“EL
FRACASO DE LA COSMOGONIA OCCIDENTAL”
¿Cuáles
son las pérdidas de EEUU por su injerencia en la situación de Ucrania? Cuando
vivir de la imagen no alcanza
Por Charles H. Slim
En
la actualidad y en el futuro entrante, hablar de Occidente y de Oriente no
tiene el mínimo sentido sino es para orientarse en un mapa. Pero desde el punto
de vista de la geopolítica, acudir a estos términos y en especial como lo
pretende seguir haciendo el “occidente anglosajón” (EEUU y Gran Bretaña) es
claramente un anacronismo tan senil como el actual mandatario en Washington.
Más allá del relato de los medios occidentales, las cosas
han salido muy mal no solo al régimen de Volodymyr Zelensky sino también, para
sus patrocinadores en esta aventura. Para empezar, quienes en primera instancia
acusan este fracaso son norteamericanos y británicos quienes desde antes del
golpe del Maidán en 2014 ya venían trabajando dentro de Ucrania para establecer
la infraestructura necesaria para la malograda instalación de la OTAN. A pesar
de los continuos llamados de Moscú para detener esta empresa, desde Washington
y Bruselas se desoyeron los reclamos por el simple hecho de que no creían posible
una reacción como la que hoy está llevando adelante Rusia.
Sus fracasos se pueden medir en toda la línea ya que
van desde el intento de convencer masivamente el mundo sobre una versión
maniquea y simplona de “ucranianos buenos y rusos malos”, pasando por sus
fracasos militares corroborados por sus propios actores hasta la puesta en
evidencia de lo contraproducente que ha sido, aplicar sanciones masivas que han
terminado volviendo como un bumerang sobre las economías de EEUU y la UE.
Todas estas incidencias evidencian el fracaso de una cosmovisión
que tuvo su inicio y pináculo en Septiembre de 1991 cuando el entonces
presidente de los EEUU George H. Bush declaro ante el Congreso el inicio del
“Nuevo Orden Mundial” y desde ese mismo entonces ha venido decreciendo en
intensidad y gradualidad. Hoy parece que le ha tocado a Joe Biden cerrar este círculo
de declive propiciado y acelerado por sus propias medidas que son causa y
motivo de una inflación en alza, una desocupación sin solución de continuidad y
el desabastecimiento de todo tipo de materias primas para reactivar una
industria que ya estaba parada.
En este aspecto, EEUU pierde posiciones frente a la
potencialidad comercial de China quien a diferencia de la cosmovisión
hegemónica de Washington, persigue el desarrollo de un capitalismo “win win”
(ganar-ganar) donde para que alguien prospere no debe arruinarse otro. Con ello
advertimos el fracaso de una filosofía anglosajona mezquina que sustancia un
capitalismo en decadencia.
En lo político y militar Biden comparte su fracaso con
su par británico Boris Johnson quien éste último a pesar de pretender dar un
golpe de efecto publicitario con su visita a Kiev, no ha podido eludir el
fastidio y la humillación que ha representado la disolución de la “Legión internacional”
de mercenarios extranjeros, quienes junto a los batallones neonazis “Azov” coordinados
por la CIA y el MI6, fueron aplastados en Mariupol en donde las tropas rusas
capturaron entre otros a dos mercenarios británicos quienes al día de hoy ruegan
para su liberación.
Sobre la situación allí, el último reducto de las FAU
y asesores de la OTAN ocultos bajo los niveles de la acería de Azovstal saben
que no hay modo de salir con vida ya que, si no se rinden morirán a manos de
los rusos. Si se rinden dejarían intactas las instalaciones y laboratorios de
armas químicas y biológicas montadas por EEUU representando ello una muerte
segura a manos de los “demócratas occidentales” quienes no quieren testigos de
este embarazoso asunto.
Para peor sus vasallos de la segunda línea de la OTAN (de
Europa del Este) han sido descubiertos proporcionando -entre otros- aviones
SU-24; SU-27 e incluso aviones MIG-29 de la era soviética para Ucrania. Rumania
parece ser el refugio de bases con estos aviones con insignias ucranianas desde
donde salen para atacar a las tropas rusas. Los nervios de los gobernantes
rumanos en Bucarest comienzan a tensarse ante la posible y dura respuesta de
Rusia con ataques puntuales con sus misiles “Onix” y “Iskander” que podrían
deshabilitar en un par de horas sus aeródromos fronterizos. Sin dudas que ello
es causa de discusiones con los opositores quienes increpan a su primer
ministro Nicolae Ciuca (un atlantista incodicional) reclamándole ¿Habrá
recompensa por este sacrificio?
Lo cierto es que, las maniobras de Washington y la
OTAN revelan que Putin no estaba equivocado al predecir las intenciones de
estos actores y sino ¿Por qué Biden han ordenado conceder un gasto de 800 mil
millones de dólares en armamento a Ucrania y autorizar a otros países a
entregar armamento pesado?, ¿Por la libertad y la democracia? Hay demasiado que perder en lo estratégico para
los anglosajones y aunque los medios digan otra cosa, Rusia le ha arrebatado
esa oportunidad y ha demostrado con claridad cuáles fueron sus objetivos.
La demostración de que Rusia nunca tuvo interés de tomar
Kiev quedo clara con el repliegue estratégico hacia el Donbass donde las
milicias independentistas de Donetsk y Lugansk van ganando además del apoyo de
las poblaciones[1],
terreno en puntos estratégicos como Kharkov y Nikolaev.
Al contrario de lo esperado por “occidente” Vladimir
Putin no ha sucumbido a las presiones generadas por las (ilegales) sanciones
comerciales y financieras masivas demostrando que además del temple, aún
conserva capital político y un plan económico alternativo en funcionamiento que
-para la desgracia de Washington- puede convertirse en una alternativa
global.
Por el contrario Joseph Biden y su administración se
hallan bajo la creciente presión (interna y de sus socios europeos) causada por
sus propias medicinas financieras. El único consuelo que le queda a Biden y al
Stablishment que lo secunda, es mantener en el tiempo el conflicto y de esa
forma intentar desgastar a Rusia y al gobierno de Putin. Hoy esto es una
ilusión que tal vez EEUU pudo explotar en el pasado aprovechándose de países
pequeños y aislados (Iraq y Libia), pero a la luz de una cada vez más informada
y crítica opinión pública que lee entre líneas lo que su Corporación mediática
divulga y las renuencias de muchos gobiernos a colaborar en estos delirantes planes,
hace que esa cosmovisión hegemónica se caiga como un telón polvoriento que
precisamente se viene abajo por el peso de la mugre que soporta.