lunes, 10 de febrero de 2020




“THE PERONISM IS GOOD?”
Esta sería una de las preguntas que algunos de los asesores de la Casa Blanca le hicieron en la intimidad del Salón Oval al presidente Trump tras dar su apoyo público al gobierno de Alberto Fernández


Por Charles H. Slim
La maratónica gira del presidente Alberto Fernández por los países financieramente más influyentes del planeta parece haber tenido una auspiciosa recepción por parte de los principales gobiernos de cada uno de ellos, así se advirtió tras las entrevistas que tuvo con sus homologos en Tel Aviv, Paris y Berlín quienes prometieron dar toda la ayuda posible a una Argentina sumida en interminables deudas y calamidades económicas. Esto y no otra cosa fue el motor de la gira presidencial. La necesidad de ir a donde fuere para conseguir algún aval político y financiero para que al mismo tiempo y de alguna manera, poder llegar con cartas de recomendación a la Casa Blanca. En síntesis, nada nuevo para la historia política argentina.

La empresa plantaba serias dudas de éxito. Ateniéndonos a la base ideologica que supuestamente sustenta al gobierno de Fernández y Fernández, el itinerario llevado por el presidente argentino parecía demostrar una verdadera apostasía a los pilares de la doctrina peronista, si es que realmente existe una. Sin lugar a dudas la primera escala en Jerusalem (adjudicada de hecho como Capital de Israel), desato muchas contrariedades entre los argentinos, en particular en los sectores del peronismo puro que no tiene nada que ver con el llamado “Kirchnerismo” ni mucho menos con los socialdemócratas que en los últimos años han usado la máscara del PJ como último refugio para sobrevivir continuar con el negocio de la política.

Todo en aras de lograr algún mango!, dirían los argentinos. Cualquier cosa por conseguir que alguien vuelva a prestar dinero contante y sonante para evitar que el país termine de hundirse. En este plan, ir a Jerusalem a rendir pleitecias a un gobierno de un estado (con un extenso prontuario de crímenes) que es parte del Capitalismo Global liderado por un delincuente financiero local como lo es Benjamín Netanyahu, pero quien a su vez –y lo más grave- tiene las manos manchadas con la sangre de miles de palestinos, para “el presidente peronista” no represento reparo alguno.

Pese a que se enviaron pedidos escritos llamando al presidente a no concurrir a dicha cita, Alberto Fernández hizo como aquellos “tres monos sabios”  y tapándose la nariz hizo como que no viera, no escuchara ni menos aún comentara nada sobre la abyecta e inhumana situación de ocupación que se ejerce sobre la población palestina. Allí la valoración que Tel Aviv y la ultraderecha sionista tiene de los Derechos Humanos es muy peculiar.

Al mismo tiempo y por estas tierras, los obsecuentes de los medios informativos  y los sionistas locales aplaudieron el empeño del “Alberto”, a quien hoy por hoy ven con otros ojos al demostrar que la camiseta peronista, es –como se dice por estos lugares- un adorno solo para la gilada.

Pero ello se advierte especialmente con los comentarios que realizo el presidente estadounidense Donald Trump en su entrevista con el representante argentino en Washington Jorge Arguello cuando se refirió a su homologo argentino.  Para algunos, la respuesta de Trump obedeció a un momento exultante y de distensión tras haber sido absuelto por el senado del Impeachment que se le había abierto y porque también (y es importante señalarlo), no este muy al tanto de que se trata el Peronismo.


¿Pero qué tiene de sorprendente esto? Bueno, para quienes aún no saben de qué se trata el “peronismo” hay que decir que, como movimiento político, nació como una corriente histórica nacionalista liderada por el Coronel Juan Domingo Peron que en sus comienzos allá por mediados de la década del cuarenta en el siglo pasado se opuso al intervencionismo estadounidense. Su postura fue más pragmática que revolucionaria y fue por ello que Washington nunca advirtió una amenaza real y seria a sus intereses en la región. Incluso baste recordar, que cuando Argentina decidió a último momento en enero de 1944 apoyar a los aliados a finales de la Segunda Guerra, Stalin propuso invadirla para darle un escarmiento y ello no sucedió por la oposición de los EEUU.

Como habrá quedado claro, el gobierno de aquel entonces pese a no ser peronista, ya reflejaba el carácter volátil y veleidoso de los argentinos que más tarde se vería en las decisiones gubernamentales del fundador del Movimiento Peronista. Y así fue, cuando Perón fue presidente, maniobro con mucha astucia las relaciones con Washington. En éste último sentido el antimperialismo que ventilaba su propaganda partidaria era meramente dialéctica y sin cursos de acción ciertos,  dejando en claro para los expertos del Departamento de Estado un fin meramente discursivo para las masas.

Igualmente Washington –más allá del signo político de cada administración- siempre colaboro con Londres para limitar las capacidades del país sudamericano y en especial, cuando el peronismo era gobierno ¿Por qué? Pues si bien es cierto que Juan Domingo Peron utilizó los fondos de las reservas bancarias de su primer gobierno para hacer demagogia populista creando esas masas de enfervorizados peronistas, también fue un precursor de impulsar proyectos de modernización y desarrollo del estado argentino, en particular en la creación de una infraestructura fabril pesada destinada a tratar de crear un país desarrollador de sus propios productos que pudiera competir con los países centrales. Este plan tenía una visión ambiciosa de implementación regional con la firma de un  Tratado entre Argentina, Brasil y Chile conocido como “ABC”. La búsqueda de esta potencialidad (que incluía el área militar) no sería permitida por el Foreign Office británico pero tampoco por los norteamericanos y para ello, Washington jugo el papel de un falso mediador a lo largo de toda su historia de relación con Buenos Aires.

La década de los noventas (1990-1999) pario al Menemismo como variante de un supuesto “Peronismo moderno”, aliado de occidente (entiéndase EEUU, Gran Bretaña y la por entonces CEE) que bajo los argumentos del respeto a los Derechos Humanos, la democracia y la legalidad internacional comprometio al país en una aventura bélica contra la república árabe de Iraq que terminaría revelando objetivos muy distantes de aquel discurso. Pese a ello y  a la zaga de conceciones y obsecuencias graciosas con Washington, el gobierno menemista pese a sus esfuerzos, no logro conquistar el corazón de los estadounidenses quienes terminaron dando ningún beneficio a la Argentina.

Hoy Argentina vuelve a tener un gobierno “peronista”, un termino que a la altura de las actuales circunstancias políticas puede calificarse como anacrónico y sin sentido. Si nos ceñimos a la evolución que ha venido tomando esta “ideología” deberíamos llamarlo “Albertismo”. La composición del gobierno de Fernández y de lo que se llama “Partido Peronista” dista mucho de la doctrina de esta ideología que cabe recordar, tenía una raíz nacionalista y antimperialista.

Alberto Fernández solo esta implementando una formula basada en una mezcla de elementos políticos y económicos que aunque antagonistas e irreconciliables entre si, busca a la vista de la opinión pública matizarlos como posibles de articular. Nada que no se haya visto antes. El mensaje de Donald Trump al suplicante representante argentino Arguello pese a ser interpretado por los obsecuentes locales como una magnifica señal, no es otra cosa que un placebo para salir del momento y conformar a un enfermo terminal. Si bien Macri hipoteco a su país con las colosales deudas que tomo del FMI, Fernández con esta gira lo ha vendido políticamente comprometiéndose con oscuros intereses que están inmersos en una conquista por el control global y que sin lugar a dudas usaran a la Argentina como escenario estratégico para dirimir sus reyertas.

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