AMENAZA EN LONTANANZA
¿Cuáles son las
verdaderas intenciones del presidente Donald Trump que se esconden detrás de la
remisión del grupo de tareas a las aguas del Caribe?
Por Charles H. Slim
Por fin Washington mira a Latinoamérica diría alguno de sus adeptos en la región y eso en referencia a las proyecciones de La Casa Blanca y en particular Donald Trump tiene para los países que se mantienen rebeldes a su hegemonía geopolítica. Para los partidarios pro-estadounidenses y anglófilos que campan por la región la noticia de que Trump ordenó el despliegue de una fuerza de intervención para Venezuela los llena de satisfacción.
Oficialmente se
conoció que el 8 de agosto Trump en el marco de una política de combate al
narcotráfico y mediante un memo secreto ordenó al Pentágono la puesta en marcha
de ciertas operaciones contra los cárteles de la droga en el Caribe apuntando
en particular contra el “Cartel de los soles” y que sin pruebas, coloca al
presidente Nicolás Maduro y varios generales venezolanos como parte de él ¿Muy
conveniente, no? No debemos olvidar como las agencias de inteligencia suelen
exagerar las amenazas o incluso inventarlas (sin importar las consecuencias
postreras) cuando los requerimientos políticos de La Casa Blanca así lo
ameritan y hoy, lo ameritan como nunca.
Para quienes ya estamos
al tanto de las maniobras que La Casa Blanca suele implementar para disfrazar
otras intenciones, esto representa una nueva variante de una vieja estrategia
del intervencionismo que supuestamente (y así lo decía en campaña) Trump era
enemigo. Pero como ya vimos, la volatilidad del presidente es tan evidente que
no podemos confiarnos en nada de lo que afirme en la mañana y haga a la tarde.
Lo cierto es que una fuerza militar (y no de paz) esta próxima a las costas de
Venezuela.
Según la versión
oficial los destructores “USS Gravely”, “USS Jason Dunham” y “USS Sampson” que conforman
el grupo de tareas y que en apariencias bajo la excusa de luchar contra el
tráfico de drogas, estaría instruido para ejecutar un plan previamente diseñado
que involucraría la provocación de un incidente en las aguas territoriales
venezolanas que justifique un casus belli y así pueda desembocar en nada
menos que la invasión del territorio venezolano o al menos, una porción de él. Esto
ha puesto a Caracas en estado de alerta ya que (y no hace falta aclararlo) EEUU
tiene extensos precedentes en crear este tipo de apariencias engañosas y de
agresiones similares.
Adicional a la
información de estas naves de combate se ha sabido que hay unos 4000 hombres de
la infantería de la marina, es decir una amenazante fuerza de desembarco que
créanme, no viajarán tantas millas para quedarse embarcados. Tampoco esto cuaja
con las excusas de que esta fuerza se limite a tareas de inteligencia y control
del tráfico marítimo. Hay un plan detrás
de este movimiento y sabiendo cuáles son los cálculos de costo beneficio que
hace Trump en sus movimientos, no es creíble que este despliegue que ya cuesta
unos cientos de millones de dólares sea para nada.
Además de los
miles de infantes de marina hay un despliegue variado de armamento ofensivo que
no requiere de una incursión humana que por su cercanía ya es una amenaza
latente para la soberanía de los venezolanos. Aunque en la región los
habitantes tienen una extensa memoria y muy
bien ilustrada de las funestas intervenciones militares estadounidenses
(Nicaragua desde comienzos del siglo XX hasta 1980, Granada 1982, El Salvador, Panamá
1989) sin hablar de los golpes de estado y contra revoluciones orquestados bajo
cuerda por la CIA, existen sectores que por motivaciones económico-financieras
pero también de simpatía cultural, apoyan estos movimientos. En el actual
escenario nadie dude que la oposición venezolana, con la complicidad de algunos
gobiernos de la región, ven en esto una oportunidad para deshacerse del
gobierno bolivariano y en ese plan ya estén coordinando con el Departamento de
estado norteamericano.
Una vez más habría
que golpear las puertas de la ONU para reclamar ante una nueva amenaza a la
soberanía con una probable agresión en puerta aunque como ya sabemos, no
podemos esperar nada de un organismo que de continuo ve condicionado su trabajo
dado que responde al dicho popular “no muerdas la mano que te da de comer”.
Aunque pocos se
animen a predecir cuáles son los reales propósitos de este despliegue, es muy
posible sino muy seguro que ello se vincule con la actual pulseada que EEUU y
sus socios de la UE tienen con la Federación de Rusia y China tanto en lo
geopolítico-militar como en lo geoeconómico por el avance de los BRICS. Golpear
a la revolución Bolivariana para que se desmorone y colocar un gobierno de títeres
como Corina Machado, Juan Guaildo y otros mercenarios que esperan su
oportunidad buscaría cortar los molestos lazos orientales que Hugo Chávez
tendió antes de morir y que siguen vigentes.
Pero la agresión
estadounidense ya hace tiempo que comenzó. Las sanciones económicas tienen años
y no dejemos de lado su ilegalidad pero si es cierto que en el actual marco, la
administración Trump las ha reforzado más allá de estas medidas. Según fuentes
confiables, los ataques cibernéticos por hackers anónimos contra la
infraestructura crítica de Venezuela y en especial de Caracas han recrudecido
poniendo en peligro desde los servicios bancarios y administrativos, el
transporte y abastecimiento de energía eléctrica hasta los archivos digitales confidenciales
de los principales ministerios de gobierno, especialmente del SEBIN y de las
FFAA.
Así mismo y a
pesar de estas sofisticadas tácticas de ciberguerra y que podrían ser parte de
una fase preparatoria para una acción directa, las FFAA y las autoridades
venezolanas han podido resistir y proteger sus instalaciones más sensibles presumiblemente
gracias a la asistencia de tecnología informática y el seguimiento de
protocolos provistos por la Federación rusa y de China.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario