“SUFRAGIOS DESAGRADABLES”
El referéndum llevado adelante en las regiones
de la histórica Novorossiya no solo ha puesto sobre el tapete una realidad que
los anglosajones y los medios occidentales quisieron ocultar sino también y al
mismo tiempo puso de manifiesto el maniqueísmo de las democracias occidentales
Por Charles
H. Slim
Hace apenas un mes de la contraofensiva
ucraniana dirigida y coordinada por la OTAN sobre el noreste del país, las
ganancias obtenidas por Kiev son discutibles en comparación a las obtenidas por
la Federación rusa. A pesar de la profusa y muy bien financiada propaganda
atlantista las ganancias de aquella avanzada, en los hechos los territorios
ganados no han podido retenerse y poco a poco las tropas ucranianas de la
República Popular de Lugansk (RPL) con refuerzos rusos han pasado a tomar la
iniciativa.
Pero no solo esto
representa una ambigua visión de la situación en el discurso del régimen de
Kiev. Los apabullantes resultados en las votaciones del referéndum llevadas a
cabo desde el 23 al 27 de septiembre en las regiones de Kherson, Zaporiye, Lugansk
y Donetsk en donde los pobladores eligieron por encima del 90% ingresar a Rusia
fue sin dudas una pésima noticia para los personeros en Kiev pero lo peor, una
derrota estratégica para las ambiciones de la OTAN.
Estos resultados han dejado claro que la población rusofona del este no quiere saber nada con un gobierno que además de segregarlos, sigue directivas del occidente anglosajón. El muestreo es contundente y echa por tierra la propaganda de la corporación de medios en occidente que ha tratado de restarle valor mediante comentarios despreciativos. Pese a ello, estos pobladores han expresado su voluntad. Como lo dijo el mismo presidente Vladimir Putin en un pasaje de su discurso ante la Duma “es su derecho, su derecho inalienable, que está consagrado en el artículo primero de la Carta de la ONU, que habla directamente del principio de igualdad de derechos y autodeterminación de los pueblos”. Con esta nueva división política, los pobladores de estas regiones pasarán a estar bajo la protección de Rusia ante la persecución que desde 2014 implementaban las fuerzas regulares y las brigadas ultraderechistas de Kiev y que en los últimos meses se convirtió en una brutal política de supresión de la identidad étnica. Al mismo tiempo Moscú logra de hecho y sobre esta base del consenso, lo que durante años trato de negociar con Kiev y sus socios occidentales y ello es, alejar de sus fronteras a la OTAN.
Para algunos, los
sabotajes a las tuberías del gasoducto Nord Stream vinieron a producirse
convenientemente en momentos que se conocían los resultados de estos sufragios los
cuáles sin dudas, cambian el mapa geopolítico de Eurasia algo que irá
modificando en diversos grados el del resto del globo. Para otros el propósito (más
allá de los estrictamente negociales) era distraer a la opinión pública sobre
la entidad y participación en el referéndum, pero ciertamente no lograron su
cometido.
Desde lo político no
faltaron los rechazos de los principales referentes políticos y financieros de
occidente. El G-7, integrado por los principales sustentadores de la guerra
contra Rusia no dudo en denominar esta iniciativa como una “farsa” demostrando
que cuando le conviene, levanta protestas contra expresiones políticas que no
arrojan los resultados que ellos esperan. Así mismo y pese a sus argumentos, los
cuatro referéndums son perfectamente legales (Conforme el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos de 1966).
Grupos como este y sus
sustentos políticos en el mundo anglosajón jamás expresaron similares opiniones
o simplemente cierran sus bocas con situaciones análogas en las que ellos
mismos se hallan involucrados. Los casos de la usurpación de las islas
Malvinas, la ilegal ocupación del Archipiélago de Chagos (ambos casos por británicos)
y la situación de “Mayotte” en las Islas Comores (franceses) son actuales
testigos de la ambivalente inteligencia, falta de honestidad y falsedad
intelectual en la interpretación del derecho internacional.
No solo el resultado de
estas votaciones representa una derrota a los planes atlantistas y
particularmente de Washington por instalar una base de misiles de la OTAN a
pocos minutos de Moscú. La amplia participación que se registraron en las
cuatro jurisdicciones habla de una situación muy diferente a la que los medios
occidentales quienes responden a la línea editorial de EEUU, describen desde
hace años.
Para Rusia los
resultados de estos sufragios consolidan la situación en el terreno que se
halla habitado por una gran parte de población ruso parlante. Desde el punto de
vista de los analistas occidentales, esto forma parte de una visión “mesiánica”
del presidente Vladimir Putin quien trata de revivir los mapas de la Rusia zarista
que vienen desde Catalina “La Grande”. Sacando los adjetivos y las
subjetividades con que deliberadamente desde occidente se contaminan la visión
de Moscú, los resultados responden a una realidad que se refleja en el terreno
y lejos está de ser una construcción mítica salida de cabezas afiebradas.
Ciertamente que la
legitimidad de Rusia se ve reforzada ante propios y extraños pero en especial,
ante una opinión pública occidental que nada sabe o es informada de lo que los
medios quieren que sepa. En un resumido entendimiento de esto, es más legítimo
que sea Rusia quien administre estas regiones que meras extensiones títeres que
terminan respondiendo a la OTAN.
En lo histórico ello
representa el regreso de poblaciones de origen ruso a la madre patria
conformando así la “Novorossiya” o Confederación de la Nueva Rusia y que a su
vez significa, la disgregación política de Ucrania que puedo haberse evitado si
el gobierno ucraniano no hubiese seguido el asesoramiento y las instigaciones de
la Casa Blanca para permitir el despliegue de la OTAN bajo la falsa promesa de
que garantizaría su protección.
A partir de ahora y con
esta nueva realidad geopolítica sobre Eurasia, Volodymyr Zelensky y la OTAN se
verán obligados a implementar otra estrategia que seguramente se apoyara en una
profundización de tácticas de una guerra hibrida en especial, con el uso masivo
del terrorismo en las jurisdicciones bajo control ruso y más allá (como ha
sucedido en regiones vecinas y tras el asesinato de Darya Dugina en Moscú) algo
que al mismo tiempo el Kremlin no dejará pasar y que sin dudas traerá graves
consecuencias para quienes los dirijan.