“DESORDEN, ANOMIA Y DESCREDITO”
A dos años de la toma del Capitolio en EEUU los
hechos se repiten en Brasil como reacción al hartazgo popular de una clase
política corrupta que han convertido el concepto de la democracia en una negocracia
¿Quién es responsable del Populismo?
Por Pepe
Beru
Han pasado dos años de aquel 6 de enero 2021
cuando los manifestantes a favor del presidente Trump acudieron al Capitolio
para oponerse a lo que consideraban un robo de las elecciones. El panorama que
aquello puso en evidencia dejó perplejos a los glorificadores de la “democracia
estadounidense” quienes siempre solían ponerla por delante de todo.
Aquel evento sirvió
para el mismo Establishment que se valió de Trump para poner en agenda varios
temas que eran de su interés resolver, lo borrara del “sistema” hasta nuevo
aviso y así, con un vetusto candidato como Joe Biden (magnificado por las
editoriales de ciencia ficción) tratar de recomponer la idílica imagen de una
democracia infalible. Coincidiendo con aquel evento y justo dos días después de
esa fecha en Brasil miles de los partidarios de Jair Bolsonaro reclamando lo
mismo, sobrepasaron los cercos de seguridad policial y tomaron el parlamento,
la sede de la Corte de Justicia y del ejecutivo ¿Qué es lo que está ocurriendo
en el continente?
El negocio de la
partidocracia está resquebrajándose y los medios claman desesperados para que
no se derrumbe. Y es que si eso pasa sus dueños gritarán ¿Qué será de nuestro
negocio?
Más allá de las
coincidencias ideológicas y de cierta filosofía (ligada al sionismo) que
vinculan a Trump con Bolsonaro lo que esto evidencia sin dudas es la caducidad
de un sistema político archicorrupto y prebendario que hace tiempo dejo de ser
democrático. No son los politiqueros quienes marcan la agenda, son los pueblos.
Bienvenidos a la realidad, es decir a la “negocracia” disfrazada de democracia.
Los brasileros son quienes deben hallar una solución sin la intervención divina
de estados iluminados o de organismos corruptos como la OEA, ni mucho menos de
gobiernos más débiles y anómicos que tienen más problemas que ellos (como Alberto
Fernández en Argentina).
EEUU tiene demasiados
problemas internos para pretender jugar al “líder mundial” como lo instigan desde
la Corporación de medios, cara visible de los partidarios de la guerra perpetua
que se enriquecen con los negocios del armamento y las guerras “democráticas”.
El pueblo del llano hace tiempo que se hartó de esta elite federal de chupa
sangres y depravados que no los representa.
Así, los trabajadores
olvidados de EEUU, los sin techo y el ejército de desempleados que alguna vez
tuvieron una vida de ensueños y que vieron en Trump una esperanza de salir del
hoyo, hoy los medios los engloba bajo epítetos insultantes y como miembros de
la mafia de los grupos chauvinistas y ultramontanos como Proud Boys, Oath
Keepers y otros. A diferencia de las operaciones de revoluciones de color
montadas por la CIA en otros países y en las que se subvierte la legitimidad de
los gobiernos que ellos derrumban, aquí es el mismo pueblo quien los
deslegitima sin necesidad de esa mafia criminal.
Pero el negocio debe
continuar. Como suelen hacer los medios de la verdad revelada, señalaron a
estos ciudadanos como una amenaza para la democracia estadounidense y de esa
forma, como lo han hecho en el caso brasilero y en otros países, los medios que
sirven al Establishment trataron de demonizarlos y aislarlos de la vida
política y social como lo hace cualquier gobierno de un país subdesarrollado. La
censura en las redes sociales a Donald Trump es sin dudas el ejemplo más cabal
de ello y la demostración que no son democráticos.
Desechado Trump, su
lugar debía ser llenado por los demócratas con su agenda internacionalista con
la cual Biden y Cia, deben recomponer los lazos externos para que EEUU no sea
desplazado de la agenda geopolítica y con la reactivación de la OTAN (tras el
humillante fracaso de Afganistán) retroalimente la agenda de la guerra perpetua
-tal como sucede con Ucrania- como fuente de ingresos para el país.
A pesar de
que Biden está engordando los bolsillos de los contratistas de la defensa, de
la industria armamentística y de sus partidarios, ni un dólar de ello baja al
pueblo…!Cleptocracia en progreso!
Se esperaba que Trump
fuese el Obama de los republicanos, un personaje estridente para maquillar la
imagen de un país repleto de contradicciones internas, sumergido en guerras
inútiles y con deudas pendientes con la justicia internacional; era tiempo de
un cambio. Pero Trump resulto ser demasiado caustico con su lengua tanto que
fastidió al poderoso conglomerado de medios cuando escupía verdades que no
debía decir. Cuando hoy suele afirmar que él venció al ISIS -algo que es
falso- lo que en realidad quiere decir es que venció a su creador
intelectual, Barack Obama.
Fue suficiente para
estos poderes subterráneos y fue por ello que volvieron a abrazar a los archi
pervertidos planes de los demócratas quienes con Hillary Clinton, Nancy Pelosi
y el viejo Chuck Schumer a la cabeza han capitalizado como armas de persuasión,
penetración y disociación cultural a la militancia transgénero LGTBQ por medio
del cual aspiran a destruir valores y conceptos tradicionales de los países que
buscan cooptar. Los republicanos más reaccionarios se han caracterizado por ser
partidarios del intervencionismo militar con todas las consecuencias que ya
conocemos pero a no confundirse, los demócratas no son diferentes, solo usan
otros medios de persuasión más indirectos y mucho ornato discursivo que
culminan con los mismos resultados.
Tanto uno como otro ya
no son creíbles y las insurrecciones populares que hemos visto en Washington,
en Santiago de Chile o en Brasilia son el síntoma de un cambio de paradigma.
El objetivo de los
demócratas es cuidar el negocio de la política y no de salvar los valores del
“sistema político” porque es a través de éste que buscan proyectarse a nivel
global. Quienes se han movido detrás de
ambos partidos son los neoconservadores, quienes con su núcleo extremista denominados
los “Strussianos” son los encargados de preparar el terreno para generar guerras
en las regiones del mundo donde les conviene mantener un caos controlado.
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