jueves, 5 de octubre de 2023

 

GEOPOLITICA PARA MALVINAS

A pesar de la falta de interés y la incompetencia de la partidocracia argentina por atender el asunto de las islas Malvinas, el archipiélago del Atlántico sur y su proyección sobre la Antártida, la causa aún esta por resolverse ¿Cómo podría ser una geopolítica para ese fin?

 

Por Charles H. Slim

Si hay una causa en Argentina que se halla por encima de todas las ideologías, los personalismos y los sectarismos políticos de este país, esa es la causa Malvinas. Desde el regreso a la democracia en 1983, la partidocracia argentina con la UCR al frente trato de aplastar este ideario a tal punto que no hay que olvidar, según dijo la primer Ministro Margaret Thatcher “los argentinos tienen la democracia gracias a nosotros”.

En este sentido, no puede haber nada más repugnante que quienes se benefician de la desgracia como es una derrota, y eso fue lo que usufructuaron el entonces presidente radical Raúl Alfonsín y sus partidarios con su odiosa política desmalvinizadora (https://www.elextremosur.com/nota/36374-desmalvinizacion-una-politica-proimperialista/ ).

En realidad, ni Thatcher ni a los advenedizos de la partidocracia  argentina que llegaron al poder en 1983, pudieron matar el sentimiento que representó la gesta. Eso fue motivo de disgusto para estos ya que ello los minimizaba y les restaba protagonismo ante la sociedad. Es más, Raúl Alfonsín y sus compañeros en ese plan de renuncia, no escatimaron en recursos -más allá de la excusa de la dictadura- por humillar a las FFAA, los ex combatientes y en última instancia el valor patriótico que supuso la recuperación del archipiélago.

Hoy muchos de aquellos personajes ya no están y pocos se acuerdan de ellos, salvo sus partidarios (que dicho sea de paso, no son muchos). Sus predecesores han sido tan tibios como aquellos y hoy la palabra “patria” la usan para adornar sus campañas. Pero la causa Malvinas, sigue allí, viva y a la espera de cursos de acción en las administraciones venideras en Buenos Aires.

Todos y cada uno de los gobiernos de los últimos 40 años, han hecho poco o más bien nada, por elaborar una política para Malvinas y mucho menos, establecer una geopolítica coherente para defender los intereses estratégicos de la nación. Cada uno de esos gobiernos, incluido el actual, no tuvieron la inteligencia, el interés y mucho menos el valor político para establecer una reconstrucción estratégica no solo para integrar a Malvinas, Georgias y las Sandwiches sino para todo el país.

Desde 1983 los argentinos están colonizados por un sistema partidocratico corrupto y venal, funcional al gobierno británico y obviamente, a la docena de familias kelpers que aspiran a una autodeterminación política (https://www.falklands.gov.fk/our-people). Y es que a los políticos argentinos no les conviene remover el asunto y mucho menos crear animadversión en Londres; la estabilidad de sus cargos, de sus bolsillos estarían en juego y la trapisonda negocial de la “democracia” –de las cual los medios también participan- se caería como la escenografía de cartón que es.

Dentro de esa escenografía no olvidemos al Menemismo y su alineamiento automático que los británicos vieron rubricados con los escandalosos Tratados de Madrid I y II, los cuales en su momento deberán ser denunciados (https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Malvinas/Madrid%20II.pdf )

Actualmente nos hallamos ante un mundo en pleno cambio. Dentro de este se halla el geopolítico muy bien identificado entre dos grandes tendencias: Los que buscan sostener la moribunda hegemonía angloestadounidense y quienes bregan por nuevas relaciones basadas en el multilateralismo que tiene su impulso desde Oriente. Argentina, o más bien sus políticos han estado saltando de un lado a otro como una veleta sin atreverse a crear fórmulas y tomar sus propias decisiones que den una respuesta nacional a su perpetua crisis existencial ¿Qué confianza puede inspirar un comportamiento semejante?

Los sectores conservadores y anglófilos de esta partidocracia solo han rumiado políticas intrascendentes sobre la soberanía en el Atlántico sur y Londres con ellos, tiene garantías de que no serán molestados por ese tema (Teoría del paraguas). Los de la izquierda simplona y los populistas del Peronismo K no fueron muy diferentes a esos. Todos ellos han creído que metiendo la cabeza bajo tierra, tratando de conquistar a los Kelpers con métodos ridículos o haciendo spots sentimentales, la usurpación del atlántico sur se iba a desvanecer. Francamente, es la prueba de la ineptitud y el amateurismo de una dirigencia que hoy está totalmente desacreditada.

La candidez también es otra cualidad muy notoria en los dirigentes de ayer, también en los actuales y especialmente en los “populistas” del gobierno (calificados erróneamente como nacionalistas) que hablan como revolucionarios pero obran como meros sirvientes de la burocracia establecida. Obviamente, también hay una cooperación pasiva y secreta de sectores anglófilos -en la política, los medios y algunos sectores de la intelectualidad- que siempre estuvieron y estarán para darle una mano desde adentro a los planes del Foreign Office (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ar_ea_cem_dbr_03_06.pdf ).

Buenos Aires debe planificar una geopolítica de desarrollo para la explotación de los recursos naturales (desde la cordillera hasta el mar), un desarrollo geográfico-urbanistico y creación de servicios que haga atractiva la actividad en la región y para eso, la industria naval es estratégicamente central a desarrollar. Aceptar este objetivo ya sería un paso político revolucionario que obviamente será mal visto por Londres pero que los argentinos deben defender.

Pero para eso, debe haber condiciones. No puede existir una geopolítica nativa cuando (además de la decisión) no hay desarrollo y capacitación, materiales para el desarrollo físico de una infraestructura y cuando los recursos del estado para su construcción han sido desviados para el obsceno gasto político (no público). Tampoco cuando hay una dependencia en la dirigencia local de las sugerencias y decisiones de actores externos, contrarios a los intereses argentinos en el Atlántico sur  como son Washington (Comando Sur. https://www.southcom.mil/ ) y Londres (con la base de la OTAN en Port Stanley. (https://en.wikipedia.org/wiki/Stanley,_Falkland_Islands ). Con la actual crisis terminal que pasa el país, las inversiones para ello se ven muy dificultosa de canalizar, pero eso puede cambiar con una determinación política futura.

También es central que la administración que se halle en control del estado no se olvide que el país va más allá de Buenos Aires.

Cambiar este patrón de conducta política es primordial para dar inicio a una planificación coherente tendiente a ganar terreno y presencia en el sur y consolidar una autoridad abandonada con las consecuencias que ya hemos visto (Agitación pseudo-indigenista, inseguridad, pesca furtiva y situaciones nada claras como la ocurrida al “ARA San Juan”).

Reactivar un desarrollo portuario en las costas patagónicas y especialmente en Magallanes es parte de eso como paso previo al control, uso y usufructo de los mares australes con proyección a Malvinas y a la Antártida. Reactivar la industria naval en serio y bien planificada y con financiamiento controlado, con socios estratégicos externos como China y apoyada por un estado políticamente sólido, que tenga como política inamovible el desarrollo continuo sin tocar una sola moneda para su destino, es otra de las condiciones no negociables para consolidar una geopolítica sobre las islas del sur.

 

 

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