DEFENSA Y SEGURIDAD
“INTELIGENCIA Y FUERZA”
Dos elementos imprescindibles para un planeamiento defensivo eficaz
Por
Pepe Beru
La historia política
está plagada de ejemplos de lo que significa el uso de la inteligencia por
sobre la fuerza bruta. También existen muchos ejemplos de lo efectivo y dañino
es el uso preciso y sorpresivo de ésta última sobre sujetos inteligentes. Como
sea, ambos elementos son determinantes para el ejercicio del poder
gubernamental de cualquier estado que pretenda serlo.
En
el ejercicio de la vida política de las naciones, el brazo armado es
determinante para poder concretar objetivos que salen del margen de la política
doméstico deliberativa y deben ser ejecutados por hechos concretos y la acción coherente. Dijo el ilustre autor alemán Von Clausewitz que “la guerra es un instrumento, la extensión
de las relaciones políticas, pero por otros medios”; una conclusión que
horroriza a clases políticas acomodaticias y sumidas en el sopor de la
mediocridad.
Como
dice un magnifico refrán “hay que sufrir en la paz para reír en la guerra”.
En
la actual y cambiante situación geopolítica internacional, las necesidades de
una defensa efectiva y precisa se han hecho una cuestión de vital importancia
para casi todos los países que buscan proteger y conservar sus intereses de las
acechanzas y de amenazas foráneas a sus fronteras.
La
reciente historia y si se quiere, la de los últimos 100 años hasta la fecha, ha
demostrado que el que tiene más fuerza termina por abusar de ella para
avasallar a los más débiles y cuando ésta se combina con inteligencia, termina
en un dominio absoluto. Eso ha llevado a
que entre otras cosas, se fuera creando una atmosfera de desconfianza y
hostilidades que terminaría en guerras terribles y lucrativas carreras
armamentísticas. En este sentido, el
avance de la industria bélica ha precedido a los avances en otras áreas de la
vida y así hoy día, podemos ver como un niño puede adquirir un “Drone” para
jugar controlándolo con su teléfono móvil.
Si
bien la tecnología militar puede dar en gran medida, un salto cualitativo al
momento de afrontar amenazas como lo son las intrusiones aéreas para espionaje,
transporte de sustancias ilegales o simplemente para llevar adelante ataques
sorpresa, el elemento humano sigue siendo irremplazable al momento de dirigir
coherentemente los sistemas más sofisticados.
En
el comienzo de los noventas (siglo XX), las fuerzas armadas estadounidenses
mostraban al mundo como sus novedosos misiles crucero teledirigidos “TomaHawk”,
podían volar cientos de kilómetros mostrando el recorrido hasta llega al
objetivo a los operadores en sus consolas de comando.
En
ese momento muchos se jactaron que se habían acabado para siempre, las luchas y
los combates personalizados; había nacido la guerra por TV, donde un botón
terminaba con el enemigo. Tal simplismo llevo a que inmediatamente y en la
experiencia más cruda en las que pudieron probar estos ingenios, se dieran cuenta que pese a tan magnificas
novedades, aún no podían distinguir entre combatientes y civiles.
Pero
ese no era el único problema. Hasta los más sofisticados vectores y sus
potentes radares, eran burlables; la guerra del golfo pérsico en 1991 y su
secuela con la invasión a Iraq de 2003, quedo claro para los estadounidenses que
la tecnología no resolvía todo.
Se
vio que los hombres además de una capacidad física óptima, requerían de una
capacidad mental acorde, a las necesidades imperiosas de la batalla que cambian
en unos instantes la suerte de sus vidas y la del objetivo encomendado. Pensar
sobre la marcha requiere de un entrenamiento permanente y eso pudieron verlo y
comprobarlo tanto estadounidense como rusos cuando se toparon con rivales que
pese a no poseer tecnología sofisticada, eran imaginativos y decididos.
Un
ejército en la actualidad no requiere tanto de cantidad, sino más bien de
calidad pero no solo por el equipamiento tecnológico sino quizá lo más
importante para los años que están por venir, es la inteligencia e la
individualidad de sus hombres para resolver problemas más variados en forma
inmediata. Un solo hombre debe ser una unidad que reúna las calidades de una
unidad de diez hombres, tan radical como eso.
Aunque
parezca un contrasentido, los norteamericanos luego de Vietnam comprendieron
que un enemigo implacable y persistente podía pese, a sus más letales
represalias colectivas como eran los bombardeos con los B-52, o incluso con el
uso de armas químicas como era el “agente naranja”, “el fósforo blanco” y el
“Napalm”, presentarle batalla con pocos elementos e ingenio.
No
se podía degradar la moral de semejantes combatientes y menos aún detenerlos,
con brutalidades masivas. Incluso, sus tácticas de inteligencia electrónica enfocadas
a detectar los movimientos en la espesura de la selva se volvieron un
sinsentido ante los falsos ecos y la desactivación de los sensores por parte de
los mismos guerrilleros. Los “monos” (como solían llamarles despectivamente)
eran más inteligentes y motivados de lo que esperaban.
El
ingenio y la improvisación pueden llegar a ser factores invalorables en
situaciones críticas, mucho más cuando un hombre se halla ante una desventaja
con un enemigo más grandes y poderoso.
La no consideración de estos factores llevó a que los estadounidenses (Vietnam,
Afganistán e Iraq) y británicos (en la guerra de Malvinas) se llevaran sorpresas
muy desagradables.
Tanques inflables |
Lo
mismo sucedería en el Golfo Pérsico en 1991. En esos momentos EEUU se hallaba
en la cumbre de su poderío militar y su arsenal tenía una variedad de ingenios
y armas listos para ensayar. Nuevamente y pese a los terribles daños ocasionados
en la población civil y una cuestionable degradación del ejército de Saddam
Hussein, no contaron con que sus misiles inteligentes y “Drones” no distinguían
entre un tanque real y uno de cartón.
Tras
la invasión en 2003, los estadounidenses creían que los iraquíes se rendirían
luego de sus monstruosos bombardeos bautizado como “operación conmoción y
pavor”. En la comodidad de sus carros de asalto y tanques Abrhams, las primeras
puntas de la invasión tocaron el suelo iraquí con la seguridad de que no habría
una oposición considerable. A medida que
se fueron adentrando en el terreno, fueron hallando la más variada e
imaginativa oposición que fue desgastando tanto a la maquinaria como a la moral
de los estadounidenses y que luego, una vez afincados allí se perpetuaría con
una resistencia implacable.
Proyectil de bajo costo de Hesbolá |
En julio
de 2006, Israel tuvo su escarmiento militar cuando sus FDI creyeron erróneamente
que podrían entrar al Líbano como lo habían hecho en 1978 y 1982, topándose con
una muy bien organizada resistencia de la milicia chiita Hesbolá que causó
daños y bajas que le costaron al gobierno de Olmert su salida.
Actualmente,
otro ejemplo de esto es lo que se ve en Yemen, donde la moderna Armada de
Arabia Saudita y sus aliados regionales, pese al sofisticado armamento surtido
por EEUU e Israel, no han podido doblegar a las guerrillas “Hutie” y a los
combatientes de “Ansar Alha” (Espada de Dios) que, usando muy bien sus pocos
recursos y igual a los combatientes de “Hamas” palestino, golpean con letal
precisión a sus enemigos.
Pero
más allá de estos ejemplos, hay en ellos una clara enseñanza para los países
que no toman enserio el área de la defensa y es que, si quienes no toman la responsabilidad
de ella, otros se harán cargo de ejercerla.