“UNA VISITA CURIOSA”
¿Qué
podría implicar la meteórica visita a la región del Asesor de Seguridad de La
Casa Blanca?
Por Charles H. Slim
A
diferencia de las anteriores administraciones en Washington, la actual gestión demócrata
de Biden-Harris le prestará atención a lo que ocurre en su patio trasero. Así
es, Latinoamérica y en especial Sudamérica, considerada con ese término, no
quedará en la ignominia del Departamento de Estado como sucedió con sus
predecesores. Retomar las alianzas estratégicas con estados puntuales de la
región parece ser el objetivo de la Casa Blanca. Las razones para ello tienen
un peso mucho más importante que lo que muchos pueden intuir.
La visita a la región del Asesor de Seguridad Nacional
Jake Sullivan abre un abanico de interrogantes sobre su finalidad y que ha
obtenido en cada una de sus conversaciones. Su área está vinculada a todo lo
que concierne a la inteligencia y recopilación de información de toda región
que sea un objetivo en la mira de EEUU. Para los anglófilos y
para-estadounidenses de la región, una oportunidad para la celebración pero,
para quienes conocen cuales pueden ser las consecuencias de la intromisión
estadounidense en materia de “seguridad”, es un momento para prestar
atención. Sullivan esta al frente del
Consejo de Seguridad Nacional (CSN) para los asuntos de América del Sur que
involucra al Comando Sur. Sus dos objetivos en la gira se centraron en Brasil y
Argentina, dos países con una importancia determinante, cada una por separado
por supuesto.
En el caso de Brasil, Sullivan tenía una agenda clara
y previsible de tratar con funcionarios de un gobierno abierto a la influencia
política de Washington y con miras a una ampliación de la misma. Según algunas
fuentes, el presidente Bolsonaro habría solicitado el ingreso de su país a la
OTAN a cambio de obstaculizar el acceso al país del “5G” de la empresa china “Huawei”.
En el caso de Argentina es todo lo contrario. Alberto Fernández no puede
ofrecer nada que ya no haya sido tomado. Un estado desorganizado con un
gobierno ideológicamente opaco y sin autoridad política siquiera para ordenar
sus propias filas internas buscaría una mayor cooperación para que Washington
tome un lugar de importancia en el control de ciertos aspectos estratégicos.
En este sentido, el gobierno de Fernández sigue siendo
conteste a sus predecesores en lo que respecta a la Seguridad y la Defensa,
dejándolas fuera de cualquier planificación estratégica visible que demuestre
algún tratamiento serio, máxime si hay en el Atlántico sur una situación de
hecho (ocupación británica) que se ve agitada por las actividades chinas en la
Patagonia desde su base en la provincia del Neuquén. A diferencia de Brasil aquí no hay cooperación
posible ya que todo lo que respecta a las áreas estratégicas del estado como
tal (defensa, inteligencia y ciberseguridad), están desmanteladas.
Viendo el contexto general de la situación
internacional y de los intereses geopolíticos norteamericanos en particular la
llegada de Sullivan a la región pone en evidencia una creciente preocupación
por los cambios que se han venido dando y en particular por el retroceso de EEUU
en Asia (con la huida de Afganistán), la insostenible posición en Oriente Medio
(Iraq y Siria) y en lo que refiere a la región el avance de las relaciones
político-diplomáticas de la Federación rusa y la República Popular China con varias
naciones, en especial con la Argentina que además de haber concertado algunos
contratos para adquirir material militar mantiene en su territorio una base
militar de comunicaciones en la Patagonia.
Pero las preocupaciones de Washington no tercian solamente
en este tipo de relaciones e incluso ni las vinculadas a las que puedan
establecerse en el campo militar. Lo que viene conmoviendo y preocupando a los
estadounidenses es el desarrollo de potencialidades en el campo de la
información y las comunicaciones, en particular de carácter digital que puede
llegar a influir de forma irreversible y contraproducente sobre la opinión
pública de toda la región. En este sentido, la presencia de China y en menor
grado de Rusia en la Argentina inquieta por la probable adopción de la matriz
tecnológica para las comunicaciones digitales de todo el país.
Sumado a ello, el crecimiento de la influencia de los
medios orientales en el país y la difusión de sus propios contenidos con
creciente aceptación en las nuevas generaciones, no agradan para nada a los
asesores de Seguridad.
Para el Departamento de Estado norteamericano
cualquier versión de los hechos que no se apega a sus lineamientos político-informativo
que son retrasmitidos por las empresas de noticias como CNN, NBC, Washington
post y demás, son mera desinformación o propaganda. Cualquier punto de vista
que critique sus posiciones y sus políticas ejecutivas forman parte de un
“ecosistema” de desinformación.
El término “ecosistema” es usado por el Departamento
de Estado en sus informes para describir al conjunto de medios rusos que
trascienden las fronteras euroasiáticas y que para Washington persiguen fines
maliciosos de desinformación. En razón de verdad ello no es tan así. El
problema para los estadounidenses radica en que desde este “ecosistema” se
ventilan hechos y sucesos que jamás publicarían los medios hegemónicos
occidentales pese a que constantemente se adornan con el adjetivo de
“democráticos”.
Desde esta perspectiva y en referencia a esta área, al
Departamento de Estado es la Federación rusa la que le quita el sueño. Pese a
que desde que a comienzos del 2000 Rusia tomó la modesta pero inteligente
decisión de poner al aire y extender su propia perspectiva de la realidad
global con medios como RT, Sputnik y otros sitios digitales independientes con
apoyo del estado, con el paso de los años su influencia ha crecido de manera
impensable y demasiado inconveniente para la maquinaria propagandística
anglosajona (un verdadero ecosistema) que no solo sirve a la política exterior
estadounidense sino también a la elite globalista que busca deshacer los
estados nación.
Otro argumento usado por Washington son los supuestos
ataques informáticos realizados por Rusia y China cuando en realidad desde los
EEUU son muchos más los casos de ciberataques y espionaje que ellos realizan sobre
Oriente que los que dice sufrir. Bajo estas premisas y junto a sus aliados
israelíes (que recopilan ilegalmente información por los softwares espías como “Pegasus”
de la NSO Group y “Candiru” para la Unidad 8200 de la inteligencia militar)
invaden de forma continua e impune la privacidad de los ciudadanos de toda la
región sin que estados enclenques como el argentino tenga la más mínima idea de
que se está violando la intimidad y la libertad de sus ciudadanos.
Se trata de controlar el espectro informativo en todo
su alcance y en especial al que se trafica por internet como nuevo -desde
comienzos del siglo- campo de batalla de la novedosa guerra hibrida
direccionada a establecer mediante los medios convencionales y los digitales (youtubers,
blogueros, influencers, twiteros, etc) el control neurolinguístico del
pensamiento de las masas. Solo así será posible establecer una verdad
irrefutable (de tinte liberal y globalista) que le permitirá a Washington y a
sus aliados ejecutar sus planificaciones geopolíticas y militares sin
discusiones ni reproches ante la legalidad internacional y moldear la historia
de acuerdo a sus conveniencias.