EN LA MIRA
“NADA DE SOBERANIA”
Improvisación, falta de vocación política y subalternidad en el gobierno argentino son los ingredientes para que Londres no se preocupe
Por
Pepe Beru
Se dice que nadie vuelve del ridículo, pero en el caso del discurso
de Mauricio Macri ante Naciones Unidas sobre la soberanía de las islas Malvinas
y demás islas que conforman el archipiélago del Atlántico sur, este dicho hay
que multiplicarlo por diez. Al parecer
el mandatario se creyó que una charla informal con la representante británica
en los pasillos detrás de la tarima de
Naciones Unidas, sería un pagaré en blanco para que Macri lo llenara con un precio que Londres jamás aceptaría pagar. Aunque cueste creerlo, el presidente de
Argentina sufre de candidez aguda.
Sin
dudas esto es una muestra más de la crédula personalidad del empresario
argentino que, notoriamente, demuestra una calidad humana transparente pero
torpemente crédula para los negocios de la alta política. Y si no, ¿Cómo pudo
creerse un simple comentario de la ministra británica Theresa May de que,
seguramente para no caer antipática,
tendrían una charla ligera sobre la soberanía de aquellas islas. Incluso esto desató la burla de los Kelpers,
quienes prácticamente se retorcieron de la risa al escuchar el discurso de
Macri ante la ONU. Pareciera irreal la credulidad del presidente argentino lo
que lo vuelve muy vulnerable a posibles embustes orquestados tanto internamente
como desde el exterior y que seguramente
se urden actualmente en su rededor.
Se
sabe que más allá de que el presidente tiene a cargo la administración general
del país y entre los temas que maneja, está la política exterior, no está exento de un ejército de asesores y
colaboradores –los cuales además de muy bien remunerados- que deben orientarlo
en los temas que hacen a las decisiones que el mandatario debe tomar. Si así no
fuese, la gobernabilidad sería simplemente imposible.
Y es
que cada palabra que un presidente profiere, tiene un peso específico que
involucra a todos los habitantes del país que representa. Si como en este caso
tomáramos enserio la postura del mandatario argentino, se hace evidente que o
lo asesoran mal por una clara incapacidad de su entorno o lo hacen
deliberadamente.
Esto
demuestra que aún hoy, sigue habiendo un alto grado de improvisación en el
gobierno argentino que, no hay que dejar de señalarlo, se haya infiltrado por
elementos que responden a los intereses de Londres. En este sentido Argentina no escapa a la
excepción a ser espiado por los centros de poder mundial y mucho menos, cuando
tiene el honroso lugar de ser un enemigo histórico a las pretensiones que han
venido tratando de instaurar desde la creación del estado argento, aunque ello
pretenda ser “desmitificado” por aquellos sectores anglófilos del país. Y que quede claro que esto no es ninguna
bravata patriotera o un pasquín de izquierda; lejos de ello, la historia
argentina tiene suficientes antecedentes propios que respaldan su ideario independentista
sin la necesidad de las ideologías importadas de Europa que a la altura de la
historia han quedado demostradas como falsas y vacías.
¿Pero
por qué hacemos toda esta perolata? Como
no hacerla cuando el Reino Unido con su acostumbrado y arraigado idioma de
señales, le dice a Buenos Aires que hará ejercicios militares en las aguas
australes le guste o no le guste, a lo cual se sumaron las jactancias de los
Kelpers quienes claramente henchidos de arrogancia y con la seguridad de que
tienen el culo bien protegido, se dan el lujo de tomarle el pelo al gobierno de
Macri y a su triste cancillería que tiene respuestas más para un círculo
literario que para la lucha política de altura.
