“COMO
RETOMAR EL MUNDO”
A pesar de que EEUU se encuentra en una profunda
crisis social y política que la ha puesto en una encrucijada como nación, la
administración Biden ha decidido retomar la política de conquista global
Por Charles H.
Slim
Cuando Biden y Harris tomaban posesión en la Casa
Blanca y los medios hacían un show épico de ello, vi lo que sucedía en Oriente
Medio, en Eurasia y en el Mar de la China y allí me di cuenta que todo iba a
cambiar, pero no precisamente para mejor.
No paso mucho para que todos pudieran advertir que
el transhumanista e internacionalista Joe Biden, mantendrá el Status Quo de
situaciones tales como la desestabilización de Siria, el extrangulamiento
financiero contra el Líbano y el Stand By de un estado Palestino mientras al
mismo tiempo reabriría la carrera por retomar el control hegemónico de todo el
globo. Ahora el lema de La Casa Blanca es “America is Back” (EEUU ha regresado)
lo que se puede interpretar de varias formas. Usted se habrá hartado durante
los últimos cuatro años de escuchar criticas de los demócratas y de los
partidarios de Clinton y Biden contra Donald Trump por haber cerrado a los EEUU
al mundo, de no respetar los derechos y las libertades civiles de sus
ciudadanos, de violentar a los inmigrantes, de abandonar las organizaciones internacionales
como la ONU (más puntualmente el Consejo de Derechos Humanos), alejarse de los
socios europeos y de la OTAN o cosas parecidas, pero, ¿Què cree usted que está
haciendo él ahora?
En lo que hace a su política interna Biden ya
comenzó a callar los medios que puedan molestar a su administración. De ese
modo se advierte la violación constitucional al derecho a la libre expresión. Mediante
el muy discutible argumento de la desinformación (que ha sido una de las
herramientas del gobierno federal) los demócratas han comenzado las presiones
para que canales de televisión y sitios de internet cierren sus trasmisiones.
Donald Trump adopto una postura “Jacksoniana” y por
ese motivo, tuvo como principio de su administración el lema “America primero”
como una forma por tratar de reconstruir una deteriorada situación
económica-social y financiera interna que ciertamente no logró revertir e
incluso, se ha profundizado con la violencia racista de carácter estructural.
Al mismo tiempo fue un dolor de cabeza
para el Establishment político y financiero al que Biden y la elite política
estadounidense pertenecen, cortando los presupuestos de defensa, reduciendo
sensiblemente las movilizaciones militares y las operaciones encubiertas de la
CIA en el exterior que bajo la pantalla de la “Lucha contra el terrorismo” (que
implica la fabricación de bulos islamofobos como Al Qaeda e ISIS) son parte
vital en la maquinaria de conquista del proyecto “Rumsfeld/Cebrowski y además
de ello, un formidable negocio para las Corporaciones privadas que se forran de
dinero con sus contratos con el gobierno.
Consecuente con esto, Biden firmo sin más miramientos
la orden para lanzar ataques contra las milicias de la resistencia chiita
iraquí que luchan en Siria, bajo el pretexto de que estaban detrás de los
ataques contra objetivos estadounidenses en Iraq. En razón de verdad, el
Pentágono ni mucho menos el Departamento de Estado pudieron acreditar con la
debida certeza y las pruebas en la mano la autoría acusada. Esto ya es un
comienzo bastante negativo para un presidente que se presentaba en sus
postulaciones electorales como respetuoso del derecho internacional y de la
paz.
Lo cierto es que en lo que respecta a Iraq y toda la
región, EEUU necesita volver a tener una presencia destacable ya que tiene
pendiente dos objetivos estratégicos que son, destruir a Siria y desarmar a
Irán. Justamente apenas hace unos días el Papa Francisco estuvo en la región
puntualmente en Iraq y tras dar un mensaje de reconciliación se reunió con el
principal líder del chiismo el Ayatola Ali Al Sistani en la ciudad de Nayab
siendo este encuentro el primer acercamiento entre la iglesia Catòlica y uno de
los destacados representantes del Islám chiita en un país devastado por la
cruenta invasión de 2003 y su inmediata ocupación por una potencia “judeo-cristiana”.
Pero volviendo a los planes de Washington, queda
claro que no podrá concretar sus objetivos solo. Tampoco podría llevarlos
adelante con la ayuda de su más enconado aliado, Israel ya que la elite que
conduce al estado judío tiene su propia agenda y en la cual -desde hace
tiempo se sabe- no está incluida La Casa Blanca. Muchos indicios dan cuenta
de esto entre los cuales están, la reorganización del Consejo Nacional de
Seguridad (CSN) y el planificado aumento del presupuesto de la defensa que ya
se refleja en el Departamento de Defensa. Es por ello que Biden y su gente han
regresado al plan orquestado por Barak Obama allá por 2015 en el cual la
república Islámica de Irán tiene un papel central para la región y ello
significa que Washington regresará al Tratado Nuclear 5+1 que significó una
distención entre las partes y la cooperación de Teherán para lograr contener la
expansión del monstruo yihadista del “Estado Islámico” creado por la CIA -para
desestabilizar Siria- con la estrecha cooperación de Francia (especialmente
de empresas privadas como Lafarge), del MIT turco y sus colegas de las
petromonarquìas del Golfo Pérsico.
