jueves, 13 de diciembre de 2018


EN LA MIRA




LA COMPLEJA GEOPOLITICA DE WASHINGTON”

Demasiados y complejos problemas complican a las aspiraciones estadounidenses de mantener su esquema de dominación global ¿Cuál será el próximo paso de Trump?


Por Charles H. Slim
Estamos a punto de culminar una nueva década de lo que va del nuevo siglo y el mundo como lo conocíamos apenas veinte años atrás ha cambiado en forma estremecedora. Sin lugar a dudas que parte de ese cambio ha sido motorizado por las discutibles políticas estadounidenses y de sus aliados, en particular a las que se refieren a sus relaciones exteriores las cuales marcaron a fuego el destino (y no positivamente) de varias regiones del planeta.

La patriótica marcha “barras y estrellas” ya no resuena en los corazones estadounidenses quienes solo escuchan el eco constante de todas partes del mundo de los escándalos infames y de los vergonzantes crímenes en los que sus administraciones en Washington ha sumido a toda la nación. Agregado a ello, la propia injustica y las arbitrariedades fronteras adentro son demasiado para volver a creer que en realidad exista algún “sueño americano”. La imagen de la Unión está muy sucia y no hay con que para limpiarla; han sido demasiados los atropellos en nombre de los valores democráticos y la libertad para que alguien sienta orgullo de ser estadounidense. Aunque demócratas y republicanos alternadamente hayan usado artificiosamente los derechos humanos para fines geoestratégicos y blandido la Carta de Naciones Unidas como argumento para justificar invasiones y ataques contra naciones, el resultado final de esas acciones  terminaría demostrando todo lo contrario. Muerte, corrupción  y miseria son el tangible resultado a la vista. Gracias a toda esa política de guerras preventivas, terrorismo de laboratorio,  juegos sucios y dobles raseros, el mundo se ha vuelto en un lugar mucho, pero mucho más inseguro y las relaciones entre los países se ha vuelto más desconfiada.

La llegada de Trump no cambio nada de ello. Quien refiera al “Populismo” como el responsable de éstas execrables políticas norteamericanas está mintiendo y trata de tapar con el dedo el tortuoso y oscuro pasado inaugurado en 2001. Actualmente EEUU está viendo los frutos de su cosecha y pese a que los mismos son agrios y enferman aún más la ya apesadumbrada realidad estadounidense, en Washington sus burócratas no parecen dispuestos a cambiar sus hábitos para mejorarla.

Como es sabido, las relaciones hostiles ya no se centran en pantomimas como “ejes del mal” o fabuladas entidades amenazantes (como AL Qaeda e ISIS)  creadas por los departamentos de guerra psicológica de sus innumerables agencias de inteligencia. Es por ello que las tácticas implementadas para continuar con estas políticas cruentas, solo han mutado los medios y se han refinado a otros procederes mucho más subrepticios pero igualmente violatorios de los derechos humanos como ser, el espionaje y asesinato selectivo con “Drones” y la vigilancia constante de las comunicaciones –telefonía y medios digitales- con el fin de controlar el flujo informativo y las opiniones en red en todo el globo.

Pero en lo que hace al estricto campo comercial, la Casa Blanca no repara en medios al momento de tratar de apartar a la competencia. Hoy los improperios, las amenazas y las acciones dañinas son también para los socios y aliados históricos. Trump no ha dejado a nadie sin su correspondiente improperio y como lo demostró en la última cumbre del G-20, poco le importa respetar a sus propios colegas y mucho menos cuando pertenecen a países subdesarrollados.

Ni hablemos de las sanciones comerciales y políticas que la Unión viene impulsando desde hace rato contra Rusia y que han sido continuadas por Trump; ni de las políticas arancelarias que ha puesto en marcha no solo contra la expansiva economía China sino que se han extendido a sus acostumbrados “trapos de pisos” como son los franceses, los alemanes o incluso a toda la Unión Europea, obsecuentes socios estelares en cruentas aventuras militares en el norte de África y el Medio Oriente.  Estos últimos se han visto tan sorprendidos como enojados con la actitud de Trump y del Establishment que lo apoya; porque sepan bien, que no es el presidente de los EEUU quien moviliza estas políticas, detrás de él hay una megaestructura política, militar y financiera que se pone en marcha para que ello se haga realidad.

