“FALL DOWN AT
CARACAS”
El fracaso de
una incursión subversiva contra la soberanía y el gobierno de Venezuela vuelven
a poner sobre el tapete los métodos nada democráticos de Washington y sus
aliados
Por Charles H. Slim
Pese a la pandemia, los negocios sucios continúan.
Como dijo alguien, el COVID 19 esta siendo utilizado como un arma contra varios
países en especial contra Venezuela, y ¿Quién cree usted que lo esta haciendo?
Esta de más tener que mencionarlo ya que es bien sabido que para Washington el
asunto “Venezuela” es una cuestión que desde la llegada de Hugo César Chávez al
poder en febrero de 1999 ha roto el cráneo a los estrategas del Pentágono y por
supuesto, ha frustrado en varias ocasiones a los maquinadores de la CIA y de
sus aliados.
En realidad para ese entonces, la administración Clinton
estaba de salida en medio de un bochornoso escándalo sexual que nadie olvidaba y
la entrante administración de George W. Bush y Dick Cheney (ligada al sector
neocon) estaba más compenetrada en poner en marcha sus tétricos planes (PNAC)[1] para
el Oriente Medio y Asia que ver lo que sucedia en el patio trasero del Caribe y
Sudamérica. Algo grande estaba por pasar y Washington descuido o no advirtió el
alcance del proceso revolucionario que se estaba gestando en Venezuela.
En ese entonces el Departamento de Estado y sus
agencias de inteligencia concluyeron que la “revolución bolivariana” no era un
asunto que tuviera una importancia
relevante, decidiendo que lo liquidarían más tarde. Fue sin dudas el primer error
de cálculo que pudieron cometer.
A lo largo de la vida de la revolución bolivariana
los intentos de Washington por crear el caos y la inestabilidad cayeron en el
fracaso. El fallido golpe de estado en abril de 2002 que pretendía elimar a
Hugo César Chávez fue el inicio de esos intentos (incluyendo por supuesto una
continua guerra psicológica) y al mismo tiempo la consolidación en el poder del
carismático liderazgo de Chávez.
Para cuando Washington volteo para mirar hacia la
región ya era tarde. Incluso pese a contar con traidores subvencionados elegantemente
denominados por los Mass Media como “opositores” y el apoyo de un sector de los
medios locales (ligados a las épocas de la corrupción política de Andrés Perez),
no lograron cohesionar una fuerza política coherente y creíble para enfrentar
al Socialismo del siglo XXI.
El 3 de mayo en horas de la madrugada, un grupo de 23
hombres muy bien armados a bordo de lanchas con motores fuera de borda intentaron
penetrar por el mar, en la región de Macuto, La Guaira y Aragua en el norte del
territorio venezolano. Según informaron las fuentes en Caracas, el movimiento
de estos hombres llamo la atención a los lugareños y pescadores quienes habrían
notificado a las autoridades las cuales sin dudarlo un momento se movilizaron
para investigar. El resultado fue un enfrentamiento armado que causo bajas
entre los miembros de este grupo irregular y el arresto de otros más.
Previo a caer en desgracia, los comandantes de estos
grupos llamaron con desesperación a su “Cuartel general” fuera del área de
operaciones con la evidente intensión pedir apoyo pero como quedo claro, los
abandonaron a su suerte.
Doblegados los agresores, las autoridades comenzaron
a identificar a los prisioneros detectando entre ellos al ex mayor Antonio
Saquea Torres y Víctor Alejandro Pimienta Salazar ex miembros de la GNB[2] (y
participes en la intentona del 30 de abril de 2019) quienes se hallaban
refugiados en Colombia, dejando en claro quienes estaban detrás de la agresión.
Un modelo similar a las incautadas en Venezuela |
También al pesquisar la información, el equipo (Teléfonos
satelitales) y las armas que traían consigo, determinaron que su accionar formaba
parte de un plan más amplio que contaba con un apoyo logístico de EEUU y de Colombia. Otras pruebas
tangibles de esta injerencia se vio en la incautación de camionetas pintadas de
negro con ametralladoras semipesadas montadas en la parte posterior similares a
las que usaron los mercenarios en Libia en 2010 y las que usaban “ISIS” en Iraq
y Siria. Estos vehículos también desde hace años se han estado utilizando por
las bandas narco en México, revelando en sus diseños, blindaje y las armas que
montan, la sospechada cooperación o intermediación de ex agentes
estadounidenses.
La incursión estaba enmarcada en la denominada
“Operación Gedeon”[3] y la misma sería llevada a
cabo por mercenarios extranjeros y militares desertores venezolanos con la evidente
finalidad de asesinar al presidente Nicolás Maduro y a su vice Diosdado Cabello.
Más precisiones sobre ello salieron del testimonio de uno de los mercenarios capturados,
un ex miembro del “Grupo 10°”[4] de
las fuerzas especiales estadounidense de nombre Airam Seth Berry quien confesó
ante las autoridades del gobierno
bolivariano que su misión era secuestrar al presidente Maduro quien
sería sacado por el aeropuerto de “La Carlota” desde un avión que llegaría
desde EEUU.
