LA GEOPOLITICA DE WASHINGTON EN ARGENTINA
¿Qué significará el nuevo realineamiento del país con Washington?,
¿Avance o retroceso?
Por
Charles H. Slim
Para quienes aún no entienden la naturaleza política de la actual administración gubernamental en Buenos Aires, solo basta ver cuáles son los pasos que está llevando el gobierno de los Milei y a donde estarían dirigiendo al país. Pese a que el presidente Javier Milei se declara y presenta como un “libertario”, sus acciones y sus contactos externos revelan que es más bien un conservador-fanático religioso que se mimetiza muy bien con los neoconservadores estadounidenses quienes a su vez tienen estrechas vinculaciones con el genocida estado de Israel y el Lobbie sionista estadounidense representado entre otros por AIPAC.
Este es el
actual liderazgo de la Argentina. En cuanto a cómo se halla la entidad política,
el diagnostico no es mejor. No hay peor realidad para un estado, que carecer de
una geopolítica autóctona. Pero peor aún, es servir a la geopolítica de otro.
Esta es la lamentable realidad de Argentina.
Con este
marco no era de extrañar que Washington pusiera su mirada sobre este extenso
país ya que, además de las riquezas naturales que alberga y su importancia
estratégica, es una plaza altamente importante desde el punto de vista
geopolítico que fue dejada de lado durante la primera década del siglo
permitiendo que se construyeran puentes con el oriente en especial con China y
la Federación de Rusia.
Esas
expectativas ya se han visualizado en las últimas semanas a la luz pública con
los comentarios del embajador norteamericano en Buenos Aires Marc Stanley en
referencia a la presencia china en el país, más específicamente sobre la base
en “Bajada del Agrio” en la provincia del Neuquén. Aunque esto ya devela la
directa -nada nueva- y voceada injerencia estadounidense en el país,
algunos se preguntaron: ¿Hasta dónde llegara esta injerencia?
No faltó
mucho para develar esta incógnita o al menos una parte de ella.
Antes que
nada, dejemos bien en claro en cual situación se halla la Argentina. En medio
de un proceso inflacionario al cual el gobierno aplica uno de los ajustes más inclementes
que el país recuerde y con ello la creación de una recesión económica que va
acompañada de un congelamiento de salarios, suba de precios de los alimentos,
tarifas, combustibles y aumento de los servicios públicos -incluída la salud
en medio de una epidemia de dengue- hasta en un 300% y una precariedad de
los índices de ocupación, la situación no podría describirse mejor sino diciendo
que es desesperante.
El viernes
5 de abril el presidente Milei voló presuroso desde Buenos Aires a Tierra del
Fuego para recibir a la comitiva estadounidense que iba a ser desplantada por
el gobernador Melella como una forma de protesta contra su presencia. Fue así
como un Milei vestido con un uniforme de la Fuerza Aérea acompañado del
ministro de defensa Luís Petri recibieron a la General Laura Richardson a quien
tras un estridente discurso le juró (por así decirlo) su lealtad a los EEUU.
Ahora bien,
se puede decir que Milei y su gobierno le han abierto alegremente la puerta en
Sudamérica a los EEUU para que literalmente se instalen y desplieguen cuanta
planificación tengan. Con esto, además del control británico que ejerce en todo
el atlántico sur, la soberanía argentina se verá aún más condicionada por la
presencia de la Armada estadounidense cerrando con ello un dogal perfecto.
Pero no
seamos ingenuos. Washington hace años que navega las aguas del atlántico sur monitoreando
a la región y a la Argentina en particular y para esa tarea la base de
inteligencia electrónica de la OTAN que los británicos administran en Malvinas
cumple con esas tareas.
Pero no
solo este gobierno de anglófilos aplaude el nuevo realineamiento con Washington
y todo el eje que lo secunda. Todo el resto del arco político que se denomina
opositor, sin dudas se siente mucho más cómodo con el collar estadounidense ya
que esperan que por dicho motivo, lluevan dólares frescos.
Pero
mientras los políticos argentinos divagan, uno de los objetivos principales de
Washington es tratar de desplazar la influencia china y de ser posible cortarla
de cuajo. Dentro de ese objetivo Washington ha puesto a rodar un ambicioso plan
de estructurar una espina dorsal militar y de inteligencia que se extienda por
todo el continente algo para lo cual el SOUTHCOM y la CIA han comenzado a
desplegar con su desembarco en Esequibo (Venezuela), el refuerzo de su presencia
en la amazonia brasileña y que cerraría con la próxima construcción de una base
naval bajo control de EEUU en la entrada a la Antártida algo de lo cual, Milei
y su gabinete asienten de manera alegre.
Esos
esfuerzos por agradar han tenido como “generosa” contraprestación la de
surtirle a las desbaratadas FFAA un avión “Hércules C-130”, la autorización
para adquirir (financiados en parte por EEUU) unos cuantos cazas “F-16” que
Dinamarca ya no usa por el simple motivo de no ser operativos y la promesa de “cooperar”
con la Armada para establecer un puerto en la isla de Tierra del Fuego. Esto no
hace más que confirmar la total falta de planes para un desarrollo tecnológico
propio y la subordinación completa de Buenos Aires a las planificaciones de
Washington en la región.
En realidad
Milei ya estableció esta hoja de ruta cuando entrego el control de la
estratégica vía fluvial del norte como es la Hidrovía que conecta al país con
Paraguay, Uruguay Brasil algo que supera a sus predecesores como Menem y Macri.
Más allá de los militares estadounidenses y sus colegas de la inteligencia ya
se han instalado en la zona, esto pone sobre la mesa un despliegue extranjero
que no fue consultado al Congreso y aún no se sabe cuáles serán las próximas
avanzadas planificadas. Más que relaciones carnales, hoy estamos viendo un simple
derecho de pernada.