Con el actual gabinete norteamericano remozado con personajes tales como Mike Pence, John Bolton, Mike Pompeo y Niki Haley (para citar los más emblemáticos) Trump ha potenciado sus políticas agresivas hacia el mundo ya que, como hemos visto, EEUU no tiene contemplaciones al momento de desplegar sus corrosivas planificaciones estratégicas, salvo con sus aliados estratégicos como Israel y Arabia Saudita, actores imprescindibles para mantener su presencia e influencia en la región.  Referido a estos dos actores regionales, no cabe lugar a dudas que han sido y siguen siendo los arietes fijos para la implementación de las políticas desintegrativas y de caos que Washington (Un Medio Oriente fragmentado)  ha venido tratando de implantar en todo el Medio Oriente.

Más adentro del continente Asiático, EEUU viene perdiendo terreno en Afganistán (plataforma estratégica para agredir a Irán con miras de acercarse a China y Rusia), pese a las intrigas que ha tratado de sembrar mediante tácticas sucias tendidas por la CIA, destinadas a crear la confusión, actos de terror tendientes a crear la desconfianza hacia el Talibán y otros grupos de la resistencia, no ha logrado causar los efectos que logró en parte en Iraq con el embuste de ISIS y su “Califato”. Contrario a dicha experiencia, los intentos de implantar un “programa de operaciones” de la CIA adaptado a la versión afgana (como fue el grupo Khorasan) o el apoyo a grupos que trafican la amapola y la Heroína que parte rumbo a Europa han caído en fracaso tras fracaso empoderando aún más al Talibán. 

Su política en el extremo oriente no ha sido mejor. Desde sus roces calientes con Pyongyang que culminó en una victoria política para Corea del Norte hasta los incidentes en el Mar de la China entre la Armada estadounidense y la Armada china, ha degastado a la Casa Blanca y culminó como fruta del postre cundo salió muy mala parada tras el acuerdo entre ambas Coreas. 
Esto solo ha servido para potenciar y demostrar la impotencia de EEUU que se vio mucho más evidente cuando el vicepresidente norteamericano Mike Pence en un discurso dado en el “Hudson Institute” en el mes de octubre de éste mismo año, lanzo todo tipo de acusaciones sin fundamentos  contra Pekín desde donde inmediatamente se desmintió al vice y se le dejó entrever la falsedad de sus acusaciones desatando un airado conflicto diplomático que perdura hasta nuestros días. Solo hay que razonar lo siguiente y preguntarse ¿Qué habría pasado si el oponente no hubiera sido China?  Pues sin lugar a dudas, que Washington habría anunciado a bombo y platillo alguna nueva batería de sanciones incluyendo seguramente –de tratarse de un pequeño país- una retaliación militar.

Los resquemores de Washington hacia China pasan por todos los niveles aunque sin lugar a dudas, el comercial y el militar son los más preocupantes para los norteamericanos. Incluso se puede asegurar que es mucho más peligrosa la influencia de China en el Medio Oriente (con su base en Yibuty, por donde controla el paso de la navegación petrolera del Mar Rojo) y en África que la que están logrando los rusos con su exitosa campaña de apoyo a Siria para librarse de la agresión sucia disfrazada de “terrorismo jihadista”.

Igualmente Washington sabe que aunque este un paso adelante en fuerza militar (con un gasto militar anual que alcanza los 600 mil millones de dólares), no se arriesgara a un choque directo con la China Popular que pese a su falta de modernización en las FFAA y en especial en sus programas de misiles intercontinentales,  tiene una nada despreciable  capacidad de infringir mucho daño y mucho más, si existe un vecino con reveladas capacidades misilisticas estratégicas como son las de Rusia que mediante el misil “Avangard” podría en un par de minutos, sortear todas los escudos defensivos (navales y continentales) sin ser detectados en absoluto y borrar en unos segundos sus principales ciudades ¿Qué es lo que EEUU podría hacer ante esto? Eso para Donald Trump sería un pésimo negocio ¿No?

martes, 11 de diciembre de 2018


EN DEBATE



“TAPADERA OFFSHORE”

Tras el hallazgo del submarino “ARA San Juan” a varias millas fuera de su ruta programada las preguntas sobre las causas de su hundimiento se multiplican y las comparaciones con situaciones similares preocupan al gobierno argentino ¿Por qué?



Por Dany Smith

Develada la suerte del submarino argentino  “ARA San Juan” se ha dado comienzo a una nueva lucha por parte de los familiares y de una parte de la sociedad argentina que silenciosamente los acompaña por dilucidar las reales causas del hecho. La excusa de no poder hallarlo o incluso aquellas que versaban sobre hipótesis de su desintegración por efecto de una imaginaria implosión o su inalcanzabilidad por haberse ido a pique en una fosa abisal ya no tienen lugar para impedir llevar adelante una investigación meticulosa y pormenorizada del momento en que ocurrió el hecho.