Para lograr este propósito Biden y sus asesores
deberán maniobrar de forma cuidadosa y sin apresuramientos ya que ello concita
(además de rechazos por parte del influyentes Lobie pro-israelí dentro del
Congreso), la oposición de Israel y un alto riesgo
geopolítico a mediano y largo plazo. En este sentido las posibilidades de que
se produzcan sabotajes, interferencias y obstáculos a semejante planificación
es muy alto. De esta manera, Biden y su administración pretenderían darle a los
iraníes el papel del “gendarme de la región que Henry Kissinger le dio al
régimen del Sha Reeza Palevi en los años setentas del siglo XX solo que esta
vez, tratando de evitar que Rohani y sus partidarios traten de establecer una
aspiración imperialista “Safávida” que se extienda desde el Líbano hasta el
Cáucaso.
Esto último al mismo tiempo supone el apartamiento
de Arabia Saudita y el final del apoyo estratégico que durante décadas había
venido recibiendo desde Washington de forma casí incondicional. Sobre esto el
Secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken ha emitido apenas unos días
la llamada “Declaraciòn Kashoggi” que es la prohibición de visado a
funcionarios de gobiernos que no respeten a sus opositores, como una forma de
evadir públicamente las presiones internacionales que se han venido ejerciendo
para que se investigue el asesinato y desaparición del periodista Yamal
Kashoggi. Referente a esto, el anuncio de un posible procesamiento judicial en
un tribunal alemán del Principe heredero Bin Salman por el asesinato,
descuartizamiento y desaparición en 2018 del periodista opositor,
ha movilizado a todo el reino estableciendo la incertidumbre sobre la suerte
del joven príncipe y las consecuencias para la Casa Real. Recièn ahora la CIA
(la misma que enmudeció con Trump sobre este hecho) hace unos dás ha informado
que estuvo al tanto de la sangrienta operación llevada adelante por sus socios
de la Mukhabarat saudita con lo cual, Salman quedaría irremisiblemente comprometido
en el crimen.
En lo que respecta a las relaciones con la
Federación rusa se ha visto como Biden muestra un lenguaje confrontativo y
hasta personal contra su homologo Vladimir Putin que se complementa con nuevas
medidas sancionatorias contra el comercio ruso y el restablecimiento de las
relaciones plenas con la OTAN con la intensión de retomar el liderazgo político
y militar occidental con la nada oculta intensión de penetrar en el núcleo
euroasiático que complique la situación geopolìtica no solo de Rusia sino
también de China. En este último caso, las actividades navales en el Mar
Meridional se vieron incrementadas desde la asunción del mandatario
norteamericano por lo que ya se puede advertir que las maniobras de la flota
estadounidense, generará el incremento de las tensiones con Pekín.
Con respeto a Latinoamerica, Biden parece que
cumplirá con su promesa de “mirar hacia la región” pero al parecer ello no
tendrá el carácter positivo con el que se lo anunció y muchos medios
obsecuentes lo presentaron. No pasó una semana desde que ocupaba el Salón Oval
que ya se posiciono sobre el tema de Venezuela denostando al gobierno de
Nicolás Maduro Moros (a quien llamo dictador) y dejando en claro que reconoce a
Juan Guaildo (un títere del Departamento de Estado norteamericano) como el
presidente interino algo que a la luz de la ley internacional y de los precedentes
que se han venido conociendo desde estos últimos años, es una verdadera
incoherencia. También se están advirtiendo más avances en la región con el
posible regreso de una base militar estadounidense a Panamá lo que ya ha puesto
en alerta a los panameños que aún olvidan la brutal invasión estadounidense de
1989.
Como podemos ver, nada ha cambiado con la salida del
populista Donald Trump. Inlcuso màs, pareciera que aún resta por ver lo peor. El
problema es que al parecer Joe Biden ir más allá que su predecesor y llevará una
política exterior agresiva que no estará exenta de acciones de carácter
militar directas sin ya, encubrir la participación de su país tras grupos “proxies”
o de mercenarios (de empresas de Seguridad Privada) dirigidos por la CIA como
lo hace en Iraq y Siria. Sin dudas hay posibilidades ciertas de que haya una
posible intervención militar contra el país caribeño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario