EN DEBATE
“INSEGURIDAD PLANIFICADA”
Quienes se benefician y quiénes impulsan desde las sombras la ola de inseguridad que a su vez es amplificada desde algunos medios
Por Javier B. Dal
En las encuestas
de algunos sondeos realizados en Argentina, la inseguridad es la principal
preocupación después de la inflación mientras que para otros, más orientados
por simpatía con la oposición el problema más acuciante es la desocupación. Pero
algunos hechos que han saltado a los medios capitalinos en estas últimas
semanas han sido sobredimensionados con una notable intensidad que ha volcado a
la política comunicacional calificando a la situación con diferentes enfoques
que vienen desde aquella caracterizada por “sensaciones” a la que algunos
amarillistas denominan una de verdadero “desastre” social.
Es una realidad ineludible la inseguridad y en especial, la que se
está manifestando con violencia sobre las personas del común, pero no hay que
caer en reduccionismos que solo ocultan el contexto y la antigüedad de la
problemática. Para ello, solo miremos a
unos diez años atrás cuando la seguridad estaba
cargo de funcionarios “progresistas” como Anibal Fernández y Nílda Garré
quienes lejos estuvieron de articular un programa de seguridad integral y
coherente que abarcara la problemática de fenómenos criminales modernos como
son el narcotráfico, la venta y tráfico de mujeres, órganos y armas. Lejos de haberse involucrado en estas
problemáticas prefirieron usar sus sitiales para jugar a desojar margaritas,
solo que lo que desojaban era a las fuerzas de seguridad y de inteligencia (sin
hablar de las FFAA).
A ello y con la complacencia de los cuadros políticos de un
gobierno como fue el Kirchnerista, gobernadores como Daniel Scioli en la
provincia de Buenos Aires y José Alperovich
en Tucumán, hicieron de las fuerzas policiales meras bolsas de trabajo para
reducir la galopante desocupación en sus respectivas jurisdicciones y reclutar
votos para las elecciones venideras. Quien puede olvidar la leyenda “Gobierno
de Daniel Scioli” impresas en las chapas de las camionetas de la policía de
la provincia como una clara demostración del feudalismo partidocrático que
sigue campeando en el país y que actualmente siguen siendo utilizadas en la
Matanza por algunos personajes tan dudosos como los citados.
El plan de estos sectores se baso solamente en clonar policías a
granel y saturar de presencia de uniformados toda la provincia, una postura que
mínimamente revela el carácter aficionado e improvisado de sus planificadores.
No hay que olvidar que con esta política de masificación policial
que se caracterizó por inundar de policías a las jurisdicciones provinciales,
se le agregó un nuevo negociado político-administrativo como fue la “policía
comunal”, una nueva bolsa de trabajo para paliar el cupo de los desempleados de
las jurisdicciones municipales que además funcionó como otra caja de
recaudación que estaría controlada por los intendentes quienes a su vez, eran
subordinados por lealtad política o conveniencia del gobierno K.
Como hubiera dicho la misma señora Cristina Fernández, “uniformes
para todos y todas”, pero ningún tipo de objetivo ni preparación real que los
hiciera realmente funcionales. De este modo pasamos de la más absoluta
infuncionalidad a la entrega de la preparación a manos de agencias extranjeras
que no están precisamente embuídas de la moralidad que la clase política tanto reclama
de sus fuerzas de seguridad. En este sentido, a la vez y mientras se realizaba
esta absurda construcción de un estado policial berreta y solo para la
decoración, ese mismo gobierno terminaba por deshacer las pocas estructuras de
las áreas de inteligencia de las FFAA y de la SIDE, ésta última, completamente infuncional
para los objetivos de un estado e infiltrada por las agencias de inteligencia extranjeras
como la CIA, la DGSE francesa y por supuesto, el MOSSAD israelí.
Y usted dirá ¿Pero qué tienen que ver estas últimas situaciones con
la inseguridad del país? Pues, la respuesta es tan obvia como importante y ella
se basa en que quien controla los más altos niveles de la seguridad de un
estado, controlara todos los estamentos del mismo ¿O acaso cree usted, que las
grabaciones que aparecieron de las conversaciones de Cristina Fernández y de su
ex jefe de la SIDE Oscar Parrilli fueron cosa de simples hackers o agentes improvisados
que pincharon un cable telefónico? Para nada. Desde hace años que, por
recomendación del Departamento de Estado norteamericano y la CIA se ha estado
grabando todas las conversaciones telefónicas, mails, twits y whatups de toda
la población.
Y esto ya venía pasando en pleno del gobierno “nacional y popular”,
que mareados con sus propios vapores seudo revolucionarios, dejaron de lado los
más importantes y vitales temas para la sobrevivencia del estado.
Actualmente la situación de inseguridad y crecimiento del delito
violento relacionado con el consumo y tráfico de estupefacientes no dista
demasiado de hace unos años atrás, con la diferencia que las políticas que se
están imprimiendo actualmente para su combate –discutibles o no- son
reales y están dando resultados. Relacionado con esto está, en los implicados
en proveer la asistencia y entrenamiento para preparar a las fuerzas policiales
del país, en especial a la policía federal, quienes distan mucho en temas de
legalidad y respeto a los derechos humanos.
La activa participación de Israel y EEUU en los programas de
seguridad, es una preocupación que no puede obviarse, máxime cuando Tel Aviv y
sus partidarios en el país, aprovechan la ocasión para mezclar la criminalidad
común que azota a la comunidad con la resistencia palestina, una argucia que
durante décadas han tratado de meter en el pensamiento colectivo mundial. Una
de las formas que tratan de hacerlo es, ejercitando a los efectivos en los
territorios ocupados usando a los palestinos como los blancos de prueba y
muestra de los resultados de sus detestables procedimientos.
Estos mismos sectores con su lugar en los medios, juegan el
cotidiano papel de aumentar el tono de las informaciones que se vinculan con
tragedias personales como han sido los últimos asesinatos de trabajadores a
manos de jóvenes armados. La táctica de estos medios y de algunos periodistas
esta magnificar la situación con manipulaciones sensacionalistas del lenguaje y
abusando de estas tragedias personales, imprimen un razonamiento que trata de
despertar en los televidentes ese miedo a la completa indefensión que busca
subrepticiamente, argumentar que Argentina sea pasiva receptora de recetas y
planes de “seguridad” importados especialmente de Israel y de EEUU.
Es por ello, cuando los ciudadanos comunes que trabajan día a día
para sobrevivir en esta cada vez más asfixiante realidad, que estos mismos
medios y personajes han presenciado durante años con conveniente pasividad, piensen
que cuando ven a esos personajes disfrazados de periodistas que hacen de las
noticias una novela usando palabras como “desastre”, “catástrofe” o tienden a
denigrar al accionar de las fuerzas nacionales, solo son argucias y engaños
deliberados, usados como chicana para abrir la puerta a las “soluciones” de sus
paisanos, quienes traerán muy peligrosas situaciones al país.