Ahora una parte de los familiares quieren que se explore el interior del submarino y recuperen los restos de los tripulantes, mientras el gobierno y algunos expertos cierran esa posibilidad bajo argumentos poco creíbles ¿Qué es lo no quieren mostrar?

Para entender ello no dejemos de lado por favor y tengan bien en cuenta señores lectores, los antecedentes previos y concomitantes a este suceso y que se vinculan inescindiblemente de la presencia británica en las aguas jurisdiccionales argentinas del Atlántico sur y de algunos de sus aliados como son Chile y los EEUU, maniobrando en esos momentos en la zona[1]. En este sentido se podrá advertir que la situación en dichas aguas era (y sigue siendo) anormal e ilegal.

Pero, desde los altos niveles de la política y de la diplomacia argentina, no hay esta misma linealidad y mucho menos el interés en que se dilucide lo que realmente ha sucedido con el aparato y con sus cuarenta y cuatro tripulantes ¿Por qué? Simplemente no conviene. Esta intensión se vio desde el primer momento desde el gobierno argentino y cuando la Armada no logro cumplir con ese cometido, llegaron las fuerzas extranjeras (en particular los británicos desde Malvinas) prestos para involucrarse en la “búsqueda”. Todo tenía un olor muy raro pero, aunque los medios hacían su parte de tratar de manipular los sentimientos de la opinión pública para crear esa sensación de “fraternidad”, otros observábamos impávidos y escépticos como estos supuestos y preocupados “camaradas anglosajones del mar”, tomaban el control de la situación, fácil de hacer con una Armada Argentina desprovista de materiales a tal punto incluso para cuidarse a sí misma.

El abanico de causalidades es amplio y los posibles responsables del siniestro también aunque, para cada uno de estos existen una consecuencia diferente. Como en estos casos lo importante es determinar la VERDAD MATERIAL del hecho, cualquier argumento meramente formalista y redundante a la política partidaria no sirve para excusar al responsable por un daño como el causado. Si la Armada encontró al submarino tan solo unos días después del reporte de su desaparición y lo mantuvo en silencio, es seguro que el gobierno supo de todos los entretelones de ese suceso máxime, si tal como lo señalaron fuentes de inteligencia,  unos días después del suceso Rusia entrego a Buenos Aires un informe de inteligencia sobre las causas reales del incidente.

Pese a que semejante ayuda pudo haber sido explotada inteligentemente por el gobierno argentino, prefirió mantenerse en la raya conservadora y rechazó utilizarla como elemento probatorio de las posibles responsabilidades de buques foráneos operando en aguas territoriales ¿A quién creen que Macri y su gobierno querían preservar? Claro. A los británicos y estadounidenses.  Y ello no es poca cosa ya que en el campo de la geopolítica esto puede significar la estabilidad del país o misma de toda una región.

Cuando se comenzó a razonar sobre las posibles causas de su desaparición, siempre se buscó sacar del análisis cualquier involucramiento externo y mucho menos, acudir a casos análogos que informaran sobre las posibilidades de ello. El más cercano y ajustado a la situación sin dudas es el hundimiento del submarino ruso “Kursk” en el Mar de Barents.

Aunque las autoridades y los medios argentinos han tratado de relegar el antecedente de la tragedia del submarino ruso “Kursk” ocurrido en agosto del año 2000, la situación con el “ARA San Juan” muestran particularidades y algunas similitudes que no pueden obviarse. Detrás de la tragedia y el obvio impacto que ello causo sobre las familias de los tripulantes rusos, el gobierno del entonces flamante presidente Vladimir Putin mantuvo un cerrado hermetismo sobre las verdaderas causas del siniestro demostrando que más allá de las especulaciones mediáticas vertidas desde occidente sobre un “accidente” con uno de sus torpedos, habían indicios muy certeros que apuntaban a la participación de dos submarinos estadounidenses (el USS Memphis y el USS Toledo) en el hundimiento del gigantesco submarino ruso.

En aquel entonces se criticó a Putin por su hermetismo y se le llego a acusar a su  gobierno de continuar con las viejas políticas de censura de la era soviética. Como parte de ese proceder entre otras cosas Putin negó la ayuda propuesta por Gran Bretaña y la de los estadounidenses, algo que fue muy criticado por sus connacionales. Incluso, ante la revelación de importantes datos provenientes de investigaciones de periodistas y medios independientes, el Kremlin ordenó a la FSB (Agencia de Inteligencia rusa) que se intervinieran y censuraran la difusión de esas informaciones que involucraban la confirmación de la participación de dos naves estadounidenses.

