“BUSCANDO
EL DESBALANCE”
Ucrania
sigue siendo protagonista en el mapa de Europa del este no como una supuesta víctima
de Rusia sino como agresor e incumplidor de acuerdos para el alto al fuego
¿Quiénes envalentonan a Kiev?
Por Charles H. Slim
Lejos
de las editoriales de los medios de occidente y en particular los anglosajones
están las últimas incursiones de las fuerzas ucranianas contra las milicias
independentistas del Donbass quienes utilizando novedosas tácticas rompieron
con la tregua auspiciada por Rusia en los acuerdos de Minsk.
Es cierto que aquí en Sudamérica y particularmente en
la Argentina muy poco se tratan los temas de la geopolítica en oriente (o al
menos poco interés hay en estudiarlos) y creo que deliberadamente, mucho menos cuando
aquella se relaciona con la realidad geopolítica que se refiere a la Federación
rusa. Esta tendencia peculiarmente rusofoba tiene un claro origen que radica en
la inocultable influencia británica que existe en la intelectualidad y ciertos
medios en Buenos Aires. Sin dudas hay una expectativa de mantener en la
ignorancia a la opinión pública de la región para que luego se coman los
relatos y la intoxicación informativa de los medios locales subordinados al
Conglomerado angloestadounidense.
El 26 de octubre último un aparato no tripulado se acerco
furtivamente y sin ser advertido a la línea de contacto que separa a las
fuerzas ucranianas de las fuerzas de las repúblicas populares de Donetz y
Lugansk. Unos segundos después una de las piezas de artillería de las milicias
que defienden Lugansk resulto impactada por un misil dejándola inutilizada. La
sorpresa y el mutismo inundo a los gobernantes de la región despertando la
alarma entre los pobladores ante una posible ofensiva de Kiev.
Había sido el ataque de un sofisticado Dron (Bayraktar)
de origen turco que había sido entregado a Kiev como parte de los lotes de
armas que EEUU y la OTAN vienen proveyendo para contra restar la influencia
rusa. Como se puede ver, la provisión por Turquía (miembro de la OTAN) de estos
ingenios puede desatar cortos circuitos con Rusia con quien en el pasado ha
metido la pata en Siria.
La aparición de estos aparatos también dejan en
evidencia un cambio en el balance de fuerzas en detrimento de las milicias del
Donbass que a su vez implican una amenaza indirecta a la seguridad de las
fronteras rusas que se ven constantemente asediadas por maniobras e incursiones
de la OTAN.
Durante el 2020 y en los ejercicios militares
conjuntos de comienzos de año entre Kiev y la OTAN, las tropas ucranianas -bajo
asesoramiento- habrían aprendido a manejar estos sofisticados juguetes.
La inserción de estos Drones en el conflicto
significaría la probable pulverización de las milicias defensivas de las
repúblicas de Lugansk y Donetsk que protegen a la población ruso parlante del
Donbass que desde el golpe de estado en Kiev de febrero de 2014 se ve asediadas
por un gobierno ultraderechista filonazi. Sobre esto último no hay que olvidar
el papel crítico que tuvo la embajada estadounidense y la misma Secretaria de
Estado de aquel entonces, Victoria Nuland en la promoción los disturbios en la plaza
Maidan en la que tiradores anónimos (mercenarios extranjeros coordinados por
agentes occidentales) parapetados en edificios próximos dispararon de forma
alternada y sin escrúpulos contra manifestantes y la policía.
Aquello se dio en el marco de un golpe blando orquestado
desde Washington que buscaba tomar el control de la Península de Crimea lo que
le daría a EEUU y a la OTAN el dominio total del Mar Negro, un espacio
estratégico para acceder a Rusia por el sur. Esto fue abortado por la rápida decisión
política de Moscú que aprovechando las circunstancias creadas por los mismos
agitadores y las comprobadas implicancias de Washington en la agitación en la
región, intervino rápidamente en Crimea desarmando la posibilidad de que las
guarniciones militares leales a Kiev le abrieran las puertas a la OTAN. Semanas
más tarde y por medio de un plebiscito la población de Crimea se reintegraría a
la Federación rusa.
El ataque con este Dron hizo recordar el sorpresivo inicio
de las hostilidades en Nagorno Karabaj en 2020 (en el cual hubo implicancias de
la inteligencia británica) que culminaría en una calamitosa guerra en la que
las fuerzas armenias fueron barridas y prontamente derrotadas por el armamento
moderno (incluidos los Drones de reconocimiento y ataque) con que contaba
Azerbaiyán provisto por Israel y Turquía. Una vez más se connotaría la
injerencia de Washington valiéndose de terceros actores (cada uno de ellos con
sus propias agendas) para despegarse de las críticas diplomáticas y las
condenas internacionales.
Lo mismo estamos viendo en Ucrania solo que a
diferencia de aquel escenario en Nagorno Karabaj, el estado ruso se halla
preparado para anticipar y frenar tales intentos. En este sentido, la
administración de Vladimir Putin ha sido preponderante para estas previsiones.
Pero este ataque que fue oficialmente reconocido por
Kiev no solo viola el alto al fuego firmado en el memorando de 2014 sino que además
de desafiar la autoridad de la OSCE -en la que participan EEUU y el Reino
Unido- es un abierto acto de agresión que el Capítulo VII de la Carta de
Naciones Unidas prohíbe bajo la amenaza de imponer sanciones a consideración de
un de por sí muy cuestionado Consejo de Seguridad. Solo con la seguridad de que
no recibirían ningún reproche internacional, el gobierno ucraniano se habría
atrevido a este ataque. Pero ¿Quiénes les habrán dado esa seguridad?
Pero también podríamos sospechar que esto fue una especie
de advertencia, una jugarreta psicológica para desmoralizar a los independentistas
del Donbass que se traduciría en un mensaje como “podemos golpearlos sin que
nos vean venir”. O incluso también es posible que se haya tratado de una “Black
Op.” ejecutada por una agencia de inteligencia que busco desencadenar una
escalada que involucrara a Rusia y que los militares ucranianos públicamente hicieron
suya para no quedar en ridículo.
No hay dudas que la administración de Joe Biden se
halla detrás. Para el actual gobierno norteamericano Rusia es el adversario
geopolítico más importante a contrarestar, aún más que China. Con Pekín trata
de abordarlo mediante otra estrategia más suave y envolvente intentando
alejarlos de la Federación rusa. Como se puede ver en el despliegue que
Washington esta realizando en varios escenarios, la paz no es la regla sino establecer
terceros actores con un poder de acción discrecional en su propio beneficio.