EN LA MIRA
“LA COMPLEJA GEOPOLITICA DE WASHINGTON”
Demasiados y complejos problemas complican a las aspiraciones estadounidenses de mantener su esquema de dominación global ¿Cuál será el próximo paso de Trump?
Por
Charles H. Slim
Estamos a
punto de culminar una nueva década de lo que va del nuevo siglo y el mundo como
lo conocíamos apenas veinte años atrás ha cambiado en forma estremecedora. Sin
lugar a dudas que parte de ese cambio ha sido motorizado por las discutibles políticas
estadounidenses y de sus aliados, en particular a las que se refieren a sus
relaciones exteriores las cuales marcaron a fuego el destino (y no
positivamente) de varias regiones del planeta.
La patriótica
marcha “barras y estrellas” ya no resuena en los corazones estadounidenses
quienes solo escuchan el eco constante de todas partes del mundo de los
escándalos infames y de los vergonzantes crímenes en los que sus
administraciones en Washington ha sumido a toda la nación. Agregado a ello, la
propia injustica y las arbitrariedades fronteras adentro son demasiado para
volver a creer que en realidad exista algún “sueño americano”. La imagen de la
Unión está muy sucia y no hay con que para limpiarla; han sido demasiados los
atropellos en nombre de los valores democráticos y la libertad para que alguien
sienta orgullo de ser estadounidense. Aunque demócratas y republicanos alternadamente
hayan usado artificiosamente los derechos humanos para fines geoestratégicos y
blandido la Carta de Naciones Unidas como argumento para justificar invasiones
y ataques contra naciones, el resultado final de esas acciones terminaría demostrando todo lo contrario. Muerte,
corrupción y miseria son el tangible resultado
a la vista. Gracias a toda esa política de guerras preventivas, terrorismo de
laboratorio, juegos sucios y dobles
raseros, el mundo se ha vuelto en un lugar mucho, pero mucho más inseguro y las
relaciones entre los países se ha vuelto más desconfiada.
La llegada
de Trump no cambio nada de ello. Quien refiera al “Populismo” como el
responsable de éstas execrables políticas norteamericanas está mintiendo y
trata de tapar con el dedo el tortuoso y oscuro pasado inaugurado en 2001. Actualmente
EEUU está viendo los frutos de su cosecha y pese a que los mismos son agrios y
enferman aún más la ya apesadumbrada realidad estadounidense, en Washington sus
burócratas no parecen dispuestos a cambiar sus hábitos para mejorarla.
Como es
sabido, las relaciones hostiles ya no se centran en pantomimas como “ejes del
mal” o fabuladas entidades amenazantes (como AL Qaeda e ISIS) creadas por los departamentos de guerra
psicológica de sus innumerables agencias de inteligencia. Es por ello que las
tácticas implementadas para continuar con estas políticas cruentas, solo han
mutado los medios y se han refinado a otros procederes mucho más subrepticios
pero igualmente violatorios de los derechos humanos como ser, el espionaje y
asesinato selectivo con “Drones” y la vigilancia constante de las
comunicaciones –telefonía y medios
digitales- con el fin de controlar el flujo informativo y las opiniones en
red en todo el globo.
Pero en lo
que hace al estricto campo comercial, la Casa Blanca no repara en medios al
momento de tratar de apartar a la competencia. Hoy los improperios, las
amenazas y las acciones dañinas son también para los socios y aliados
históricos. Trump no ha dejado a nadie sin su correspondiente improperio y como
lo demostró en la última cumbre del G-20, poco le importa respetar a sus
propios colegas y mucho menos cuando pertenecen a países subdesarrollados.
Ni
hablemos de las sanciones comerciales y políticas que la Unión viene impulsando
desde hace rato contra Rusia y que han sido continuadas por Trump; ni de las políticas
arancelarias que ha puesto en marcha no solo contra la expansiva economía China
sino que se han extendido a sus acostumbrados “trapos de pisos” como son los
franceses, los alemanes o incluso a toda la Unión Europea, obsecuentes socios
estelares en cruentas aventuras militares en el norte de África y el Medio
Oriente. Estos últimos se han visto tan
sorprendidos como enojados con la actitud de Trump y del Establishment que lo
apoya; porque sepan bien, que no es el presidente de los EEUU quien moviliza
estas políticas, detrás de él hay una megaestructura política, militar y
financiera que se pone en marcha para que ello se haga realidad.
