“CONOCER PARA
PREVENIR”
¿Cuáles son las
causas políticas del descontrol de la situación sanitaria en la Argentina?
Por Pepe Beru
Todo lo que ha causado la aparición del COVID-19 no
debe perderse detrás de las consecuencias causadas por la discutida política de
aislamiento forzado de toda la población. Aunque parece una obviedad es
necesario remarcarlo ya que los medios están tratando de que se olviden las
preguntas más elementales de este caso ¿De dónde provino este virus? O quizá
con mejor precisión la pregunta debería ser ¿Quiénes fueron los que realmente
elaboraron este virus y por qué parece ser más agresivo contra ciertas etnias?,
¿Ha sido diseñado como una Bioarma para agredir a ciertos pueblos determinados?
Queda claro que en la Argentina, no hay ánimo ni el
interés político por escarvar en este asunto.
Todos estos cuestionamientos están fuera del campo
visual de los políticos argentinos, no solo por la incapacidad y el desinterés
que los destaca sino también porque con ello temen molestar a sus mecenas y rectores
políticos que les monitorean desde las embajadas en Buenos Aires.
En lo que respecta a los insignes medios y
periodistas a sueldo des Establishment
nada diferente se puede decir ya que, se ha visto como han ido moldeando la
percepción de la realidad a la conveniencia y el interés de sus empresas.
Como lo han señalado varias fuentes, para llegar a
rastrear el origen de esta creación diabólica y artificial, hay que seguir la
ruta del dinero que pueda financiar los estudios en los centros académicos más
exclusivos y destacados, a los reclutadores de cerebros provenientes de todas
partes del globo para esas universidades, los mejores y avanzados laboratorios
de guerra biológica y por supuesto, como esconderlos de la vista del
conocimiento público. Por fortuna esto último ya es imposible de hacer tal como
quedo claro con las revelaciones de investigadores estadounidenses que (además
de revelar la participación de la CIA en el desarrollo del COVID-19) acusan una
colusión encubridora entre algunas universidades privadas y el “estado
profundo” que dejan entrever una pavorosa y siniestra estrategia.
Para saber como luchar contra algo, es necesario conocer
la amenaza, estar prevenido y entrenarse para ello. Se trata de una lógica obvia
a la cual los gobiernos deben atenerse para no ser sorprendidos por sin la
preparación necesaria. Esto es lo que debería haber hecho el gobierno argentino
pero ya sabemos que desde hace más treintas años hasta el presente, cada uno de
los gobiernos que han pasado por la Casa Rosada se han ocupado de meras contingencias
y mezquinas peleas partidarias que ha llevado al estado a una situación
patética e irremisible. Tal vez sea por eso que sus políticas sanitarias para
afrontar la actual crisis global, han sido tan improvisadas como inacatables
que han hecho que su población, a estas
alturas ya no les presente atención.
Y es que las consecuencias de ese aislamiento pandémico
sobre la vida económica y productiva han sido por demás desastrosas ya que se
agregaron a una continuidad económica calamitosa que venía de años antes,
registrándose en abril de este año una caída del 26,4% con respecto al mismo
mes de 2019, sin descontar tampoco, lo conveniente que ha sido esto para
controlar y tratar de cooptar sectores de la administración como la justicia.
Como siempre, los gobernantes argentinos han ido a
lo más fácil: Seguir el tren de los eventos. En este plan lo único que ha hecho
Fernández y su “gabinete de expertos” ha
sido seguir cada una –incluso las más
descabelladas- de las sugerencias de la OMS y de expertos extranjeros
quienes además de no haber acertado en sus catastróficas visiones, algunos de
ellos vienen de agendas políticas bastante oscuras.
Pero un gobierno de un país sin políticas de estado
y mucho menos, objetivos estratégicos, se hace muy raro que pueda articular una
planificación, llevar estadísticas serias y mucho menos invierta en la
investigación e inteligencia para prevenir situaciones como las que han causado
la difuminación del COVID-19. Incluso, en los hechos, sus gobernantes al no ser
más que muñecos de alquiler (que representan intereses propios), no levantarían
un dedo en tratar de poner en evidencia asuntos tan siniestros y sucios que
involucran a sus pagadores (No muerdas la mano que te da de comer). En ése
sentido, hubiera sido una ficción que el gobierno argentino hubiera llegado a
una conclusión propia sobre el origen de esta pandemia.
