“NEBLINA EN EL DESIERTO”
¿Por qué hay signos que muestran la búsqueda de
ampliar el teatro de la guerra en Eurasia al Asia Central? ¿Quiénes están
detrás? Sigue el rastro del dinero y verás quienes son los implicados
Por Ali Al
Najafi
La guerra en Ucrania que no es otra cosa que un conflicto entre la OTAN y Rusia en suelo europeo, ha trastornado la vida comercial y energética de una gran parte del mundo y ello a su vez ha abierto las puertas de la oportunidad para los gobernantes más despiertos. A la par de ello varias cosas raras están pasando en Asia y en también en Asia Central que no son producto de la causalidad. El intento de asesinato del ex mandatario pakistaní Imran Khan, el aumento de los ataques armados contra el gobierno iraquí y la agitación social provocada dentro de Irán hace sospechar que se están tirando hilos invisibles para abrir nuevos frentes bélicos que obligarían a Rusia intervenir.
Obviamente que esto
beneficia a los EEUU pero no significa que actue directamente en el asunto o
que otros no se beneficien de las circunstancias. Entonces ¿Quiénes podrían
sacar ventaja de todo esto? Uno de ellos sin dudas es el príncipe heredero saudita
MBS quien está muy cuestionado tanto en su reino como en el extranjero por su
política represiva contra la disidencia, algo que ha puesto en un entuerto a su
viejo e interesado socio, EEUU. Pero Salman parece haber ido más lejos que lo
que el mismo Departamento de Estado o incluso la CIA esperaban tras haberle
hecho creer a Joe Biden que bajaría la cuota de producción de crudo simplemente
lo deja de lado y hace todo lo contrario.
A pocos días de las
elecciones de medio termino en EEUU, la OPEP decidió reducir la producción de
petróleo, algo que a comienzos de año Biden le había pedido a Salman que no
sucediera y éste le hizo creer que lo haría. Pero Salman hizo todo lo contrario
y voto a favor de reducir las cuotas trastornando el mercado estadounidense y
beneficiando al mismo tiempo a Rusia. Al parecer, el príncipe heredero se estaría
cobrando con creces las palabras del mismo Joe Biden quien durante la campaña
electoral sentenció que haría pagar a Arabia Saudita por las violaciones a los
derechos humanos que quedó patente con el brutal caso del periodista Jamal
Kashoggi.
Pero la jugada de
Salman no es al azar claro. A Biden le interesa levantar su popularidad para
lograr sortear esta elección y para ello, su socio árabe estratégico (Arabia
Saudita) es ineludible para concretar los planes que se están llevando a cabo
en torno a la guerra contra Rusia. Si fuera necesario, Biden debería
arrastrarse a los pies de Salman para suplicar por su cooperación. Usted
enseguida se preguntará ¿Acaso hay tropas sauditas operando en Ucrania o quizás
el reino encuentre algún beneficio en lo que allí ocurre? En cuanto a lo
primero, es claro que no hay tropas regulares pero nadie podría asegurar si hay
otros elementos menos detectables jugando en las sombras el papel de asesores y
agitadores.
El interés y peso de
Arabia Saudita pasa por su potencial energético, punto central en la actual
guerra. Además, hace un tiempo que viene coqueteando con Rusia que tiene un
innegable peso en la región. Todos están ofreciendo su gas y petróleo a una
Unión Europea que se halla recortada de estos recursos y a punto de entrar en
el invierno bajo restricciones tercermundistas producto de la ciega obsecuencia
a Washington de los políticos europeos (que incluye a los británicos) y que
tuvo como toque cúlmine los sabotajes contra los gasoductos Nord Stream
en el Mar Báltico.
Así Salman está usando
la sucia carta, la misma que Washington ha usado desde hace décadas contra
quienes ha querido arrodillar; la extorsión. La misma que en última instancia
uso contra Rusia pero que -a contrario de lo esperado- ha causado todo
el actual desbalance financiero y comercial. Pero el problema es que su reino y
en particular su mukhabarat ha estado estrechamente implicada en los
asuntos sucios contra sus hermanos de toda la región, en especial contra los
iraquíes a quienes ha traicionado y usado conforme la CIA lo requería y es por
eso que, Salman y sus súbditos deben dormir (como dice el dicho) “con un ojo
abierto”.
