EN DEBATE
¿QUÉ PREPARA LA OTAN EN ARGENTINA?
Cómo posibles planes de expansión de la Alianza en el Atlántico sur develarían la intensión de hacer pie en Argentina
Por
Pepe Beru y Dany Smith
Bases de la OTAN en el Cono sur |
Apenas seis meses antes, Argentina era gobernada por un supuesto
régimen “Nacional y Popular”, adjetivos estridentes que en la realidad de éste
país no querían decir nada. Y mientras
en lo interno hoy la sociedad de éste mismo país se debate en dimes y diretes
de lo que “dio, hizo o dejo de hacer el gobierno de CFK”, lo cierto es que ante
las narices de todos y muy rápidamente se advierten en el hemisferio movimientos
de nada menos que de unidades de la OTAN, que parecieran estar ultimando
detalles antes de desembarcar en la región.
La
posibilidad de que esto pueda concretarse se ve muy propicia no solo por el
clima político que existe en Argentina y la clara posición del gobierno del
presidente Mauricio Macri de no tomar medidas diplomáticas ni impulsar
políticas que puedan molestar a Londres en el tan urticante tema de la
soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del sur, sino también
porque en el contexto general de sus políticas, la organización atlántica parece
ir en una expansión que tratara de contener a la Federación rusa y a la China
Popular.
Ante
todo no hay que olvidar que en Argentina hace años existen instalaciones
militares norteamericanas, algunas en el norte (Chaco) y otras en el sur (Tierra
del Fuego) , algunas de ellas cumpliendo funciones similares a la base china en
Neuquén. Pero algunas fuentes señalan
posibles ampliaciones en la presencia militar extranjera y sin rodeos, bajo la
bandera de la OTAN.
Hay
en ese sentido ingentes movimientos políticos y diplomáticos que buscan
erradicar los gobiernos que han osado despegarse de la égida de Washington utilizando
como principales herramientas, las instituciones de cada uno de los países que
se desean reconvertir. Miremos a Brasil con éste desopilante “Impeachment”
contra la presidente Dilma Roussef que
trata de ser enjuiciada por cargos poco menos que pobres por un Parlamento
mucho aún más desopilante compuesto por una caterva de políticos teñidos de
sospechas de parcialidad y corrupción.
Pero
el caso argentino ha sido diferente; allí no hubo una líder como Roussef que
fuera defendida masivamente por una buena parte de la población. Por el
contrario, la presidente Fernández hizo
bastante para que, hoy halla en su haber más de una docena de cargos delictivos
en su contra y que en realidad, no fueron plantados por operaciones de la CIA o
aliados locales. Y es que Argentina durante éste gobierno, nunca presento una
sola excusa o algún movimiento sospechoso para que desde Washington se hubieran
tomado las molestias de intervenir ni siquiera las comunicaciones de la Casa
Rosada, de Olivos o incluso de los insípidos Estados Mayores de sus Fuerzas
Armadas; según algunas fuentes el entorno era el mejor informante. Por el
contrario con Brasil y con Rousseff en
particular las cosas fueron diferentes y como
de costumbre Washington fue más allá de le ley internacional cuando se comprobó
que las comunicaciones privadas y de los principales centros del gobierno,
estaban siendo interceptados y grabadas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA)
y seguramente por la CIA, algo que fue denunciado por Roussef ante Naciones
Unidas.
Tras
lo ocurrido en Brasil se puede ver para quienes sirvieron aquellas escuchas ilegales. Las mismas no solo tenían finalidades
económicas o corporativas como la mandataria acuso por aquel entonces, sino que
el objetivo principal era ella. En la
Argentina no fue necesario esto y hoy el camino se halla abierto para
desarrollar lo que Washington crea conveniente a sus intereses. Esto ha podido
producirse por la absoluta ineficacia de la clase política nacional –que no
tiene nada de nacional- y una lamentable situación de indefensión del
estado como tal, que no deja lugar al menor condicionamiento disuasivo.
La
actual situación de Argentina se presenta como propicia para extender el mapa
de operaciones de la Alianza Atlántica que se ven actualmente fundadas en la
molesta base de comunicaciones satelital china instalada en la provincia de
Neuquén. ¿Y por qué decimos extender el mapa de sus operaciones? Pues bien, ha
dejado de ser un secreto que las Islas Malvinas es parte de una estructura
estratégica de la Alianza y que desde 1982, encontró su real propósito al
comprobar que de no haber sido por su intervención, Gran Bretaña hubiera
perdido el dominio sobre las islas, sus aguas y el estratégico pasadizo a las
aguas antárticas.
