domingo, 29 de mayo de 2016

EN DEBATE


¿QUÉ PREPARA LA OTAN EN ARGENTINA?

Cómo posibles planes de expansión de la Alianza en el Atlántico sur develarían la intensión de hacer pie en Argentina




Por Pepe Beru y Dany Smith
Bases de la OTAN en el Cono sur
Apenas seis meses antes, Argentina era gobernada por un supuesto régimen “Nacional y Popular”, adjetivos estridentes que en la realidad de éste país no querían decir nada.  Y mientras en lo interno hoy la sociedad de éste mismo país se debate en dimes y diretes de lo que “dio, hizo o dejo de hacer el gobierno de CFK”, lo cierto es que ante las narices de todos y muy rápidamente se advierten en el hemisferio movimientos de nada menos que de unidades de la OTAN, que parecieran estar ultimando detalles antes de desembarcar en la región.

La posibilidad de que esto pueda concretarse se ve muy propicia no solo por el clima político que existe en Argentina y la clara posición del gobierno del presidente Mauricio Macri de no tomar medidas diplomáticas ni impulsar políticas que puedan molestar a Londres en el tan urticante tema de la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del sur, sino también porque en el contexto general de sus políticas, la organización atlántica parece ir en una expansión que tratara de contener a la Federación rusa y a la China Popular.

Ante todo no hay que olvidar que en Argentina hace años existen instalaciones militares norteamericanas, algunas en el norte (Chaco) y otras en el sur (Tierra del Fuego) , algunas de ellas cumpliendo funciones similares a la base china en Neuquén.  Pero algunas fuentes señalan posibles ampliaciones en la presencia militar extranjera y sin rodeos, bajo la bandera de la OTAN.

Hay en ese sentido ingentes movimientos políticos y diplomáticos que buscan erradicar los gobiernos que han osado despegarse de la égida de Washington utilizando como principales herramientas, las instituciones de cada uno de los países que se desean reconvertir. Miremos a Brasil con éste desopilante “Impeachment” contra la presidente Dilma Roussef  que trata de ser enjuiciada por cargos poco menos que pobres por un Parlamento mucho aún más desopilante compuesto por una caterva de políticos teñidos de sospechas de parcialidad y corrupción.

Pero el caso argentino ha sido diferente; allí no hubo una líder como Roussef que fuera defendida masivamente por una buena parte de la población. Por el contrario, la presidente Fernández  hizo bastante para que, hoy halla en su haber más de una docena de cargos delictivos en su contra y que en realidad, no fueron plantados por operaciones de la CIA o aliados locales. Y es que Argentina durante éste gobierno, nunca presento una sola excusa o algún movimiento sospechoso para que desde Washington se hubieran tomado las molestias de intervenir ni siquiera las comunicaciones de la Casa Rosada, de Olivos o incluso de los insípidos Estados Mayores de sus Fuerzas Armadas; según algunas fuentes el entorno era el mejor informante. Por el contrario con Brasil y con  Rousseff en particular  las cosas fueron diferentes  y  como de costumbre Washington fue más allá de le ley internacional cuando se comprobó que las comunicaciones privadas y de los principales centros del gobierno, estaban siendo interceptados y grabadas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y seguramente por la CIA, algo que fue denunciado por Roussef ante Naciones Unidas. 

Tras lo ocurrido en Brasil se puede ver para quienes sirvieron  aquellas escuchas ilegales.  Las mismas no solo tenían finalidades económicas o corporativas como la mandataria acuso por aquel entonces, sino que el objetivo principal era ella.  En la Argentina no fue necesario esto y hoy el camino se halla abierto para desarrollar lo que Washington crea conveniente a sus intereses. Esto ha podido producirse por la absoluta ineficacia de la clase política nacional –que no tiene nada de nacional- y una lamentable situación de indefensión del estado como tal, que no deja lugar al menor condicionamiento disuasivo.

La actual situación de Argentina se presenta como propicia para extender el mapa de operaciones de la Alianza Atlántica que se ven actualmente fundadas en la molesta base de comunicaciones satelital china instalada en la provincia de Neuquén. ¿Y por qué decimos extender el mapa de sus operaciones? Pues bien, ha dejado de ser un secreto que las Islas Malvinas es parte de una estructura estratégica de la Alianza y que desde 1982, encontró su real propósito al comprobar que de no haber sido por su intervención, Gran Bretaña hubiera perdido el dominio sobre las islas, sus aguas y el estratégico pasadizo a las aguas antárticas.  

