domingo, 7 de marzo de 2021

 

“COMO RETOMAR EL MUNDO”

A pesar de que EEUU se encuentra en una profunda crisis social y política que la ha puesto en una encrucijada como nación, la administración Biden ha decidido retomar la política de conquista global

Por Charles H. Slim

Cuando Biden y Harris tomaban posesión en la Casa Blanca y los medios hacían un show épico de ello, vi lo que sucedía en Oriente Medio, en Eurasia y en el Mar de la China y allí me di cuenta que todo iba a cambiar, pero no precisamente para mejor.

No paso mucho para que todos pudieran advertir que el transhumanista e internacionalista Joe Biden, mantendrá el Status Quo de situaciones tales como la desestabilización de Siria, el extrangulamiento financiero contra el Líbano y el Stand By de un estado Palestino mientras al mismo tiempo reabriría la carrera por retomar el control hegemónico de todo el globo. Ahora el lema de La Casa Blanca es “America is Back” (EEUU ha regresado) lo que se puede interpretar de varias formas. Usted se habrá hartado durante los últimos cuatro años de escuchar criticas de los demócratas y de los partidarios de Clinton y Biden contra Donald Trump por haber cerrado a los EEUU al mundo, de no respetar los derechos y las libertades civiles de sus ciudadanos, de violentar a los inmigrantes, de abandonar las organizaciones internacionales como la ONU (más puntualmente el Consejo de Derechos Humanos), alejarse de los socios europeos y de la OTAN o cosas parecidas, pero, ¿Què cree usted que está haciendo él ahora?

En lo que hace a su política interna Biden ya comenzó a callar los medios que puedan molestar a su administración. De ese modo se advierte la violación constitucional al derecho a la libre expresión. Mediante el muy discutible argumento de la desinformación (que ha sido una de las herramientas del gobierno federal) los demócratas han comenzado las presiones para que canales de televisión y sitios de internet cierren sus trasmisiones.

Donald Trump adopto una postura “Jacksoniana” y por ese motivo, tuvo como principio de su administración el lema “America primero” como una forma por tratar de reconstruir una deteriorada situación económica-social y financiera interna que ciertamente no logró revertir e incluso, se ha profundizado con la violencia racista de carácter estructural. Al mismo tiempo  fue un dolor de cabeza para el Establishment político y financiero al que Biden y la elite política estadounidense pertenecen, cortando los presupuestos de defensa, reduciendo sensiblemente las movilizaciones militares y las operaciones encubiertas de la CIA en el exterior que bajo la pantalla de la “Lucha contra el terrorismo” (que implica la fabricación de bulos islamofobos como Al Qaeda e ISIS) son parte vital en la maquinaria de conquista del proyecto “Rumsfeld/Cebrowski y además de ello, un formidable negocio para las Corporaciones privadas que se forran de dinero con sus contratos con el gobierno.

Consecuente con esto, Biden firmo sin más miramientos la orden para lanzar ataques contra las milicias de la resistencia chiita iraquí que luchan en Siria, bajo el pretexto de que estaban detrás de los ataques contra objetivos estadounidenses en Iraq. En razón de verdad, el Pentágono ni mucho menos el Departamento de Estado pudieron acreditar con la debida certeza y las pruebas en la mano la autoría acusada. Esto ya es un comienzo bastante negativo para un presidente que se presentaba en sus postulaciones electorales como respetuoso del derecho internacional y de la paz. 

Lo cierto es que en lo que respecta a Iraq y toda la región, EEUU necesita volver a tener una presencia destacable ya que tiene pendiente dos objetivos estratégicos que son, destruir a Siria y desarmar a Irán. Justamente apenas hace unos días el Papa Francisco estuvo en la región puntualmente en Iraq y tras dar un mensaje de reconciliación se reunió con el principal líder del chiismo el Ayatola Ali Al Sistani en la ciudad de Nayab siendo este encuentro el primer acercamiento entre la iglesia Catòlica y uno de los destacados representantes del Islám chiita en un país devastado por la cruenta invasión de 2003 y su inmediata ocupación por una potencia “judeo-cristiana”.

