viernes, 5 de noviembre de 2021

 

“BUSCANDO EL DESBALANCE”

Ucrania sigue siendo protagonista en el mapa de Europa del este no como una supuesta víctima de Rusia sino como agresor e incumplidor de acuerdos para el alto al fuego ¿Quiénes envalentonan a Kiev?


Por Charles H. Slim

Lejos de las editoriales de los medios de occidente y en particular los anglosajones están las últimas incursiones de las fuerzas ucranianas contra las milicias independentistas del Donbass quienes utilizando novedosas tácticas rompieron con la tregua auspiciada por Rusia en los acuerdos de Minsk.

Es cierto que aquí en Sudamérica y particularmente en la Argentina muy poco se tratan los temas de la geopolítica en oriente (o al menos poco interés hay en estudiarlos) y creo que deliberadamente, mucho menos cuando aquella se relaciona con la realidad geopolítica que se refiere a la Federación rusa. Esta tendencia peculiarmente rusofoba tiene un claro origen que radica en la inocultable influencia británica que existe en la intelectualidad y ciertos medios en Buenos Aires. Sin dudas hay una expectativa de mantener en la ignorancia a la opinión pública de la región para que luego se coman los relatos y la intoxicación informativa de los medios locales subordinados al Conglomerado angloestadounidense.

El 26 de octubre último un aparato no tripulado se acerco furtivamente y sin ser advertido a la línea de contacto que separa a las fuerzas ucranianas de las fuerzas de las repúblicas populares de Donetz y Lugansk. Unos segundos después una de las piezas de artillería de las milicias que defienden Lugansk resulto impactada por un misil dejándola inutilizada. La sorpresa y el mutismo inundo a los gobernantes de la región despertando la alarma entre los pobladores ante una posible ofensiva de Kiev.

Había sido el ataque de un sofisticado Dron (Bayraktar) de origen turco que había sido entregado a Kiev como parte de los lotes de armas que EEUU y la OTAN vienen proveyendo para contra restar la influencia rusa. Como se puede ver, la provisión por Turquía (miembro de la OTAN) de estos ingenios puede desatar cortos circuitos con Rusia con quien en el pasado ha metido la pata en Siria.

La aparición de estos aparatos también dejan en evidencia un cambio en el balance de fuerzas en detrimento de las milicias del Donbass que a su vez implican una amenaza indirecta a la seguridad de las fronteras rusas que se ven constantemente asediadas por maniobras e incursiones de la OTAN.

Durante el 2020 y en los ejercicios militares conjuntos de comienzos de año entre Kiev y la OTAN, las tropas ucranianas -bajo asesoramiento- habrían aprendido a manejar estos sofisticados juguetes.

La inserción de estos Drones en el conflicto significaría la probable pulverización de las milicias defensivas de las repúblicas de Lugansk y Donetsk que protegen a la población ruso parlante del Donbass que desde el golpe de estado en Kiev de febrero de 2014 se ve asediadas por un gobierno ultraderechista filonazi. Sobre esto último no hay que olvidar el papel crítico que tuvo la embajada estadounidense y la misma Secretaria de Estado de aquel entonces, Victoria Nuland en la promoción los disturbios en la plaza Maidan en la que tiradores anónimos (mercenarios extranjeros coordinados por agentes occidentales) parapetados en edificios próximos dispararon de forma alternada y sin escrúpulos contra manifestantes y la policía.

Aquello se dio en el marco de un golpe blando orquestado desde Washington que buscaba tomar el control de la Península de Crimea lo que le daría a EEUU y a la OTAN el dominio total del Mar Negro, un espacio estratégico para acceder a Rusia por el sur. Esto fue abortado por la rápida decisión política de Moscú que aprovechando las circunstancias creadas por los mismos agitadores y las comprobadas implicancias de Washington en la agitación en la región, intervino rápidamente en Crimea desarmando la posibilidad de que las guarniciones militares leales a Kiev le abrieran las puertas a la OTAN. Semanas más tarde y por medio de un plebiscito la población de Crimea se reintegraría a la Federación rusa.

El ataque con este Dron hizo recordar el sorpresivo inicio de las hostilidades en Nagorno Karabaj en 2020 (en el cual hubo implicancias de la inteligencia británica) que culminaría en una calamitosa guerra en la que las fuerzas armenias fueron barridas y prontamente derrotadas por el armamento moderno (incluidos los Drones de reconocimiento y ataque) con que contaba Azerbaiyán provisto por Israel y Turquía. Una vez más se connotaría la injerencia de Washington valiéndose de terceros actores (cada uno de ellos con sus propias agendas) para despegarse de las críticas diplomáticas y las condenas internacionales.

Lo mismo estamos viendo en Ucrania solo que a diferencia de aquel escenario en Nagorno Karabaj, el estado ruso se halla preparado para anticipar y frenar tales intentos. En este sentido, la administración de Vladimir Putin ha sido preponderante para estas previsiones.

Pero este ataque que fue oficialmente reconocido por Kiev no solo viola el alto al fuego firmado en el memorando de 2014 sino que además de desafiar la autoridad de la OSCE -en la que participan EEUU y el Reino Unido- es un abierto acto de agresión que el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas prohíbe bajo la amenaza de imponer sanciones a consideración de un de por sí muy cuestionado Consejo de Seguridad. Solo con la seguridad de que no recibirían ningún reproche internacional, el gobierno ucraniano se habría atrevido a este ataque. Pero ¿Quiénes les habrán dado esa seguridad?

Pero también podríamos sospechar que esto fue una especie de advertencia, una jugarreta psicológica para desmoralizar a los independentistas del Donbass que se traduciría en un mensaje como “podemos golpearlos sin que nos vean venir”. O incluso también es posible que se haya tratado de una “Black Op.” ejecutada por una agencia de inteligencia que busco desencadenar una escalada que involucrara a Rusia y que los militares ucranianos públicamente hicieron suya para no quedar en ridículo.

No hay dudas que la administración de Joe Biden se halla detrás. Para el actual gobierno norteamericano Rusia es el adversario geopolítico más importante a contrarestar, aún más que China. Con Pekín trata de abordarlo mediante otra estrategia más suave y envolvente intentando alejarlos de la Federación rusa. Como se puede ver en el despliegue que Washington esta realizando en varios escenarios, la paz no es la regla sino establecer terceros actores con un poder de acción discrecional en su propio beneficio.

 

 

 

 

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