GATOPARDISMO GEOPOLITICO
La deportación de un periodista argentino de Caracas desato la
indignación y abrio la oportunidad para que algunos colegas de ciertos medios
en Buenos Aires hagan campaña contra Maduro, pero ¿Son realmente consecuentes
con la preocupación que expresan?
Por
Javier B. Dal
El domingo 28 de julio se llevarán adelante
elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela y los medios
alineados al “occidente colectivo” aprovechan toda oportunidad para degradar
como sea la imagen del gobierno de Maduro.
Aquí una vez más, los medios pasan a ser protagonistas en las
actividades propagandísticas destinadas a derrocar el sistema fundado por el
entonces presidente Hugo César Chávez Frías y que hoy sostiene el presidente
Nicolás Maduro, motivados por los intereses digitados desde Washington y
también Tel Aviv.
En ese plan, todas las descalificaciones y exageraciones maliciosas que
periodistas y medios puedan lanzar, serán muy bien recibidos por sus
patrocinadores. Especial es el caso de algunos periodistas que forman parte de
medios gatopardistas argentinos hoy abiertamente alineados y sin cortapisas a
las políticas de estos estados y eso, no es por casualidad.
Las elecciones que se llevaran a cabo el domingo 28 de julio próximo se
ha convertido en la oportunidad para remover un obstáculo geopolítico en la
región. Es la oportunidad para operar con mayor enjundia contra la revolución
bolivariana y obviamente contra su presidente Nicolás Maduro. Si bien nadie
puede negar el derecho de los venezolanos a expresarse en las urnas, no
deberíamos perder de vista el marco y el trasfondo de desestabilización que
desde hace dos décadas se vienen fomentando desde Washington y sus aliados.
Hoy la ocasión para reimpulsar este sesgo, son las elecciones y que
mejor momento para agregar otra mancha al tigre que lanzar alguna que otra
acusación que trate de calar en la opinión pública. La oportunidad se dio con la
detención, demora y expulsión del periodista argentino de Radio Rivadavia Jorge
Pizarro cuando quiso ingresar a Caracas.
Pese a que las autoridades venezolanas mostraron una peculiar aversión
a la acreditación del periodista argentino y ello pueda ser entendido como una
afrenta a la libertad de información, es una potestad que tiene cualquier país
ante la sospecha de otras intensiones del visitante. La sobreactuación y
exageración posterior de algunos medios de Buenos Aires no se condice con casos
mucho peores sufridos por otros colegas alrededor del mundo. Por el grado de
los comentarios que surgieron de Radio Rivadavia, el episodio se asemejaba más
a la escena de esa memorable película “Perros de la guerra” cuando tras ser
apaleado en su hotel Christopher Walken es subido al avión totalmente amoratado
y sus huesos quebrados por los golpes. Si volviese el radio teatro, estos
sectores ganarían un premio por sus actuaciones.
Esto no hace más que evidenciar esa maniquea y dirigida línea
proveniente de Washington que apesta a hipocresía pura. Pero ¿Por qué eso es
tan evidente?
Estos medios y sus insignes periodistas suelen retratar al gobierno
venezolano como un violador serial de los derechos humanos hablando de sistemáticos
crímenes y torturas en el cual, obviamente meten el caso de este periodista
deportado.
Sin dudas la sobreactuación de este evento es proporcionalmente inverso
a las críticas que pudieron haber lanzado cuando otros periodistas son
encarcelados, torturados (física y mentalmente) o simplemente asesinados a
sangre fría por el régimen neonazi de Ucrania o el tan protegido por estos
sectores del periodismo argentino (en particular de CABA), régimen de Apartheid
de Israel.
Los comentarios de algunos de estos periodistas sobre el episodio
vivido por Pizarro eran tan dramáticos y teñidos de una sentida indignación,
que parecían estar describiendo algún ataque directo sobre su persona o
incluso, haber sido sometido a una “detención administrativa” como la que los
israelíes le imprimen a cualquier periodista que registre los crímenes que
cometen contra la población palestina, o cuando no sea mejor -y sin que
nadie les vea- meterle una bala en la cabeza.
Obviamente que cualquiera de ustedes podría estar pensando que estos
mismos periodistas que muestran tanta indignación por lo sucedido en Caracas
con su colega, también levantan sus voces contra esos otros brutales crímenes
que realmente atentan no sol contra la libertad de expresión y de información
sino la vida misma. Tal vez se les haya pasado de como varios periodistas
fueron asesinados por las bandas proxie estadounidenses en Siria e Iraq, por
haber puesto en evidencia las connivencias de la CIA con el embuste del ISIS. Tampoco
se escuchó ningún reproche ni menos aún, alguna condena por el asesinato de más
de 160 periodistas en lo que va del genocidio palestino en la Franja de Gaza. O
en momentos que se inician los juegos olímpicos en Francia, hayan realizado
alguna mención sobre que quienes llevaran la antorcha olímpica son Christina
Assi y Dylan Collins, dos periodistas de AFP heridos en el sur del Líbano tras
un intento de asesinato por parte del ejército israelí.
O no hayan denunciado en su momento y como una verdadera persecución
los encarcelamientos y las torturas -muy reales y brutales- de
periodistas que han denunciado la corrupción del régimen ucraniano del cómico
Volodymyr Zelensky, o las filtraciones publicadas por el periodista australiano
(para mal que les pese a estos) Julian Assange que tras ser perseguido, asilado
y luego capturado como un vil criminal por haber revelado las inconfesables
bestialidades que cometen los gobiernos, estuvo a punto de ser confinado de por
vida en una prisión estadounidense si no hubiera habido un activismo global en
su favor.
Es entendible que sean mudos ante esas aberraciones ya que, ellos
forman parte del equipo de propaganda en la región de las políticas que llevan
adelante tanto el régimen de Kiev y el de Israel, ambos protegidos por
Washington con lo cual, si son llevados a esos escenarios para mostrar lo que
cada uno de estos gobiernos quieren mostrar y ello implica, ser tenidos en
cuenta para sus puntos laborales entonces, se entiende ¿Cómo van a morder la
mano que les da de comer?
Además, no hay que perder de vista, que tanto el Establecimiento en
Washington como el sionismo en la región vinculado al estado de Israel, desde
hace tiempo conspiran contra la institucionalidad política de Venezuela por -en
lo que hace a lo político- el invalorable y valiente apoyo a la causa
palestina algo, que a estos tipos les revuelve las entrañas de odio.
Es por esto que estos “periodistas” que responden a medios, claramente
comprometidos con líneas políticas claras y bien sesgadas (identificadas con la
geopolítica de esos estados), son en cuanto a sus críticas a Venezuela por un
incidente que no llegó -ni por asomo- a ninguno de los extremos que
antes citamos, la muestra del gatopardismo que les caracteriza dejándoles en
evidencia que tan creíbles y mucho menos aún serios pueden ser.