FANTASMAGORÍA POLITICA
El último debate televisivo entre los candidatos a vicepresidente de la
Argentina volvieron a sobrevolar los fantasmas de épocas que hace tiempo
debieron haberse superado ¿Estrategia política o psicopatía persistente?
Por Rowan Connor
A pesar de que no se tenían muchas expectativas
por el debate de los candidatos a vicepresidente en las próximas elecciones argentinas
del mes de octubre, su desarrollo que fue trasmitido por canal de aire
capitalino, capto la atención cuando uno de los ponentes propulso un estridente
choque verbal con el candidato oficialista del gobierno Fernández
&Fernández.
Los televidentes argentinos esperaban escuchar propuestas superadoras
ante una pesada realidad que para peor, prometer un devenir aún más complicado.
Quien destaco y fue el centro de la polémica que se estaba por desatar fue la
joven abogada Victoria Villarroel, candidata a vice del libertario Javier Milei de “La Libertad Avanza”. Tan
pronto como se le dio la palabra comenzaron los dardos y las chicanas por su
posición sobre la miopía histórica en referencia a los años de violencia
política de los setenta.
A la cabeza de los ataques estuvo el candidato oficialista Agustín
Rossi quien personalizo a Villarruel como una negacionista sobre los crímenes
de la última dictadura militar e incluso fue más allá, tratando de
descalificarla con una comparación odiosa y muy fuera de lugar que hizo con un
ex militar llamado Astiz. Pese a ello, Villarruel mostro temple y firmeza que
se vió reflejada en sus metódicas respuestas que a su vez golpeaban y hacían bufar
con evidente agitación en el ánimo a un muy incómodo Agustín Rossi.
Ciertamente fue un momento extraño pero muy didáctico para las nuevas
generaciones que no sabe quiénes son los que hace mucho viven de la política en
este país. Las palabras de Villarruel que golpeaban no solo perturbaron
notoriamente a un enfurecido Rossi y sus asesores que lo acompañaban en el Back
Stage sino, que sacudió a todo un relato que desde hace tiempo ha tratado de
instalarse como una verdad monolítica que no es.
A diferencia de Rossi, la joven Villarruel trabaja como profesional
liberal y no depende del estado. Por su edad, no fue contemporánea a los “años
de plomo”. Tampoco arrastra un prontuario como si lo tiene éste político quien
además de apoyar las acciones violentas en los años oscuros de los setentas,
como funcionario ha destruido de forma sistemática y planificada una de las
áreas estratégicas de una nación como son las FFAA. Como en la mayoría de los
funcionarios K, Rossi no tomo las armas ni experimento en carne propia lo que
apoya ideológicamente.
La principal base del encono que Rossi puso en evidencia se centró en
que Villarruel argumento contra el relato (parcial y alterado) que los Kirchneristas
instalaron convirtiendo a los derechos humanos en una feria de negocios. Para
este fósil de la partidocracia era una insolencia que no se esperaba.
Villarruel simplemente le puso el cascabel al gato cuando nadie se
atrevía ¿Por qué los muertos de un bando valen más que los del otro?, ¿Por qué
los derechos humanos solo son para una ideología política determinada? Y ¿Por
qué la justicia argentina no actúa con la misma celeridad y enjundia con los
crímenes cometidos por las organizaciones guerrilleras como eran Montoneros y
ERP? Son estas inconsecuencias que han sido advertidas por intelectuales
extranjeros, las que empantanan el progreso de este país.
Villarruel representa la posibilidad de indagar en completitud las
responsabilidades de esa época y eso, además de comprometer a muchos actuales
fósiles de la política, derrumbaría el negocio que se tejió a costa del estado sobredimensionando
cifras de desaparecidos en rededor de la violación de los derechos humanos.
A pesar de que se clama la existencia de democracia los peligros de
decir la verdad no solo persisten, sino que se agravan ya que se esconden
detrás de la oscuridad desde donde operan sin que los medios vallan a ir un
centímetro más allá de lo que les convenga. Aquí también se controlan las redes
sociales y el baneo de líneas informativas que desagradan a los atlantistas se
cumple religiosamente. Eso es algo que todos los políticos de este país
parecieran ignorar.
Hay mucha basura bajo la alfombra de la política argentina y esta claro
que pocos o muy pocos, saldrían librados de algún señalamiento y eso, en este
país, sirve para extorsionar como aquí se suele decir con “carpetazos” de la
AFI (vieja SIDE) al mejor estilo de los servicios de la CHEKA de Stalin o la
policía secreta de Erich Honecker en Alemania del este durante la guerra fría o
como también de los simpáticos alcahuetes del MI5 en Belfast.
La posición de Villarruel es ciertamente valiente, pero a su vez muy
peligrosa. En este país se han fabricado tantas realidades como comentaristas
de fútbol tienen. En cierta manera me recuerda mucho a mi infancia en el campo.
El escenario político es como un gran gallinero donde todas las gallinas
cacarean sin cesar hasta que entra el granjero con su cuchillo afilado para
sacrificar a una de ellas y recién allí viene el silencio ¿Cuál será la mejor
para la cena?
Algunas veces le comentado a mis amigos que Argentina se parece mucho a
Rumania y también bastante de la opacidad polaca. Tiene como dicen ellos ese
“que se yo” que se envuelve pero a la vez no sabes lo que realmente ocurre bajo
la superficie y esto me refiero a la política y al manejo de sus instituciones
gubernamentales ¿Tal vez halla una fuerte inmigración de Europa del este por
aquí?
Hay demasiada mezquindad e hipocresía en la sociedad política de por aquí
y ni hablar en sus medios. Mantener este Status Quo no solo es una prerrogativa
para quienes internamente se benefician de esto sino también, para los
intereses externos que se sienten aliviados viendo como esta división pervive a
pesar del tiempo posibilitando mantener al país de rodillas y como un adicto a
las drogas, rogando por más créditos impagables.