro desbaratar poderosos intentos de desestabilización creados ex profeso especialmente por Gran Bretaña.

Lo mismo se ha venido orquestando contra Caracas. Aunque Maduro no tenga el carisma de Chávez y lejos este de los principios de la auténtica revolución bolivariana, o tenga la sagacidad del mandatario ruso, una cosa es cierta, y ella es que se aferra con tenacidad al poder y aunque los títeres de Washington vociferen como si estuvieran a la altura de las circunstancias, los venezolanos saben en el fondo que una intervención militar estadounidense además de brutal, será contraproducente y reinstalaría aquella fábula “demócrata” al estilo de Carlos Andrés Pérez llevándolos a una posición aun peor en la que actualmente se encuentran.

En este contexto, Maduro no es peor ni mejor que cualquiera de sus homólogos regionales pero, si demuestra que no dejara que progresen los mismos artificios que Washington y sus socios, impusieron en el norte de África y el Medio Oriente.

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