Pero volviendo a los planes de Washington, queda claro que no podrá concretar sus objetivos solo. Tampoco podría llevarlos adelante con la ayuda de su más enconado aliado, Israel ya que la elite que conduce al estado judío tiene su propia agenda y en la cual -desde hace tiempo se sabe- no está incluida La Casa Blanca. Muchos indicios dan cuenta de esto entre los cuales están, la reorganización del Consejo Nacional de Seguridad (CSN) y el planificado aumento del presupuesto de la defensa que ya se refleja en el Departamento de Defensa. Es por ello que Biden y su gente han regresado al plan orquestado por Barak Obama allá por 2015 en el cual la república Islámica de Irán tiene un papel central para la región y ello significa que Washington regresará al Tratado Nuclear 5+1 que significó una distención entre las partes y la cooperación de Teherán para lograr contener la expansión del monstruo yihadista del “Estado Islámico” creado por la CIA -para desestabilizar Siria- con la estrecha cooperación de Francia (especialmente de empresas privadas como Lafarge), del MIT turco y sus colegas de las petromonarquìas del Golfo Pérsico.

Para lograr este propósito Biden y sus asesores deberán maniobrar de forma cuidadosa y sin apresuramientos ya que ello concita (además de rechazos por parte del influyentes Lobie pro-israelí dentro del Congreso), la   oposición de Israel y un alto riesgo geopolítico a mediano y largo plazo. En este sentido las posibilidades de que se produzcan sabotajes, interferencias y obstáculos a semejante planificación es muy alto. De esta manera, Biden y su administración pretenderían darle a los iraníes el papel del “gendarme de la región que Henry Kissinger le dio al régimen del Sha Reeza Palevi en los años setentas del siglo XX solo que esta vez, tratando de evitar que Rohani y sus partidarios traten de establecer una aspiración imperialista “Safávida” que se extienda desde el Líbano hasta el Cáucaso.

Esto último al mismo tiempo supone el apartamiento de Arabia Saudita y el final del apoyo estratégico que durante décadas había venido recibiendo desde Washington de forma casí incondicional. Sobre esto el Secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken ha emitido apenas unos días la llamada “Declaraciòn Kashoggi” que es la prohibición de visado a funcionarios de gobiernos que no respeten a sus opositores, como una forma de evadir públicamente las presiones internacionales que se han venido ejerciendo para que se investigue el asesinato y desaparición del periodista Yamal Kashoggi. Referente a esto, el anuncio de un posible procesamiento judicial en un tribunal alemán del Principe heredero Bin Salman por el asesinato, descuartizamiento y desaparición en 2018 del periodista opositor, ha movilizado a todo el reino estableciendo la incertidumbre sobre la suerte del joven príncipe y las consecuencias para la Casa Real. Recièn ahora la CIA (la misma que enmudeció con Trump sobre este hecho) hace unos dás ha informado que estuvo al tanto de la sangrienta operación llevada adelante por sus socios de la Mukhabarat saudita con lo cual, Salman quedaría irremisiblemente comprometido en el crimen.

En lo que respecta a las relaciones con la Federación rusa se ha visto como Biden muestra un lenguaje confrontativo y hasta personal contra su homologo Vladimir Putin que se complementa con nuevas medidas sancionatorias contra el comercio ruso y el restablecimiento de las relaciones plenas con la OTAN con la intensión de retomar el liderazgo político y militar occidental con la nada oculta intensión de penetrar en el núcleo euroasiático que complique la situación geopolìtica no solo de Rusia sino también de China. En este último caso, las actividades navales en el Mar Meridional se vieron incrementadas desde la asunción del mandatario norteamericano por lo que ya se puede advertir que las maniobras de la flota estadounidense, generará el incremento de las tensiones con Pekín.

Con respeto a Latinoamerica, Biden parece que cumplirá con su promesa de “mirar hacia la región” pero al parecer ello no tendrá el carácter positivo con el que se lo anunció y muchos medios obsecuentes lo presentaron. No pasó una semana desde que ocupaba el Salón Oval que ya se posiciono sobre el tema de Venezuela denostando al gobierno de Nicolás Maduro Moros (a quien llamo dictador) y dejando en claro que reconoce a Juan Guaildo (un títere del Departamento de Estado norteamericano) como el presidente interino algo que a la luz de la ley internacional y de los precedentes que se han venido conociendo desde estos últimos años, es una verdadera incoherencia. También se están advirtiendo más avances en la región con el posible regreso de una base militar estadounidense a Panamá lo que ya ha puesto en alerta a los panameños que aún olvidan la brutal invasión estadounidense de 1989.

Como podemos ver, nada ha cambiado con la salida del populista Donald Trump. Inlcuso màs, pareciera que aún resta por ver lo peor. El problema es que al parecer Joe Biden ir más allá que su predecesor y llevará una política exterior agresiva que no estará exenta de acciones de carácter militar directas sin ya, encubrir la participación de su país tras grupos “proxies” o de mercenarios (de empresas de Seguridad Privada) dirigidos por la CIA como lo hace en Iraq y Siria. Sin dudas hay posibilidades ciertas de que haya una posible intervención militar contra el país caribeño.

 

 

 

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