Tal
como están las cosas se puede ver con meridiana claridad, como el gobierno
argentino carece de fuerza política y lo peor aún, de convicción para reivindicar
con al menos una pizca de dignidad e inteligencia los derechos irrenunciables
del país ante el resurgido “Imperio Británico” tras su separación de la Unión
Europea. Incluso podemos ver con
soberana indignación como algunos medios “nacionales” y algunos periodistas de esos mismos medios,
argumentan descaradamente los derechos que tendrían los británicos a maniobrar
de semejante forma (http://www.clarin.com/politica/Gobierno-Londres-maniobras-militares-Malvinas_0_1668433286.html
)
Algunos
casos son tan claros y evidentes que
solo basta que cada uno escuche y saque sus conclusiones ( https://www.youtube.com/watch?v=ekHLVd53WLI ) Las
argumentaciones son tan similares a las que los sionistas despliegan sobre el
“problema palestino” en sus ampulosas notas, editoriales y vendidos libros,
que deja bien a las claras quienes están
de un lado y quienes del otro, explicitando una semejanza inconveniente –y
que ningún intelectual argentino se atreve a señalar- entre la causa
Malvinas y la de Palestina.
Pero
más allá de estas obviedades, pareciera que la Casa Rosada no se ha dado cuenta
que hay una guerra en proceso de escalar a peligrosos niveles y en donde el
mundo todo –incluyendo a la Argentina- y en la cual el Reino de Gran
Bretaña es parte de una de los bandos para lo cual, ese bando liderado por la
OTAN tiene su base estratégica en Mount Pleasant desde donde junto a la 4º
flota de los Estados Unidos del Comando sur, controlarían el establecimiento de
un teatro de operaciones en el Atlántico sur para desplegar una estrategia
propia que no tendrá en consideración a los limites ni menos aún los intereses argentinos.
Sobre
el incremento de las operaciones estadounidenses en la región, no debemos
olvidar que el presidente Mauricio Macri recibió con entendible agrado, las
señales de Washington enderezadas a participar en varias áreas de la vida
política nacional una de ellas, la instalación de bases militares en la
Patagonia a cambio de rearmar a las destartaladas Fuerzas Armadas algo que la
embajada británica en Buenos Aires y el Foreing Office siguen con meticulosa
atención.
Hay
desde esta perspectiva una larga historia de abandono de la administración
política en Buenos Aires de los altos asuntos referentes a la política exterior
vinculada a sus nexos con la política estratégica del país. Es que sin ésta última
no puede existir la entidad política que se conoce como un estado soberano. La
agenda política de un país no puede solo reducirse a las áreas
económico-comerciales como lo han pretendido impertinentemente varios sectores
dentro del país que incluso son los que hacen lobbie para influir “con quién sí
y con quién no” debería la Argentina tratar. Pero a la casta política que de
costumbre ocupa los puestos administrativos del gobierno –y sin
distinciones- ven en esta materia algo así como una pesadez o una constante
postergación en tomar el toro por las astas y encaminar al país por una
dirección determinada. Cada casta de
estos seudo-representantes de la voluntad popular, suele salirse de la tangente
para, entre gallos y medias noches, arreglar las cosas mientras duren sus periodos
y como dijo Luis XV “Después de mi, el diluvio”.
Claro
que en esto hay una alta responsabilidad de los mismos ciudadanos que bajo
aquella característica costumbre por excusarse alegando que “no tienen tiempo”
o “son cosas de los políticos”, dichas castas políticas partidocráticas arreglan
y sacan fabulosos beneficios personales a costa de espinosos temas como es el
de la protección y defensa de la soberanía de sus intereses. Como botón de
muestra solo veamos lo que Buenos Aires vino tolerando y ocultando lo referente
a lo que Chile realizaba en territorio sanjuanino durante el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner (v. http://www.infobae.com/politica/2016/06/15/una-empresa-chilena-creo-un-megabasurero-de-residuos-mineros-en-suelo-argentino/) Con este panorama podemos predecir que Londres
no tendrá problemas en seguir marcando la agenda de política exterior de La
Rosada, aunque en realidad tampoco los tuvo durante los doce años de gobierno
de falso nacionalismo K.
Como
suelen decir los británicos desde sus gloriosas épocas de la rapiña pirata
inaugurada allá por el año 1500 ac y de la boca de alguno de sus más destacados
exponentes como fue el Almirante John Hawkins,
todos tienen un precio y en el caso de los gobernantes
argentinos, la mayoría de las veces suele ser muy barato.