Fue precisamente la instalación de la base aérea de Mont Pleasant en 1984, la que determinó la clara presencia de la OTAN en la región  (v. “Malvinas: ¿Base estratégica del Reino Unido o de la OTAN? http://www.cerir.com.ar/libro.php?id=0000300 )

Otro hito que marco el peligro de que el país fuera engullido por la organización, fueron las conversaciones secretas que se llevaron a cabo en Washington y Londres cuando en postrimerías del 2001, el país se halla virtualmente quebrado y sus reservas de dinero habían sido literalmente saqueadas de las cajas bancarias para ser trasladadas físicamente en camiones blindados que luego se embarcaban en aviones privados para salir rumbo a quien sabía dónde. Era el mismo momento cuando el “cerebro” de la economía menemista Domingo Felipe Caballo mientras hacia las valijas para huir a New York aseguraba ante los medios de que no pasaba nada. Fueron momentos álgidos en los que entre algunas de las propuestas indecentes arrojadas sobre la mesa, estuvo la de sesionar a la Patagonia para que bajo una intervención de Naciones Unidas pudieran concretarse “emprendimientos de desarrollo” que auxiliarían financieramente al país, uno de ellos, el ingreso de la OTAN para establecer una base.

Ahora bien ¿Cuáles habrían sido algunas de las consecuencias de ese establecimiento?  Era muy posible que Argentina se convirtiera en el primer país del Cono sur en permitir el lanzamiento de aviones no tripulados “Drones” que bajo las gastadas excusas de la guerra contra el terrorismo pero que en la región se habrían adaptado a la “guerra contra el Narcoterrorismo”, habrían matado a cientos de personas que en su mayoría, no tenían nada que ver con los llamados terroristas.  O también la instalación de una base aérea con fines logísticos que cubriría un puente Isla de Pascua, Malvinas y Ascensión; o incluso pero aún, la instalación de alguno de sus programas de “ejércitos privados” que como el GLADIO, son utilizados para tareas sucias en cualquier parte del globo (v. “Ejércitos secretos de la OTAN: Operación Gladio”. http://www.voltairenet.org/article163224.html ).  Pero para que algo así se hubiera dado, habría sido necesario –aunque más no fuese una mera formalidad- la autorización del gobierno argentino que a razón de verdad y en vistas de cómo se compone su clase política, no habría tenido el estomago para siquiera oír sobre semejantes intensiones.

Hay que recordar que no fue hace mucho cuando el presidente de Colombia Juan Manuel Santos anunciaba  que buscaría la membrecía de la OTAN, despertó el rechazo unánime de varios gobiernos en la región señalando con meridiana claridad, cuáles eran los peligros que conllevaría abrirle la puerta a esa organización (v “Países latinoamericanos rechazan..”. http://apaprensa.com.ar/paises-latinoamericanos-rechazan-la-introduccion-de-la-otan-en-america-latina/ )

Pero volviendo a la Argentina, para algunos aquella denominación del aliado extra-OTAN que se había logrado en la época de Menem, fue un mero eufemismo para decirle al entonces gobierno “gracias por la colaboración en el Golfo Pérsico” pero nada más. Los hechos han demostrado que en la realidad, no ha habido la más somera semejanza con los países que son considerados en esta categoría. Y es que para Washington y sus socios en Bruselas, la Argentina como ente político y un potencial socio estratégico es demasiado inestable –y militarmente paupérrimo- como para confiarle una cooperación militar de proporciones importantes como la que se le concede a países como Polonia o Rumania, considerados por la UE como sus patios traseros.

En ese sentido, desde 1982 Argentina dejó de ser la amenaza que alguna vez represento para las ambiciones británicas sobre la zona austral y hoy puede decirse con seguridad que, tras el borrado sistemático del elemento nacionalista de la clase política y de sus FFAA, los intereses anglosajones no encontraran obstáculos para arraigarse en la región cuando menos sea, para imponer sus intereses meramente económicos.

Tras el lapsus ideológico que representó la estancia del gobierno “Kirchnerista” y en el cual tras el incidente del avión detenido y requisado por orden del mismo canciller Timerman en 2011  causó que el Departamento de Estado raleara a la Argentina como un “aliado-extra OTAN” –como si alguna vez hubiera significado algo-. Cabe recalcar que eso no cambio nada para el país.

Igualmente los norteamericanos están interesados en que Argentina cumpla un papel importante dentro del esquema geoestratégico que la organización atlántica tiene diseñado junto al Reino Unido en el Atlántico sur. Aunque esto último suene disonante o incluso contradictorio, el gobierno que se ha instalado en Buenos Aires da las garantías de que puede llegarse a esas expectativas que tanto habían  soñado personajes como Guido DiTella con el gobierno memenista o incluso antes, con el olvidable y pro europeísta canciller Dante Caputo del alfonsinismo.  Argentina en este contexto se presenta como una simple marioneta.


Sin lugar a dudas de que las actuales condiciones de la geopolítica mundial y en especial con la paulatina escalada de la OTAN contra la Federación Rusa y China, este discreto acercamiento que se ha estado viendo con el gobierno argentino, no entra dentro de la causalidad y obviamente busca hacer pie en el continente. Hay demasiadas y muy apetitosas ventajas que presenta el territorio patagónico, especialmente en lo referente a las costas atlánticas que pueden ser objeto de un emplazamiento de una base naval con propósitos de sentar un apostadero fijo para  parte de  la 4º Flota estadounidense que con recurrente continuidad se pasea por el litoral marítimo. Y cuando ya estén dentro ¿Quién podrá sacarlos? 

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