Pero ello no detuvo al gobierno ruso –aunque si puertas adentro-  de proseguir con sus tareas investigativas y mucho menos, establecer la verdad de lo que había ocurrido no solo para dar una respuesta a las familias que habían sufrido por el calvario de saber que sus familiares pudieron haber sido salvados con mayor rapidez, sino para evitar que ello se repitiera.
Moscú acepto la pérdida pero no se contentó con asimilarla, simplemente porque sabía que no se había tratado de un hecho fortuito o de un accidente de la navegación. Las circunstancias y las evidencias recopiladas en el lugar del hecho hablaron de esto.

El análisis de las imágenes y fotos que se le sacaron al “Kursk” en su búsqueda y rescate fueron trascendentes para arribar a la conclusión de que había sido un ataque externo la causa de su hundimiento.  Las marcas de rasgaduras en el casco y el análisis de las explosiones en su proa revelaron lo evidente pero, en ese momento el Kremlin debió mantener un perfil bajo y arreglar en una cumbre secreta con Washington, una solución pacífica a este incidente. Una de las causas para guardar silencio fue el hecho de que en dicho submarino habían oficiales chinos monitoreando las pruebas de un nuevo misil que desbalancearía la situación regional  y otra y fundamental era el estado de las FFAA que venían en proceso de reestructuración tras la debacle de la URSS, las cuales no estaban aún preparadas para un conflicto directo con la OTAN. Aun así las fuerzas armadas rusas procedieron inmediatamente a pesquisar lo que había sucedido, obteniendo resultados casi inmediatos. 

Tal como lo habían publicado periodistas investigadores rusos y noruegos, basados en fotos satelitales (de la inteligencia naval rusa), un submarino estadounidense que seguía los movimientos del Kursk había escapado con daños de la escena del hecho. Se trataba de nada menos  que del submarino estadounidense  “USS Memphis”, que tras ser detectado por la fuerza aeronaval rusa fue seguido y fotografiado atracando en el puerto noruego de Bergen en un muelle de reparación. Estaba claro que había sufrido daños por efectos de alguna colisión y tal como surgió de los informes de inteligencia, sin dudas había estado involucrado con lo ocurrido al submarino.  Sobre la suerte el “USS Toledo” no se supo más nada y siempre se negó que haya sido quien embistió al Kursk.

Ante aquellas circunstancias la prudencia de Putin fue providencial y dio sus frutos. El tiempo vindico al mandatario ruso y logro volver a colocar a sus Fuerzas Amadas como la herramienta ineludible de la defensa y la geopolítica de la Federación rusa. Por el contrario de Macri no puede decirse lo mismo (ya que no se trata de prudencia).  y lamentablemente su postura ante la tragedia del submarino “ARA San Juan” no tiene el objetivo de reestructurar nada, ni mucho menos ambiciona una geopolítica propia destinada a recobrar el protagonismo y control sobre su propia soberanía, con lo cual nos aventuramos a decir, que  esta política también traerá frutos, pero sin dudas que estos serán amargos para la Argentina.  





[1] HISPANTV.com. “Macri promueve el ingreso de tropas estadounidenses en Patagonia”. Publicado el 17 de octubre de 2017; EL INTRANSIGENTE.com. “Submarino ARA San Juan: ¿Qué es el programa Cormorán? Publicado el 23 de noviembre de 2017. https://www.elintransigente.com/politica/2017/11/23/submarino-juan-que-programa-cormoran-468006.html

viernes, 7 de diciembre de 2018


VETERANOS DE AYER





QUILOMBOS AJENOS”

Cuál era el marco geopolítico del Medio Oriente cuando el gobierno de Carlos Saúl Menem y Cia decidió participar en la guerra contra Iraq de 1991 ¿Estaban en conocimiento y a la altura de aquellas circunstancias?




Por Charles H. Slim
Cuando el gobierno de la Argentina se involucró en la guerra contra Iraq en 1991, no tenían ni idea en la que se estaban metiendo; esto obviamente está referido a los gobernantes y mandos militares de ese entonces que no midieron en ningún momento las consecuencias de aventurarse en un conflicto como el que se desato en aquel momento y huelga decirlo, no ha terminado.