Fue precisamente la
instalación de la base aérea de Mont Pleasant en 1984, la que determinó la
clara presencia de la OTAN en la región
(v. “Malvinas: ¿Base estratégica del Reino Unido o de la OTAN? http://www.cerir.com.ar/libro.php?id=0000300 )
Otro
hito que marco el peligro de que el país fuera engullido por la organización,
fueron las conversaciones secretas que se llevaron a cabo en Washington y
Londres cuando en postrimerías del 2001, el país se halla virtualmente quebrado
y sus reservas de dinero habían sido literalmente saqueadas de las cajas
bancarias para ser trasladadas físicamente en camiones blindados que luego se
embarcaban en aviones privados para salir rumbo a quien sabía dónde. Era el
mismo momento cuando el “cerebro” de la economía menemista Domingo Felipe
Caballo mientras hacia las valijas para huir a New York aseguraba ante los
medios de que no pasaba nada. Fueron momentos álgidos en los que entre algunas
de las propuestas indecentes arrojadas sobre la mesa, estuvo la de sesionar a
la Patagonia para que bajo una intervención de Naciones Unidas pudieran
concretarse “emprendimientos de desarrollo” que auxiliarían financieramente al
país, uno de ellos, el ingreso de la OTAN para establecer una base.
Ahora
bien ¿Cuáles habrían sido algunas de las consecuencias de ese
establecimiento? Era muy posible que
Argentina se convirtiera en el primer país del Cono sur en permitir el
lanzamiento de aviones no tripulados “Drones” que bajo las gastadas excusas de
la guerra contra el terrorismo pero que en la región se habrían adaptado a la
“guerra contra el Narcoterrorismo”, habrían matado a cientos de personas que en
su mayoría, no tenían nada que ver con los llamados terroristas. O también la instalación de una base aérea
con fines logísticos que cubriría un puente Isla de Pascua, Malvinas y
Ascensión; o incluso pero aún, la instalación de alguno de sus programas de “ejércitos
privados” que como el GLADIO, son utilizados para tareas sucias en cualquier
parte del globo (v. “Ejércitos secretos de la OTAN: Operación Gladio”. http://www.voltairenet.org/article163224.html
). Pero para que algo así se hubiera
dado, habría sido necesario –aunque más no fuese una mera formalidad- la
autorización del gobierno argentino que a razón de verdad y en vistas de cómo
se compone su clase política, no habría tenido el estomago para siquiera oír
sobre semejantes intensiones.
Hay que
recordar que no fue hace mucho cuando el presidente de Colombia Juan Manuel
Santos anunciaba que buscaría la
membrecía de la OTAN, despertó el rechazo unánime de varios gobiernos en la
región señalando con meridiana claridad, cuáles eran los peligros que
conllevaría abrirle la puerta a esa organización (v “Países latinoamericanos rechazan..”.
http://apaprensa.com.ar/paises-latinoamericanos-rechazan-la-introduccion-de-la-otan-en-america-latina/
)
Pero
volviendo a la Argentina, para algunos aquella denominación del aliado
extra-OTAN que se había logrado en la época de Menem, fue un mero eufemismo
para decirle al entonces gobierno “gracias por la colaboración en el Golfo
Pérsico” pero nada más. Los hechos han demostrado que en la realidad, no ha
habido la más somera semejanza con los países que son considerados en esta
categoría. Y es que para Washington y sus socios en Bruselas, la Argentina como
ente político y un potencial socio estratégico es demasiado inestable –y
militarmente paupérrimo- como para confiarle una cooperación militar de
proporciones importantes como la que se le concede a países como Polonia o
Rumania, considerados por la UE como sus patios traseros.
En
ese sentido, desde 1982 Argentina dejó de ser la amenaza que alguna vez
represento para las ambiciones británicas sobre la zona austral y hoy puede
decirse con seguridad que, tras el borrado sistemático del elemento
nacionalista de la clase política y de sus FFAA, los intereses anglosajones no
encontraran obstáculos para arraigarse en la región cuando menos sea, para imponer
sus intereses meramente económicos.
Tras
el lapsus ideológico que representó la estancia del gobierno “Kirchnerista” y
en el cual tras el incidente del avión detenido y requisado por orden del mismo
canciller Timerman en 2011 causó que el
Departamento de Estado raleara a la Argentina como un “aliado-extra OTAN” –como
si alguna vez hubiera significado algo-. Cabe recalcar que eso no cambio
nada para el país.
Igualmente
los norteamericanos están interesados en que Argentina cumpla un papel
importante dentro del esquema geoestratégico que la organización atlántica
tiene diseñado junto al Reino Unido en el Atlántico sur. Aunque esto último
suene disonante o incluso contradictorio, el gobierno que se ha instalado en
Buenos Aires da las garantías de que puede llegarse a esas expectativas que
tanto habían soñado personajes como
Guido DiTella con el gobierno memenista o incluso antes, con el olvidable y pro
europeísta canciller Dante Caputo del alfonsinismo. Argentina en este contexto se presenta como
una simple marioneta.
Sin
lugar a dudas de que las actuales condiciones de la geopolítica mundial y en
especial con la paulatina escalada de la OTAN contra la Federación Rusa y
China, este discreto acercamiento que se ha estado viendo con el gobierno
argentino, no entra dentro de la causalidad y obviamente busca hacer pie en el
continente. Hay demasiadas y muy apetitosas ventajas que presenta el territorio
patagónico, especialmente en lo referente a las costas atlánticas que pueden
ser objeto de un emplazamiento de una base naval con propósitos de sentar un
apostadero fijo para parte de la 4º Flota estadounidense que con recurrente
continuidad se pasea por el litoral marítimo. Y cuando ya estén dentro ¿Quién
podrá sacarlos?