domingo, 24 de agosto de 2025

 

AMENAZA EN LONTANANZA

¿Cuáles son las verdaderas intenciones del presidente Donald Trump que se esconden detrás de la remisión del grupo de tareas a las aguas del Caribe?

 

Por Charles H. Slim

Por fin Washington mira a Latinoamérica diría alguno de sus adeptos en la región y eso en referencia a las proyecciones de La Casa Blanca y en particular Donald Trump tiene para los países que se mantienen rebeldes a su hegemonía geopolítica. Para los partidarios pro-estadounidenses y anglófilos que campan por la región la noticia de que Trump ordenó el despliegue de una fuerza de intervención para Venezuela los llena de satisfacción.

Oficialmente se conoció que el 8 de agosto Trump en el marco de una política de combate al narcotráfico y mediante un memo secreto ordenó al Pentágono la puesta en marcha de ciertas operaciones contra los cárteles de la droga en el Caribe apuntando en particular contra el “Cartel de los soles” y que sin pruebas, coloca al presidente Nicolás Maduro y varios generales venezolanos como parte de él ¿Muy conveniente, no? No debemos olvidar como las agencias de inteligencia suelen exagerar las amenazas o incluso inventarlas (sin importar las consecuencias postreras) cuando los requerimientos políticos de La Casa Blanca así lo ameritan y hoy, lo ameritan como nunca.

Para quienes ya estamos al tanto de las maniobras que La Casa Blanca suele implementar para disfrazar otras intenciones, esto representa una nueva variante de una vieja estrategia del intervencionismo que supuestamente (y así lo decía en campaña) Trump era enemigo. Pero como ya vimos, la volatilidad del presidente es tan evidente que no podemos confiarnos en nada de lo que afirme en la mañana y haga a la tarde. Lo cierto es que una fuerza militar (y no de paz) esta próxima a las costas de Venezuela.

Según la versión oficial los destructores “USS Gravely”, “USS Jason Dunham” y “USS Sampson” que conforman el grupo de tareas y que en apariencias bajo la excusa de luchar contra el tráfico de drogas, estaría instruido para ejecutar un plan previamente diseñado que involucraría la provocación de un incidente en las aguas territoriales venezolanas que justifique un casus belli y así pueda desembocar en nada menos que la invasión del territorio venezolano o al menos, una porción de él. Esto ha puesto a Caracas en estado de alerta ya que (y no hace falta aclararlo) EEUU tiene extensos precedentes en crear este tipo de apariencias engañosas y de agresiones similares.

Adicional a la información de estas naves de combate se ha sabido que hay unos 4000 hombres de la infantería de la marina, es decir una amenazante fuerza de desembarco que créanme, no viajarán tantas millas para quedarse embarcados. Tampoco esto cuaja con las excusas de que esta fuerza se limite a tareas de inteligencia y control del tráfico marítimo.  Hay un plan detrás de este movimiento y sabiendo cuáles son los cálculos de costo beneficio que hace Trump en sus movimientos, no es creíble que este despliegue que ya cuesta unos cientos de millones de dólares sea para nada.

Además de los miles de infantes de marina hay un despliegue variado de armamento ofensivo que no requiere de una incursión humana que por su cercanía ya es una amenaza latente para la soberanía de los venezolanos. Aunque en la región los habitantes tienen una extensa memoria y muy  bien ilustrada de las funestas intervenciones militares estadounidenses (Nicaragua desde comienzos del siglo XX hasta 1980, Granada 1982, El Salvador, Panamá 1989) sin hablar de los golpes de estado y contra revoluciones orquestados bajo cuerda por la CIA, existen sectores que por motivaciones económico-financieras pero también de simpatía cultural, apoyan estos movimientos. En el actual escenario nadie dude que la oposición venezolana, con la complicidad de algunos gobiernos de la región, ven en esto una oportunidad para deshacerse del gobierno bolivariano y en ese plan ya estén coordinando con el Departamento de estado norteamericano.  

Una vez más habría que golpear las puertas de la ONU para reclamar ante una nueva amenaza a la soberanía con una probable agresión en puerta aunque como ya sabemos, no podemos esperar nada de un organismo que de continuo ve condicionado su trabajo dado que responde al dicho popular “no muerdas la mano que te da de comer”.

Aunque pocos se animen a predecir cuáles son los reales propósitos de este despliegue, es muy posible sino muy seguro que ello se vincule con la actual pulseada que EEUU y sus socios de la UE tienen con la Federación de Rusia y China tanto en lo geopolítico-militar como en lo geoeconómico por el avance de los BRICS. Golpear a la revolución Bolivariana para que se desmorone y colocar un gobierno de títeres como Corina Machado, Juan Guaildo y otros mercenarios que esperan su oportunidad buscaría cortar los molestos lazos orientales que Hugo Chávez tendió antes de morir y que siguen vigentes.

Pero la agresión estadounidense ya hace tiempo que comenzó. Las sanciones económicas tienen años y no dejemos de lado su ilegalidad pero si es cierto que en el actual marco, la administración Trump las ha reforzado más allá de estas medidas. Según fuentes confiables, los ataques cibernéticos por hackers anónimos contra la infraestructura crítica de Venezuela y en especial de Caracas han recrudecido poniendo en peligro desde los servicios bancarios y administrativos, el transporte y abastecimiento de energía eléctrica hasta los archivos digitales confidenciales de los principales ministerios de gobierno, especialmente del SEBIN y de las FFAA.

Así mismo y a pesar de estas sofisticadas tácticas de ciberguerra y que podrían ser parte de una fase preparatoria para una acción directa, las FFAA y las autoridades venezolanas han podido resistir y proteger sus instalaciones más sensibles presumiblemente gracias a la asistencia de tecnología informática y el seguimiento de protocolos provistos por la Federación rusa y de China.

  

 

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