La ausencia de estudios e informes concienzudos sobre las raíces del conflicto, las posiciones  y los argumentos políticos e históricos de las partes involucradas, demostraría ese aventurerismo improvisado del cual se destacaba –y aún continua destacándose- la planificación de los sucedáneos gobiernos argentinos. Así como un sector del peronismo nacional mantenía una prosapia y encendida simpatía por las causas árabes y algunos de sus más destacados líderes, estaban (y continúan) los antagonistas situados en la vereda del frente alineados a Israel y su relato victimizante.

Tanto unos como otros, carecían de conocimiento acabado de las causas que decían apoyar  y fuere por ignorancia o por interés, recortaban a gusto las partes de la historia que mejor se acomodara a sus discursos. De esta manera, aquellos que reivindicaban al egipcio Abdel Gamal Al Nasser, al líder palestino Yasser Arafat o al libio Gadafy poco o nada conocían de las diferencias y las particularidades existentes entre los gobiernos y sociedades árabes más allá de las generalizaciones tan comunes entre los argentinos.

Lo mismo se aplica a los activistas y simpatizantes de Israel, quienes cerrándose en un discurso mesiánico y engañoso tratando de ocultar sus propias miserias, pretendían acusar de todo lo malo a los vecinos del estado implantado. En este grupo se hallaban los pro estadounidenses o quienes se autodenominan como “liberales”, un término que adorna muy bien pero que en realidad no dice nada.

Como ha quedado bien en claro por esta época, es que nada de lo que se decía era tan cierto como se suponía y existían aberraciones políticas en la región creadas deliberadamente por la interferencia de Washington, que jamás fueron conocidas y estudiadas por los responsables del área de exteriores y menos aún de la defensa argentina. A la complejidad de las relaciones sociales dentro del mundo árabe islámico se agregaba las inextricables  ambigüedades e inconfesables conexiones políticas dentro de este mundo que en apariencias mostraban o decían una cosa pero en la realidad representaban otras. Allí de que, ni todos los árabes son musulmanes ni todos los gobiernos de dicha región, tenían un compromiso firme con la resistencia “árabe-islámica” nacida del llamado “conflicto palestino-israelí”. Es más, varios de esos gobiernos trabajaban clandestina (y hoy quedaron expuestos) y activamente contra los intereses de aquel compromiso a tal punto de traicionar a sus propios hermanos.

La política es el arte de hacer las cosas posible podría decirse, y aquí en el Medio Oriente ese dicho se lleva a los extremos. Para ese entonces, la política exterior de los EEUU y de sus aliados europeos dentro de la región era en apariencias, moderada y de tratar solamente con los “árabes buenos” (como solían distinguir algunos en Washington) encarnados en las petromonarquías del Golfo Pérsico, la ambivalente monarquía del Rey Hussein de Jordania y los gobiernos laicos como el entonces Iraq, Yemen y Egipto.

Este solo es un somero bosquejo de las relaciones existentes allá desde la década de los setentas hasta entrado finales del siglo XX. Dentro de este, existía un entramado de relaciones secretas y subterráneas que se mantenían absolutamente fuera del alcance de la opinión pública y aún más lejos de los medios informativos que quisieran husmear en este campo. Y es que por aquel entonces y con el trasfondo de la “guerra fría” y el cuco del “comunismo”, haber sacado a la luz infidencias que hubieran complicado los objetivos estratégicos de Washington en la región, sin dudas habría sido pagado con la vida o la cárcel demostrando hasta donde llegaba la paranoia del autoproclamado “mundo libre”.

Aquella propaganda que incluso fue explotada hasta el cansancio por las peliculejas de Hollywood  en la que se veían a los árabes (sin distinción de nacionalidades) poniendo bombas a los pobres occidentales o a los atormentados judíos de Israel, enmascaraba una realidad tan contradictoria como siniestra en la que las lealtades solo pasaban por el dinero, los negocios sucios y claro, el poder. ¿Quién hubiera podido creer en los años setentas o incluso en los ochentas que los sauditas mantenían contacto con los supuestos enemigos israelíes? O incluso ¿Quién habría podido entender que la CIA trabajaba codo a codo con algunas agencias de inteligencia árabes quienes a su vez, tenían contacto con el odiado Mossad israelí?

