“EFECTISMO GEOPOLITICO”
¿Qué efecto tendrá la charada mediática montada por los liberales
anglófilos contra el presidente Maduro en vísperas de la Cumbre de la CELAC?
Por Charles
H. Slim
No ha sido una novedad que la militancia pro-estadounidense de la
política argentina, tomara curso de acción contra algunos de los principales
referentes latinoamericanos que llegarán al país en el marco de la cumbre de la
CELAC. Haciendo uso de una batería argumentativa calcada del Departamento de
Estado norteamericano, sectores opositores de Juntos por el Cambio (en
particular el PRO) y ONG´s ideológicamente cercanas a su posición lanzaron una
campaña mediática, en particular contra la llegada del presidente venezolano Nicolás
Maduro Moros orientada a demostrar su obsecuencia con el “líder de la
democracia”.
¿Cuál es el
verdadero motivo que hay detrás de estas operaciones? Claramente, el intento de
escarmentar a una revolución que no se ha dejado cooptar. Recordemos que fue el
presidente y fundador de la Revolución Bolivariana Hugo César Chávez quien se
planto de frente y sin dobleces contra las arbitrariedades estadounidenses y la
de su aliado Israel, en momentos que todo el arco político (entre ellos los
liberales republicanos argentos) de la región guardaba silencio. Maduro
continuo esa política y fruto de ello Venezuela viene siendo objeto de los más
variados intentos de desestabilización con los cuales colaboran desde adentro, personajes
como Juan Guaildo y Cia.
En este
último sentido no hay que olvidar que Venezuela viene siendo comercialmente
sancionada y bloqueada por Washington en el marco de una guerra económica ilegal
(dado que no hay bases legales para esas facultades) tal como lo han intentado
hacer con Rusia y China.
Bajo la
misma táctica de usar los derechos humanos y la comisión de supuestos delitos
de lesa humanidad, este sector de la política argentina -ideológicamente
ligada al occidente anglosajón- trataría de lograr la detención del
presidente Nicolás Maduro intentando dar un golpe de efecto geopolítico que
obviamente, agradaría a Washington.
A la vista
de los incautos y de ciudadanos que poco saben de la actualidad política, este
sector del liberalismo político (que agrupa anglófilos y sionistas) se preocupa
por la violación de los derechos humanos invocando la “universalidad” de dichos
crímenes para intentar que un juez federal ordene la detención de Maduro apenas
toque Ezeiza. Como saben que ello no prosperaría, la inefable ex ministra de
seguridad Patricia Bullrich (muy cercana a Tel Aviv y Washington) pedirá a la
DEA (que puso un precio a la cabeza de Maduro) que intervenga para agregar a
toda la batería de acusaciones, la de narcotráfico.
La pregunta
que debe hacerse la gente de a pie es ¿Qué legitimidad tiene la DEA para operar
en otra jurisdicción? El intento de validar la extraterritorialidad solo
funciona con los demás países pero, no con EEUU y sus socios israelíes, una
inteligencia no muy democrática!
A pesar de
la grandilocuencia y la puntillosa cobertura de los medios adeptos a esos polos
de poder global, el margen para esa maniobra es muy escaza. Además, estos
mismos ya vienen de un fallido intento de criminalizar a Venezuela con aquel
aparatoso y vergonzante asunto del avión de CANVIASA que -discurso
islamófobo mediante- dejó al descubierto cómo el sionismo local y
obviamente la embajada de EEUU en Buenos Aires (bajo una cobertura mediática
insultante) movilizaron todas las argucias judiciales posibles para intentar
apresar a sus tripulantes iraníes y confiscar el avión. Aquello fue una gran
estafa que prontamente los medios guardaron bajo la alfombra y que hoy ni
mencionan.
Por otra
parte, Maduro no puede esperar que el gobierno argentino lo proteja y mucho
menos uno con total ausencia de autoridad como el actual. Cualquier promesa de
Alberto Fernández es tan poco fiable como la nada misma. Queda claro que su
seguridad evaluará como se halla el terreno y recién allí resolverá si viaja a
Buenos Aires.
Esta
supuesta preocupación por las aberraciones humanitarias es claramente
selectiva. Cuando uno de los criminales más prolíficos como Benjamín Netanyahu,
quien dirige un estado con un prontuario de violaciones y crímenes asombroso
vino en 2017 a visitar a su amigo Mauricio Macri, ninguno de estos cacareadores
dijo nada e incluso, se alejaron lo más posible de los medios para no
comprometerse ante posibles cuestionamientos ante tal visita. Por el contrario y fuera de la vista del
público, los agentes israelíes (muchos de los cuales tienen las manos
ensangrentadas) tomaron posesión de parte de la ciudad y valiéndose de las
fuerzas locales, protegieron al visitante.
Es por
estas notorias contradicciones y las reveladas complicidades ideológicas que
vemos en quienes se venden como la “civilidad” y protectores de la “democracia”,
que hoy estamos ante una encrucijada histórica que excede a la justicia argentina
y a sus meros asuntos periféricos.
El problema
aquí es bien claro y se refiere a quien controla la justicia para sus fines
políticos. Lo que antes se dirimía en acciones bélicas a cielo abierto o
guerras secretas entre agencias de inteligencia hoy se ha llevado a los
estrados de la justicia donde estos mismos actores trataran de validar sus
argumentos buscando los mismos fines, eliminar al contendiente pero sin sacarle
la vida.
Este
problema ya es global y no solo de la Argentina. Lamentablemente la esperanza
de una instancia internacional neutral e imparcial hace tiempo que ha caído en
saco roto. Hasta ahora hemos visto como el Tribunal Internacional de la ONU y
la Corte Penal Internacional se han convertido en meros operadores de los
intereses de Washington y Bruselas, procesando con mucha diligencia a
nacionalistas y opositores africanos pero dilatando sin término el llamado a
declarar a criminales de fuste que administran aparatos represivos de estados
con incontables crímenes en su haber. En este sentido se espera que el Tribunal
Internacional resuelva lo solicitado el 30 de diciembre del 2022 sobre la
ocupación israelí sobre Palestina.
Desde el
escándalo del ex fiscal Moreno Ocampo en la invasión a Libia en 2011 (apoyando
a la OTAN) hasta las últimas informaciones sobre el asunto de las cementeras
francesas “Lafarge” en las que las pesquisas judiciales solo llegaron a imponer
una multa por haber apoyado al “ISIS” sin ahondar en las incumbencias que tuvo
París, el DGSE y el mismo Francois Hollande (sin mencionar a EEUU y socios
árabes) en toda aquella actividad, hace cuando menos poco creíble que la
justicia de esta instancia tenga un ápice de credibilidad.
A la luz de
todas estas inconsecuencias, pocas son las posibilidades de que este sector
anglófilo capitalino logre su propósito, máxime cuando el único sustento que
tienen para impulsar estas acciones son algunos casos que (como ya lo han hecho
contra Irán, Iraq, Siria, Rusia etc,etc) son magnificados por los medios, los
mismos que deberían también ir a entrevistar a las familias de aquellos que
fueron torturados y asesinados por los gobiernos que estos sectores tienen
estrecha relación y que de llegar al gobierno, revitalizaran para el espanto de
quienes realmente saben lo que es la violación de los derechos humanos.
Para
quienes con justa razón desconfíen de estos argumentos la invitación es clara:
“La verdad esta ahí afuera, salga a buscarla”.
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