“ARGENTINA SE VENDE ¿QUIÉN PODRIA COMPRARLA?”
Una vez más la Argentina se halla al borde del
abismo solo que en esta oportunidad las circunstancias globales empeoran su
situación y como sucede cíclicamente, no hay dinero ni asistencia que pueda
llegar de afuera ¿Sobrevivirá el actual
gobierno a esta tempestad?
Por Charles
H. Slim
La crisis económico financiera de alcance global
también afecta a la Argentina y aunque parezca una redundancia, su caso tiene matices
propios que la agravan. Antes de la pandemia y la guerra en Eurasia la
Argentina ya venía soportando una crisis económica y política de índole
estructural. Para peor, su situación se agrava por el coma político de su clase
dirigencial sospechada de izquierda a derecha de corrupción e ineptitud.
El mundo esta cambiando
de forma vertiginosa pero la Argentina permanece bajo los mismos parámetros del
quietismo político de una clase política acomodaticia y demagógica alimentado
por la abulia y esquizofrenia de su pueblo. Pero eso no es una virtud
claramente, es una pésima señal de que las cosas pueden ir de mal en peor si su
clase política no atiende a las señales externas.
Los levantamientos en
Sri Lanka podrán verse lejos en la distancia pero para nada en lo conceptual
referido al hartazgo de los pueblos que se han cansado de soportar gobiernos y
a sus funcionarios viviendo en una dimensión paralela lejos de las vicisitudes
del común de los mortales. Ese hartazgo se huele en el aire y la paciencia de
los simples ciudadanos de a pie parece haberse agotado. La salida de Boris
Johnson por la puerta de servicio de Downing Street solo ha sido el fusible que
protegió a un sistema político corrupto y criminal como el británico ¿Cuánto
podrá durar este sistema? Los límites ente la tolerancia y el respeto a la ley se
han difuminado y los medios de cómo expresar el descontento y llevar adelante
esas iniciativas alcanzan sitiales nada deseados. El asesinato del ex
mandatario japones Shinzo Abe a plena luz del día y ante miles de testigos -más
allá de los verdaderos intereses que se ocultan detrás- pone el acento
sobre esto y viene a mostrar a los políticos que no están seguros en ninguna
parte.
El mismo mensaje esta
dirigido a Joe Biden y la pléyade de neoconservadores (instigadores de la
guerra perpetua) que lo secundan en la estupidez sobre Ucrania quienes por
intermedio de la corporación de medios siguen hablando de democracia, libertades
y humanidad cuando en sus propias calles hay policías que violan los derechos
civiles y al mismo tiempo rondan psicópatas armados que cometerán masacres sin
sentido alguno ¿Democracia?
Argentina no se escapa
a esta dinámica. A la inseguridad política se le suma la jurídica que es una
constante que perpetua las desigualdades sociales que ya no se toleran. El
presidente argentino Alberto Fernández ya no soporta la presión del imperio de
la realidad y para ello, su propia vice Cristina Fernández (procesada en varias
causas judiciales) parece decidida a sacrificarlo para salvar su propia cabeza
si todo se desmorona. El desmanejo uqe se vine viendo de la economía que lleva
al país a una posible hiperinflación augura este final.
Sin el menor peso
político y sin la más mínima entidad del gobierno, el estado argentino
simplemente se halla a la deriva en el mar picado de la geopolítica
internacional. Con un gobierno ineficiente y desorganizado que administra un
estado canibalizado dirigido por un presidente sin poder, el país ha
desperdiciado la oportunidad de capitalizar la falta de fertilizantes, materias
primas y de energía que escasean en Europa tras las locas y contraproducentes sanciones
emitidas por los EEUU (y seguidas por la UE) contra Rusia.
Una vez más, la
oportunidad histórica toco a la puerta de Buenos Aires pero los burócratas de
turno la han vuelto a desperdiciar. Y las razones de ello se deben a varias
décadas de dejadez, corrupción y clientelismo que ha podrido a las ramas del
estado entre ellas, su sistema productivo y logístico comercial. La falta de
planes estratégicos para el desarrollo, explotación y exportación de sus propios
recursos (ganaderos, agrarios, petrolíferos y gasíferos) es una parte
importante de esta situación. Recién hoy los funcionarios ministeriales -en
el marco de escases internacional- caen en cuentas de la urgente necesidad y
conveniencia de contar con una flota mercante tecnológicamente acondicionada para
poder competir en las actuales circunstancias y de la indefensión de sus mares
del sur (por la destrucción de las FFAA), depredados impunemente por flotas
extranjeras que pagan tributo a los isleños británicos en Malvinas.
El problema con esta
repentina preocupación es que es solo una actuación demagógica pero nada más.
Además, llega tarde y siendo muy optimistas, el país podría resolver estas
falencias estructurales cuando menos en veinte años y ello, si (además de
desligarse del lazo británico) se mantiene la constancia y una política de
estado coherente.
Su administración
política gobernante es tan inconsecuente y patética como su oposición. Los
denominados partidarios del campo “nacional y popular” no son diferentes a los
anglófilos y los sionistas de la oposición estos últimos buscando emular a sus
tétricos correligionarios del norte (AIPAC; IAF; CUFI). En teoría los primeros
se alinean con Rusia, China y el mundo islámico aunque solo de forma retórica,
mientras que los segundos, con estrechas vinculaciones -ideológicas,
culturales y económicas- con EEUU, Gran Bretaña e Israel les facilita los
planes a esos estados para desplegar en el país y la región sus intereses.
Ambos han vendido al
país, aunque a diferentes intereses, ambos se han servido de las cajas y de las
instituciones del estado para fines que no beneficiaron al país. Los primeros, aunque
se los pretenda asociar a Rusia y a los sectores de la resistencia global, no
califican ni en sueños para esa relación ya que solo son meros estafadores y
charlatanes que han depredado el estado bajo el argumento pobrista de una
igualdad social que nivela hacia abajo y los segundos, que se presentan como
“demócratas” y “civilizados”, los “liberales”, llenan sus bolsillos gracias a
los servicios que prestan a los usureros y especuladores de la banca en Wall Street
y La City londinense.
En resumen de cuentas, por
un lado tenemos una troupe de aventureros populistas (de izquierda y derecha) y
a chacales atlantistas por el otro disputándose los despojos del estado de un país
con mucho potencial.
Son claramente extremos
de una realidad política que no es ajena a la Argentina, pero que aquí se
manifiesta de forma clara y grosera. Una pequeña metrópoli como Buenos Aires en
manos de estas tendencias anglófilas manejando un enorme territorio de 23
provincias con diversidades, potencialidades y riquezas es algo que no llevó ni
llevará a ninguna parte y si la frágil unidad política quiere mantenerse,
habría que comenzar a descentralizar ese poder omnímodo que tiene una urbe parcialmente
cosmopolita -con algunas embajadas influyentes- que tiene sus ojos y sus
intereses puestos afuera.