Mucho menos existía en la forma como lo pintaban en occidente, esa “lealtad religiosa” que separaba con tanta claridad a los pueblos árabes islámicos de una cultura occidental encarnada en los valores “democráticos” de los EEUU y la entonces llamada “Europa libre”. Más allá de que caudillos árabes como Nasser, Arafat y Gadafy instauraron gobiernos nacionalistas abiertamente antiimperialistas, existían zonas grises por donde se movían los intereses inconfesables que traicionaban a sus bases ideológicas que terminaban traicionando a sus propios hermanos. Esto se vio con mayor profundidad con Arabia Saudita, un ente monárquico creado por Gran Bretaña en el periodo de entreguerras y que en la década de los setentas fue “él” aliado árabe contra el comunismo y el nacionalismo árabe. 
El caso de Kuwait no difiere mucho de su vecino ya que nació en 1960 tras haberse descubierto los riquísimos yacimientos petrolíferos del sur de Iraq para lo cual –y estafa mediante- se creó una secesión territorial con una población nómada que respondía a la corona británica.
Tras la segunda guerra mundial, EEUU hereda estos amigos con los cuales desplegaría sus diversos planes en la región. Acuerdos espurios, alianzas imposibles de creer y encargos sangrientos marcaron las relaciones de Washington con todos los actores de esta región (incluyendo a Israel por supuesto), como una forma de mantener a la URSS fuera del escenario.

Con el paso del tiempo muchas cosas fueron transparentándose y aquel halo de misterio que muchos investigadores e historiadores  supieron rodear a sucesos impactantes de la época, tenían en el fondo una explicación tan simple como humana. El caso del bombardeo israelí al reactor nuclear iraquí de “Osirak” en 1981, supuso una acción brillante de las FDI israelíes que –que desde la versión fantástica para consumo público- logro burlar las defensas aéreas de Jordania y Arabia Saudita, gracias en parte, a la pericia de los pilotos hebreos. Pero en realidad, aquello pudo ser realizado gracias a la colaboración de la monarquía hachemita que, trabajando en secreto con Washington, apago los sistemas de radar y dejo pasar impunes a los aviones israelíes. De ese modo los aviones F-16 A Netz y sus escoltas, pasaron sin problemas ida y vuelta sobre el desierto saudita.

A pesar de que la Casa real de Fahd se mostraba al mundo como el mediador en el conflicto árabe-israelí y mantenía buenas relaciones con el Iraq de Saddam Hussein, su servicio de inteligencia o mukhabarat colaboraba en el más absoluto secreto con la CIA y éste a su vez interactuaba al mismo tiempo con el Mossad israelí y con el “Iraqi Intelligence Service” (IIS) iraquí. A la palestra y por aquellas fechas, el Departamento de Estado, el Pentágono y por supuesto la CIA, empujaban al partido Baas iraquí para poner a raya a la revolución islámica de Khomeini en Irán no porque representara una amenaza ideológica para la geopolítica de EEUU y los árabes sunitas del golfo, sino por la amenaza económica que representaba la capacidad de producción petrolera iraní a los negocios de las compañías petroleras norteamericanas y británicas asociados –casualmente- los corruptos jeques de la península arábiga y también, para garantizar la estabilidad política de Israel.  

Todo era muy difícil de explicar y nadie podría haberlo creído en esos momentos. Recuerden que mientras Tel Aviv cancelaba el progreso nuclear iraquí, Washington estrechaba lazos con Bagdad de cara a encargarle el tema iraní. Incluso para cuando Israel invade el Líbano en junio de 1982 (días antes de que Argentina se rindiera en Malvinas),  el Consejo del 
Comando Revolucionario de Iraq presentó a Teherán una propuesta de alto al fuego para retirar sus tropas y dirigir los esfuerzos contra la agresión sionista. En ese momento en Washington creyeron que sus planes se vendrían abajo y buscaron la manera de mantener a Iraq en el frente de batalla contra Irán a como fuera y como primera medida lo sacaron de la lista negra de los países que apoyaban al terrorismo permitiendo que Bagdad obtuviera un crédito por 300 millones de dólares de la Commodity Credit Corporation (CCC) de la Secretaría de Agricultura de los EEUU, con el cual compraría granos y en caso de que Bagdad no pagase sus deudas por la compras, Washington respondería.

En tanto, las relaciones entre la CIA y la IIS de Saddam eran inmejorables, pero ello no era obstáculo para que al mismo tiempo aquella agencia no cortara sus lazos con los israelíes y los mukhabarat de las monarquías del golfo (en especial con Arabia Saudita) que en esos momentos apoyaban entusiastamente a Iraq. Para 1984 las relaciones con Iraq eran tan estrechas y positivas que la CIA obtenía valiosa información del armamento soviético que nutría los arsenales iraquíes e incluso cooperaban con el entrenamiento de células terroristas (con la cooperación saudita y paquistaní) que luego operaban en Afganistán, Irán y el Líbano.

