GEOPOLITICA PARA MALVINAS
A pesar de la falta de interés y la incompetencia de la partidocracia
argentina por atender el asunto de las islas Malvinas, el archipiélago del
Atlántico sur y su proyección sobre la Antártida, la causa aún esta por
resolverse ¿Cómo podría ser una geopolítica para ese fin?
Por
Charles H. Slim
Si hay una causa en Argentina que se halla por encima de todas las
ideologías, los personalismos y los sectarismos políticos de este país, esa es
la causa Malvinas. Desde el regreso a la democracia en 1983, la partidocracia
argentina con la UCR al frente trato de aplastar este ideario a tal punto que
no hay que olvidar, según dijo la primer Ministro Margaret Thatcher “los
argentinos tienen la democracia gracias a nosotros”.
En este
sentido, no puede haber nada más repugnante que quienes se benefician de la
desgracia como es una derrota, y eso fue lo que usufructuaron el entonces
presidente radical Raúl Alfonsín y sus partidarios con su odiosa política
desmalvinizadora (https://www.elextremosur.com/nota/36374-desmalvinizacion-una-politica-proimperialista/ ).
En
realidad, ni Thatcher ni a los advenedizos de la partidocracia argentina que llegaron al poder en 1983,
pudieron matar el sentimiento que representó la gesta. Eso fue motivo de
disgusto para estos ya que ello los minimizaba y les restaba protagonismo ante
la sociedad. Es más, Raúl Alfonsín y sus compañeros en ese plan de renuncia, no
escatimaron en recursos -más allá de la excusa de la dictadura- por
humillar a las FFAA, los ex combatientes y en última instancia el valor
patriótico que supuso la recuperación del archipiélago.
Hoy muchos
de aquellos personajes ya no están y pocos se acuerdan de ellos, salvo sus
partidarios (que dicho sea de paso, no son muchos). Sus predecesores han sido
tan tibios como aquellos y hoy la palabra “patria” la usan para adornar sus
campañas. Pero la causa Malvinas, sigue allí, viva y a la espera de cursos de
acción en las administraciones venideras en Buenos Aires.
Todos y
cada uno de los gobiernos de los últimos 40 años, han hecho poco o más bien
nada, por elaborar una política para Malvinas y mucho menos, establecer una
geopolítica coherente para defender los intereses estratégicos de la nación.
Cada uno de esos gobiernos, incluido el actual, no tuvieron la inteligencia, el
interés y mucho menos el valor político para establecer una reconstrucción estratégica
no solo para integrar a Malvinas, Georgias y las Sandwiches sino para todo el
país.
Desde 1983
los argentinos están colonizados por un sistema partidocratico corrupto y venal,
funcional al gobierno británico y obviamente, a la docena de familias kelpers
que aspiran a una autodeterminación política (https://www.falklands.gov.fk/our-people). Y es que a los políticos argentinos no les conviene remover el
asunto y mucho menos crear animadversión en Londres; la estabilidad de sus cargos,
de sus bolsillos estarían en juego y la trapisonda negocial de la “democracia” –de
las cual los medios también participan- se caería como la escenografía de
cartón que es.
Dentro de
esa escenografía no olvidemos al Menemismo y su alineamiento automático que los
británicos vieron rubricados con los escandalosos Tratados de Madrid I y II,
los cuales en su momento deberán ser denunciados (https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Malvinas/Madrid%20II.pdf )
Actualmente
nos hallamos ante un mundo en pleno cambio. Dentro de este se halla el
geopolítico muy bien identificado entre dos grandes tendencias: Los que buscan
sostener la moribunda hegemonía angloestadounidense y quienes bregan por nuevas
relaciones basadas en el multilateralismo que tiene su impulso desde Oriente.
Argentina, o más bien sus políticos han estado saltando de un lado a otro como
una veleta sin atreverse a crear fórmulas y tomar sus propias decisiones que
den una respuesta nacional a su perpetua crisis existencial ¿Qué confianza
puede inspirar un comportamiento semejante?
Los
sectores conservadores y anglófilos de esta partidocracia solo han rumiado
políticas intrascendentes sobre la soberanía en el Atlántico sur y Londres con
ellos, tiene garantías de que no serán molestados por ese tema (Teoría del
paraguas). Los de la izquierda simplona y los populistas del Peronismo K no
fueron muy diferentes a esos. Todos ellos han creído que metiendo la cabeza bajo
tierra, tratando de conquistar a los Kelpers con métodos ridículos o haciendo
spots sentimentales, la usurpación del atlántico sur se iba a desvanecer.
Francamente, es la prueba de la ineptitud y el amateurismo de una dirigencia
que hoy está totalmente desacreditada.
La candidez
también es otra cualidad muy notoria en los dirigentes de ayer, también en los actuales
y especialmente en los “populistas” del gobierno (calificados erróneamente como
nacionalistas) que hablan como revolucionarios pero obran como meros sirvientes
de la burocracia establecida. Obviamente, también hay una cooperación pasiva y
secreta de sectores anglófilos -en la política, los medios y algunos sectores
de la intelectualidad- que siempre estuvieron y estarán para darle una mano
desde adentro a los planes del Foreign Office (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ar_ea_cem_dbr_03_06.pdf ).
Buenos
Aires debe planificar una geopolítica de desarrollo para la explotación de los
recursos naturales (desde la cordillera hasta el mar), un desarrollo
geográfico-urbanistico y creación de servicios que haga atractiva la actividad
en la región y para eso, la industria naval es estratégicamente central a
desarrollar. Aceptar este objetivo ya sería un paso político revolucionario que
obviamente será mal visto por Londres pero que los argentinos deben defender.
Pero para
eso, debe haber condiciones. No puede existir una geopolítica nativa cuando (además
de la decisión) no hay desarrollo y capacitación, materiales para el desarrollo
físico de una infraestructura y cuando los recursos del estado para su
construcción han sido desviados para el obsceno gasto político (no público). Tampoco
cuando hay una dependencia en la dirigencia local de las sugerencias y decisiones
de actores externos, contrarios a los intereses argentinos en el Atlántico sur como son Washington (Comando Sur. https://www.southcom.mil/ ) y Londres (con la base de la OTAN en Port Stanley. (https://en.wikipedia.org/wiki/Stanley,_Falkland_Islands ). Con la actual crisis terminal que pasa el país, las inversiones
para ello se ven muy dificultosa de canalizar, pero eso puede cambiar con una
determinación política futura.
También es
central que la administración que se halle en control del estado no se olvide
que el país va más allá de Buenos Aires.
Cambiar
este patrón de conducta política es primordial para dar inicio a una
planificación coherente tendiente a ganar terreno y presencia en el sur y
consolidar una autoridad abandonada con las consecuencias que ya hemos visto
(Agitación pseudo-indigenista, inseguridad, pesca furtiva y situaciones nada
claras como la ocurrida al “ARA San Juan”).
Reactivar
un desarrollo portuario en las costas patagónicas y especialmente en Magallanes
es parte de eso como paso previo al control, uso y usufructo de los mares
australes con proyección a Malvinas y a la Antártida. Reactivar la industria
naval en serio y bien planificada y con financiamiento controlado, con socios estratégicos
externos como China y apoyada por un estado políticamente sólido, que tenga
como política inamovible el desarrollo continuo sin tocar una sola moneda para
su destino, es otra de las condiciones no negociables para consolidar una
geopolítica sobre las islas del sur.