Con el
actual gabinete norteamericano remozado con personajes tales como Mike Pence, John
Bolton, Mike Pompeo y Niki Haley (para citar los más emblemáticos) Trump ha
potenciado sus políticas agresivas hacia el mundo ya que, como hemos visto,
EEUU no tiene contemplaciones al momento de desplegar sus corrosivas planificaciones
estratégicas, salvo con sus aliados estratégicos como Israel y Arabia Saudita,
actores imprescindibles para mantener su presencia e influencia en la región. Referido a estos dos actores regionales, no
cabe lugar a dudas que han sido y siguen siendo los arietes fijos para la
implementación de las políticas desintegrativas y de caos que Washington (Un
Medio Oriente fragmentado) ha venido
tratando de implantar en todo el Medio Oriente.
Más
adentro del continente Asiático, EEUU viene perdiendo terreno en Afganistán
(plataforma estratégica para agredir a Irán con miras de acercarse a China y
Rusia), pese a las intrigas que ha tratado de sembrar mediante tácticas sucias
tendidas por la CIA, destinadas a crear la confusión, actos de terror
tendientes a crear la desconfianza hacia el Talibán y otros grupos de la
resistencia, no ha logrado causar los efectos que logró en parte en Iraq con el
embuste de ISIS y su “Califato”. Contrario a dicha experiencia, los intentos de
implantar un “programa de operaciones” de la CIA adaptado a la versión afgana (como
fue el grupo Khorasan) o el apoyo a grupos que trafican la amapola y la Heroína
que parte rumbo a Europa han caído en fracaso tras fracaso empoderando aún más
al Talibán.
Su
política en el extremo oriente no ha sido mejor. Desde sus roces calientes con
Pyongyang que culminó en una victoria política para Corea del Norte hasta los
incidentes en el Mar de la China entre la Armada estadounidense y la Armada
china, ha degastado a la Casa Blanca y culminó como fruta del postre cundo salió
muy mala parada tras el acuerdo entre ambas Coreas.
Esto solo ha servido para potenciar
y demostrar la impotencia de EEUU que se vio mucho más evidente cuando el
vicepresidente norteamericano Mike Pence en un discurso dado en el “Hudson Institute”
en el mes de octubre de éste mismo año, lanzo todo tipo de acusaciones sin
fundamentos contra Pekín desde donde inmediatamente
se desmintió al vice y se le dejó entrever la falsedad de sus acusaciones
desatando un airado conflicto diplomático que perdura hasta nuestros días. Solo
hay que razonar lo siguiente y preguntarse ¿Qué habría pasado si el oponente no
hubiera sido China? Pues sin lugar a
dudas, que Washington habría anunciado a bombo y platillo alguna nueva batería
de sanciones incluyendo seguramente –de
tratarse de un pequeño país- una retaliación militar.
Los
resquemores de Washington hacia China pasan por todos los niveles aunque sin
lugar a dudas, el comercial y el militar son los más preocupantes para los
norteamericanos. Incluso se puede asegurar que es mucho más peligrosa la
influencia de China en el Medio Oriente (con su base en Yibuty, por donde
controla el paso de la navegación petrolera del Mar Rojo) y en África que la
que están logrando los rusos con su exitosa campaña de apoyo a Siria para
librarse de la agresión sucia disfrazada de “terrorismo jihadista”.
Igualmente
Washington sabe que aunque este un paso adelante en fuerza militar (con un gasto
militar anual que alcanza los 600 mil millones de dólares), no se arriesgara a
un choque directo con la China Popular que pese a su falta de modernización en
las FFAA y en especial en sus programas de misiles intercontinentales, tiene una nada despreciable capacidad de infringir mucho daño y mucho más,
si existe un vecino con reveladas capacidades misilisticas estratégicas como
son las de Rusia que mediante el misil “Avangard” podría en un par de minutos,
sortear todas los escudos defensivos (navales y continentales) sin ser
detectados en absoluto y borrar en unos segundos sus principales ciudades ¿Qué es
lo que EEUU podría hacer ante esto? Eso para Donald Trump sería un pésimo
negocio ¿No?