Como contraprestación, Washington además de catalogar a Iraq como “aliado regional”, facilito a través de la CIA el acceso a las armas de destrucción masiva, entre las cuales se hallaban los agentes químicos “Sarín”, “Tabún” y “Cloro” que (además de usarlas contra los kurdos) servirían para frenar a los iraníes y que luego quince años después George W. Bush bajo falsos argumentos esgrimiría como justificación para invadir Iraq en 2003.

A todo ello y mientras la opinión pública se comía el relato oficial que los medios le vendía una lucha de los “buenos árabes” contra los “malos chiitas iraníes”, los israelíes metían la uña llevando adelante operaciones multimillonarias en contrabando de armas tanto para Iraq como para Irán. 
Además de obtener muy buenas ganancias, Tel Aviv se quería asegurar que ambas partes extendieran la contienda y se dañaran mutuamente. En el mismo plan estaba la CIA y fue en esas circunstancias que en 1985 se produjo el escándalo “Irán-Contras” que revelo el doble rasero de la política exterior norteamericana que involucró al Cnel Oliver North, dejando expuesto a la opinión pública, el involucramiento de oficiales militares y de inteligencia estadounidenses en la venta de armas a nada menos que a Irán.

Cuando se desato la crisis entre Iraq y Kuwait en agosto de 1990, EEUU estaba tanto del lado iraquí como de los kuwaitíes; incluso estuvo atento y manipulo el conflicto existente entre las partes por los campos petroleros de Rumaillah. Mientras a Saddam le susurraban al oído que los desagradecidos  kuwaitíes le estaban robando el petróleo del sur, otra delegación de la agencia le mostraba al jeque Al Sabah supuestas fotos aéreas que mostraban actividades iraquíes en su territorio. Como se ve, Washington jugo con ambas partes y se encargó de que las tratativas de Jeddah fracasaran propiciando la crisis que se desataría el 2 de agosto de 1990. Ahora bien ¿Acaso alguien en Buenos Aires y más precisamente dentro de la Casa Rosada conocía algo de todo esto por aquel entonces?



martes, 4 de diciembre de 2018


EN LA MIRA



“LAS ALTERNATIVAS GEOESTRATEGICAS DE MACRI”


Mientras los medios oficiales del gobierno de Macri festejan un supuesto triunfo de la diplomacia argentina en la cumbre celebrada en Buenos Aires, los hechos demuestran que las únicas alternativas viables para una salida medianamente soberana están en oriente


Por Charles H. Slim
La cumbre en Buenos Aires ha concluido y ya no quedan mandatarios de los países participes. Con cada uno de ellos se han ido también sus equipos de seguridad y servicios secretos. La seguridad en torno a la ciudad Autónoma y el Gran Buenos Aires se ha relejado y las diversas agencias y fuerzas de seguridad extranjeras que se hallaban dispersas a la espera de cualquier contingencia se han diezmado sin claro está, haber tomado nota de las características particulares del terreno, sus instalaciones y sus habitantes, como un cumulo de información extra y  valiosa para sus archivos de inteligencia.

¿Pero que ha dejado esta cumbre a la Argentina, además de estas situaciones anecdóticas? Desde una mirada positiva, el gobierno argentino ha logrado establecer muy buenos acuerdos de variada índole con varios de los países asistentes, especialmente con aquellos que el sector anglófilo del Establishment local no esperaba que se iba a lograr. Al mismo tiempo estos que esperaban acercarse aún más los interese de Washington y Londres, terminaron por encontrar que las delegaciones dichos polos de poder no estaban a la altura de las expectativas del mismo presidente Mauricio Macri y su gobierno.

En este sentido las posturas de los mandatarios  Trump y May poco o nada agregaron a los intereses argentinos en esta cumbre. Por el contrario quienes –como de costumbre-han obtenido ventajas estratégicas han sido estos dos visitantes, en especial la británica a la cual los obsecuentes medios locales calificaron de “histórica” pese a las históricas circunstancias que la rodean. 
De este modo, además de cerrar acuerdos con empresas de tecnología de comunicaciones como “Vodafone” y sugerir el interés de Londres de que su empresa de trenes se haga cargo de la concesión de los trenes de Buenos Aires que hoy por hoy explota Metrovías, Teresa May logro mantener el tema de la soberanía de Malvinas y la explotación ilegal de las aguas circundantes bajo la alfombra y acordar que haya un vuelo comercial que haciendo escala en Córdoba se dirija a las islas.