Riad ha sido la puerta
trasera por donde occidente e Israel se han colado para sorprender a los países
árabes y también a Irán.
Está claro también que
la inteligencia saudita estaría operando dentro de Irán, instigando a grupos de
choque callejeros y compartiendo esfuerzos con agrupaciones extremistas como
los “Muyahedin Al Kalq” (MAK) y kurdas (como el Partido Democrático del
Kurdistán iraní, Partido Vida Libre del Kurdistán y otros) quienes a su vez
están respaldados de forma promiscua por Washington e Israel. La excusa por la
muerte de la joven Mahsa Amini ha sido el trampolín para exagerar y utilizar
como propaganda, la versión difundida por algunos periodistas iraníes quienes
tienen vínculos con la CIA, entrenados para generar artículos híbridos como
parte de operaciones de acción psicológica destinados a manipular a la opinión
pública.
Tal como les sucedió a
los iraquíes y los libios en postrimerías de ser atacados, se generó una gran
propaganda que les hacía creer que los “demócratas” venían a liberarles y
pronto cayeron en cuentas de esa falacia. Ahora en Irán se están replicando las
mismas acciones que en Libia y Siria. Incluso se han cometido varios asesinatos
(como los de Shiraz) y masacres en Mezquitas por artefactos explosivos
colocados por supuestos elementos del “ISIS” (del cual ya se sabe su origen) y
que claramente han sido convocados para el aquelarre pero que los medios
occidentales presentan como ejecutados por las fuerzas de seguridad iraníes.
Desde occidente y en
especial los principales socios de Washington en Europa (Alemania, Francia y
Gran Bretaña) y en particular la Unión Europea, la campaña contra Irán (claramente
apoyada por entidades sionistas) se ha doblado a niveles histéricos. Esto está
potenciado por la estrecha cooperación existente con Rusia que está poniendo en
serios problemas a la OTAN. Una vez más, desde los medios (DW, BBC, Reuters
etc) se trata de instalar una falsa compunción y preocupación por los derechos
humanos y en particular de las mujeres iraníes, tal como lo escenificaron con
las mujeres árabes cuando instigaron la “Primavera árabe”.
Tan artificioso y falaz
es el intento por manipular a la opinión pública que hasta un niño se da cuenta
de ello. Y es que si realmente hay tanta inquietud por estos valores ¿Por qué
no hay verdadera preocupación y condena cuando Israel asesina a mujeres y niños
palestinos o, los sauditas bombardeaban escuelas con los niños yemeníes y mucho
menos cuando los estadounidenses masacraban en Iraq y Afganistán a estas mismas
personas o peor aún, cuando sus policías matan a personas por cuestiones de
raza? Hipocresía de niveles cósmicos.
Todo este entramado tóxico
y macabro ya es conocido por Teherán y con justa causa no dudará en cortar de
raíz lo que no es otra cosa que una “revolución de color” como la que se gestó
y ejecuto (mediante un ejército de mercenarios drogados) contra el gobierno
libio de Mohammar Al Gadafy en 2011 pero que fracaso en Siria gracias, a la
intervención de la Federación Rusa.
Hoy la república
Islámica de Irán se halla bajo el mismo asedio (una agresión de la que el art.
51 de la Carta de la ONU trata) y ejerciendo el derecho a la defensa no se quedará
de brazos cruzados sin devolver las gentilezas a sus promotores.
Es por ello que hace
una semana se viene rumoreando que la inteligencia saudita ha estado informando
a Ben Salman que Irán estaría preparando ataques contra el reino y que incluso
los podría vehiculizar a través de sus aliados Houties yemeníes con quienes han
estado en un alto al fuego hasta el pasado mes de octubre. En este sentido, podría
tratarse de dos posibilidades: La primera, que sea la CIA la que esté
preparando ataques para endilgárselos a Teherán obligando a Riad a someterse a
la protección total de Washington o, Salman busca manipular una vez más al
senil mandatario de la Casa Blanca con la esperanza de protegerse a él mismo y
a sus partidarios de estas jugadas sucias pero, tal vez el príncipe heredero no
ha tomado en cuenta que las decisiones en Washington las toman otros (No Sleepy
Biden) y que incluso, él mismo en el marco actual, este bailando al compás de
los planes de los estadounidenses.