Según los antecedentes de los mercenarios
estadounidenses capturados, todos ellos habían participado en Afganistán e Iraq,
teatros en donde este tipo de operaciones sucias se volvieron una cosa común.
El nombre escogido para la misión deja lugar a
varias suspicacias que señalan la influencia de otros actores más comprometidos
detrás de esta intentona. Más precisamente, la injerencia israelí seria una de
ellas que (además de repetida) se trasluciría con un apoyo tecnológico en la
provisión de los sofisticados equipos de comunicaciones digitales con red de
internet encubierta.
Las reacciones internacionales no se hicieron
esperar. El gobierno chino a través de su portavoz la Ministra de Relaciones de Exteriores Hua Chunying
advirtió que China no aceptara ninguna intervención de EEUU en la soberanía de
otros países. Desde Moscú se observa con atención el curso de los
acontecimientos y hasta el momento no ha habido declaraciones oficiales sobre
el evento. Ello no significa que Rusia
no este preocupado por esta agresión contra Venezuela y aunque algunos
analistas consideren que el apoyo ruso se halla condicionado por la distancia,
no parecen advertir los recursos militares estratégicos con los cuales el
Kremlin puede contrabalancear la situación.
Al mismo tiempo, desde la Casa Blanca el presidente
Donald Trump se desmarco del evento alegando que "Yo no mandaría un
pequeño grupo. No, no no. Sería un ejército", aseguró en su Twitter
tratando de restarle importancia a la intentona y a las acusaciones de haber
sido el artífice de éste intento de invasión. Igualmente las declaraciones de
los mercenarios capturados aseguran todo lo contrario y han puesto en el centro
de la tormenta a toda su administración. Hasta el momento no se ha oído ninguna
posición oficial de la OEA ni de Naciones Unidas.
Según las fuentes, este grupo era parte de una fuerza
más amplia que se estaba preparando desde territorio colombiano dirigida por
miembros de las Fuerzas especiales norteamericanas. Las pruebas de esto fueron
capturadas en las redadas efectuadas por las autoridades en territorio
venezolano. Un Vídeo que muestra a dos hombres (que se ven arriba), uno estadounidense (Goudreau) y
un venezolano (Quintero) declarando el inicio de la “Operación Gedeon “, evidencio la existencia de un plan más extenso que
habría estado compuesto por 17 grupos armados que cuentan con la complicidad del
pretendido presidente provisional Juan Gerardo Guaildo y de su estratega Juan
José Rendón quienes contrataron a los mercenarios de la empresa SILVERCORP para
la tarea.
Queda claro que la empresa es una fachada que
encubre la participación del gobierno estadounidense y seguramente de otras
agencias estatales de otros gobiernos, una táctica legal harto utilizada para
desligarse de las responsabilidades políticas que ello pudieran conllevar.
Una vez más la “democracia” estadounidense tratando
de convencer mediante el sigilo a fuerza de balas y muerte, una costumbre que los
políticos anglosajones no pueden corregir.
La puesta en marcha de esta operación no fue
motivada por meros intereses políticos o filosóficos (como los medios tratan de
argumentar). En realidad si nos ponemos a pensar ¿Cuál de todas las
intervenciones estadounidenses han sido positivas o con finalidades altruistas?
Ante todo, cuando se lleva adelante uno
de estos planes se hacen cálculos de costos-beneficios y es allí cuando los
burócratas en Washington dan luz verde a este tipo de empresas claramente
ilegales.
Firmas de Guaildo y Goudreau en el Contrato para la Operación Gedeon |
Las épocas en que Washington podía eliminar a gente
que molestaba o incluso remover gobiernos sin ser puesto en evidencia ante la
opinión pública (gracias al ocultamiento de los medios), se han terminado. Ello
no significa que no lo sigan haciendo, solo han cambiado las formas y los
medios de como lograrlo. Fue la invasión de Iraq de 2003, la bisagra sobre de
cómo hacer frente a una guerra asimétrica e impopular sin pagar costos
políticos.
Igualmente y aunque Washington subcontrató todo tipo
de servicios para dicho fin, en especial los vinculados a la ejecución de
operaciones sucias (Terrorismo, secuestros, asesinatos y desapariciones) que
dirigía la CIA (con la discreta cooperación del MI-6 y el Mossad) y sus colegas
de la inteligencia militar, no lograron ganar la guerra.
Lo que si lograron fue perfeccionar sus tácticas
para llevar adelante programas de
“Contrainsurgencia”[5] y el terror controlado contra
una población ocupada, tal como ya lo venían ensayando desde hacía décadas los israelíes.