La importancia que le dio May al gobierno argentino se visualizó en su brevísima entrevista con Macri (solo 15 minutos), que similar a una charla de pasillo,  solo sirvió para demostrarle lo bien que el presidente argentino habla el inglés.

Las prometidas inversiones en comunicaciones digitales británicas no demuestran mucha inteligencia del gobierno argentino, claramente no. Es más; con semejante actitud se visualiza más como un amateurismo político que una actitud conciliadora.  Actuando una vez más como el avestruz, Macri hizo como si no pasara nada en torno a las conflictivas relaciones que perduran con Londres y que se mantienen vigentes con sus ilegitimas actividades en el Atlántico sur y la sospechada participación de la Armada Real en lo ocurrido al submarino “ARA San Juan” en noviembre de 2017, que ha venido siendo encubierta de forma escandalosa[1] por su gobierno. Asimismo darle a empresas británicas la concesión de un área estratégica y sensible como son las comunicaciones es como poner al GCHQ y al MI-6 al frente de la telefonía argentina, una medida poco inteligente.  

Sobre las pretensiones de Teresa May de establecer relaciones directas entre Londres y el Mercosur, las mismas adolecen de dos fundamentales problemas. Primero, que Argentina mantiene una buena y larga relación con la Unión Europea (por acuerdos comerciales), ente del cual Londres pretende desprenderse mediante el llamado BREXIT y segundo que la funcionalidad del Mercosur es prácticamente nula. En resumen, como era de esperar poco o nada aportan los británicos a los intereses argentinos y como ha sido una constante en estos 37 años, la relación entre Buenos Aires y Londres ha sido de mera subalternidad.

Igualmente y como una forma de refrendar esta adhesión a la política de estado de los países del norte, los principales medios del país anfitrión no se ahorraron los elogios y ese obsecuente ensalzamiento que manifiestan algunos de sus periodistas más notables de sus staff, haciendo que muchos colegas del periodismo británico se sonrojen de vergüenza ajena.
Macron merece un comentario aparte. Otro de los mandatarios mimados por la corporación mediática local y avenido en un maestro ciruela sobre la supuesta diferencia entre el nacionalismo y el patriotismo, mientras jugaba el papel de estadista del primer mundo Francia se incendiaba en medio de virulentas revueltas populares por su espantosa política económica.    

En lo que respecta a Donald Trump, poco más se puede decir. Solo basta recordar las infantiles actitudes demostradas por el mandatario en los primeros momentos de la cumbre para dejar en claro que Washington le dará a Buenos Aires lo que le parezca conveniente y nada más. El arrojar el auricular al suelo tras el recibimiento de Macri y su bochornoso desplante para la foto lo dijo todo. Si bien se dejó entrever que habrían llegado a un acuerdo sobre el aprovisionamiento de material bélico para las famélicas FFAA argentinas lo cierto es que ello no innova en nada en la acostumbrada  provisión de chatarra inservible que no podría soportar –atento al actual teatro internacional- un día de combate.

Como no podía ser de otra manera, Trump no dejo pasar la oportunidad para hacer sus típicos y torpes comentarios, que de haber sido atendidos, en particular por la comitiva china, la cumbre pudo haber  fracasado antes de que comenzara. Por suerte Xinji Pin fue más inteligente y como dice el refrán “el Cóndor no baja a cazar moscas”.

Y sobre el asunto Khashoggi, nada de nada. Trump ni May aludieron al tema y muy lejos estuvieron de condenar la presencia de MBS en la cumbre. Un rasgo de la hipocresía a la cual occidente ya tiene acostumbrado al mundo. Y que nadie se engañe por aquel gesticular saludo entre Putin y Mohamed Bin Salman, ello no significa que Rusia respalda las políticas pro estadounidenses en el Medio Oriente ni mucho menos.

Tal vez lo único positivo para este gobierno haya sido las auspiciosas entrevistas que tuvo Macri con los homólogos de Rusia y China, mandatarios que suelen ser pasto de los maliciosos comentarios de los medios oficialistas anglofilos. El listado de acuerdos que se firmaron con estos países, marcaron sin lugar a dudas el lado positivo a la cumbre, a lo menos para la Argentina que no se haya en el mejor de sus momentos económicos y políticos.


[1] El buque “Ocean Infinity” no solo tenía otros propósitos para su operatividad en el Atlántico sur, tampoco es de origen estadounidense sino británico, según revela la investigación de Javier Llorens. Trabajo publicado en el sitio: Pájarojo.com. http://pajarorojo.com.ar/?p=40810