Las evidencias de que la pandemia fue creada son
inconstrastables. Tal como lo habíamos dicho a comienzos de año, éste brote
viral no solo no tenía nada de natural sino que incluso ya se había producido unos
meses antes dentro de los EEUU (Fort Detrick, Maryland). El mediatizado brote
en Wuhan por el mes de febrero de éste año solo fue el coletazo de una jugada
sucia que salio mal.
¿Pero que sucedía en esos momentos en Argentina? O
más bien ¿Qué sabía el gobierno de Fernández de lo que estaba ocurriendo entre
EEUU y China? Obviamente nada. Y es que además de la acostumbrada desconexión
con la realidad política global, la clase dirigente argentina está más
preocupada para ver como preserva sus privilegios y aumenta las ganancias para
sus bolsillos que atender a problemas que podrían llegar a tocar la puerta del
país.
A pesar de que el actual gobierno se vanagloria de
promover la investigación científica con sus principales exponentes de su propaganda al INVAP y el CONICET, el
desarrollo y alcance de éstas áreas es evidentemente muy limitada. En lo
referente a las investigaciones y desarrollos del campo de la defensa, podemos
decir que son casi nulas manteniéndose
en la raya que Londres le hubo impuesto de forma tácita en aquellos oprobiosos
acuerdos consensuados y firmados a comienzos de la década de los noventas
(1989/1990) por el entonces presidente peronista Carlos Menem. Fue por ello que
nadie podía sorprenderse de las conclusiones a las que arribaron los asesores
del Ministerio de Defensa británico en la cuales quedaba claro que “la
Argentina ya no era una potencia militar capaz”.
De ese modo, todos los avances y las investigaciones
científicas que pudiesen ser dirigidas a mejorar el bienestar de la población,
que incluye la defensa y su inteligencia (lo que incluye a las amenazas NBQ que
contemplan las Bioarmas), fueron abandonados y desmontados, cortando sus
presupuestos para el área o siendo recurrentemente desviados a los bolsillos de
sectores y funcionarios corruptos. Como resultado de ello, los cerebros nativos
sin expectativas para desarrollar sus talentos en la tierra que los educo, al
ver que para sobrevivir debían emplearse
en trabajos mediocres para sobrevivir, comenzaron a ser tentados y reclutados
para aplicar sus invalorables conocimientos adquiridos en el exterior ¿Quién
puede culparles por tener que optar por esta solución que en algunos más que
otros, causa un doloroso desarraigo?
Fue en este marco que Argentina (por intermedio de
sus gobiernos) renuncio a sus proyecciones estratégicas (creyendo que con ello
se eliminarían los problemas), cerró las investigaciones nucleares con
orientación bélica (dejándole el puesto a Brasil), entrego su desarrollo de
misiles más avanzado de toda la región (Cóndor I y II) y su industria militar convencional
en general (que ofrecía productos de alta calidad que competían en el mercado
mundial) que fue extendiéndose paulatinamente a las áreas de mayor complejidad.
El país cayó en un pozo de mediocridad y
controversias sin sentido del cual ningún gobierno ha tratado de sacarlo. Para
los gobernantes ello no podía ser mejor. De esa manera, el deterioro político y
social ha venido siendo piramidalmente democrático llegando a infectar con esa
ideología de una desidia y corrupción tolerada a los más bajos estratos
sociales.
Las actuales circunstancias no son nada alentadoras.
La grieta política lejos ha estado de cerrarse y por el contrario, hoy los
ciudadanos argentinos desconfiados de sus representantes carentes de autoridad
moral, de las instituciones vaciadas de propósitos y de las autoridades con
miedo a ejercer el monopolio de la fuerza, están pasando de ser meros
observadores a protagonistas de la profundización de esta situación critica, revelando
que los días de mutismo y apatía de las masas anónimas se han acabado para dar
lugar a las movilizaciones apartidarias y encendidas que ponen muy nerviosos a los personeros y profesionales
del negocio político.
En un país en el cual puede ingresar un elefante
pintado de rojo por sus aduanas sin que las autoridades “se den cuenta” ¿Cómo
pretender esperar que pudieran prevenir y mucho menos detectar el ingreso de un
virus de diseño como el COVID-19?