Dentro de este siniestro programa diseñado por el
General David Petraeus[6], estuvieron
implicados entre otros recursos, la funcionalidad de grupos privados de
seguridad (BLACKWATER; Xe y otras), quienes –junto
a otros grupos irregulares- fueron elementos tácticos centrales para tratar
de contrarestar a la resistencia a la ocupación. Fue durante su comandancia
entre 2007 a 2008 que hizo su aparición el Islamic State of Iraq (ISI) un
embuste –que formaba parte de La Base[7]- que vino a
reemplazar al desarticulado “Al Qaeda-Iraq” que se focalizaba más en asesinar a
iraquíes que a combatir los invasores. Fue así que cuando los mismos iraquíes comenzaron
a masificar su absoluta incredulidad sobre la veracidad de esta organización,
se produjo la conveniente eliminación de ésta franquicia mediante el certero asesinato
del misterioso jordano Abu Muzab Al Zarqawi en 2006.
Una estrategia similar ha estado tratándose de
implementar con poco éxito para Venezuela. Tal como lo filtraron algunas
fuentes, Guaildo y su gente celebraron un contrato con la empresa de seguridad privada
“SILVERCORP” que emplea mercenarios estadounidenses entre los cuales, muy
seguramente hay agentes de la CIA que sirven de intermediarios para coordinar
las operaciones con las políticas de Washington.
El precio a pagar por esta contratación se fijo con
un porcentaje de la explotación petrolera que se concretaría una vez que,
eliminado Maduro, Guaildo tomase el poder ¿No se parece a lo que ocurrio con
Iraq en 2003?
La dimensión de lo que se pretendían ejecutar,
demostró que la empresa revestía una importancia tal que hacía necesario el
involucramiento directo de importantes empresarios de SILVERCORP y fue por ello
que se algunos de sus más importantes miembros siguieran de cerca la operación.
Quien se puso a la cabeza de las operaciones de esta
empresa criminal fue nada menos que su CEO Jordan Goudreau, un ex miembro de los
“Boinas Verdes” estadounidenses quien (además de estar buscado por tráfico de
armas en EEUU) en uno de los videos incautados aparece hablando junto a Juan
José Rendón quien se presento como el representante del “Alto Comisionado para
Asuntos Estratégicos y Crisis” del grupo de Guaildo. En el mismo documento
aseguran haber dado comienzo a la operación Gedeon.
Las gestiones para concretar esta intentona viene
desde hace al menos un año, cuando Guaildo y un puñado de miltares venezolanos
disidentes, junto a los medios informativos y periodistas alineados a
Washington, fracasaron en su intento de manipular a la población venezolana difundiendo
un falso apoyo de las FFAA para sacar al presidente Maduro. Unos meses después
de ese fracaso, contactaron a Goudreau quien puso a disposición su empresa para
entrenar a venezolanos en campamentos secretos en Colombia.
Entre los mercenarios provistos por SILVERCORP se
encontranan ex miembros de las fuerzas especiales “Delta”, “Rangers” y “Boinas
Verdes”, algunos de ellos incluso trabajaron de guardaespaldas en la Casa
Blanca para Donald Trump dejando en evidencia hasta donde llegan las
implicancias del gobierno estadounidense. Para tratar de frenar este escándalo
ya han comenzado a descalificar al mismo Jordan Goudreau asegurando que
sufriría de una “incapacidad total” producto de heridas en combate.
Si usted cree que
SILVERCOPRP y Guaildo actuaron solos, usted peca de crédulo. Más allá de
que Trump, el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa han negado su
injerencia, muchos no terminan por creerlo. Incluso algunos no dudarían en señalar
a la CIA como uno de los principales implicados en respaldar estas operaciones,
pero en realidad hay otras agencias extranjeras implicadas detrás de la
especialista en golpes de estado. Tal como lo delata el nombre de la operación,
la injerencia israelí se vislumbra detrás de varios elementos y pistas que se
han incautado.
Solo hay que ver como evolucionaran los acontecimientos para sacar conclusiones certeras sobre hasta donde llegan las implicancias de Washington y de sus socios
[1] Project for the New American
Century o PNAC fundado por Robert kagan y William Kristol
[2]
Guardia Nacional Bolivariana
[3] Es
un término hebreo, un nombre de “Varón” vinculado a los guerreros que aparece
en el Libro de Jueces de La Biblia.
[4]
Este grupo fue uno de los implicados en el entrenamiento de grupos irregulares
en Iraq destinados a la Contrainsurgencia.
[5] El
uso de este término no era al azar ya que se trataba de justificar la
instauración del gobierno Provisional de Paul Bremer y al mismo tiempo
contrarestar el uso de “resistencia” que describía la posición de EEUU y sus
aliados como invasores.
[6]
Considerado como uno de los mejores Generales de EEUU, fue nombrado commo Jefe Director
de la CIA en 2011
[7] La
Base en árabe “Al Qaeda” era un programa creado por la CIA en 1979 que recluto
agentes árabes sauditas para iniciar tareas de inurgencia dentro de Afganistán.